"El Opus, dice Pániker
(Raimundo Pániker entró en la Obra en 1939
y se marchó en 1966. Fue ordenado sacerdote en la
segunda promoción), quiere salvar al mundo de
sí mismo en nombre de Dios, pero según sus
propias condiciones. Las condiciones del Opus, por supuesto,
son idénticas a las de su fundador. Toda gracia que
conduce a la salvación llega a los miembros del Opus
Dei a través de su fundador. A través de la
gracia del fundador eres lo que eres. De ahí los
traumas que sufren los que se salen. Demasiado a menudo
creen, y los miembros del Opus lo piensan así, que
al separarse de esta fuente de gracia se ponen a sí
mismos fuera de esta institución de inspiración
divina e inalterablemente perfecta, y están destinados
a condenarse eternamente. "El demonio actúa
rápidamente -le dijo Janet Gould a su madre cuando
le explicaba por qué no podía abandonar por
un corto período la residencia del Opus para ir a
casa de visita- y lo hará si me marcho de aqui. (Citado
en el "Catholic Pictorial", 13 de septiembre de
1981. La señorita Gould ya ha dejado el Opus).
El impacto sobre los miembros del Opus es predecible. Se
les separa tempranamente de su familia natural. Se les enseña
a creer que la salvación es imposible, ahora que
son miembros del Opus Dei, sino sólo a través
de la organización en la que han ingresado. Suple
su vida familiar, su medio ambiente, al menos en todo lo
que no sea actividad profesional y, en muchos casos, especialmente
para las mujeres, también ésta. Cuando están
desengañados, por tanto, el impacto emocional es
aplastante. Los que quieren marcharse no tienen a nadie
a quién recurrir, nadie, fuera del Opus, con quien
establecer una relación lo suficientemente estrecha
como para que puedan confiar en ellos. Y también
han sido educados en la creencia de que al romper sus lazos
están cometiendo el pecado más infame. La
salvación es transmitida a través del Opus.
Sin el Opus, el antiguo numerario está condenado".
(Recogido por Michael Walsh, El
mundo secreto del Opus Dei).
La vida, fuera de la Obra, tiene sus sinsabores y sus alegrías,
es la vida misma, la de cualquier persona en medio de este
mundo, sin privilegios, sin mamparas de cristal, pero sin
otro sometimiento que no sea lo que tú quieras
hacer, ser, pensar, y sobre todo ¡vivir y respirar!
En la Obra empequeñecen a Dios y le hacen cómplice
de una increíble tela de araña para tenernos
bien aferrados con frases tan engañosas como "la
infidelidad [al Opus Dei], romper la unión con Dios,
eso es lo grave" (Escrivá). ¡Ahí
está la trampa! Míralo de la siguiente forma:
Para Escrivá, irse de su obra es igual
a... ¡romper la unión con Dios! (¿Cuánta
soberbia se necesita para hacer una afirmación
semejante?). Irse de la Obra no es abandonar la Iglesia
ni dar la espalda a Dios, porque la Obra no es la Iglesia
y la verdadera Obra de Dios es Jesucristo.
En primer lugar, tu vocación se le inventaron, "la
vieron" ellos, pero tú fuiste captado por un proceso
de "enamoramiento" o de atracción o de coacción
(recuerda cómo entraste a la Obra). Aún
así, si hubieras tenido vocación -¿acaso
podrías elegir tener vocación de "supernumerario
a los 14, 15, 16, 17 ó 18 años?,¡No!-
tenías vocación de numerario/a porque
el/ella -junto al sacerdote de la obra con el que te confesabas-
"lo habían visto en la oración" o
de agregado/a si tu nivel social o tu educación,
tus peculiaridades e incluso tu físico no era el deseado,
o de numeraria auxiliar, si te sacaban de un pueblo,
sin estudios, de clase humilde, de donde "unas señoritas"
te llevaban a la capital a "estudiar", a "formarte"
(con la tranquilidad que les quedaba a tus padres porque ibas
a labrarte un futuro mejor).
Se inventaron tu vocación e involucraron a Dios
haciéndote creer que Él era el que te pedía
"eso". Y tú acabaste por aceptarlo "Dómine,
ut videam!", "No querrás ser como el joven
rico del Evangelio al que Jesús le dijo 'sígueme'
y al no hacerlo se quedó triste"... y tantas
frases parecidas.
En cualquier caso, no seguir en una organización
no es ser infiel, es una elección y la vida está
llena de ellas. Imagínate que has firmado un contrato
para trabajar en una empresa y cuando llevas un tiempo allí,
ves que no tiene nada que ver con lo que te dijeron que
era. No te gustan sus métodos de trabajo,
ni te convencen sus objetivos, ni te sientes a gusto. Si decides
rescindir el contrato y buscar un sitio mejor donde corra
el aire, ningún estatuto ni ninguna rama de ningún
Derecho, ni el sentido común tipificarían
tu caso como "el del empleado infiel que quiere romper
su relación con Dios".
Imagina que estás casada con una persona que te
maltrata y llevas años aguantando la situación.
Si te atrevieras a plantarle cara, a denunciarle y a marcharte
de su lado, ¿alguien podría acusarte de que
si le abandonas, estas siendo infiel? Y si por ende, alguien
te dijera que además de serle infiel, lo grave es que
has roto tu relación con Dios, ¿estaría
en su sano juicio quien así intentara convencerte de
que siguieras aguantando? ¿Crees que Dios querría
que siguieras soportando los malos tratos y que no te defendieras?
Piensa por un momento en las personas que se asocian
o ingresan en alguna institución religiosa. Si en un
momento de su vida creen y tienen la seguridad de que eso
que eligieron ya no es lo que quieren, o ya no les vale,
o creen que su evolución espiritual les ha conducido
por otros derroteros, con la misma libertad que entraron (libertad
que tú no tuviste), se marchan. La Iglesia, en
su Código de Derecho Canónico, les ampara. Y
no pasa nada, no son infieles a Dios porque a Dios
se le puede servir de muchas maneras (más que servir,
Dios prefiere que le quieras) y Dios sigue siendo Dios
y tú sigues siendo tú y no se rompe nada, no
hay infidelidad. Recuerda la frase del Padre para que
no se nos olvide lo incongruente y sibilina que es: "la
infidelidad [al Opus Dei], romper la unión con Dios,
eso es lo grave".
Para el fundador, la "infidelidad" es irse de
la Obra; da igual en qué condiciones ni por qué
motivos. No respeta tu libertad, no admite que pienses
por libre, no acepta que seas persona ni que seas tú
mismo. Y se atreve, además, a utilizar a Dios
para su propia conveniencia. Por eso equipara "infidelidad"
a "romper la unión con Dios" y te hace creer
que si te vas de la Obra "le traicionas como otro
Judas". ¿Cómo puede alguien pensar
en su sano juicio que no admitir, no entender, no poder compaginar
la teoría con la práctica del espíritu
del Opus Dei, después de haberlo intentado muchas
veces, es "romper la unión con Dios"?
¡Si sólo es una cuestión de salud mental!
La idea de Dios tiene tan poco que ver con la desolación,
con la amargura, con la tristeza, con la sinrazón,
con la falta de caridad, que si Dios pudiera hablar por
su propia boca te diría que Él no tiene
nada que ver con el Opus Dei, que no son sus métodos,
que te quiere igual dentro que fuera y, sobre todo,
que no es sectario y que no se inventa organizaciones en las
que el que está dentro acaba buscando razones para
morir y no razones para vivir.
Irse de la Obra no es "romper la unión con
Dios" ¿Qué tendrá que ver una cosa
con otra? ¡Qué burda manipulación y qué
fácil de desmontar! Pero, es cierto y te damos toda
la razón, sólo te das cuenta de que te
han manipulado o de que lo están haciendo, cuando
estás fuera o estás casi a punto
de irte porque tu salud psíquica y física
ya no pueden más.
Rizando el rizo, si te sirve una situación que
no es la tuya pero que podrían haberte influído
tanto que te sintieras una mala persona por haberte ido o
quererte ir del Opus Dei, recuerda este pasaje del Evangelio:
"Mujer, ¿acaso alguien te ha condenado?
Yo tampoco. ¡Vete en paz!".
Y desde el punto de vista jurídico, la salida de
la Obra está perfectamente legitimada en los Estatutos
de la Prelatura, aprobados por la Iglesia. Irse es
legítimo, no vulneras ninguna ley.
Te aconsejamos que leas el capítulo III del libro
de Maria del Carmen Tapia: "Crisis
vocacional". Te dará "luces"
para recordarte o para que sepas cómo se utiliza el
tema de la vocación en el Opus Dei. Con una explicación
teológica y filosófica te lo aclarará
también Antonio Ruíz Retegui, teólogo
y sacerdote numerario del Opus Dei en su capítulo El
sentido de la perseverancia de sus reflexiones íntimas
"Lo teologal
y lo institucional". Un ex sacerdote numerario
te ayudará también con su testimonio Decisión
difícil, igual que puede hacerlo el escrito
La vocación
al Opus Dei no existe y sobre el bautismo. Lee también
las reflexiones, a la luz del Evangelio, del relato
del joven rico, Carta
a una recién 'pitada' con dudas, La
técnica sectaria del proselitismo del Opus Dei.
Y para ver la coacción en los argumentos que se emplean
para asignarte una vocación, lee -y házsela
leer a tus padres- la charla
sobre la vocación del círculo. Si estás
yendo a círculos, tarde o temprano te dirán
eso, para que "pites". Y para comprobar la falsedad
de sus actuaciones y la frialdad de sus métodos sectarios,
lee los 27
pasos para que "pite" una numeraria al mes,
un documento interno del Opus Dei donde se marcan las pautas
del proceso de captación y de "enamoramiento"
al que te someterán si estás bajo su influencia.
No caigas en la trampa.
Como declaró Antonio Pérez Tenessa*: "Una
vez liberado del trauma que deja la Obra, repito literalmente
contigo: Yo, por mi parte, puedo seguir asegurando que no
he llegado a echar de menos ninguno de sus cuidados, de sus
charlas, de sus consejos, de sus diálogos, de sus apostolados,
nada. Porque era eso precisamente lo que costaba y me repelía
por contradictorio". (Recogido por María
Angustias Moreno en su libro, El
Opus Dei, anexo a una historia). *Antonio
Pérez Tenessa pidió la admisión en
el Opus Dei en 1939, fue ordenado sacerdote en 1948. Desde
1950 desarrolló el cargo de Secretario General del
Opus Dei y en 1956 fue nombrado Consiliario Regional de España
(cargo equivalente al actual Vicario Regional). En 1965 abandonó
la institución. En 1992 publicó un artículo
en el diario español "El País" titulado:
"No
hablaré mal de la Obra".
Otro testimonio más que te hará pensar y hará
pensar y recapacitar a los reclautadores de vocaciones: "Los
"pitajes" a granel y la vocación al Opus
Dei". Y otro: "La
seducción del cariño: orígenes de una
vocación". Y otro: "Cómo
fabricábamos numerarios en México".
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