¿EL
'BUEN' PASTOR?
NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años
en la obra
-El " Buen Pastor" (4-5-2004)
-La madre de sangre (6-5-2004)
-La sangría de los agregados
(20-5-2004)
-No hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer de las publicaciones
internas (26-5-2004)
-El truco (30-5-2004)
-El Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar dentro con el corazón fuera
(1-6-2004)
-Automóvil para todos
(4-6-2004)
-La guillotina (5-6-2004)
-Más, más
dinero (7-6-2004)
-La pobreza del
Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados
ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse
a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote
misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración
(15-6-2004)
-Hacerte mayor
(17-6-2004)
-La suerte de
tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más
sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de
los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada
(21-6-2004)
-Una casa que
no es tu casa (22-6-2004)
-La toalla
(23-6-2004)
-Vaya cara
(25-6-2004)
-Calzador de
dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico
para Isidoro (28-6-2004)
-El "ejemplo"
de un mayor (29-6-2004)
-El cadenal
Herrera no autorizaba al Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe
de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para
perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío
Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho
(11-7-2004)
-Los ricos accionistas
(13-7-2004)
-Usar y tirar
(16-7-2004)
-Los ojos de los
directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor
(20-7-2004)
-Dulcísimo
precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio
(24-7-2004)
-El opus pierde
500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos
agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño
(6-8-2004)
-El santo polivalente
(9-8-2004)
-Miedo a los directores
(16-8-2004)
-Las sombras dolientes
(20-8-2004)
-Atraer a los populares
(25-8-2004)
-Vocación
de segunda (27-8-2004)
-El corazón
y la cabeza (29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad
(1-9-2004)
-El control anual
de la mente (3-9-2004)
-Un efímero
cumpleaños a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de
jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores
graves (29-9-2004)
-El gheto de los
agregados viudos (4-10-2004)
-La travesía
del desierto (13-10-2004)
-El beso
(17-10-2004)
-Medallero
(22-10-2004)
-Malas notas
(27-10-2004)
-Intención
sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas
los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos
(5-11-2004)
-El ombligo del
mundo (14-11-2004)
-El magnetofón
del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada
(26-11-2004)
-El misterio
de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito
¿EL 'BUEN' PASTOR?
Hace cinco años que dejé la Obra y no me arrepiento.
Estuve dentro casi treinta y cuatro años. La mayor
parte de mis amigos y mi familia me felicitaron por el paso
dado. La pena es de no haber salido antes. Era una asfixia.
Gracias por vuestra página que he descubierto hace
unos pocos meses.
Pensé que los que habían sido mis "amigos"
desde hacía treinta y cuatro años eran mis amigos.
Ahora, el ochenta por ciento de esos "hermanos"
de los que me encuentro por la calle no me saluda. Dicen de
la esfinge de Egipto es muy fría. Ellos son hieráticos.
Eso sí, decían que eran mi familia. ¡Cuánta
risa falsa he tenido que aguantar dentro de la obra cuando
he pertenecido a la prelatura! ¡Viva la caridad cristiana
que ellos pregonan! Vamos, para todo lo contrario. Bendita
la hora en que he salido.
Eso sí, en nombre de la "sinceridad salvaje"
que ellos pregonan, diez meses antes de mi marcha advertí
al director del centro que estaba pensando irme al director
del centro. No me hizo ni caso. Ellos decían que el
director del centro era "el buen pastor".No lo ví
por ninguna parte. Después que me fui, al cabo de seis
meses, a través del que había llevado mi charla
o confidencia, me comunicó que quería hablar
conmigo. ¡Qué "Buen Pastor"!. A ese
paso, los lobos andan más de mil kilómetros
sin que nadie les frene. Cuando se presentó el libro
'Ser mujer en
el Opus Dei", se insinuó desde la presidencia
que podía haber alguien espiando. Allí estaba.
Os diré que se llama Rafa y no tiene corazón.
Inmediatamente lo delaté. El lobo-supuesto "Buen
Pastor" se vistió de cordero y no abrió
la boca. Por lo que se ve quería informar de nuestra
reunión a quien se le hubiera encargado.
La gente de la obra piensa que está abriendo su alma
al "Buen Pastor" y lo que está haciendo es
abriendo la boca al enemigo. Un día conté a
el persona que llevaba mi alma una cosa que me había
sucedido. Creí que hablaba solo con él. Al día
siguiente me llamó el director del centro y me cambió
de persona. Por lo que se ve había corrido la voz.
¡Menuda "sinceridad salvaje"! A ese paso sacan
matrícula de honor sin haber estudiado.
Una vez que sales de la obra no sabes ligar. Tienes que partir
desde cero. Tenía dentro casi todos los amigos y fuera
había pocos. De todos modos, no me arreepiendo de haber
tomado esa decisión. Ahora hago mi vida y disfruto
de ella. Eso no obsta para que os diga que me han dado la
espalda los que he encontrado fuera y que en su día
fueron compañeros de fatigas pero ahora no quieren
saber nada. La cosa es más dura cuando tienes más
de cincuenta años y solo interesas a poca gente.
Desde fuera me he dado cuenta que el opus, que tanto habla
de la crisis de los demás, tiene una sangría
permanente. A título de ejemplo os diré que
cuando yo me fui, abandonaron el opus seis agregados que llevaban
cerca de treinta años dentro de la supuesta familia
(por algo será). Hace poco se ha ido otro de esos mismos
años que me ha contado que uno, que aún queda,
le ha advertido del peligro que soy. Pue seguiré siendo
peligro, pues prefiero ser esta persona que no un supuesto
"Buen Pastor", que es un lobo que se viste con piel
de oveja.
Ahora que han pasado más de treinta y cinco años
desde que pité, os diré que en aquellos tiempos
éramos más de ochenta agregados universitarios.
De aquellos, ahora solo quedan cinco. ¡Hasta el sacerdote
del centro y varios celadores (directores espirituales laicos)
se fueron! La mayor parte de los que en los primeros tiempos
se hiceron de la Obra en el colegio Tajamar hoy ya no son
de la obra. Eso no se cuenta. Por orden de pitaje, yo me acuerdo
de Daniel (tenía cruz de palo de la ermita de Molinoviejo,
que daba el fundador a los primeros de obras corporativas),
Laureano, Fernando José, David, Eugenio, Miguel Angel,
Pepe, Garbi, Juan, otro Pepe... Vamos lo que ellos dicen:
van a terminar como "el Rosario de la aurora". Seguiré
otro día. Todo es empezar.
La madre de sangre
Dije adiós a la obra después de casi 34 años.
De 1981 a 2000 estuve cuidando a mi madre de sangre, alternando
mi trabajo profesional con el cuidado de ella y llevar un
grupo de supernumerarios, la mayor parte de los cuales eran
mayores de 70 años. Estaba muy contento, pero en los
últimos años mi dedicación e ELLA (mi
madre de sangre) se puso muy difícil, al tener más
de 82 años y necesitar de mi calor y compañía.
Por ello, pedí que me libraran de la atención
a esos "hermanos" para poderme dedicar a la persona
que me trajo al mundo, que falta le hacía. Sin embargo,
paso a detallar lo que sucedió. Fueron las últimas
gotas que llenaron el vaso de algo que llevaba diez años
pensando.
Pues bien, el primer año que lo planteé me dejaron
el encargo de sólo dos supernumerarios mayores. A título
de ejemplo diré que durante el tiempo que tuve este
encargo raro era el año que alguna de esas personas
mayores no moría. Les quería y me querían.
Sin embargo, en el centro de la obra solo se acordaban de
ellos cuando morían, para intentar conseguir alguna
posible herencia --así sucedió más de
una vez--, cuando antes no les habían hecho caso. Se
me rompía el alma y no es un decir.
En la opus se suele decir que ellos son nuestra familia y
la familia de sangre ocupa un segundo plano. Sé que
intentarán rechazarme esto, pero es cierto. Mi madre
me pidió que estuviera más con ella, pues me
necesitaba. Así lo reflejé y planteé
dejar cualquier encargo apostólico. El agregado mayor
del que dependía directamente, me invitó a que
me ayudara mi hermano en cuidar a mi madre, pero esto tampoco
era posible. En vista de ello, optó por invitarme a
mandar a mi madre a una residencia. ¿Qué os
parece?
A la persona que llevaba mi charla fraterna, le comenté
que había encontrado una señora que podía
cuidar por la tarde a mi madre, ya que, por las mañanas,
había una asistenta, que le hacía compañía.
En consecuencia, le anuncié que iba a reducir la parte
del sueldo que les entregaba cada mes. La respuesta del celador
fue rápida: "Que lo pague tu madre de sus ahorros".
Mostré mi extrañeza por tal actitud, a lo que
mi interlocutor respondió: "Te va a dar lo mismo.
Cuando muera la vas a heredar".
Cuando dejé la obra dejé claro al celador que
uno de los motivos por los que abandonaba la prelatura después
de treinta y cuatro años era eso. No me gustaba cómo
había tratado a mi madre de sangre, que es mi verdadera
madre, no la opus por mucho que lo pregone en charlas y diga
que es santa. La persona que llevaba mi alma aseguró
que tal afirmación no tenía importancia y era
solo un comentario. ¡Pues vaya comentario! ¡Qué
poca gracia tenía!
La tarde que dejé la obra lo tenía claro. No
se me olvida aquel centro, en el que en uno de los pisos residían
los numerarios y en otro nos reuníamos los agregados.
En la residencia teníamos meditaciones en el oratorio
y poco más. Me sentía totalmente desplazado.
No olvidaré que no podía comentar nada de mi
trabajo profesional de relación con muchas personas,
porque era objeto de pitorreo. A ello se añadiía
que yo era de una edad superior a los demás y quedaba
un poco sin trato de ellos. Eso sí, una vez más,
entregué mi sueldo mensual y solo me quedé con
una pequeña parte para sacar adelante mi casa. Algún
día comentaré más detalles que merece
la pena que se sepan.
Al encontrarme con mi madre le comenté que se había
acabado todo y había abandonado la obra. Añadí
los detalles de los que querían que mandara a mi madre
a una residencia y que la bendita persona que Dios me puso
a mi lado pagara a la señora que le cuidaba por la
tarde. ¡Bendita la hora en que tomé la decisión!
Ella, (mi madre) me comentó: "Si esa es tu decisión,
me parece bien. No te podía decir que no estaba de
acuerdo con la obra, pues respetaba tu libertad".
Para la gente de la obra, ésta es su familia. No saben
lo engañados que están. Si leen esto, que abran
los ojos. Dos o tres socios de la obra supieron el fallecimiento
de mi madre, aunque luego lo hayan negado. Ninguno fue al
entierro. Otros, principalmente del gobierno de la obra en
España, me escribieron cartas muy duras por no habérselo
dicho, a la vez aue expresaban su pésame con frases
de serie de las que llos tanto usan. Claro, el funeral de
mi madre fue oficiado por el Secretario de la Conferencia
Episcopal. Había que guardar las apariencias en las
relaciones con los obispos. El monseñor, que sabía
mi abandono, me preguntó si había alguien del
opus. Le hice ver que no, pues no los había invitado.
Si no fueron al entierro, no había por qué invitarles
a la ceremonia religiosa. Pienso que con esta carta de opuslibros.com
me van a terminar por proscribir para siempre. No me importa.
Uno de los que se decían mis "amigos", antes
de morir mi madre, me manifestó: "La relación
de amistad ya no es lo mismo". Ni falta que me hace.
Ahora vivo solo y soy muy feliz. Poco antes de morir mi madre,
me compré un apartamento en la playa con los ahorros
que me habían ido haciendo mis padres. Es mi sitio
de escape y uno de los lugares elegidos para cuando me jubile.
Al salir de la obra, lo hice con una mano delante y otra detrás.
No tenía casi dinero (ellos no te dan nada, solo saben
pedir). Sólo el de mi sueldo profesional y los ahorros
con los que me compré el apartamento. Iba a ahorrar
para decorarlo. Pero Dios es muy bueno. Me fui en octubre
de1998 y en las Navidades de 1999, por ir a buscar a mi madre
a un sitio de diversión, me tocó el segundo
premio de la lotería nacional, que adquirí a
una señora que estaba allí. Era una cantidad
ligeramente superior a lo que me había costado el piso.
Al tener noticia del hecho, uno de mis amigos me dijo: 'Te
ha tocado una doble lotería, la de Navidad y... la
de dejar el opus". ¿Verdad que es cierto?
LA SANGRÍA DE AGREGADOS
Hace poco tiempo escribía que el opus tenía
una sangría de vocaciones en todos los campos, pero
yo me refería especialmente al de agregados del centro
'Recoletos 5' (había uno para mayores en el número
19 de la misma calle). Citaba el caso de que pocos quedaban
de los primeros agregados del Colegio Tajamar. Ahora me reafirmo
en todo lo dicho, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos
que he vivido.
En los centros lllamados "de mayores" donde estuve
antes de irme el 28 de octubre de 1998, nos fuimos en un período
de dos años seis agregados, todo ellos con una perseverancia
cercana a los treinta años en el opus. No es que el
centro al que pertenecía --Amaniel, en la calle Federcio
Rubio de Madrid-- fuera un hospital para "incurables",
sino que poco a poco nos íbamos "despistando"
(en la obra se diría 'despitando').
Como uno anda mucho por la ciudad de Madrid, tengo ocasión
de encontrarme a muchas personas, algunas de las cuales me
cuentan lo que pasa. Este es el caso de un amigo mío
al que no veía hace años que me ha revelado
que se acaba de ir un agregado que llevaba más de 35
años en la opus. Seguía practicando su fe cristiana,
pero dentro de la prelatura no aguantaba más.
Hace cerca de un año, abandonó la opus en un
centro madrileño otro agregado de más de 38
años dentro, al que todavía no se ha dado la
baja definitiva, aunque, eso sí, se le ha amenazado
con hacerle un monitum por rebelarse. A los tres días
de morir su madre, el celador (director espiritual) que llevaba
su vida interior le dijo que era de sentido común que
cediera a la obra parte de su herencia. Después ha
insistido varias veces en lo mismo, a lo que el abandonante
no ha hecho caso. También le aconsejó que fuera
a un psiquiatra --por supuesto de la obra-- para que le dictaminara.
Sin embargo, el protagonista se rebeló y acudió
a un psiquiatra de la medicina pública, que determinó
que no había nada anormal en la situación.
Cuando el que se le había muerto su madre dijo en la
dirección espiritual que deseaba ir a una residencia
de agregados --en Madrid existen en la calle Luis de Salazar,
Leñeros, en el barrio de Moratalaz y en Húmera,
cerca del colegio Retamar, obra corporativa del Opus--, el
celador le contestó que la obra no era una agencia
de colocación y que, por lo tanto, se buscara la vida.
El afectado no aguantó más y salió por
piernas. No ha vuelto. Como se ve, el tener asegurada la vejez
es cosa de selectos, aunque en la obra se hable de que está
asegurada.
El primer nombre que recibieron los hoy conocidos como agregados
fue el de 'supernumerarios internos'. Así me lo manifestaron
los dos primeros que se incorporaron: Paco Navarro (con cruz
de palo, por ser el primero en toda la historia de la obra
y Rafael Poveda. Los dos, que pertenecieron en la Prelatura
hasta el final, ya han fallecido. El primero que pitó
con el nombre de oblato fue Paco Uceda, que presumía
de haber sido carterista y recordaba que el fundador le había
dicho que le "había robado no la cartera, sino
el corazón" (¡qué frase más
buscada!).
Pues bien, esos primeros formaron parte de la concentración
de oblatos de toda España que se produjo en Madrid
en los años cincuenta, de los que un elevado número
de ellos no perseveraron. Hasta hace poco tiempo algunos de
ellos aún se iban de la obra.
Un cosa con especial relevancia se produjo cuando un día
el fundador determinó que quería que se ordenaran
como sacerdotes un grupo de tres agregados. Hubo un primero
que se apuntó y luego no perseveró, por lo que
fue sustituido por otro que tampoco perseveró. Otro,
que se dedicaba a la fotografía, incluso terminó
los estudios, pero no pudo ordenarse, pues no estaba solucionada
la regulación jurídica de la prelatura, cosa
que no se produjo hasta 1982. El tercero del trío era
Juan Soria, ex supernumerario de Valencia, que murió
en Madrid a consecuencia de un ataque al corazón en
los años 80. También tenía terminados
los estudios.
Esta falta de perseverancia entre los agregados no es nueva.
Todos sabéis que el primero de la obra no perseveró.
Según se deduce de las biografías oficiales
de la prelatura, se llamaba Pepe, y abandonó su pertenencia
al enamorarse de una joven que frecuentaba una iglesia de
Madrid en los años treinta. Uno de los confesores puestos
por Escrivá, le aconsejó que puesto que le gustaba
aquella joven, dialogara con ella. Pasado el tiempo, el fundador
dijo que aquellos sacerdotes habían sido su "corona
de espinas". Uno de ellos, don Heliodoro, secretario
de Fray José Lopez Ortiz, ex obispo de Tuy-Vigo y arzobispo
Castrense de Madrid-- falleció hace poco dentro de
la obra. No era frecuente tenerle en reuniones.
Cuento esto para que se sepan cosas de la historia de los
agregados, que yo he vivido con algunos de los que fueron
los primeros protagonistas. No hace mucho, Enrique, que se
hizo de la obra en 1956, se quejaba en una tertulia de agregados
mayores que ya no pitaban obreros. El que escribe esto fue
agregado, pero no era obrero, sino periodista.
Una última consideración, a los que se quejan
de que solo tratamos cosas negativas en opuslibros.com, le
aconsejo que no dialoguen con la tentación. No lo pasarán
tan mal. Si la leen, es porque no están muy convencidos
de su vocación. Por ello, en un país de prelatura
donde existen tantos pecados, igual éste es uno de
ellos y deben confesarse con el sacerdote del centro que,
según dicen ellos, es el que debe lavar esa ropa. Si
lo hacen puede que se encuentren con una sorpresa: se les
prohíbe volver a entrar en la página y, si repiten,
les pueden echar.
NO HAY QUIEN LO ENTIENDA
El 19 de marzo de 1965 me hice de la opus en calidad de numerario
en un centro llamado 'General Oráa, 5' y posteriormente
'Velaña', aunque finalmente se abandonó. Ese
año no pude ir al 'curso anual' porque mis padres no
me dejaron. Eso sí cambié de centro (Vitruvio,
3), cuando querían convertirlo en centro universitrario.
Se incorporó conmigo Pepe Masdeu, hoy gran investigador
y numerario del opus, que trabajó en Estados Unidos.
Había pitado en noviembre de 1964. Los dos éramos
los adscritos y no había ninguno más. Yo creo
que los jefes del opus pensaban en el milagro de los panes
y de los peces. ¡Qué sentido de la trascendencia!
Habían puesto un huevo, del que más tarde no
salió pollo alguno, como no fuera para abandonar la
obra.
Cuando hice mi primer curso de retiro en las Navidades de
1965, al salir, el director del centro (Santos Velasco, hoy
sacerdote) me llamó a su despacho. Después de
adornar mucho la cosa, me indicó que mi vocación
era la de oblato, nombre al que sucedió posteriormente
el de agregado (se me olvidaba que antes, solo los dos primeros,
Paco Navarro y Rafa Poveda, fueron 'supernumerarios internos').
Ahí estuve a partir del verano de 1966, en que hice
mi primera convivencia anual, en compañía de
otro que también había pitado en el centro 'Gurtugay'
con el nombre de 'numerario'. Este se llamaba Pedro Luis (dejémoslo
tranquilo, pues su hijo pitó de numerario y hoy no
sé si éste persevera). La sangría que
hablé en mi artículo anterior
se hizo con él al hacer el servicio militar. ""Se
fú", que diría un castizo de Madrid. Quedé
yo solo.
Pedro Luis (alías 'Pelu') era uno de los ochenta agregados
que estuvimos en el centro 'Recoletos 5'. La sangría
(crisis de la obra) se lo llevó por delante. Yo, mientras
tanto, me preguntaba: ¿Por qué soy agregado
si tengo la carrera universitaria de Derecho?. Nadie me daba
respuesta. Años más tarde comencé periodismo,
que es a lo que me dedicó ahora y ejerzo desde hace
32 años. Como veis, tengo dos carreras. Si para ser
numerario, hay que ser universitario y para ser agregado no
se requiere, no se entiende.
Voy a seguir sacando gente de la trastienda del opus. Pues
bien, en aquel centro llamado Recoletos 5 (había otro
de mayores en Recoletos, 19) había algunos agregados
que luego pasaron a numerarios. Este fue el caso de Fernando
Campos, que vino a Madrid procedente de Redondela (Galicia)
para estudiar ingeniero naval y posteriormente estudió
ciencias físicas. Pasado el tiempo pasó a ser
numerario. ¿Por qué? La última vez que
hablé con él fue mi director en una convivencia
de verano en el colegio mayor Ayete de San Sebastián.
Había perdido parte del corazón de las personas
normales. Ya no era el que llamábamos 'Ficus de las
Pagodas', a lo que el respondía con un taco.
Un caso curioso fue el de Agustín Guerrero, hoy sacerdote
(espero que continúe y no sea uno más de la
sangría). Antes de ser agregado, había sido
supernumerario. Con el tiempo, pasó a numerario. ¿
Por qué? Nadie lo explicó. Todo se decía
con mucho secreto. Aún no me he aclarado. Creo que
era ingeniero de Minas. Aquello parecía el ajedrez.
¡Qué saltos daban!
Otros que pasaron a numerarios, siendo agregados fueron S.G.N.,
que empezó estudiando Ingeniero de Caminos; Angel Rodríguez
de Bodas, que fue enviado a Canadá y el gobierno de
este país no le admitió como inmigrante (no
sé dónde ha ido, ni si ha abandonado la obra),
Julio Montero y Pepe Muñoz, ambos de Tajamar, que no
sé si continuan.
Cuando se habla de agregados, la gente se cree que no somos
universitarios. Yo tengo derecho y periodismo. En una página
anterior dice uno que podían pertenecer los que eran
jorobados (solo conoci a Ludolfo, hoy con puesto destacado
en la vida pública española, gobernada por socialistas).
Unos eran bastante agraciados y algunos de ellos ligaron y
se casaron con la mujer que conocieron. Me gustaría
que alguien aclarara esto.
En algún momento, se me dijo en la obra, que mis padres
me necesitaban (para justificar mi cambio de numerario a agregado).
Claro que me necesitaban. Cuando, después de casi 34
años, solicité dedicar más tiempo a mi
madre, se me invitó a enviarla a una residencia. Eso
sí se nos hablaba de "nuestra madre la obra"
y del "dulcísimo precepto" o cuarto mandamiento
de la Ley de Dios con nuestros padres. ¿Alguien lo
entiende? Yo, no.
DESAPARECER DE PUBLICACIONES
INTERNAS
He leído detenidamente el gran artículo ('Vademecum
y salida') que Jorge ha publicado en opuslibros.com.
Lo ratifico totalmente. A mí, que había pasado
casi treinta y cuatro años en la obra, a los pocos
meses de mi salida, mis antiguos "compañeros"
no me saludaban por la calle. Y eso que decían que
éramos familia.
Hace poco, estaba en erl andén del Metro de Madrid
y observé que un agregado, también llamado Jorge
como el autor del artículo, que lleva más de
cuarenta años dentro, venía hacia mí
de frente. Me dispuse a saludarle, pero él siguió
con la mirada puesta en el vacío. Para no dejarme llevar
de lo negativo, pensé que era un despistado. Mi buen
pensamiento no tenía ninguna base. Al día siguiente,
le volví a encontrar en el mismo andén y volvió
a suceder lo mismo: tenía la misma consideración
que una pared. Ese "despiste" era habitual. Pobrecito.
Qué mal lo debe pasar. ¡Qué feliz soy!
Di el paso y soy libre.
Recordando un poco lo que viví durante años,
me he dado cuenta de que periódicamente desaparecían
los ejemplares de las dos "publicaciones internas"
de los hombres del opus: 'Crónica' y 'Obras'. Soy periodista
y me gusta investigar las cosas. Uno de los datos que obtuve
era que en una sección que se denominaba algo parecido
a 'Album Antiguo' había desaparecido Raimundo Pániker,
uno de los primeros de la obra en Barcelona y que formó
parte de la segunda tanda de sacerdotes numerarios que se
ordenaron en los años 40.
La "desaparición" de Raimundo Pániker
del "Album Antiguo" de la revista 'Crónica'
no era un caso único. Luego quise investigar en publicaciones
antiguas, en las que podía aparecer. No tuve la suerte
de encontrarlo (digo esto, porque seguro, que ahora se ponen
a remirar para negar mi afirmación).
Fácilmente llego a una consideración. Sé
que periódicamente retiraban "Crónica"
y "Obras" de determinadas épocas. Nunca pensé
mal. Ahora he llegado a la conclusión de que había
una base. Era que no querían ver a los que dejaron
la obra ni esas publicaciones antiguas. De ese modo no venían
los malos pensamientos ni las preguntas sobre el motivo de
cerrar la puerta, que Escrivá decía que estaba
entreabierta para entrar.
Otro caso muy triste fue el de la expulsión de la obra
del banquero José María Ruiz Mateos, por haber
criticado a otros dos banqueros, que aún siguen en
el opus: Luis Valls Taberner y Rafael Termes. Yo tuve la suerte
de enterarme de la informacióin real, a través
de una noticia que publicó el diario 'El País'.
En el citado periódico se informaba que Ruiz Mateos
habían sido visitado en su residencia por dos numerarios:
Jerónimo Padilla (entonces director de la Delegación
del opus de Madrid Oeste, con sede en la Marqués de
Riscal, 4) y otro que no recuerdo exactamente el nombre. Se
le había hecho un "monitum", advertencia
muy grave, y, en consecuencia se le había expulsado
de la obra. Pobrecillo, la prensa supo inmediatamente su situación.
Sin embargo, al llegar al "círculo breve"
o reunión semanal se nos leyó una nota que NO
decía la "noticia" de esa manera. El que
encabezaba la reunión leyó el papel que había
llegado no se sí del consejo general (gobierno de la
obra en Roma), la comisión (hoy vicaría regional
de España) o de la propia delegación. La persona
que daba el "círculo' rompió el papel tan
pronto como nos lo leyó y nos advirtió que de
eso no se podía hablar, ni siquiera en la dirección
espiritual del laico o confidencia. ¡Qué claridad!
¡Qué caridad! Yo digo ahora el chiste ese famoso
sobre una persona que no entendía una pintura abstracta:
¡Qué cara! ¡Qué rasgo! ¡Qué
gesto! '¿Qué c... (añadid un taco) es
esto? Hay más casos que el de Ruiz Mateos y Pániker.
No es broma. Palabra.
El truco
En todas las vidas de personajes públicos y en las
películas siempre hay un truco. Como no podía
ser menos, el opus también tiene sus trucos, que quiero
describir en esta página para abrir los ojos a aquellas
personas que lo lean. Los que somos periodistas tenemos un
sentido distinto que nos hacer descubrir cosas por razón
de la profesión que tenemos. No digo que seamos distintos,
pero tenemos algo especial. Las madres también tienen
un sentido especial que les lleva a darse cuenta de cosas
de sus hijos.
Pues bien, como no podía ser menos, en la obra también
hay trucos. Uno de ellos se refiere a la vida de su fundador
que aparece en las películas, que se proyectaban en
los centros y en las que nos creíamos todo lo que se
nos presentaba. Mis casi 34 años en lo que hoy es una
prelatura personal me han hecho enterarme de datos. En el
Colegio Tajamar existía, hasta que me fui de la obra,
un servicio especial para las películas que se realizaron
coincidiendo con lo que se llamó 'dos meses de catequesis'
del fundador, en 1972. Este mismo servicio luego se amplió
a las tertulias de don Alvaro y no me extrañaría
que ahora sea de don Javier Echevarría.
Por lo que se refiere a los 'dos meses de catequesis' puedo
decir que algunas de las películas de las tertulias
del fundador de 1972 fueron dobladas en los años noventa.
Yo conozco a algunas de las personas de la obra que participaron
en esos 'doblajes'. Ahora se exhiben esas cintas con aparente
sonido original, que no es tal. Digo aparente porque, según
explicaron en tertulias internas, no existía sonido
de las personas que hicieron las preguntas al fundador. Esto
hizo que, en muchos casos, las preguntas hayan tenido que
ser creadas ahora, para poderlas adaptar a la contestación
de Escrivá. HABíA TRUCO.
Así se da la circunstancia de que personas que no conocieron
físicamente al fundador ahora se descubre que su voz
figura, aislada de ruidos, como formulador de una pregunta
interesante. El murmullo que acompaña es de efectos
especiales, que de eso saben mucho en el opus. Que recuerda,
se produjeron casos de doblaje en tertulias de la casa de
retiros 'Islabe', cercana a Bilbao, y en algunos otros sitios.
¡Viva la verdad histórica! A este paso yo soy
uno de los cristianos que se salvó de martirio en la
antigua Roma o estuve con el Cid en la entrada de Valencia.
Como podéis comprender estoy en el 2004, no soy mártir,
ni me han canonizado, ni he luchado para expulsar a los moros
de los reinos cristianos de la Península Ibérica.
Claro, digo esto, porque estas cuitas no se contaban en las
tertulias normales y, si se hacían, era ante personas
mayores en su entrega en el opus. A ver si se atreven a desmentir
esto. ¿A que no? Mientras tanto dirán desde
la oficina de información de la prelatura que se han
puesto a la venta 30.000 DVDs en los principales kioscos de
prensa de España. ¿De dónde viene ese
dinero que se invierte en esa promoción? Seguro que
ellos los compran. No creo que nadie tenga el más mínimo
interés en adquirir algo que difunde un mensaje de
un sacerdote que se presenta con sotana, junto a revistas
de actualidad. Si se agotan es porque en España existen
unas 10.000 personas de la obra. Mientras tanto, numerarios
y agregados entregarán íntegro su sueldo para
difundir el mensaje de la obra, que, según dicen, es
"la santificación en medio del mundo". Muy
conseguido.
Sigo con la historia de las películas. Pienso que si
esto, como he comprobado, se ha hecho alguna vez, pudo producirse
de la misma manera en otras épocas de la obra, incluidas
otras películas de la misma serie. Ahora que estoy
hablando de Tajamar recuerdo que una de las primeras películas
que se hicieron sobre este colegio en los años sesenta
fue dirigida por el hoy conocido cineasta Antonio Mercero,
que primero fue numerario, luego supernumerario y hoy en día
no es nada dentro del opus. Le va muy bien la vida. ¿Cómo
no recurrieron a él en los "dos meses de catequesis"?
Al haberse liberado del corsé, actúa libremente.
La película de la citada obra corporativa no volví
a verla. Igual es que habían cambiado los tiempos y
había que adaptarse.
Pasaron los años. Un día, durante el tiempo
que don Alvaro estuvo al frente del opus, me invitaron a asistir
a una tertulia suya en el colegio Retamar, instalado en una
de las zonas de más nivel económico de Madrid,
en Somosaguas. Yo era periodista que me encargaba de los temas
religiosos, pero no me invitaron a estar en primera fila con
mis compañeros. ¡Qué pena! No se dieron
cuenta que, en cualquier circunstancia de la vida, me sale
del alma preguntar al personaje que se encuentra delante,
para luego poderlo comunicar a los lectores. Mis compañeros
de otros medios informativos sí estuvieron en primera
fila. De ahí que no se enteraran de la comedia que
allí se produjo.
Pues bien, decía que me gusta hacer preguntas a los
que tengo delante, y en el colegio Retamar no podía
ser menos. Me acerqué a uno de los micrófonos
para expresar mis sentimientos ante don Alvaro e invitarle
a hablar sobre el amor a la Iglesia. Mi anhelo se vio frustrado
cuando la persona que portaba el micrófono me señaló
que las preguntas ya estaban adjudicadas. Miré a mi
alrededor. No vi a nadie con deseos de hacer preguntas. Eso
sí a mí se me impidió usar el micrófono.
Frustración de periodista. No pude participar en directo.
Aquel hecho no lo he olvidado. Era una investigación
por desarrollar. Como espero habitualmente, un día
me contaron que las preguntas se hacían por escrito
en los centros y solo se formulaban si eran autorizadas por
los que mandan (que verdaderamente lo hacen) antes de las
tertulias. Para mayor seguridad de no equivocarse al hacerlas
se llevaban escritas en las agendas personales ¡Viva
la espontaneidad! HABÍA TRUCO. Mis compañeros
periodistas no se habían dado cuenta y no se reflejó
en las crónicas o noticias que hicieron. ¡Qué
sagaces! Estaban en primera fila y no se dieron cuenta de
lo que había detrás. Faltó ese sentido
especial que hablaba antes. Otras veces el lapso ha sido mío.
Dicen que una manera que utilizan los grandes líderes
es tener en penumbra el espacio donde tienen lugar las concentraciones,
para llenar totalmente de luz el escenario. Así se
consigue que la multitud fije su atención sobre la
persona que ocupa el centro de atención . Todo se acompaña
de personas veteranas del grupo que tienen un lugar destacado
en el escenario y de algún "exótico"
para que se vea que todos siguen al líder. En Madrid
era muy frecuente que en Tajamar estuviera en un lugar destacado
José Enrique F., invidente, que fue concejal del Ayuntamiento
y ahora es profesor del colegio nacional de ciegos. HAY TRUCO.
EL OPUS DESTAPA GAYS
Cuando ingresas en el Opus Dei todo es muy bonito. La amistad
ha sido utilizada para captarte y, al día siguiente
de escribir la carta de incorporación, te das cuenta
de que todo es un montaje parra que unos pocos, los llamados
directores o directoras (jefes o jefas) manejen a los que
antes se llamaban socios y hoy son 'fieles' de la prelatura.
Poco a poco te van informando de que en el Opus Dei la dirección
espiritual la llevan los laicos. Así, un numerario
o un agregado debe hacer semanalmente su charla, abriendo
su alma, sobre una serie de asuntos como 'fe, pureza y camino',
junto a las normas de piedad, el uso diario del cilicio, la
utilización de las disciplinas o las mortificaciones
y las correcciones fraternas que ha hecho. Así se van
adueñando de su alma y la persona que cuenta esta intimidad
cree que está en el buen camino.
Uno de los puntos sobre los que insisten en el Opus Dei es
en la "sinceridad salvaje" en la dirección
espiritual, que tambien se llama 'charla fraterna' o 'confidencia'.
Si no has abierto suficientemente tu alma te meten el dedo
hasta el estómago (por decirlo de alguna manera) y
te preguntan, por ejemplo, si te has masturbado, en el caso
de que sean célibe, o si has hecho uso recto del matrimonio,
sin recurrir al preservativo o a la píldora anticonceptiva.
Para que no te alarmes te dicen que todo tiene arreglo y que
el peor pecado es la "insinceridad" o falta de sinceridad.
Conforme pasa el tiempo, abres totalmente tu alma y vives
la "sinceridad salvaje", explicando, si es el caso,
que has caído en el recurso a la masturbación.
A continuación indagan si esa masturbación ha
sido porque has deseado o has querido mantener relaciones
con personas de tu mismo sexo. Es el momento de "la cacería".
Si has caído en esa situación y lo dices, has
abierto la puerta para salir del Opus Dei, pues sus responsables
lo consideran uno de los peores pecados.
En el caso de que hayas caído solo una vez, te pueden
echar de la prelatura. Véase la carta titulada 'El
Opus Dei es homofóbico', que firma 'Kapo'.
A su vez, Gregory
P. cuenta otros dos casos parecidos. Uno de ellos
fue expulsado a la segunda vez. En el tiempo que pertenecí
a laprelatura tuve noticia de otros dos de la obra que fueron
expulsados al ser descubiertos juntos en una cama. Luego sé
de otros casos concretos que hoy no cito.
Poco tiempo después de salir de la obra, uno de los
que se decían mis 'amigos' me preguntó si me
gustaban los de mi sexo. Le di una larga cambiada, como dicen
los toreros. Ahora comprendo su fin: quería "destaparme"
y decir que había abandonado debido a mis gustos "raros".
No caí en esa trampa.
¡Qué pena! ¡Cómo manejan las mentes!.
Luego se lo cuentan a los directores y así todos los
jefes se enteran. ¡Vaya dirección espiritual!.
ESTAR DENTRO CON EL CORAZÓN
FUERA
Pienso que existen personas en la obra que se encuentran dentro
pero con el corazón fuera. Lo digo por la experiencia
reciente de dos casos que he vivido. Uno era un numerario
y otro un agregado. Para proteger su intimidad omito nombres,
aunque sean inventados. Es fácil comprender mi postura.
Pues bien, el numerario decidió irse después
de más de treinta años de entrega a la Obra.
Era, por así decirlo, un "burócrata"
del sistema de la prelatura, ya que siempre se había
dedicado a tareas internas y, por decirlo así, no había
estado en contacto con la civilización exterior. Estaba,
según frase del fundador, "en medio del mundo",
pero no compartía vida del trabajador de la calle.
No tenía seguridad social y tampoco un retiro en el
caso de que le fueran mal las cosas. Eso sí era muy
laico.
Un día decidió dejar la obra. Se fue fuera y
como su madre aún vivía pensó que le
iban a acoger con los brazos abiertos, cosa que sí
sucedió, pero... Había un pero, no podía
sostenerle económicamente. Eso sí le podía
ceder su casa de campo para que residiera y pensara. Así
lo hizo y se dedicó a escribir libros. Parecía
respirar por dentro y por fuera el aire puro, no solo de campo,
sino también de la libertad que tenía.
Los de la obra, como un comando de hombres intrépidos,
inmediatamente trazaron ideas para resolver la situación.
Se preguntaron dónde estaba y calor, como las "fuerzas
del bien" (es una ironía) son tan listas, le localizaron
en el lugar. Se pusieron muy pesados en intentar convencerle
pero no lo consiguieron. Era un rebelde. No quería
volver. Allí estaba más a gusto. Y eso que se
encontraba solo.
La familia del numerario, principalmente su madre que era
una pensionista, le dijo que podía sostenerle unos
pocos días, pero no más. Una pensión
de viuda no da para mucho. Tenía hermanos, pero tampoco.
Uno de ellos fue de la obra antes y estaba divorciado. Bastante
tenía con pasar la pensión a los hijos y la
primera mujer. Este aspirante a huir no tenía medios
económicos. Su falta hizo que pudiera más que
las "fuerzas del bien" (es una ironía) que
querían convencerle. Esto hizo que volviera a la "casa
del padre", que diría el Evangelio, pero con una
diferencia: está dentro pero fuera.
El otro caso es de un agregado. Pasó toda su vida aportando
medios a la obra y, sin embargo, cuando quería asegurarse
su porvenir, siempre se le daban excusas para no darle la
cantidad de dinero que pedía. Claro, se ha hecho mayor
y lo único que cobra es la jubilación. Se puede
decir que malvive, aunque haya resuelto momentáneamente
su situación, al haberse dado cuenta la obra que necesitaba
una residencia.
La persona X (el agregado) solía decir que le no era
un agregado, sino un "segregado". Algunos numerarios
así tratan a los agregados, que, según lo expresan
con hecho, son de segunda categoría, cuando el fundador
repetía por activa y por pasiva que todos eran una
única vocación. No se entiende. En los casi
34 años que estado en la obra he encontrado muchas
distancias cuando he hablado con algunos numerarios. Parece
que ellos viven como si fuera la élite. Incluso en
mi etapa de un año en que fui numerario el director
me decía que los numerarios eran la élite Yo
añadí la sangre de todo el cuerpo y él
(el director) lo corroboró. Le gustó mi expresión.
Este agregado ha vivido largo tiempo solo, realquilando las
habitaciones de la casa que, a su vez, tenía alquilada.
Semanalmente acudía su celador (director espiritual
laico) a recibirle la charla. MI antiguo compañero
me solía decir que tenía un pie fuera de la
obra y el otro, tres cuartas partes salido. Faltaba un poco.
Era un caso de "estar dentro con el corazón fuera".
Ahora parece que le han convencido para irse a una residencia
de agregados. La vejez es tremenda.
Vistos estos dos casos me pregunto. Los de fuera ¿estamos
decididos a ayudar a los que "están dentro con
el corazón fuera" para que den el paso de recuperar
la libertad que les quitó el opus? Hay que hacer algo.
Estos días opuslibros publica casos de personas que
han salido que necesitan ayuda, aunque solo sea psicológica.
El partir desde cero es muy duro, todo lo hemos pasado, pero
pueden suceder otros como los dos reseñados que hagan
que tengan que volver no por convencimiento sino por necesidad.
AUTOMÓVIL PARA TODOS
Una de las cosas que más cuestan vivir en la obra
es el uso del automóvil. Los que fuimos agregados y
profesionales durante largos años nos costaba aceptar
que cuando llegaba a la convivencia todo el mundo se creía
con derecho a usar lo que era tu instrumento de trabajo y
de hacer vida de familia con los tuyos. Cuando llegabas a
las convivencias o cursos de retiro anuales una de las primeras
cosas que te aconsejaban era dejar las llaves en un cajón
de dirección previamente establecido. Es, según
las voces oficiales, un signo de desprendimiento.
Voy a pasar a contar algunos hechos que me sucedieron durante
esos casi treinta y cuatro años que estuve en la obra.
En 1973 comencé a trabajar como periodista en una empresa
informativa. Mi padre quiso que, puesto que yo me automantenía
aunque viviera con ellos en casa, se 'festejara' con el regalo
de un automóvil que él quiso que fuera de la
misma categoría que el que había regalado a
mi hermano. Sin embargo, no pudo ser, porque los directores
de la obra se opusieron a tal pretensión y me invitaron
a que fuera un poco peor. Al final, después de un tira
y afloja que mi progenitor nunca entendió, tuve el
anhelado automóvil.
La alegría duró poco tiempo. En el verano de
1974 hice la convivencia anual en un colegio de una empresa
relacionada con la obra de Madrid. Seguí los consejos
que se me hicieron y deposité las llaves del coche
en dirección. A los pocos días de iniciarse
la actividad, tuvo lugar un accidente de un agregado de fuera
de Madrid que había utilizado mi vehículo para
desplazarse a atender a uno de su ciudad en otro sitio cercano.
Uno de los que iban en el vehículo tuvo que ser ingresado
en un hospital, donde permaneció tres días.
La causa del accidente automovilístico fue que el conductor
se había saltado un stop y fue arrollado por otro automóvil.
Esto hizo que interviniera la policía, quien dio un
parte y, con el tiempo, se celebró un juicio. El causante
del accidente, que como digo vivía en otra ciudad española,
con una excusa, no asistió. Yo, que no había
participado en los hechos, me vi sentado en el banquillo de
los acusados. No sabía qué decir. El abogado
de la compañía aseguradora se había aprendido
el caso momentos antes de entrar a la sala.
Pues bien, el causante del accidente me había avisado
unos días antes que no podía venir al juicio.
No lo entendí. Una vez se celebró, le condenaron
a estar nueve meses sin el carné de conducir. Preferí
dejar tiempo para escribirle una carta que expresara mi malestar.
Naturalmente que en la obra quisieron leer mi escrito y, después
de dos intentos, me la autorizaron. Como no solo leen las
cartas en un lado (mi centro), también la leyeron en
el otro (el centro del causante). Nadie preguntó por
el estado de mi vehículo que, con cinco mil kilómetros,
estuvo a punto de ser declarado en siniestro total.
Me decían en el centro de la obra que yo estaba muy
apegado al vehículo. De ahí que, siguiendo sus
"buenos consejos" --es un decir--, al año
siguiente, cuando fue a un colegio mayor de la obra en Sevilla,
volví a dejar las llaves en dirección. Mientras
tanto, el director del causante del accidente antes reseñado,
me dijo en la charla que le había hecho mucho daño
con aquella carta mía, que había sido revisada
en mi centro. Más claro no lo puedo decir, estaban
interviniendo la correspondencia entre los dos.
Para mí, la cruz de Madrid podía prolongarse
en Sevilla. Así sucedió. En este caso, el autor
del accidente --saltarse una línea continua en una
avenida amplia de la ciudad-- fue un numerario pintor en el
colegio romano, que presumía de cosas del fundador.
Aunque no era de la convivencia, había ido a solicitar
un automóvil en el colegio mayor y, claro, se le dio.
Al saltarse la línea continua, fue arrollado por otro
vehículo. Como no había podido decirme nada
de que iba a utilizar el coche, me comunicó que se
había puesto nervioso y que, por lo tanto, yo tomara
los datos al conductor contrario, con el número de
teléfono que le había dado.
Al año siguiente, en 1976, fui a hacer la convivencia
anual en un colegio infantil en Málaga, donde nos alojábamos
en las aulas. No teníamos armarios ni perchas donde
dejar la ropa, que debíamos depositar en unos cajones
de unos muebles allí habilitados. Cuando queríamos
entrar en los servicios, debíamos atravesar el pomo
de la puerta con un papel higiénico que decía
"ocupado". Otra vez tuve mala suerte. No fue un
accidente ni un choque, sino que el que me utilizó
el vehículo me lo dejó sin gasolina y pinchado.
El que se desinflaran las ruedas no tenía importancia,
pues cerca había una fábrica de ladrillos. Otro
día contaré detalles de esta última convivencia.
Nunca supe quién fue el que me utilizó el coche
y luego lo abandonó sin combustible.
Todas estas circunstancias hicieron que yo me resistiera a
dejar las llaves de mi automóvil en dirección.
Procuré desde entonces no decir nada sobre las llaves.
Alguna vez se enteraron de mi resistencia a depositarlas.
Me hicieron desde entonces varias correcciones fraternas y
me invitaron a estar desprendido de aquel instrumento de trabajo.
Aseguraban que el vehículo no era mío sino de
la obra, que me lo prestaba, y que, por lo tanto, olvidara
esos pensamientos. Otro día le dejé el vehículo
al director de mi centro. El resultado fue que llegó
una multa por aparcar mal y nunca la abonó. Otra vez
volvió a tener resistencia a dejar el carro, que dirían
en América.
Dos años antes de abandonar la obra, planteé
por escrito la necesidad de cambiar de automóvil, pues
llevaba once años con el mismo y ya empezaba a estar
viejo. Todos los coches anteriores habían sido adquiridos
con dinero de mis padres. Por ello, ahora propuse que la obra
me pagara al contado el coche. Tardaron mes y medio en dar
una respuesta. Al final, un día que teníamos
el retiro mensual en una residencia de numerarios de Madrid,
aún existiendo el silencio, me llamó el secretario
del centro mío y me dio la respuesta: tenía
que pedir dinero prestado a un banco, pues "la obra es
pobre".
Aquello hizo que por dentro me rebelara. Decidí no
hacer el retiro mensual. Me fui inmediatamente del lugar del
retiro. Llegué a casa. Mi madre me preguntó
qué me pasaba, pues había vuelto enseguida.
Estuve toda la tarde pensando. Llamé al director de
agregados de la delegación de Madrid Oeste y le expliqué
el caso. Al final, para no humillar, opté por solicitar
la mitad del dinero del precio del automóvil. En veinticuatro
horas disponía yo de esa cantidad. Y eso que la obra
era pobre. El resto lo pagué de los ahorros de mis
padres.
¡Qué curioso! Me pedían que estuviera
desprendido de las cosas y viviera la pobreza. Ellos no eran
capaces de entregar la mitad del precio íntegro de
un coche. Si esa es la generosidad que se pide a los de la
obra, me río yo. Piden a los demás lo que ellos
no viven. Quieren vivir lo que puedo denominar el "automóvil
para todos" sin pagar ellos nada. Y si ocurre algo, págalo
tú, que "el automóvil" es de la obra,
que te lo presta.
LA GUILLOTINA
En los bajos de la sede del gobierno de la obra en España
existe una guillotina para eliminar libros o documentos que
puedan dañar, según ellos, el alma de los fieles
de la institución. Al igual que en la Revolución
Francesa se utilizó la guillotina para "cortar
cabezas", ahora se hace para las obras de los que no
son adictos a la prelatura y han publicado libros que no convienen
a sus intereses.
Al igual que en los mataderos de animales, allí llegan
los libros y esperan para ser triturados y que nadie los pueda
volver a utilizar. Tengo noticia de que los libros publicados
por María
Angustias Moreno, Alberto
Moncada, Carmen
Tapia y Luis
Carandell pasaron por esa trágica situación.
De muchos de ellos nunca más se supo, pues los directores
de la obra se encargaron, no solo de comprar las ediciones
íntegras, para que tuvieran efecto silenciador en la
opinión pública, sino que todos los que se recogían
inmediatamente pasaban al "matadero de libros".
Un ejemplar podía entrar en la casa de Diego de León
14 con muy buena apariencia y salir hecho trizas. No es algo
imaginario. Es real.
De este modo, los directores de la obra evitaban que aparecieran
reseñas en los periódicos y, por lo tanto, tuvieran
un efecto expansivo entre los ciudadanos al descubrirles versiones
distintas, para ellos heterodoxas, de explicar hechos del
opus dei o de su fundador. Qué claridad. No se permitía
saber la otra cara de un hecho, que solo se presentaba de
una manera oficial y se aseguraba, con toda clase de notas
internas a los miembros de lo que es la prelatura, que aquello
era falso. Tengo conciencia que más de una vez se fueron
rebatiendo puntos de Carmen Tapia, María Angustias
Moreno o Alberto Moncada, sin que nos dejaran leer la versión
que presentaban estos ex del opus.
Me parece una manera cobarde de actuar. Ahora que he salido
de la obra y me he puesto a pensar he llegado a esa conclusión.
Igual dicen que me he vuelto loco y se ponen a husmear en
mi vida privada, por si existe algo que se aleja de esa ortodoxia
de la que presumen o que demuestran. Que sepan que no van
a encontrar nada.
Pero volvamos a "la guillotina". Recuerdo que en
las películas del fundador éste decía
que no se podían leer cualquier tipo de libros. Ponía
el ejemplo de cuando se va a una farmacia y nos gusta la apariencia
de un medicamento, por lo que lo introducimos en la boca y
lo tragamos. Así debía de ser el criterio de
los de la obra: no se puede leer cualquier libro, y si es
autora una persona que ha salido del opus o de una que no
vive casada por la Iglesia, con mayor motivo. Puedo decir
que en los centros donde estuve en los últimos diez
años existían unos ficheros con más de
treinta grupos de clasificación de libros, tarea de
leer que realizaban un grupo de personas autorizadas. Otro
criterio era que si se leía un libro y se sentía
alguna tentación, inmediatamente se dejaba la lectura.
En todo caso, si el lector continuaba, había que hacer
una ficha en la que se calificaba ese volumen.
Las trizas de papel no eran de uso exclusivo en los libros.
En los últimos años que acudí a las convivencias
en el Colegio Mayor Ayete, yo era el encargado de traer la
prensa a dirección, para que viera los diarios que
se publicaban esos días. Los periódicos que
se utilizaban eran el 'ABC', 'El Mundo' y el 'Diario Vasco'.
Aunque se trataba de periódicos con línea no
heterodoxa, pasaban cada mañana por el filtro del director.
Esto se extendía incluso a la prensa deportiva que
algunos deseban leer.
¡Qué pena cómo llegaban los periódicos
a la convivencia y cómo salían! Cuando cada
mañana acudía a la sala de estar con los periódicos,
observaba que habían sido arrancadas o recortadas en
parte varias páginas. No solo eliminaban las imágenes
en las que aparecía una mujer o un hombre en bañador
más o menos púdico --siempre se eliminaba el
bikini--, sino aquellas que tenían noticias que ellos
consideraban morbosas. "La guillotina" del centro
de la calle de Diego de León había sido trasladada
al colegio mayor Ayete. Esto puede suceder en muchas partes
del mundo. Se basan en la buena fe de la gente que "traga"
hasta con estas cosas.
Un caso especial me sucedió un día en el colegio
Mayor Ayete. Un agregado de un centro relacionado con el colegio
Tajamar me vio con el diario 'El País'. Yo ya había
oído que en la obra no se podía leer este diario.
Pues bien, me increpó delante de todo el mundo y me
dijo que yo llevaba el diablo debajo del brazo. Debo aclarar
que los directores me habían autorizado a leer 'El
País', debido a mi profesión de periodista.
Fue una escena desagradable, que no olvidaré.
Los numerarios y agregados (salvo los que están expresamente
autorizados por su profesión [por ejemplo, críticos
de cine]) no pueden ir a ver películas en salas comerciales.
Estuve en esa situación casi 34 años (mi tiempo
siendo de la obra). En su lugar, las películas que
ven numerarios y agregados son las que se seleccionan normalmente
en las convivencias o cursos anuales, tras haber alquilado
tres o cuatro películas, que, en muchos casos, no llegan
a verse ninguna de ellas. Una de las últimas cintas
que vi fue 'El perro del hortelano', de Pilar Miró.
Al llegar una escena de amor, se oscureció la pantalla.
Luego no se podía explicar, pero nos supusimos que
se había eliminado un beso. Era frecuente que antes
de proyectarse las imágenes, el director la veía
en compañía del sacerdote. Así, estando
"en medio del mundo" no vivíamos como nuestros
compañeros que sí estaban. Hace cuarenta años,
las distribuidoras de las películas no prestaban éstas
a los centros de la obra, pues era frecuente el que recortaran
imágenes y luego se pegaban unos trozos con otros.
Era otro tipo de "guillotina".
El año que viene se celebrará el cuarto centenario
de la primera edición del Quijote. En la época
de Cervantes era frecuente que algunos libros se tiraran a
las hogueras especiales, pues podían ir contra la fe.
Hace poco se descubrieron algunos de esos libros que habían
podido ser salvados, como "El Lazarillo de Tormes",
gracias a que sus propietarios los escondieron entre las paredes
de sus casas para huir de la Inquisición. La situación
es parecida, pero estamos en el siglo XXI. De ahí que,
en general, la mayor parte de los de la obra tienen una deficiente
formación cultural. Leen los libros espirituales que
se les recomienda, y algunos otros ejemplares autorizados
dentro de la gran clasificación. Eso sí, son
"muy cultos" y se permiten dar lecciones.
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