SANTOS
Y PILLOS. El Opus Dei y sus paradojas
Joan Estruch
CAPÍTULO XIII. LA FORMACIÓN DE EMPRESARIOS
Y LA DIRECCIÓN DE EMPRESAS
1. La situación de partida
a) Durante los años sesenta, los sociólogos
Juan J. Linz y Amando de Miguel realizaron diversos estudios
sobre los empresarios y los grupos de intereses en el empresariado
español, y sobre las elites funcionariales confrontadas
con el proceso de reforma administrativa (Linz y de Miguel,
1966, 1968; véase igualmente Beltrán, 1977,
y Moya, 1975, 1984). Del conjunto de estas investigaciones
se desprende la conclusión de que, para todos estos
autores, la estrategia de liberalización económica
y de reforma administrativa adoptada en España a partir
de 1957 supone la progresiva substitución de la antigua
aristocracia financiera por los nuevos ejecutivos y los tecnócratas.
En torno a la "entrepreneurship" se construye la
ideología impulsora del crecimiento.
Al mismo tiempo, en un artículo conectado con estas
investigaciones, se presentan los siguientes resultados en
cuanto a los niveles de estudios de los empresarios españoles
(Miguel y Linz, 1964, 33): el 22 % posee sólo estudios
primarios, el 43 % estudios de nivel medio y el 32 % estudios
superiores; de entre estos últimos, la mayoría
son ingenieros (16 %) y Iicenciados en derecho (7 %); los
licenciados en económicas no suman más del 1,5
%. En el caso de Barcelona el nivel medio es notablemente
más elevado: los empresarios con estudios superiores
son un 36 %, un 48 % posee estudios de grado medio y tan sólo
un 10 % tiene únicamente estudios primarios. En un
estudio sobre el empresariado catalán hecho en la misma
época (Pinilla, 1967; pero los datos se basan en una
en-cuesta realizada en 1964), Esteban Pinilla se refiere concretamente
al año 1958 como fecha de la toma de conciencia de
los problemas empresariales, y del inicio de un movimiento
de racionalización y modernización.
El año 1958, señalado por Pinilla, es justamente
el de la creación, en Barcelona, de las dos primeras
escuelas superiores de estudios empresariales.
b) En 1957 se reedita en Madrid un libro de un ensayista
español, fusilado en 1936, que había sido uno
de los "maitres a penser" del "minoritario
sector "pensante" del tradicionalismo vencedor de
la guerra española. Su autor es Ramiro de Maeztu, y
el libro lleva un título curiosísimo: "El
sentido reverencial del dinero". Maeztu escribe la obra
después de un viaje a los Estados Unidos (1925), que
le causa una impresión hasta cierto punto comparable
a la del propio Weber unos veinte años antes. La diferencia
radica en el hecho de que Maeztu conoce la tesis de Weber,
de suerte que regresa de América convencido de que
el sociólogo alemán tiene razón al establecer
una relación entre protestantismo, creación
de riqueza y capitalismo (Artigues, 191s).
La prosperidad económica de los Estados Unidos se
explica, según Maeztu, por la "reverencia"
auténticamente religiosa que allí se profesa
por la eficacia y por la riqueza, mientras que la indiferencia
de los países latinos por el dinero tiene unos efectos
nefastos desde el punto de vista económico. Es preciso,
por lo tanto, substituir esta indiferencia por un "sentido
reverencial del dinero", que no necesariamente ha de
ser incompatible con el catolicismo, y que en cualquier caso
es el precio que hay que pagar si se quiere acceder a la riqueza
(Velarde, 1967, l3lss).
Maeztu escribe: "Mi ideal consistiría en multiplicar
en los países de lengua española los capitanes
de industria, los agricultores modelos, los grandes banqueros,
los hombres de negocios. (...) Es mucho más difícil
levantar un negocio creador de riquza que distribuir nuestra
fortuna entre los pobres e ingresar en un convento. Esto último
no requiere sino abnegación, valor y caridad. Aquello
exige el mismo valor, porque se arriesga la fortuna en e1
negocio; mayor abnegación, porque no se contenta con
exigir nuestro sacrificio d un lmomento, sino que pide el
de toda una vida en el trabajo; y aunque la caridad parece
que no necesita ser tan grande, en realidad es mucho mayor,
porque los pobres a quienes se hace una caridad siguen siendo
pobres después de recibirla, mientras que las gentes
ocupadas en el negocio se ennoblecen en el trabajo, aparte
de que encuentran en él su camino para mejorar su posición
(...). En las raíces de la vida económica se
encuentra siempre la moral. La economía es espíritu.
El dinero es espíritu" (Maeztu, 1957, 139).
"Time is money", decía Benjamin Franklin,
citado por Weher. "El dinero es espíritu",
dice Maeztu. Y Escrivá: "Los que andan en negocios
humanos dicen que e1 tiempo es oro. Me parece poco: para los
que andamos "en negocios de almas el tiempo es gloria"
(Camino, n°. 355)
c) Desde hace años Alberto Moncada sostiene
que la entrada del Opus Dei en el mundo de los negocios no
fue intencional y deliberada, sino más bien la consecuencia
no querida de una situación que el mismo Opus Dei no
controlaba. La tesis de Moncada no puede descartarse así
como así, si se tiene en cuenta que no sólo
había sido miembro del Opus sino que como secretario
de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra
hizo, en 1966, un viaje al Perú, Colombia y Venezuela
-en nombre y por cuenta del IESE, según Ynfante- para
entrevistarse con los representantes de los gabinetes de planificación
y escuelas de administración pública de dichos
países (Ynfante, 346).
En el primer libro que dedicó al Opus después
de haberlo abandonado, Moncada afirma que durante los primeros
años la cuestión de los negocios preocupaba
bien poco y que "era más o menos despreciada desde
perspectivas mas altas e intelectuales" (Moncada, 1974,
78). Ocho años más tarde, explica la aparición
de esta preocupación como "resultado de un triple
miedo": "Parece cierto que la entrada del Opus en
las áreas del poder político y económico
se debió inicialmente al miedo. Miedo de quedar aislado
por los grupos más potentes del catolicismo español,
como los jesuitas y los propagandistas, que recibieron de
uñas a los seguidores de monseñor. Miedo a la
animosidad falangista, igualmente belicosa. Y miedo, sobre
todo, a las deudas económicas del "mal de piedra"
que le entró a Escrivá desde muy pronto, y que
obligaba a sus hijos a empeñarse una y otra vez para
pagar los edificios de Roma y de Pamplona. De esta manera
entró el grupo en contacto con financieros, sobre todo
catalanes y vascos, y luego con el franquismo administrativo
a través de los sinuosos pasillos del poder" (Moncada,
1982, 106s).
Habría por lo tanto una primera interpretación
posible por lo que respecta a la relación del Opus
Dei con el mundo de los negocios, según la cual esta
relación estaría fundamentalmente condicionada
por la situación y las necesidades internas de la propia
organización. Sin embargo, este tipo de planteamiento
fácilmente deriva hacia el discurso sobre "el
imperio económico de la Obra de Dios" (cuyo ejemplo
más paradigmático continúa siendo, todavía
hoy, el libro de Ynfante, 229-295), que, al mismo tiempo que
puede aportar informaciones más o menos interesantes,
tiene el inconveniente de acabar no distinguiendo las empresas
del Opus de los negocios dirigidos por miembros del Opus,
o incluso de aquellos en los que trabajan socios de la Obra
(Casanova, 1982, 330). Inevitablemente se entra entonces en
un auténtico diálogo de sordos con quienes sostienen
que todo esto nada tiene que ver con el hecho de pertenecer
al Opus Dei, y que "toda presentación del Opus
Dei como una central de consignas y orientaciones temporales
o económicas, carece de fundamento" (Escrivá,
"Conversaciones", n°. 52), sencillamente porque
"el Opus Dei es una organización sobrenatural
y espiritual" (ibíd., n°. 53).
Pero hay también una segunda interpretación
posible que, sin descartar necesariamente todos los elementos
de la anterior, tal vez tenga la ventaja de ser menos rebuscada
y más pragmática. Aun suponiendo que el Opus
Dei fuera "una organización sobrenatural y espiritual",
ello no quita que sus dirigentes no vieran la conveniencia
de disponer de una sólida base económica. Y
no para construir un imperio, ni para pagar las deudas de
las aficiones arquitectónicas de su fundador, sino
como medio racional e indispensable de su "apostolado",
a partir del momento de la expansión e internacionalización
del movimiento y de la creciente diversificación de
sus actividades.
En tercer lugar, y en lo que concretamente a la creación
del Instituto de Estudios Empresariales del Opus Dei se refiere,
cabe todavía otra interpretación posible, según
la cual no respondería a ninguna necesidad interna
de la Obra, ni representaría por lo tanto ninguna clase
de "central de consignas y orientaciones económicas".
Sencillamente, la coyuntura española del año
1958 exige una iniciativa de este tipo (no contemplada en
aquellos momentos en el marco de la enseñanza universitaria
oficial): lo pide la situación del empresariado, y
el contexto social y económico además se presta
a ello. Por ello no es casual, por otro lado, que jesuitas
y Opus Dei vuelvan a coincidir -y a competir- una vez más,
fundando al mismo tiempo y en la misma ciudad (tampoco la
elección de Barcelona es casual), una institución
educativa de semejantes características.
Esta tercera interpretación, posiblemente la más
pragmática de todas, es la que da el fundador del IESE
(Instituto de Estudios Superiores de la Empresa).
2. Las primeras "Business Schools": el planteamiento
de los fundadores
En este apartado haremos una excepción -la única-
a la norma que desde el comienzo nos hemos impuesto, en el
sentido de no usar el material de las entrevistas realizadas
durante la investigación como fuente justificativa
de la información que aportamos, si no podemos referirnos
a ningún documento escrito. Y por consiguiente, excepcionalmente
también, dejaremos de respetar el criterio del anonimato
en esta única ocasión de las largas entrevistas
con el profesor Antonio Valero, fundador de IESE, y con el
padre Lluís Antoni Sobreroca, jesuita, fundador de
ESADE.
a) Entrevista con el profesor Antonio Valero. El fundador
del IESE es originario de Zaragoza, residente en Barcelona,
de familia monárquica, ingeniero, catedrático
de política económica en la Universidad Politécnica
y miembro dcl Opus Dei. Durante la primera mitad de la década
de los años cincuenta se relaciona profesionalmente
con dos grupos. El primero es básicamente un grupo
de amigos, españoles, con quienes monta un negocio:
se dedican a hacer asesorías de productividad de empresas.
El otro grupo, internacional, gira en tomo a la que en aquella
época se llama Agencia Europea de Productividad, de
la O.C.D.E.
De esta doble experiencia surgirá el proyecto inicial
del futuro IESE. Valero considera necesaria, y urgente, una
iniciativa que contribuya a la formación de los empresarios
españoles: pero cree que no han de ser estudios de
economía, ni estrictamente de administración
de empresas sino, sobre todo, de dirección de empresas.
Se entera de que en la ciudad francesa de Lille existe una
iniciativa similar (la École d'Administration des Affaires,
dentro del marco de las Facultades Católicas de Lille),
y a través de su director entra en relación
con el grupo de expertos de la O.C.D.E. Este grupo comparte
hasta cieno punto su idea, aunque encuentra excesivamente
ambicioso el proyecto de Valero, que consistiría en
iniciar un programa directamente con los que en aquel momento
llama "altos jefes".
El diseño de Valero comportaría, efectivamente,
un primer programa para "altos jefes", para seguir
con los "jefes aglutinadores" y los "jefes
operativos" y, eventualmente, un programa de estudios
de "master". En ningún caso el Instituto
organizaría estudios a un nivel inferior al de postgraduado.
(De hecho, el IESE comenzará realmente sus actividades
con un "Programa de alta dirección" (1958)
para empresarios. A continuación organizará
un "Programa de desarrollo directivo" (1959), para
los segundos de a bordo de las empresas, y un "Programa
de dirección general" (1961) para los jóvenes
empresarios que empiezan. En 1964 iniciará los estudios
de "master", que se implantan, entre otras razones,
a fin de poder garantizar una dedicación plena -y no
únicamente a tiempo parcial- del profesorado del Instituto.)
Pese a las críticas, y sin tener la certeza de que
la experiencia va a funcionar, Valero quiere intentarlo. Se
entera entonces (1956-1957) de la existencia del proyecto
de creación de ESADE por parte de los jesuitas, pero
no está de acuerdo con la idea de Sobreroca de organizar
un programa para estudiantes no graduados.
El grupo de amigos con los cuales trabaja en la asesoría
de empresas comparte los puntos de vista de Valero. Consideran
que la institución ha de tener un nivel y un reconocimiento
universitarios, pero la situación de la universidad
estatal muestra que en ese marco el proyecto sería
difícilmente viable, y ello les induce a inclinarse
por una universidad privada. Sin saberlo Valero, un miembro
del grupo plantea la cuestión a las autoridades de
la Universidad de Navarra; éstas consultan a Valero,
y al descubrir que Valero está plenamente involucrado
en la iniciativa, le encargan la elaboración del proyecto.
Pero la Universidad de Navarra no ve claro el proyecto presentado
por Valero -ambicioso y poco adaptado a los moldes tradicionales
de la enseñanza universitaria- y, en principio, lo
rechaza.
De Navarra, el dossier es remitido a Roma: monseñor
Escrivá, que es también el Gran Canciller de
la Universidad, lo apoya inmediatamente, pidiendo que se reconsidere
la decisión inicial. En contra de lo que en algunas
ocasiones se ha dicho -subraya Valero- la idea inicial del
IESE no es, pues, de monseñor Escrivá. Pero
el fundador del Opus Dei la favorece y en este sentido juega
un papel decisivo en la aprobación final del proyecto.
En cuanto a la elección de Barcelona como sede del
Instituto, no es un "a priori", sino el resultado
de una serie de exploraciones hechas por Valero en diversas
grandes capitales españolas. Barcelona es la ciudad
donde e1 ambiente es algo más abierto, y la realidad
catalana es la única susceptible de funcionar, para
el IESE, como un laboratorio. A principios de 1958 se aprueba
la creación del Instituto y a finales del mismo año
comienzan los primeros cursos. El éxito es inmediato
y tiene rápidas repercusiones en todo el Estado español.
En síntesis, concluye el profesor Valero:
-El origen de IESE responde a un planteamiento estrictamente
empírico y nada tiene que ver con cuestiones de ética.
-El IESE habría podido crearse perfectamente en un
marco totalmente ajeno al Opus Dei desde un punto de vista
institucional; su vinculación con la Universidad de
Navarra fue poco menos que casual.
-Las críticas iniciales al proyecto están motivadas
por su carácter ambicioso; las consideraciones éticas
no intervienen en absoluto.
-La connotación ética aparece por vez primera
a partir del momento en que monseñor Escrivá
apoya el proyecto, haciéndolo suyo; e implica exclusivamente
la obligación de adecuar las enseñanzas del
IESE a la doctrina social de la Iglesia.
-El momento de creación del IESE coincide con la época
de la liberalización económica de Navarro Rubio
y Ullastres, con el Plan de desarrollo de López Rodó
y con las perspectivas de crecimiento de los años sesenta,
en España y en toda Europa. El IESE no forma parte
de ninguna estrategia: pero nace en dicho contexto, y el contexto
obviamente facilita su éxito.
b) Entrevista con el padre Lluís Antoni Sobreroca.
Una de las escuelas que los jesuitas tienen en Barcelona crea
en 1926 una sección de estudios comerciales al lado
del bachillerato clásico. El padre Sobreroca procede
de esta institución (Instituto Comercial Inmaculada),
es intendente mercantil y da clases en ella.
En 1952 los superiores de la Compañía cierran
diversas obras, entre ellas el Instituto Comercial, con el
fin de poder mandar jesuitas a trabajar en Bolivia. Él,
sin embargo, es enviado a Deusto a estudiar ciencias sociales.
La Universidad Comercial de Deusto, creada en 1916 al lado
de las otras Facultades clásicas que la Universidad
de los jesuitas posee en esta localidad de la aglomeración
de Bilbao, es la primera institución del estado español
específicamente destinada a la formación de
empresarios.
En 1956 los jesuitas fundan en San Sebastián una Escuela
Superior de Técnicas Empresariales, que se propone
formar a empresarios con una buena base humanística
(al año siguiente los jesuitas organizarán,
en Madrid, un "master2 de dirección de empresas).
El mismo año 1956 un grupo de empresarios de Barcelona
se dirige a los jesuitas con la petición de creación
de "un Deusto en Barcelona", puesto que la universidad
forma economistas, pero no empresarios. El provincial de la
Compañía llama a Sobreroca y le plantea la posibilidad
de encargarse del proyecto. Después de haber entrado
en contacto con la Escuela de San Sebastián, que le
parece la combinación óptima de formación
económica y formación humanística, Sobreroca
pasa un curso (1957-1958) en el extranjero, estudiando inglés
y asesorándose acerca de otras iniciativas internacionales
de formación empresarial.
En Barcelona, mientras tanto, los promotores constituyen
una sociedad anónima (en la cual no hay ningún
jesuita) y crean la denominación de la futura institución:
Escuela Superior de Administración y Dirección
de Empresas (ESADE). Sobreroca habría preferido que
en la denominación se hubiese utilizado la expresión
"Ciencias Empresariales", que es la que de hecho
adoptarán posteriormente las universidades estatales.
El modelo de gestión acordado por la sociedad promotora
distingue la parte académica, responsabilidad de los
jesuitas, y la parte económica, ajena a la Compañía.
Formalmente se crea una junta académica paritaria (jesuitas
y laicos), pero presidida por el director (jesuita), y una
junta económica, igualmente paritaria pero presidida
por un laico.
Después de su regreso del extranjero, Sobreroca asume
la dirección de la Escuela, que inicia sus actividades
el curso 1958-1959 (al mismo tiempo, por tanto, que el IESE),
con una primera promoción de 34 alumnos. Los promotores
de ESADE se enteran de la existencia del proyecto de IESE
y antes de comenzar, y a fin de evitar duplicidades, se informan
acerca de él. Sobreroca comprueba, no obstante, que
el IESE quiere trabajar exclusivamente con postgraduados,
mientras que el proyecto inicial de ESADE es el de una licenciatura.
De todos modos, ya a partir del segundo año se diversificarán
las actividades de ESADE: seminarios, estudios, investigaciones,
cursos de formación para empresarios. Y al cabo de
seis años se crean cursos de especialización,
y un programa de "master" (el mismo año que
en IESE). Una de las razones que justifican esta diversificación
radica en que de esta manera la institución puede disponer
de un profesorado con plena dedicación. También
aquí el argumento es el mismo que daba el profesor
Valero. En términos generales, el paralelismo entre
ambas instituciones es muy notable, y se comprueba que incluso
partiendo de planteamientos distintos (los unos comienzan
por la alta dirección, los otros por la licenciatura),
progresivamente van convergiendo y desarrollando actividades
cada vez más similares.
El plan de estudios inicial de ESADE se estructura en torno
a un eje económico y un eje humanístico (psicología,
doctrina social de la Iglesia, ética, teología).
La Escuela cuenta con un asesor religioso y organiza actividades
religiosas y retiros, que con los años se irán
abandonando de forma paulatina. Pero no se da un adoctrinamiento
religioso de los alumnos, y la Escuela se caracteriza desde
el primer momento por su pluralismo y por su no connivencia
con el franquismo. Sin estar marcada por un espíritu
confesional, la Escuela tiene no obstante un ideario cristiano.
A lo largo de los años todos estos aspectos han ido
evolucionando, y es posible que en algún momento la
institución incluso haya corrido el riesgo de una cierta
pérdida de identidad, si bien actualmente este peligro
ha desaparecido. En estos momentos, la Escuela defiende tanto
el pluralismo como los valores de búsqueda de la justicia.
3. IESE (Opus Dei) y ESADE (Compañía de
Jesús)
Hasta aquí hemos procurado reflejar con la máxima
fidelidad el contenido de ambas entrevistas, dejando de lado
posibles observaciones y comentarios. Globalmente, y basándonos
asimismo en otras entrevistas con profesores y antiguos alumnos
de ambas instituciones, creemos que cabe poner de relieve
una serie de paralelismos y una serie de diferencias.
a) Se da una clara similitud de objetivos y una coincidencia
cronológica casi total. Pese a que IESE y ESADE en
principio se dirigen a públicos distintos, la expansión
gradual de las dos instituciones hace que, también
en este terreno, exista un amplio margen de convergencia.
b) El éxito de ambas iniciativas es indiscutible.
Son pioneras en el ámbito de los estudios de dirección
de empresas, y por mucho que las universidades estatales hayan
incorporado desde hace años los estudios de ciencias
empresariales en la carrera de económicas, ambas han
resistido perfectamente la competencia.
c) El coste de los estudios es, lógicamente,
mucho más elevado que en las universidades estatales.
Pero tanto el prestigio como la red de relaciones de los dos
centros hacen que este coste sea a menudo percibido como una
inversión rentable, puesto que se considera garantizada
la colocación o promoción profesional posterior.
Algunos antiguos alumnos del "master" de IESE, sin
embargo, opinan que la vinculación del Instituto al
Opus Dei, dadas las suspicacias y la hostilidad que éste
provoca en amplios sectores de la sociedad catalana, comporta
en el mundo de la empresa y de los negocios mayores perjuicios
que beneficios. No hemos encontrado ni una sola vez este tipo
de argumento entre los antiguos alumnos de ESADE.
d) Con toda seguridad, la carga ideológica
(en el doble sentido de bagaje y, según cómo,
también de hipoteca), con la cual parte ESADE, es mucho
mayor que la de IESE. No debe perderse de vista que la Compañía
de Jesús posee una tradición de moral y casuística
que no existe en cambio (o como mínimo no existía
en los años cincuenta) en el Opus Dei. En este sentido,
ESADE representa sin duda una innovación en relación
con el pensamiento de autores como los jesuitas Joaquín
Azpiazu ("La moral del hombre de negocios", 1944)
o Martín Brugarola ("La cristianización
de las empresas", 1947). Pero la innovación no
supone una ruptura total. La idea inicial de ESADE es claramente
la de formar empresarios de acuerdo con la doctrina social
de la Iglesia (unos pocos años más tarde se
añadirá: "y de acuerdo con las enseñanzas
del concilio Vaticano II"; Nicolás Cabo, 101).
Por esto en los planes de estudios iniciales, tanto de ESADE
como de otros centros similares dirigidos por los jesuitas,
hay asignaturas que "desarrollan estudios complementarios
de teología moderna para fundamentar las raíces
del entendimiento cristiano de la vida individual y social"
(Nicolás Cabo, 101). Las directrices generales hacen
referencia a "cinco cursos de teología y otros
cinco de pensamiento social católico" como norma
habitual (ibíd., 341), si bien en el caso concreto
de ESADE el plan de estudios original contempla sólo
cuatro cursos de "pensamiento cristiano" y uno de
"deontología profesional" (ibíd.,
147ss).
e) Progresivamente esta dimensión de la formación
impartida en ESADE queda centrada en asignaturas como la filosofía
social, la sociología y la historia del pensamiento
económico, en detrimento de la doctrina social de la
Iglesia concebida como estudio de las encíclicas pontificias.
Los aspectos doctrinales quedan más en segundo plano,
y en la actualidad tanto profesores como alumnos admiten perfectamente
la posibilidad de expresar actitudes críticas ante
determinadas tomas de posición de las jerarquías
católicas.
En este sentido, el pluralismo ideológico tiene mayor
cabida en ESADE que en IESE, reflejo en buena parte de una
evolución ideológica que, en la Compañía
de Jesús, ha sido sin duda más notoria y más
explícita que en el Opus Dei. Así, durante los
años sesenta ESADE se presentaba como un centro orientado
a "la formación de hombres capaces de crear y
regir empresas, "con criterios económicos, sociales
y cristianos al servicio del bien común" (Nicolás
Cabo, 147; el entrecomillado es nuestro). En los opúsculos
de información/ propaganda actualmente en circulación,
se habla en cambio de "la formación científica
y humana de hombres capaces de crear y regir empresas, "con
un sentido crítico de realización del hombre
y de transformación de la sociedad" (el entrecomillado
es nuestro). En el opúsculo equivalente de IESE, por
el contrario, la referencia a la dimensión religiosa
sigue siendo explícita: después de hablar de
una formación que ha de capacitar para la promoción
de un auténtico desarrollo social, se afirma que "el
IESE entiende que este desarrollo tan sólo es posible
cuando incluye el perfeccionamiento de todas las dimensiones
de la persona, 'de acuerdo con la visión cristiana
del hombre'", para precisar a continuación que
de todos "los aspectos doctrinales y espirituales de
la actividad formativa "se encarga la Prelatura del Opus
Dei" (el entrecomillado es nuestro).
f) Profesores de ambos centros coinciden en afirmar
-a menudo en términos incluso idénticos- que
no se pretende una tarea de adoctrinamiento de los estudiantes
y que lo importante es "el espíritu que impregna
las diversas actividades", "el mantenimiento de
unos principios, sin voluntad de imponerlos y respetando la
libertad de todos", "e1 testimonio ejemplar",
etc. Coinciden igualmente en mostrarse sumamente prudentes
a la hora de evaluar la verdadera influencia de este "espíritu"
sobre el comportamiento profesional ulterior de sus respectivos
antiguos alumnos.
Por cuanto a estos antiguos alumnos se refiere -y admitiendo
el alcance muy limitado de nuestras afirmaciones, que fácilmente
podrían transformarse en generalizaciones abusivas-
nos atreveríamos a decir que entre quienes han estudiado
en el IESE "y son miembros del Opus Dei" se tiende
a reconocer tanto la realidad como el carácter positivo
de esta influencia; mientras que antiguos alumnos de ESADE
y antiguos alumnos de IESE "no pertenecientes al Opus"
más bien tenderían a coincidir en la existencia
de un doble nivel y un doble discurso -el técnico y
el ideológico- sin demasiadas conexiones recíprocas.
De forma prácticamente unánime se admite que
el nivel de competencia técnica del profesorado, y
del conjunto de la formación recibida, es más
que satisfactorio. Pero con frecuencia tanto unos como otros
tienen dificultades para explicitar qué añade
o qué aporta de específico lo que suelen llamar
el "discurso moral" de ambas instituciones. En el
caso del IESE se observa una diferencia bastante clara entre
los estudiantes del "master" y los directivos que
han realizado cursos de perfeccionamiento, más inclinados
a prescindir del todo de los ingredientes de carácter
ideológico que la institución propone. En conjunto,
sin embargo, diríamos que entre los antiguos de IESE
se da una percepción más clara del hecho de
que la institución efectivamente propone y defiende
unos determinados elementos de tipo ideológico, que
el individuo aceptará o rechazará. En el caso
de ESADE, en cambio, esta percepción es a menudo mucho
más difuminada, como consecuencia posiblemente de aquel
mayor pluralismo que antes comentábamos.
En aquellas ocasiones en que dichas percepciones son verbalizadas
en tono crítico, y si fuera lícito reducir las
acusaciones a una fórmula inevitablemente simplificadora,
diríamos que el reproche dirigido al IESE es el de
ser "gente de ideas fijas", mientras que el dirigido
a ESADE diría más bien que "ideológicamente
no se aclaran ni ellos". "En cuanto te despistas,
ya tienes a un sacerdote del Opus dándote charlas de
orientación y proponiéndote dirección
espiritual", vendrían a decir los primeros. "Un
jesuita puede ir a hacer la revolución en la América
central, si quiere; y, si quiere, puede dedicarse a formar
empresarios en Barcelona; pero si lo que quiere es hacer ambas
cosas a la vez y no sabe cómo casarlas, el problema
es suyo y no nuestro", vendrían a decir los segundos.
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