CARTA
A UNA RECIÉN 'PITADA' CON DUDAS
CHAMOGÜINY, 3 de septiembre de 2004
Querida Arima:
Ayer leí tu
e-mail, en el que contabas que habías solicitado
la admisión en el Opus Dei en calidad de agregada.
Y las dudas que habían surgido al enterarte de algunas
cosas posteriormente. He estado meditando sobre tu carta y
me he decidido a darte mi consejo, por si te sirve de algo.
Nos dices que estuviste en Lourdes en la concentración
del Papa de hace unas semanas. También estuvo una sobrina
mía, por lo que incluso cabe la posibilidad que seas
mi sobrina, aunque lo dudo mucho. Seguro que ella no lee esta
web: su padre no le dejaría. Pero por eso puedo hacerme
una idea de lo que resultó para ti la experiencia del
acontecimiento. El fervor multitudinario, la camaradería,
la emoción de ver al Papa sufriendo como cualquier
enfermo... Seguro que fue todo muy emocionante. Y entonces,
en pleno rapto emocional, tomaste una decisión que
ahora no sabes si fue correcta. Te comprendo perfectamente.
Lo primero que se me ocurre, por deformación profesional,
es contarte lo que dice el Código Civil español:
será nulo el consentimiento prestado por error, violencia
intimidación o dolo. Dolo significa engaño.
Creo que lo demás está claro. (El Código
Civil puede parecer una cosa abstrusa y aburrida, pero es
lo que queda de la sabiduría de muchos sabios, después
de estudiar la naturaleza humana y las relaciones interpersonales
durante varios miles de años).
Analiza si en el momento de tu decisión concurrieron
alguno de estos factores. Por lo que cuentas, creo que podemos
descartar la violencia. Y quizás también la
intimidación. Pero quiero que medites sobre si hubo
algún error por tu parte o algún engaño
por la suya.
Porque si has descubierto posteriormente cosas que no te gustan
y que no estaban claras en el momento de tu fichaje, eso quiere
decir que no tenías claro a qué estabas dando
tu consentimiento. A lo mejor no sabías a qué
te estabas comprometiendo. Si fue porque no te lo habían
explicado, entonces podemos afirmar que hubo un engaño
por su parte.
Nadie debería firmar un contrato sin leer la "letra
pequeña". Pero si el contrato ni siquiera tiene
esa letra pequeña, entonces es un fraude. Es duro decirlo,
pero es así.
Si no estás segura de haber tomado una decisión
libre y conscientemente; si sospechas que las cosas son diferentes
de como te las habían pintado; si ahora estás
más serena y piensas que te habías equivocado,
ha llegado el momento de que te asegures.
Creo que lo primero es que pidas a los responsables correspondientes
la "letra pequeña". Los Estatutos. Todas
las asociaciones tienen unos estatutos que deben ser aprobados
por la autoridad correspondiente. Voy a ponerte un ejemplo.
Yo estoy afiliado a un partido político, uno cualquiera.
No tengo ahora en mi poder los estatutos, pero los leí
cuando me afilié. Pero si quisiera leerlos, no tendría
más que ir a la secretaría del partido y me
los darían al instante, porque los tienen allí
mismo y me pueden dar una fotocopia sobre la marcha. Es más,
si no me los dieran, podría ir al Registro de Partidos
Políticos del Ministerio correspondiente (no recuerdo
cuál es) y me darían la información que
les pido.
Pide los estatutos con toda cordialidad y toda confianza.
Tienes derecho a conocerlos. Pídelos todos, incluso
la "letra pequeña". Y cuando te los den,
estúdialos con profundidad y entonces podrás
decidir si estás de acuerdo con lo que lees. Y si estás
de acuerdo, santo y bueno. Y si no, quedad con Dios.
Si no te los dan, entonces hay gato encerrado. Si te dicen
que puedes lerlos allí mismo en el centro, pero no
sacarlos; si están en una lengua que no entiendes;
si te dicen que además de los estatutos hay "normas
de uso", "costumbres no escritas", "tradiciones"
demasiado largas para ponerlas por escrito... ¡lagarto,
lagarto! Si hay obligaciones que te van a caer encima y no
te dicen cuáles son, entonces el engaño es manifiesto
y tu decisión fué nula, no existió nunca,
no pasó nada.
Pero además de todo lo anterior, que para mí
es meridianamente claro, te doy dos consejos más. El
primero es que consultes con tu madre. Ella es más
sabia porque es más vieja, y por lo tanto tiene más
experiencia. Recuerda a Caperucita: si le hubiese hecho caso
a su madre no se la habría comido el lobo.
El segundo es que consultes con un sacerdote que no sea de
la Obra. El párroco, por ejemplo. O uno que te recomiende
tu madre. Seguro que hay un sacerdote imparcial y buena persona
al que puedas acceder.
Y después ya no queda sino tomar la decisión.
La que tú consideres mejor. Si eres menor de edad,
que no lo dices, tienes tiempo para esperar a cumplir los
dieciocho años. El tiempo se pasa volando y esperar
un poco jamás le hizo mal a nadie. Si realmente tienes
la vocación de ser agregada del Opus Dei, no se va
a evaporar por esperar un par de años. Y si se vapora
es que no existía.
No se me ocurre nada más. Sólo espero que mis
consejos te sirvan para algo. Y que tomes tu decisión
con plenas facultades y con toda la información. Y
que en la vida que elijas vivir tengas las satisfacciones
que te mereces.
Un cariñoso saludo de quien podría ser tu tío,
Chamogüiny.
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