LO TEOLOGAL Y LO INSTITUCIONAL*
(REFLEXIONES ÍNTIMAS)
Autor: Antonio Ruíz Retegui, teólogo,
sacerdote numerario del Opus Dei
*Por institucional entiende el autor
la institución del Opus Dei
9. LA REFERENCIA AL
"SENTIDO SOBRENATURAL"
La referencia a las indicaciones de los directores como manifestación
privilegiada de la voluntad de Dios, es un caso particular
de una cierta tendencia a presuponer que "lo sobrenatural"
ha de ser de alguna manera violento respecto de "lo natural".
Lo sobrenatural está por encima de lo natural, pero
no lo anula, sino que lo exige como base suya propia: "gratía
non tollit naturam, sed supponit, sanat, perficit et elevat
eam" La gracia no quita la naturaleza sino que la supone,
la sana, la perfecciona y la eleva, enseña la teología
cristiana tradicional.
No obstante esta afirmación, el carácter extranatural
de lo sobrenatural aparece subrayado frecuentemente a costa
de lo natural, de modo particular cuando se hacen referencias
al "sentido sobrenatural" en el ámbito de
la vida cristiana ordinaria. Por eso es necesario precisar
con claridad la relación entre lo natural y lo sobrenatural
en el ámbito de la formación y del gobierno.
Especialmente es necesario recordar que lo sobrenatural no
anula ni substituye ni disminuye lo natural. Esta necesidad
nace del hecho de que, como decíamos, la manera más
directa y frecuente de afirmar lo sobrenatural es negar lo
natural: para afirmar el mundo trascendente, en la Iglesia
hay cristianos que son llamados a vivir el "contemptus
mundi", el desprecio del mundo. Esta mentalidad de religiosos
está presente en la historia de la ascética
cristiana y en la conducta de muchas personas que deben vivir
el amor al mundo, y que incluso tienen la responsabilidad
de orientar la vida de otras personas, pero caen en la tentación
de lo que hemos denominado el gobierno asegurador. En estos
casos se dan deformaciones de la vida cristiana y del espíritu
de la Obra, pero no directamente, es decir, no por una deformación
o mutilación de la fe o del ese "espíritu",
sino porque lo presentan reclamando una cierta anulación
más o menos importante de la base natural que le es
necesaria.
Juan Pablo II ha advertido en la Encíclica "Fides
et ratio" que es un error grave pensar que la fe está
más segura sobre la base de una razón débil:
"Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón
débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en
el grave peligro de ser reducida a mito o superstición"
(n. 48).
Por esto, lo ámbitos muy dominados por las reglamentaciones
externas, y en los que se atiende poco a la naturaleza de
las cosas, se consideran a veces más "sobrenaturales".
En realidad ese juicio se apoya solamente en que esos ambientes
son menos "naturales" y en el presupuesto de que
lo sobrenatural substituye a lo natural. Por eso, no es raro
que haya quienes califiquen de más sobrenaturales aquellos
ámbitos que son solamente menos naturales y más
violentamente dominados por la reglamentación institucional.
Lógicamente estos juicios que consideran lo sobrenatural
en relación polémica con lo natural, no aparecerán
explícitamente, pero si están presentes de manera
implícita en el lenguaje ascético y espiritual,
cuando se hacen pocas referencias a la naturaleza específica
e individual de las personas. Hay, en efecto, discursos, como
los de Juan Pablo II, que, aunque sean muy exigentes, inspiran
un gran sentido de libertad. En cambio, hay otros en los que
casi inmediatamente se siente un desasosiego interior, como
un temor de que quien hace esos discursos no comprenderá
ni respetará la persona singular. La razón de
esta diferencia se encuentra precisamente en la presencia
o la ausencia implícitas, en esos discursos, de la
naturaleza teleológica de las personas.
Cuando se habla solamente desde las exigencia del amor de
Dios, lo malo no es ciertamente hablar del amor de Dios, sino
el no hacer mención de que Dios quiere ser amado por
cada persona de acuerdo con la naturaleza específica
e individual que le ha concedido. No ama menos a Dios quien
se siente llamado a vivir en el amor humano, o a mantenerse
en medio del mundo. La renuncia a esas inclinaciones no es
solamente cuestión de generosidad. Depende, y debe
depender de las inclinaciones naturales. Por eso, si en el
discurso ascético y espiritual no hay referencias decisivas
a la naturaleza, puede parecer que todo es cuestión
de amor de Dios o de generosidad. En consecuencia, las referencias
al amor de Dios y a la entrega, aparecen inquietantes. Más
aún si se afirma una y otra vez que es señal
de que Dios pide algo precisamente el hecho de sentir cierta
inquietud ante esas posibilidades. Hay una diferencia abismal
entre la inquietud que engendra el vislumbrar el amor, y la
inquietud que nace de una forma de presentar las cosas que
no contiene la necesaria referencia a la naturaleza. También
ahí parece que es más sobrenatural lo que es
menos natural.
Cuando la voluntad de Dios tiene como referencia casi exclusiva
la ley externa o los mandatos de la autoridad, se elude la
fuente primera de manifestación del querer divino que
es la naturaleza de las cosas tal como es captada por la razón
natural. En este modo de ver, se esconde un menosprecio de
la naturaleza y de sus facultades propias, como la razón
y los sentimientos, sobre la base de que están heridas
por el pecado original. Esto supone olvidar que la razón
natural está capacitada para conocer decisivamente
también en el ámbito de las cosas más
importantes. Ese menosprecio de la naturaleza también
tiene su raíz en el miedo a las diferencias entre las
capacidades de las personas, y se pretende una nivelación
completa de todos por el procedimiento de anular la naturaleza
y substituirla por los mandatos de la autoridad, haciendo
que las personas se orienten en sus juicios y en su conducta
exclusivamente por lo que les es indicado.
Entonces quienes aparecen implícitamente más
"sobrenaturales" son aquellas personas que tienen
muy poco de propio, y son casi exclusivamente personas "institucionales",
es decir, personas en las que las capacidades más importantes
de la naturaleza han sido reducidas hasta casi desaparecer.
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