¿EL
'BUEN' PASTOR?
NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años
en la obra
-El " Buen
Pastor" (4-5-2004)
-La
madre de sangre (6-5-2004)
-La
sangría de los agregados (20-5-2004)
-No
hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer
de las publicaciones internas (26-5-2004)
-El
truco (30-5-2004)
-El
Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar
dentro con el corazón fuera (1-6-2004)
-Automóvil
para todos (4-6-2004)
-La
guillotina (5-6-2004)
-Más, más
dinero (7-6-2004)
-La pobreza del
Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados
ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse
a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote
misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración
(15-6-2004)
-Hacerte mayor
(17-6-2004)
-La suerte de
tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más
sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de
los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada
(21-6-2004)
-Una casa que
no es tu casa (22-6-2004)
-La toalla
(23-6-2004)
-Vaya cara
(25-6-2004)
-Calzador de
dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico
para Isidoro (28-6-2004)
-El "ejemplo"
de un mayor (29-6-2004)
-El cadenal
Herrera no autorizaba al Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe
de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para
perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío
Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho
(11-7-2004)
-Los ricos accionistas
(13-7-2004)
-Usar y tirar
(16-7-2004)
-Los ojos de los
directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor
(20-7-2004)
-Dulcísimo
precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio
(24-7-2004)
-El opus pierde
500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos
agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño
(6-8-2004)
-El santo polivalente
(9-8-2004)
-Miedo a los directores (16-8-2004)
-Las sombras dolientes (20-8-2004)
-Atraer a los populares (25-8-2004)
-Vocación de segunda
(27-8-2004)
-La cabeza y el corazón
(29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad (1-9-2004)
-El control anual de la mente
(3-9-2004)
-Un efímero cumpleaños
a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores graves (29-9-2004)
-El gheto de los agregados viudos
(4-10-2004)
-La travesía
del desierto (13-10-2004)
-El beso
(17-10-2004)
-Medallero
(22-10-2004)
-Malas notas
(27-10-2004)
-Intención
sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas
los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos
(5-11-2004)
-El ombligo del
mundo (14-11-2004)
-El magnetofón
del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada
(26-11-2004)
-El misterio
de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito
MIEDO A LOS DIRECTORES
Dentro de la obra se nos solía decir que una de las
peores tentaciones que podíamos tener era la del miedo
a los directores. La afirmación se basaba en frases
del fundador y se nos aseguraba que en el opus todo tenía
arreglo, cosa que, pasado el tiempo, no tenía ninguna
base.
Desde que comencé a escribir en 'opuslibros.com', toda
mi vida se ha revuelto. Me explico, he pensado una y otra
vez en lo que he vivido durante los casi 34 años dentro
de la obra y he llegado a la conclusión de que los
directores no querían nuestro bien, sino sacarnos todo
el partido posible en lo económico, dominar nuestra
mente, separarnos de nuestras familias y cortar con los que
fueron nuestros amigos desde la infancia y primeros estudios
para sustituirlos por esa que se decía "nuestra
familia", que de esto tenía poco, y de "los
auténticos amigos", a los que se añadía
el calificativo de "hermanos", que es totalmente
falso. No hay más que ver que, una vez que te vas,
miran para otra parte o para el cielo para no encontrarse
contigo.
El otro día tuve una reunión con un grupo de
"ahora realmente amigos", a los que invité
a cenar. En un determinado momento, uno de ellos exclamó:
"Esto es lo que hubiéramos hecho en la obra si
nos hubiera tratado con el mismo cariño de los primeros
momentos". Sin darnos cuenta, la conversación
se había prolongado hasta la una y media de la mañana.
Señal de que estábamos a gusto.
Cuando entras en la obra todo es muy agradable. Existe un
ji jí y un ja ja. Percibes que estás en el sitio
que había soñado desde que eras pequeño.
Yo pité con 20 años recién cumplidos,
cuando estudiaba la carrera de Derecho. ¡Qué
bien se respiraba en la conversación con Martincho
el director del centro de General Oráa, 5 por el que
iba en 1965! Qué alegría que en la misma noche
del 19 de marzo de ese mismo año se hiciera de la obra
otro de mi curso, que ahora firma en esta web con el seudónimo
de 'Harto', señal de que también lo ha dejado.
Volverle a encontrar ha sido una de las grandes satisfacciones
en mi vida de estos últimos años. ¿Verdad
que sí compañero?
Fue un espejismo. Esa satisfacción me duró poco.
Pronto descubrí que la obra no era un camino de rosas,
sino de muchos intereses, en los que los directores tenían
una parte importante de protagonismo. No obstante, yo perseveré,
pues había dado una palabra a Dios y no estaba dispuesto
a que por mí se rompiera a la primeras de cambio.
En efecto, una serie de directores que tuve después
de Martincho me desmostraron que muchos de ellos tenían
poco corazón y lo justificaban invitándome a
gobernarme más por la cabeza, cuando en realidad trataban
de autojustificarse. Por cierto, durante mi estancia en el
centro Vitrubio,3 en la temporada 1965-66 coincidí
con Alberto Moncada, que era un residente más y aún
no se había ido del entonces instituto secular, aunque
al fundador no le gustaba esta denominación.
Los casos más clamorosos de ejemplo de "miedo
a los directores" me ocurrieron, sobre todo, con Paco
y Oscar, director y secretario del centro Recoletos, 5, el
primero que tuve cuando pasé de numerario a oblato
(hoy agregado) en el curso 1966-67. Aquella temporada tuve
miedo de Paco y así lo comenté en la charla
fraterna. Nos daba gritos como señal de autoridad.
Se me argumentaba que él era así, pero yo argumentaba
para mis adentros que el "miedo a los directores"
tenía una base real.
No se me puede olvidar. Aquella temporada el que llevaba mi
charla era Oscar, otro "personaje" a incluir en
los de "miedo a los directores". En una convivencia
anual de la obra en la residencia de ingenieros del pantano
de la Fuensanta, entre las provincias españolas de
Albacete y Murcia, se me ocurrió gastarle una broma
junto con otros de los participantes en el curso. La respuesta
fue insultarnos y decirnos que "éramos como novicias".
No se me ha olvidado la frase. Claro, era el director y se
lo podía permitir. Yo tragaba, pensando que iba a desaparecer
del centro, como así sucedió. Con el paso de
los años, he visto que mi "miedo al director"
era cierto. Estando un verano de la década de los noventa
para comenzar un curso anual en el Colegio Mayor Ayete de
San Sebastián, no me había dado cuenta que estaba
aquel Oscar como director. Por supuesto que el no saludó.
Y cuando yo lo hice, no tuvo ni un detalle de cariño.
Muy bien. Muy bien.
El tiempo que pasé dentro de la obra me hace recordar
a uno de los máximos responsables de la obra en España
durante las décadas de los años sesenta, setenta
y ochenta. Tanto duró. No eran frecuentes las tertulias
con este director, pero cuando venía te quedaba recuerdo
para rato. No es una expresión metafórica, puesto
que una de sus bromas especiales eran unos tortazos. Era una
broma, pensabas para tus adentros. No podías ser susceptible.
Lo malo de todo es que este "personaje" pocas sonrisas
soltaba. Que Dios le perdone. Un ejemplo de "miedo al
director".
Algunas veces yo era tan ingenuo que pensaba que los directores
tenían una gracia especial para conocernos. Acertaban
plenamente en los consejos que te daban, y, sin darte cuenta,
hasta atribuías sus palabras a una ayuda del Espíritu
Santo. Como que no hacían informes sobre tu vida, hecho
sobre el que ahora me rebelo. No se paraban en utilizar toda
clase de artes con tal de descubrir todas tus intimidades.
No tenían corazón. Lo demostraron los directores
cuando una y otra vez yo les entregaba mensualmente casi todo
mi sueldo (unos dos tercios) y ellos en cambio, cada vez que
pedía un dinero para poder arreglar las cosas de la
casa donde vivía, ellos me negaban cualquier cantidad,
bueno no me negaban, siempre utilizaban cualquier pretexto
para retrasar la petición, que al final no se cumplía.
Mi interior se estaba convirtiendo en una caldera a punto
de explotar ante tales hechos. Eso sí, ellos arreglaban
y requetearreglaban su casa cada año, mientras no se
nos concedía a los demás. Pasado el tiempo he
visto que se basaban en el hecho de que mi familia gozaba
de una situación de clase media. Por ello, decidí
que no me volvían a engañar, como así
ha sucedido, al haberme ido de la obra.
Existían meditaciones u charlas de los sacerdotes en
las que se nos invitaba a los que entonces éramos de
la obra a vivir la sinceridad salvaje y no ocultar nada. No
se me olvidarán los paseos que, en algunas ocasiones,
daba con los sacerdotes de los cursos anuales y éste
me preguntaba con todo descaro por la sexualidad. Otro caso
de "miedo a los directores". ¿Qué
pretendían? En la obra dicen que el sexto mandamiento
es el sexto, pero, una vez vivida la experiencia, he llegado
a la conlusión de que para ellos sino es el primero,
está muy cercano a ser el primero.
LAS SOMBRAS DOLIENTES
En el opus dei existen una serie de personas que llevan su
dolor con dignidad y que, sin embargo, los que les rodean
saben muy poco de ellos, aunque se les note el sufrimiento
en la cara. Cuando los de la calle les ven, comentan: "este
sufre mucho". Hoy voy a narrar tres casos, de los que
dos los he vivido y el tercero, aparece en los "libros
silenciados" de opuslibros.com.
Ya he comentado alguna vez que llevo haciendo información
religiosa desde el 14 de mayo de 1973. Por ello, he conocido
la actividad de la Conferencia Episcopal Española y
los que trabajan en sus dependencias. Uno de ellos fue --ya
no vive-- don Alfredo García Suárez, que era
director espiritual de la obra en España cuando pité
el 19 de marzo de 1965. Yo le profesaba un gran cariño,
pero pocas veces pude dialogar con él.
Los últimos años de la vida de Don Alfredo García
Suárez trascurrieron en gran parte en las oficinas
de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis
del Episcopado español, donde era uno de los expertos
que allí trabajaban. Le veía muchas mañanas,
cuando me acercaba a informar como periodista, paseando por
los pasillos mientras rezaba el rosario muy concentrado en
lo que tenía entre sus manos. Otro empleado de la Casa
de la Iglesia me comentó: "Cuánto sufre
ese sacerdote. Se le nota"
Don Alfredo no vivía en una residencia de numerarios
del Opus Dei, sino con el obispo emérito de Segovia,
monseñor Antonio Palenzuela, que, en su día,
fue presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza
y Catequesis. Se notaba que sufría. Yo tenía
contactos con directores de la Obra tanto de la Comisión
Regional, la Delegación del Madrid Oeste o en mi centro.
Nadie me dio ninguna pista sobre lo que le sucedía.
Solo se veía que estaba solo.
Esa no residencia en un centro de la obra no fue obstáculo
para que, a su muerte, algunos periódicos españoles
de tirada nacional incluyeran grandes esquelas firmadas por
la vicaría regional del Opus Dei en España en
las que se anunciaban los funerales en iglesias regentadas
por sacerdotes la prelatura. Había muerto, por lo visto,
dentro de la obra. Me han quedado muchas preguntas sobre su
vida y por qué vivía fuera de un centro, siendo
como era sacerdote numerario. Yo creí que no me conocía
y alguna vez me dijo: "Hola Nacho". Luego no hubo
más conversación. Eso es lo máximo que
recuerdo.
Preparando este artículo, he encontrado en el boletín
'Romana' del primer semestre de 2000, una reseña sobre
el fallecimiento de Don Antonio Ruiz Retegui, algunos de cuyos
libros se encuentran silenciados, aunque se reproduzcan en
el apartado correspondiente
de 'opuslibros.com'. Me he enterado que nació en San
Fernando (Cádiz, España) el 7 de septiembre
de 1945. Por lo tanto he tenido la suerte de nacer en ese
mismo año. Yo también soy de 1945.
La reseña de 'Romana' dice que acabó sus estudios
de Física en 1967, año en que se trasladó
a Roma, donde obtuvo el doctorado en Teología. Recibió
la ordenación sacerdotal el 15 de agosto de 1971. Se
añade que durante años trabajó como profesor
y capellán en la Universidad de Navarra y profesor
de Teología Dogmática en la Pontificia Universidad
de la Santa Cruz (en aquella época no tenía
este rango) en Roma. En 1990 se trasladó a Madrid atendió
"una ingente labor pastoral". Sus funerales fueron
oficiados por el vicario regional (en vocabulario interno
consiliario) de la obra en España.
Sin embargo, el texto de la prelatura no habla de las diferencias
que tuvo Ruiz Retegui dentro de la obra. Así queda
puesto de manifiesto en un artículo
en opuslibrso.com de Jacinto Choza, ex profesor de la Universidad
de Navarra y compañero de tertulia de don Antonio Ruiz
Retegui. Por lo que se ve, no pasaba nada. Sus funerales fueron
oficiados por el vicario regional (en vocabulario interno
consiliario) de la obra en España. Sí señor,
muy bien cubiertas las apariencias.
Por circunstancias de la vida, tuve la ocasión de tratar
a Agustín Thomas Moreno, un supernumerario del Opus
Dei que conoció al fundador, hoy San Josemaría,
el Santo de lo Ordinario y el que llamo "Santo
Polívalente" y "Santo Marqués
de Peralta", en 1935. En diversas ocasiones, Agustín
me contó cosas de aquellos primeros años, cuando
la obra tenía una residencia en la calle Ferraz, antes
de trasladarse a otra en la misma calle, que fue destruida
durante los primeros momentos del asalto al Cuartel de la
Montaña de Madrid, en los primeros años de la
Guerra Civil en 1936.
Agustín Thomas --no sé si vive-- había
llegado al fundador de la Obra aconsejado por su entonces
confesor, don Blas Romero, en 1935. Insistí varias
veces en el centro del Opus Dei para que se le tomara narración
de lo vivido, pero nadie me hizo caso. No le he visto tampoco
citado en ninguna publicación oficial. Era un caballero.
No se daba importancia y lo llevaba con dignidad. Debo aclarar
que Agustín visitó varias veces al fundador
y perdió todo contacto, hasta que volvió en
1975 y escribió la carta de admisión como supernumerario.
Son tres casos de lo que se pueden llamar "sombras dolientes".
¿Se dan cuenta los directores de la obra la cantidad
de personas que sufren en silencio las incomprensiones de
otros cercanos, a los que llaman "hermanos"? Aquí
he citado tres casos. Seguro que existen muchos más.
ATRAER A LOS POPULARES
El 'Santo Marqués de Peralta', San Josemaría,
solía decir que había llevar a Cristo a la cima
de todas las actividades humanas. De ahí que insistiera
una y otra vez en la importancia de "tratar" apostólicamente
a personas que tuviera un peso específico en la vida
pública, como son los actores, los que participan del
mundo cinematográfico, los toreros, los futbolistas,
los escritores y las personas que intervienen en programas
de televisión.
Por experiencia sé que lo que diga un personaje popular
sobre algo tiene un gran impacto en la opinión pública.
Durante mi pertenencia a la obra, alguna vez se me dijo que
eso era tan apostolado
de la opinión pública como el de los
periodistas.
Esto, en parte, se ha cumplido en algunos momentos de la historia
de la obra, pero no siempre con los resultados que hubieran
deseado los directores de la hoy prelatura o de las personas
que quisieron "tratar" a esos populares. Citemos
algunos casos de los que tengo constancia.
En un determinado momento 'Crónica', revista de los
hombres del opus dei, publicó un artículo titulado
'Primera división', en el que se refería a un
momento del Club de Futbol Betis Balompié de Sevilla,
en el que se llegaron a juntar dos supernumerarios, un agregado
(entonces denominado oblato) y un sacerdote capellán,
durante el final de los años sesenta.
Uno de los que participaban de ese grupo era un defensa que
llegó a jugar en la selección nacional de fútbol.
Era un jugador brusco en sus movimientos que con el tiempo
pasó a otro gran club, el Valencia, en el que jugó
como defensa izquierdo, tras ser traspasado por una elevada
suma de dinero. Al poco tiempo de llegar a este club abandonó
la obra y se casó. ¿Quién recibió
el dinero del traspaso? Es un asunto que siempre m he preguntado.
No tengo respuesta. Quien entienda de fútbol sabrá
que me estoy refiriendo a Antón. También es
conocida la relación que han tenido con el opus dei
los ex presidentes del Club de Fútbol Barcelona Josep
Lluis Núñez y Joan Gaspar. Ambos han sido cooperadores.
Uno los toreros que mayor importancia ha tenido en la España
del siglo XX fue Antonio Mejías, conocido como 'Antonio
Bienvenida', y que debía esta apellido a ser el apodo
de toda su familia. Murió a consecuencia de un golpe
dado por una vaquilla durante una tienta de reses. Era supernumerario
del opus dei, lo mismo que Alvaro Domecq Díez, uno
de los grandes rejoneadores o toreros a caballo, que aún
vive y hoy posee una importante ganadería de toros
bravos denominada 'Torrestrella'. A Alvaro Domecq Díez,
cabeza de una familia de rejoneadores, se debe la finca 'Pozoalbero',
casa de retiros espirituales y de convivencias de la obra
en las cercanías de Jerez de la Frontera, pues está
construida en unos antiguos terrenos suyos. En esta finca
estuvo el fundador de la obra durante sus dos meses de catequesis
en 1972.
La revista 'Crónica' informó en otro momento
que se había celebrado una convivencia para toreros,
en la que en una de las fotografías podía verse
a Antonio Ordóñez, uno de los grandes toreros
de todos los tiempos, que no llegó a hacerse de la
obra, junto a Alvaro Domecq Díez y algún banderillero,
que luego no perseveró. No se me olvida que durante
la segunda reunión de la Asociación de Amigos
de la Universidad de Navarra, celebrada en septiembre de 1967,
se celebró una corrida de toros en la plaza de toros
de Pamplona, con el fn de recaudar fondos. Actuaron algunas
de las principales figuras de aquel momento. El hecho se difundió
en la prensa nacional y algunas revistas.
Una de las grandes figuras del atletismo español de
todos los tiempos fue el saltador de longitud y de triple
salto Luis Felipe Areta Sampériz, hoy sacerdote numerario,
que participó en los Juegos Olímpicos de Roma.
En su época de secretario del Centro Vitrubio intentó
atraer a algunos atletas, de los que solo uno se hizo de la
obra, pero abandonó al poco tiempo.
En el mundo del atletismo, existe Jesús Angel García
Bragado, un condecorado atleta de 50 kilómetros marcha,
que fue agregado y hoy no pertenece a la obra. Lo curioso
de su centro, me comentó otro ex, fue que durante un
tiempo se hablaba en las tertulias de sus conquistas deportivas.
En el momento que se fue, pasó a ser ignorado.
Una de las primeras películas que se hicieron del Intituto
Tajamar en los años sesenta estuvo dirigida por Antonio
Mercero, que entonces era de la obra. Con el tiempo la abandonó
y ha realizado series televisivas de gran éxito, junto
a algunas películas de gran acogida en las salas de
cines comerciales.
En televisión española hubo en los años
setenta un presentador de programas musicales que llegó
a Madrid procedente de Sevilla. Era agregado. Al poco tiempo
de llegar a la capital de España, abandonó.
Una actriz de gran éxito en los años cuarenta
y cincuenta fue Catalina Bárcena, que se confesaba
con sacerdotes de la Basílica Pontificia de San Miguel,
regentada por el opus dei. Uno de sus herederos explicó
hace poco, al presentar sus cartas con el literato Gregorio
Martínez Sierra, que los referidos clérigos
le habían aconsejado destruir la correspondencia, pues
aquel estaba casado. Sin embargo, Catalina Bárcena
se negó. Con el tiempo estos escritos se han publicado.
VOCACIÓN DE SEGUNDA
Desde que llegué al opus dei se me enseñó
que en la obra existía un solo puchero, del que todos
(numerarios, agregados, supernumerarios y sociedad sacerdotal
de la Santa Cruz) sacaban provecho. Era, se nos decía,
una única vocación. Todas tenían un origen
divino. Sin embargo, despues de haber vivido intensamente
mi entrega durante casi 34 años, he llegado a la conclusión
de que tal frase es mera teoría y los hechos demuestran
que no es el mismo trato para unos que para otros.
El director del centro donde pité como numerario en
un principio, al que ya me refería en otro de mis artículos,
me comentaba entonces que los numerarios era los que gobernaban
el opus dei e incluso, tras una pregunta mía, aseguró
que eran como la sangre para cualquier cuerpo. Pienso que
eso no lo hubiera afirmado tan tajantemente si se hubiera
enterado que posteriormente yo iba a pasar a ser agregado
(entonces la denominación era la de oblato).
Una vez más, me he entretenido leyendo el boletín
'Romana' de la prelatura. De los ejemplares que figuran en
Internet se llega a la conclusión de que existe una
iglesia pública de primera para las ordenaciones sacerdotales
de los numerarios y otras de otro tipo para los agregados.
Los hechos son los siguientes: el 6 de septiembre de 1998
el prelado, monseñor Echevrría, ordena 3 agregados
en la parroquia de San Alberto Magno, cercana al Instituto
Tajamar de Madrid, y 31 numerarios, el 13 de septiembre, en
la Basílica de San Eugenio de Roma, regalada por la
capital italiana al Papa Pio XII.
En 1999, 11 numerarios son ordenados sacerdotes en San Eugenio
de Roma el 6 de enero; 2 agregados en la Basílica de
San Miguel de Madrid, el 6 de septiembre y 24 numerarios en
San Eugenio el 12 del mismo mes. En la misma basílica,
se ordenan diáconos 11 numerarios el 11 de diciembre.
Los 11 diáconos numerarios son ordenados sacerdotes
en San Eugenio el 28 de marzo de 2000. Este mismo año,
el 2 de septiembre, en la Basílica de San Miguel de
Madrid se ordenan sacerdotes 3 agregados, y el 9 de septiembre,
18 numerarios, en San Eugenio.
La Basílica de San Eugenio de Roma es el lugar habitual
de las ordenaciones de sacerdotes numerarios. Así sucede
el 2 de junio de 2001 (10 numerarios); el 6 de octubre del
mismo año (24 numerarios) y el 31 de mayo de 2003.
La excepción tuvo lugar el 1 de septiembre de 2002
con 37 numerarios ordenados en Torreciudad. Ese año
los agregados fueron ordenados en la Parroquia de San Miguel
de Pamplona.
Lo que acabo de escribir es un detalle más del clasismo
que existe dentro de la obra. ¿No se decía que
había un solo puchero y que todos eran iguales? En
un artículo publicado en opuslibros.com, firmado por
Amapola, se decía que las numerarias auxiliares debían
tratar a las numerarias como señoritas. Vamos que en
el mismo sistema clasista que existía en la España
de 1950. Claro en el opus se evoluciona muchísimo.
Están al día.
Es frecuente que si un agregado se encuentra en su centro
en el que existe una residencia de numerarios tenga que ir
a la calle si es que desea tomar un café o una bebida
refrescante a media tarde. En mis casi 34 años dentro
de la Prelatura contadas veces se me invitó a merendar
con los "hermanos" numerarios o se me ofreció
la posibilidad de acercarme al comedor de ellos. De ahí
que se produzcan casos como los que describí en un
artículo anterior mío en el Colegio Mayor Ayete
de San Sebastián, donde para ir a la piscina, no se
podía ir en línea recta, pues había que
atravesar una residencia de numerarios. Había que salir
al jardín y hacer un recorrido de curva.
Las personas que suelen servir habitualmente los aperitivos
o las meriendas en los centros de agregados suelen ser precisamente
los designados por el consejo local entre los mismos agregados
que frecuentan el apeadero. Un caso clamoroso se suele producir
los 2 de octubre, fiesta de la fundación del opus.
En el centro Amaniel al que pertenecí yo hasta el 28
de octubre de 1998, se solía traer una bandeja llena
de langostinos, que al final terminaban sobrando. A ello se
unía la buena voluntad del correspondiente encargado
que, algunas veces, traía cosas hechas en su domicilio
familiar.
Los centros de numerarios --no sé si siguen igual--
eran diferentes. La Administración del centro tenía
un equipo de numerarias auxiliares que dejaba primero un carrito
con las bebidas --nada de alcohol, fuera de la cerveza-- y
unos aperitivos, muchas veces elaborados especialmente. De
ahí que cuando habitualmente un agregado va a una convivencia
en un centro con Administración de la obra, lo pasa
especialmente bien en las comidas. El nivel baja mucho si
el lugar del curso anual o curso de retiro es en una casa
sin Administración de la obra.
Los centros de numerarios disponen de un armario con las publicaciones
internas. Un agregado no dispone de un adelanto como el que
he citado y debe ir al centro de numerarios, si es que desea
leer ´'Crónica' u 'Obras', las dos publicaciones
internas, o leer los diversos tomos de Meditaciones internas
de la obra. La mayor parte de los centros de agregados no
disponen de sagrario con el Señor.
Un caso especialmente de relieve me sucedió un año
durante una convivencia en la casa de Retiros de La Pililla,
cercana a Piedralaves (Ávila, España). Aquel
mes de julio pasé tanto calor que yo, que habitaba
en la habitación denominada con la letra 'Ñ'
, me puse malo. En el techo de mi habitación se enontraba
el tejado de la casa, por lo que al dar el sol se convertía
en un horno. El médico aconsejó que dejara aquel
lugar y pasara a una habitación más fresca con
cama con dosel y un cuarto de baño propio que se encontraba
vacía. Así lo hice, pero una vez que me curé
se me invitó a volver al primitivo lugar. La habitación
de la cama con dosel siguió quedando vacía,
naturalmente.
Existen muchos más datos que puedo narrar. Igual los
cuento otro día. Solo dejo constancia que el tiempo
que permanecí en la obra lo hice en una "vocación
de segunda".
LA CABEZA Y EL CORAZÓN
Se suele decir en la obra que los que perseveran son los que
tienen la cabeza asentada en la prelatura. Se desprecia a
los que tienen corazón y se indica a la gente que solo
por el corazón no se puede permanecer en una institución
como ésta. Pues bien, vista la experiencia que he tenido
despues de casi 34 años dentro, puedo decir que yo
me fui con el corazón mucho antes que por la cabeza.
Los primeros veinte años en el opus fueron muy felices,
salvo escenas dolorosas como el mal trato que recibíamos
los agregados por parte de los directores de los centros en
que estaba entonces. Uno de ellos, presumía de ser
pariente de Don Alvaro, con todo el respeto para el número
2 del 'Santo Marqués de Peralta' y el 'Santo Polivalente'
y guardaba la correspondiente distancia con nostros, pues
parecía de otra raza. Aquella era la época en
que, para perseverar, tocaba renovar en público los
votos de pobreza, castidad y obediencia en la misa del día
19 de marzo, nos dábamos cuenta de los que se iban
fuera del opus. Al final, de 80 agregados universitarios que
en los años sesenta del pasado siglo estábamos
en Recoletos 5, hoy en día son poco más de 5
los que continuan, y a ello hay que añadir el sacerdote,
que también se fue, acompañado de otros 8 no
solo de nuestro centro sino de otro, como es el llamado Cuatro
Caminos por encontrarse en la Glorieta del mismo nombre de
Madrid.
Algunas de las intervenciones de los directores del centro
de la calle Recoletos 5 nos dolían a todos. Recuerdo
que por aquel tiempo tanto el sacerdote, don Ricardo, como
José Luis, el celador más veterano --que también
se fue-- trataban de quitarnos preocupaciones ante aquellas
embestidas, que así se podían llamar. Yo estaba
muy unido a otros del centro y eso me bastaba. Cuando salíamos
de estudiar de aquel piso íbamos charlando muy alegremente
sobre nuestras cosas. Recuerdo la alegría de Miguel,
un jovencito de 16 años que había pitado de
agregado en el centro de numerarios denominado 'Argüelles'.
Cuando escribo esto, la tengo dentro de mi mente. Éramos
muy felices. Miguel también tardó en irse, como
yo.
Yo luchaba una y otra vez para que mi cabeza fuera lo que
predominara en la obra y no el corazón. Sin embargo,
pienso que, como seres humanos, es una auténtica barbaridad
que no haya corazón entre los del opus. Dentro de la
prelatura se lucha contra lo que se denominan "amistades
particulares". Así me pasó lo que me pasó.
La última tarde de mi estancia en un centro de la obra
había unas cuantas "amistades particulares"
y los demás éramos hojas sueltas de un gran
libro, en el que no había encuadernación.
Aquel cariño que tenía por los del centro Recoletos,
5 con el tiempo pasó a un grupo de supernumerarios
con edades superiores a los 65 años, a muchos de los
cuales casi vi morir. Así fueron 27 años seguidos.
A muchos de ellos aún los recuerdo hasta con las circunstncias
de su muerte. Por eso me dolió tremendamente la muerte
de uno de ellos, soltero de 82 años, que vivía
con sus hermanas, al que nunca los directores de Lima habían
hecho el menor caso, pero que cuando murió, el director
de Lima me preguntó en el funeral quiénes eran
sus hermanas con ánimo de dialogar para obtener el
piso en que vivían en una importante calle de Madrid.
Lo dije anteriormente en otro escrito y lo vuelvo a decir:
¡Qué buitre! Era un especialista en herencias
de viudas y señores y señoras mayores.
La amistad que podía existir entre los agregados se
podía hacer a través del llamado "paseo
semanal" o el diálogo fuera del centro, pero eso
nunca sucedía. Solo nos reuníamos por el llamado
'círculo breve', norma semanal, o las tertulias en
las que invariablemente se hablaba una y otra vez del llamado
'padre', nombre interno con el que se denominaba al primero
presidente y después prelado del opus dei. Lo más
que conseguí fue sacar a pasear a uno de la comisión
regional, que salía poco de la sede de Diego de León,
14 de Madrid. Con éste sí hubo amistad y conocí
a su madre y a su hermana. Con otros del centro esto no sucedía,
pues la mayor parte de ellos, incluido el director --menudo
'buen pastor'-- no conocían a mi familia. En el centro
nos metían mucho rollo, que ellos llamaban doctrina,
igual que sucede en una academia de estudios donde se procura
impartir un programa oficial, sin más calor por las
personas.
Un amigo mío me decía hace poco que él
se fue por el corazón. Nadie le echó una mano
para salir de la falta de cariño que notaba. Lo había
anunciado oficialmente que se iba. Nadie procuró animarle
y le ignoraron. Ellos que tanto hablaban de evitar el "cumpli-miento',
cumplo y miento, lo vivían hasta extremos inconcebibles.
Yo también lo anuncié en las Navidades de 1997
cuando un día me reuní con el "buen pastor",
que para mí no lo fue. Le dije que rezara por mí,
porque me estaba planteando irme. Le indiqué una serie
de puntos que fallaban en el centro 'Amaniel'. No me hizo
caso. El último día tuve conciencia clara, me
iba.
Ya han pasado casi seis años de mi última visita
al centro al que pertenecí. No me arrepiento de haberme
ido. Desde el primer momento de mi marcha, la mayor parte
de los "hermanos" del opus (un 80 por ciento, aproximadamente)
no me saludaron por la calle. Yo no tenía intención
de escribir esta serie de artículos, pero ha sucedido
tantas veces eso de no saludar, que me han provocado a contar
todo esto que he vivido.
Lo que fue salir por el corazón con el tiempo se ha
convertido en salir también por la cabeza. Cada día
tengo más claro que me trataban de controlar por la
cabeza, a través de la dirección espiritual
con el laico. ¡Qué cosas! Le llaman "confidencia"
a lo que es abrir tu alma para que otros se enteren de todas
cosas íntimas y luego se corre entre los directores
y más arriba. Por ello, me reafirmo en mi marcha del
opus dei, aunque haya supuesto volver a partir de cero en
amigos, vida personal y en todo. Ha sido duro, pero, cuando
estoy a punto de cumplir sesenta años, noto que estoy
en una nueva juventud, la de hacer lo que yo quiero y disfrutar
de una vida que durante mi estancia en la obra me negaron.
LAS VELAS DE TORRECIUDAD
En el santuario de Torreciudad, obra corporativa del opus
dei, existe, junto a la explanada, una zona en la que se suelen
depositar velas de distintos tamaños como homenaje
a la Virgen. Lo que pocas personas saben es que esas velas,
cuando cae la tarde y se cierra el santuario, se apagan, pasan
a un contenedor y bien ese mismo día o al siguiente,
son recogidas por empresas especializadas en la fabricación
de estos productos y pasan a reciclarse. Esta práctica
sobre los cirios que se ponen en honor de la Virgen se vive
también en otros grandes santuarios marianos, como
los de Lourdes o Fátima.
A lo largo de mi vida dentro de la obra como agregado hice
curso de retiro dos o tres veces en algunas de las casas que
existen en Torreciudad. Existe una casa especial que solo
habitan los directores de la obra o los responsables del santuario
y dos para los que no tienen esa cualificación dentro
de la prelatura, denominadas éstas últimas 'La
Masada' y 'La Solana'. Claro hablo de las que utilizan los
hombres del opus, pero no a las de las mujeres, que ignoro
totalmente, en virtud de la distancia que existe entre unos
y otras, en virtud de lo establecido por el fundador.
Cada día, cuando se cierran las puertas del santuario
a los visitantes, los que están haciendo un curso de
retiro en esos momentos, suelen salir para dar una vuelta
por la explanada y meditar sobre las palabras de las meditaciones
del sacerdote o la charla del director del curso de retiro.
Ese es el momento en que yo descubrí que se apagaban
las velas dejadas por los visitantes y se tiraban en un contenedor,
que lo suelen recoger los empleados de una empresa especializada.
Se me indicó que el calor de tales velas no lo aguantaban
las edificaciones. Jamás me enteré cuánto
dinero representaba eso para el opus. No creo que sea mucho,
aunque sí ayudará algo.
No cabe duda que el santuario de Torrecudad es un edificio
singular con una buena arquitectura. Una vez que estás
dentro te das cuenta de que el fundador de la obra transmitió
al arquitecto una idea en la que mezclaba lo divino y lo humano.
Está claro que lo divino queda plasmado en las escenas
de la vida de la Virgen. Lo humano es lo que aparece en los
escudos que aparecen en el retablo y que, junto a patronos
e intercesores de la obra, existen escudos nobiliarios, como
corresponden a la llamada "sangre azul" del fundador,
que lo demuestra su solicitud del Marquesado de Peralta, que
le fue concedido.
Cuando escribí el artículo titulado "El
Santo Polivalente" ya propuse que, al igual que
San Francisco de Borja fue denominado "el Santo Duque
de Gandía", San Josemaría fuera denominado
"el Santo Marqués de Peralta". La diferencia
es que aquel renunció a sus títulos nobiliarios
para servir a Cristo, mientras que el fundador del opus, en
nombre de ejercer sus derechos para su familia, cuando estaba
entregado a Dios --el opus es Dei, dicen sus responsables--
solicitó tal rango nobiliario, que luego, una vez concedido
por el Ministerio de Justicia de España, y pasados
unos pocos años, cedió a su hermano Santiago,
que tenía un buen número de hijos. Por cierto,
me ha ayudado amablemente alguno de mi lectores. Cuando escribí
mi artículo sobre "Tio
Santiago" dije que su mujer se llamaba de otra
manera. Lo correcto es "Yoya".
Había nacido el "Santo
Polivalente" en Barbastro en el seno de una familia,
en la que el padre fue una persona arruinada. Ello le provocó
que tuviera que emigrar a otra ciudad y colocarse de empleado
en una empresa para poder sacar adelante a su familia. De
ahí que no entienda ahora por qué esos escudos
nobiliarios que aparecen en el retablo de la Virgen de Torreciudad.
Se hace difícil pensar que tal señor, denominado
internamente "el abuelo", aspirara a ser marqués.
En algunos lugares he leído que en un primer momento
"Josemaría" se llamaba "José
María", se apellidaba 'Escriba" (sin acento
y con b) y no añadía la coletilla de "de
Balaguer", ni tampoco el "y Albás",
cuando en su juventud era conocido como Jose María
Escriba Albás. Podemos decir con toda propiedad, con
lo que acabo de escribir que era "el Santo de lo Ordinario",
como se le llama en una de las páginas web de la prelatura.
El "Santo de lo Ordinario", pero que tenía
delirios de grandeza, digo yo. Pienso que pocas personas habrán
cultivado tanto el "yo" suyo y de su familia como
este "monseñor". Así le conocí
yo en el año 1965. Era monseñor Escrivá
(con acento y con la letra v), de Balaguer. Igual era que
ese Escrivá tenía que sonar como el "Escrivá
de Romaní" de algunos nobles de la época.
Parece que algo de esto influyó en su coletilla "de
Balaguer".
El que empezó tratando a duquesas, marquesas y condesas
en el Madrid de los años treinta del siglo XX, eso
sí junto "a las barriadas más pobres"
donde dio formación a miles de chiquillos, con el tiempo
se convirtió en uno más de "sangre azul".
San Josemaría se arrimó tanto a la realidad
doliente, a la de la sangre roja, como vio que las venas por
fuera eran azules, él se convirtió en uno de
"sangre azul". Me gustaría que algunos de
esos miles de chavalillos que fueron atendidos por el fundador
hiciera ahora declaraciones a los periodistas y confirmara
los hechos que se atribuyen al "Santo Marqués
de Peralta". Pocos testimonios de este tipo se conocen.
Por supuesto que esos chiquillos hoy serán muy abuelos
y muchos habrán fallecido.
Ya sé que el fundador decía que las fuentes
de Torreciudad debían tener letreros que dijeran "agua
natural potable" para evitar las llamadas "aguas
milagrosas". En el fondo, era una crítica a otros
santuarios como Lourdes o Fátima, que el "Santo
Polivalente" visitó. Esas botellas cuestan un
dinero en los referidos santuarios. Me pregunto entonces por
qué en un determinado momento se habló de la
llamada "ruta mariana" entre la Basílica
del Pilar, el santuario de Torreciudad y Lourdes. Otra vez
la polivalencia o el aprovecharse del nombre. Perfecto. Qué
listos.
EL CONTROL ANUAL DE LA MENTE
Cuando llega el verano parece que proliferan unos "aspirantes
de periodistas" que envían artículos a
los periódicos en los que se defiende la familia, la
libertad de la Iglesia para pronunciarse sobre los temas que
ellos consideran propios o para regañar a alguien por
haber lanzado una fuerte crítica contra el matrimonio
o la familia o haber atacado a la obra. Así, si se
leen las páginas dedicadas a publicar la opinión
de los lectores de los periódicos abundan este tipo
de opiniones, que muchas veces tienen un origen muy determinado:
los cursos y las convivencias anuales que organiza el opus
en distintas casas de convivencias, hoteles y colegios de
toda España.
En el organigrama de todos los cursos y convivencias anuales
existen charlas fijas, de las que una de ellas es la llamada
del "apostolado de la opinión pública"
y se dice que cualquier ciudadano --y más si es un
fiel cristiano, como son los del opus-- puede colaborar en
la marcha de la sociedad por medio de las cartas a los periódicos.
El hecho de que se publique un texto ya es un éxito
y su autor piensa para sus adentros: "Ya he escrito mi
primer artículo". Con el primer ímpetu,
algunos de esos "espontáneos" luego continúan
durante el resto del año, pero no suele ser lo corriente.
Lo que estoy describiendo tiene un origen más hondo.
Se suele preguntar a los participantes en las convivencias
y cursos anuales si han entendido la citada charla y con cuántas
cartas han colaborado. El resultado se lleva a una estadística
que se controla desde la alta dirección de la obra,
a efectos de lograr tener un mayor peso en la sociedad. No
es frecuente, pero, si por casualidad, la carta del escribiente
aparece en otra sección más importante del periódico
se puede llegar a producir una felicitación por parte
de los directores regionales o de delegación.
Pero los cursos anuales o convivencias no solo tratan de aspectos
relacionados con el llamado "apostolado
de la opinión pública". Existen
otros guiones sobre otros temas doctrinales y morales actuales
que sirven para dar "el buen alimento". Así
lo ha llamado internamente alguno de la obra. Desde que me
hice de la obra hasta que salí, un año y otro
estuve escuchando que en el curso anual o en la convivencia
disponíamos de más tiempo para hacer una "charla
fraterna", también llamada "confidencia",
a fondo. Se suele decir que los de la obra "no han de
tener miedo a que les metan los dedos por la boca hasta el
fondo", aludiendo con ello a la necesidad de "descubrir
aquello que no queremos que se sepa" (son frases habituales)
y que "deben saber los directores", porque "son
los que nos pueden orientar". Está claro que viviendo
esa "sinceridad salvaje" la persona que abre su
corazón se encuentra totalmente atada y controlada
no solo por aquel "hermano" o "hermana"
al que se lo ha contado, sino desde más arriba: consejo
local, delegación, comisión e incluso consejo
general, ya que todo es una pirámide.
Confieso que sobre alguna cosa íntima que había
contado en la charla fraterna o "confidencia" luego
me sorprendí en algún momento, porque lo sabían
los directores. Vaya control. Ya lo he dicho otra vez, en
ningún caso cabe atribuírselo a una inspiración
del Espíritu Santo, puesto que se hace informes de
todos los participantes en lo que ellos denominan norma anual.
La situación que estoy comentando en los cursos y convivencias
anuales se puede aplicar también a los llamados 'cursos
de retiro', especie de ejercicios espirituales que viven los
de la obra, aunque en un principio sí se denominaban
"ejercicios espirituales", que así los denominó
quien los escribió, mi santo tocayo Ignacio de Loyola
que, por cierto, no era un "Santo
Polivalente".
Durante los 'cursos de retiro' se suele invitar a los participantes
a hablar con el sacerdote que los predica. Así se puede
producir la situación de "meter los dedos hasta
el fondo" de la persona. Existe una diferencia en los
cursos y convivencias anuales con respecto a los cursos de
retiro. En los primeros se puede producir un mayor control
de la persona, debido a que interviene el laico encargado
de la dirección espiritual, mientras que en el segundo,
al intervenir solo el sacerdote, éste suele aconsejar
a los laicos que digan las cosas fuera de confesión
o le digan las "cosas descubiertas en el sagrario"
a la persona del centro que lleva su charla.
Estos días, alguien ha dicho en la correspondencia
de opuslibros que esto que decimos los que escribimos aquí
es falso. Os puedo decir que todo lo que yo he escrito desde
que comencé a colaborar es rigurosamente cierto y lo
he vivido en mis propias carnes. Después de haberlo
experimentado varias veces, te resistes a entrar en ese juego.
Así me sucedió en los últimos años
de mi vida en la prelatura. Por eso, al gozar de mayor libertad,
ahora soy más feliz y no me controlan.
UN EFIMERO CUMPLEAÑOS A LOS
40
En la obra se celebran pocas fiestas fuera de las establecidas
con motivo de los patronos o intercesores o del fundador o
el pitaje de don Alvaro. Supongo que cuando me fui hace cinco
años se habrá añadido otra relacionada
con el actual prelado. Una de esas celebraciones que no se
incluían era la de cumplir 40 años de edad,
que se celebraba a bombo y platillo, como si fuera el programa
"Reina por un día", que se emitía
por televisión española en los años sesenta
y no sé si a los setenta. Creo que en otros países
sucedió algo parecido.
El origen de la fiesta de los 40 años es porque en
un determinado momento de la obra se consideró que
esta edad es la de la madurez y, a partir de ese momento,
la vida estaba mucho más asentada. Sin embargo, la
realidad es muy diferente. Yo me fui del opus con 53 años,
sé de otros que se han ido con 60. Un amigo mío,
que había celebrado los 40 años como numerario
en la obra, seis meses más tarde, se le aconsejó
que la dejara, con el truco de buscarse un nuevo domicilio
para vivir. Como se sabe, lo establecido para los numerarios
es que vivan en residencia.
Como salía de la obra con 53 años, una edad
ya talludita, puedo hablar de cómo fue la celebración
de mis 40 años. Ese día, uno del mes de febrero
de 1985, los de la comisión, la delegación y
el centro "me quisieron demostrar cuánto me querían":
mucho, muchísimo. Días antes hablaron comn mi
madre --antes apenas lo habían hecho-- para pedirle
fotos de mi album familiar y de mis correrías por la
vida. ¡Cuánto me querían! Luego todas
las fotos seleccionadas pasaron a formar parte de una exposición,
una especie de esta es su vida, con la que se decoró
parte del centro donde estaba.
Qué fiesta más bonita. Solo era para los del
centro y los que Nacho Fernández hubiera invitado.
Así aparecieron en la celebración personas a
las que yo había ayudado a pitar, antiguos compañeros
del centro Recoletos 5 y algunos de la comisión y de
la delegación. Quise que ese día algunos directores
de la obra fueran a almorzar a mi casa y así mi madre,
con la que vivía solo desde cuatro años antes,
pudiera participar de la alegria. Fue estupendo. No lo olvidaré.
El día de la celebración en el centro Lima (yo
pertenecía al apeadero General Yagüe 11, 5 K),
fueron tambiien direectores de la comisión y la delegación.
Jaime, un pintor de primera categoría en España
me pintó un cuadro al óleo, que representaba
un burro, con la leyenda 'Nacho es mucho Nacho'. Fue un gran
recuerdo de ese día. Todo se acompañó
con los últimos acontecimientos de la vida de la obra
a cargo de Antonio, secretario de la comisión, canciones
de la obra y de las otras, pero con "mensaje", que
dirían en algunos ambientes religiosos.
Y pasó aquel día. La realidad se hizo presente.
Había vivido en una nube. Yo vivía en el cielo,
pero se me olvidaba que era todo un sueño. Mi 40 cumpleaños
había sido un espejismo. La realidad se imponía.
El cuánto me querían era una frase que sin contenido.
No se podía tener cariño con nadie, ya que podía
ser interpretado como una "amistad particular" y
eso está prohibido en la obra. La realidad era más
cruda. En Lima, centro del que dependía el apeadero,
no se me dejaba entrar en cualquier habitación, pues,
según dos numerarios, llamados Rafael (sacerdote) y
Jose María (el director), más conocido como
Chema, no se podía estar en ella. Eso sí, otros
numerarios como Fernando (también sacerdote) no quería
que yo me quedara en el hall de entrada. Hasta el susodicho
Rafael me invitó a volver a la sala de estar donde
me había echado, cosa que rechacé.
Cuando salí de la obra comprobé la realidad.
Jaime, el pintor, que había abandonado también
la obra, me llamó un día para preguntarme si
seguía teniendo el cuadro del burro de mi 40 cumpleaños.
Le dije que sí. Fue a su estudio y me ofreció
la posibilidad de cambiarlo por otro. Así lo hice.
Hoy tengo uno más actual y, sobre todo, menos que recuerde
al opus. Ahora es uno de los cuadros de mi dormitorio.
Los que tanto querían a mi madre se olvidaron cuando
ésta murió, no solo en el entierro, sino también
en los funerales que fueron oficiados por el secretario de
la Conferencia Episcopal. Ya lo he contado otra vez. Lo sabían
tres personas de la obra, pero ninguna de ellas se lo comunicaron
a los demás. Prefirieron dejarme solo, pues ya no pertenecía
a los que ellos llamaban"su familia", que está
por encima de la de sangre. Eso sí, don Tomás,
el consiliario, me escribió una carta de pésame,
con un tratamiento muy duro, por no habérselo dicho.
Lo mismo hicieron otros del opus, algunos de los cuales habían
mirado para otra parte cuando antes me los había encontrado
por la calle.
Para los que dicen que somos unos murmuradores y dicen que
estamos haciendo daño prefiero contar la realidad.
Así es como quieren en el opus. Lo de mi 40 cumpleaños
había sido efímero, como un espejismo. Por ello,
propongo a los que nos critican les invito a que piensen que
esta es la realidad que una persona ha vivido durante casi
34 años, aunque en algunas etapas me haya visto ciego
por lo que se me presentaba.
COMO LAS BOLAS DE JUGAR
Cuando sales de la obra existe un peligro: que te utilicen
como esas pequeñas bolas que utilizan los niños
para jugar. Ellos hacen un agujero en tierra que cuando yo
era pequeño, hace ya muchos años, denominábamos
"guá" en España. Utilizando un símil
podemos decir que el que sale del opus es la bola y la obra
es un agujero, donde unos consiguen salir y otros no. Los
que consiguen salir de la prelatura tienen el peligro de que
un viento les haga volver al primitivo sitio. Eso es lo que
estos días está quedando reflejado en opiniones
publicadas en opuslibros.
El primer paso que se da cuando sales de la obra es que
los directores te invitan a hacerte cooperador y seguir en
contacto con la prelatura. Esta regla no es fija, puesto que
a mí ni siquiera se me invitó, puesto que el
director de agregados de la delegación de la obra en
Madrid Oeste aseguró que tenía noticias de que
a mí no me interesaba. No se de dónde había
sacado tal opinión este "hermano que me acompañaba
hasta la puerta de salida" de la institución.
Si sigues en contacto con la obra --porque eres cooperador
y aportas dinero o porque rezas por lo fundado por el Santo
marqués de Peralta--, ya estás enganchado con
alfileres. Te encuentras cerca del "guá"
y tienes muchas posibilidades de que vuelvas a caer en el
agujero. Por ello, si has salido de la obra y no quieres volver
a caer en la trampa lo mejor es cortar todo contacto. Ya se
encargarán muchos de ellos en no saludarte por calle
o en olvidarse de tus cumpleaños o santo, como hacían
antes. Calculo que el 80 por ciento de lo que fueron "mis
hermanos" durante los casi 34 años que estuve
en la obra, nunca saluda. De ahí que yo ahora no quiera
contacto con nadie de los que antes tu les saludaban con la
palabra "¡Pax!" y ellos respondían
"¡In aeternum!".
Los que eran "mis amigos" cuando me fui de la obra
pueden haber sido los que revelaron las conversaciones que
tuvieron conmigo y así el director de agregados de
la Delegación de Madrid Oeste tuvo una opinión
que venían de uno de ellos. No se de dónde lo
sacaron, pues no tengo conciencia de haber dicho eso, que
no quería ser cooperador.
Cuando sales de la obra te dan ni el dinero de calderilla
para tomar un autobús de vuelta a tu casa. En mi caso,
el director de agregados, que parecía saber tanto,
ignoraba que un mes antes me había tocado el segundo
premio de la Lotería Nacional de Navidad. Cuando se
lo dije, al irme, me contestó: "Enhorabuena. Ya
conozco a alguien que dice que le ha tocado". Eso sí,
mi inbterlocutor me recordó que tenía que firmar
un papel de liquidación de mis acciones en obras corporativas
o instituciones relacionadas con el opus dei. No lo firmé
y lo dejé para más adelante. Por ello, dudo
qué habrán hecho con mi firma. Que aprenda el
opus de otras instituciuones de la IGlesia que sí ayudan
a los que se salen.
La obra ha sido tan generosa conmigo que en los casi 34 años
que estuve dentro nunca me dieron dinero para contribuir a
los gastos extraordinarios de mi casa, donde yo era uno más.
Esto no son mentiras y falsedades que nos inventamos. Es la
pura realidad. En mi caso, lo más que conseguí
fue que pagaran la mitad de mi último automóvil
--por supuesto utilitario--, que aún uso y eso, después
que me puse muy serio, pues no querían dar nada. Qué
cosas, los que no tenían dinero, en 24 horas consiguieron
un millón de pesetas.
La obra es tan generosa que hasta una vez que solicité
aumentar la cuota para el sostenimiento de mi domicilio familiar,
el director cogió papel y bolígrafo y empezó
a hacer cálculo de lo que percibía, para llegar
a la conclusión de que no me hacía falta. ¡Qué
generosidad! Por lo visto, tenía que vivir de gorra
de mis padres. ¡Vaya cara!
Al hacer la incorporación definitiva como agregado
a la obra debes hacer testamento ológrafo. La única
salida a tu deseo es dejar todo lo que posees a la Universidad
de Navarra, al Colegio Mayor Moncloa o al colegio Tajamar,
por decir tres obras de las que se denominan corporativas.
Por si hubiera alguna duda, te dan una lista de veinte numerarios
del opus dei para que los designes como albaceas que interpreten
tu testamento, en el caso de que fallezcas. A tus padres,
hermanos o instituiones de caridad fuera de la obra no les
queda ni las sobras de la comida.
No entiendo cómo alguien que ha vivido esto y ha sido
director --así se dicen algunos que siguen cantando
las excelencias de la prelatura del Santo Marqués de
Peralta-- puede decir que todo esto que afirmamos es mentira.
Pienso que no ha estado ciego, puesto que por sus manos han
pasado muchos testamentos de agregados o numerarios. Como
se sabe, los supernumerarios no tienen obligación de
hacer testamento cuando hacen la fidelidad.
Estos queridos "escribientes" (seguidores de Escriba,
de joven, pues luego se cambió a Escrivá y añadió
de Balaguer) cerca de volver a entrar en el "guá".
Los que dicen que mentimos es o porque les queda poco para
que le empujen con un soplo o porque son numerarios, agregados
o supernumerarios que escriben al dictado de sus directores
(jefes). A los que están casados les felicito por tener
mujer e hijos que colman sus ansias de felicidad. Si han salido,
¿por qué no se quedaron dentro? ¿No dicen
ellos que fuera de la obra existe el infierno y no se garantiza
la felicidad eterna?
SUPUESTOS PECADORES GRAVES
El fundador de la obra, el Santo Marqués de Peralta,
solía decir que cuando uno se iba de la prelatura y
"abandonaba su vocación", no excusaba de
pecado grave a los demás que habían convivido
con él y no le habían ayudado.
Yo, que estuve casi 34 años en la institución,
padecí de ese sistema de no ayudar al que se lo estaba
pensando. El consejo local, a través del director,
estaba avisado desde diez meses antes y no pusieron los medios
para evitar mi marcha. En ningún momento me sentí
acompañado. Por ello, llego a la conclusión
de que los que estuvieron a mi lado son "supuestos pecadores
graves". Y lo mismo cabrá decir de los "hermanos"
que acompañaron a otros que participan de opuslibros.com.
Estas palabras del fundador son muy graves. Pienso que dentro
del opus se trata de quitarles toda la carga importante que
tienen. Por lo menos, a mí en los dos años que
permanecí en el centro Amaniel nadie me acompañó
a dar el paseo semanal, a hacer la excursión mensual
o irnos a tomar una cerveza en un bar. No había amistad
con los demás y en todo momento me tuvieron abandonado.
Eso sí, en la "emendatio" (breve acusación
de una falta) de los círculos breves semanales se oían
expresiones como "no haber vivido la fraternidad con
los demás de la obra" o cosas parecidas.
El opus es un creador de pecados. Los directores de la obra
suelen decir que numerarios y agregados (célibes) no
pueden ir a una playa "donde se sabe que se ofende a
Cristo". Incluso se dice que el que se salta este consejo
cae en pecado grave, sin que exista parvedad de materia. Por
lo tanto, hay que acusarse de él en la confesión
y el que ha caido en él no puede comulgar, puesto que
se encuentra en pecado grave.
Me encuentro pasando mis vacaciones de verano en La Manga
del Mar Menor. A diario voy a la playa y, siguiendo lo que
se dice en el opus, me encuentro en pecado grave. Me estoy
bañando en el mar donde existen personas que, en algunos
casos, se encuentran desnudos. Entienden que lo más
sano es que la madre naturaleza (el sol, el agua de mar y
la playa salvaje) les invada por todos sus poros. ¡Qué
imagen de salud dan! Los de la obra no saben lo que se pierden.
Recuerdo que una vez, durante un curso anual en el colegio
mayor Ayete de San Sebastián, un grupo de asistentes
decidió que iban a ir a una playa que se encontraba
aislada y a la que solo se accedía por vía marítima.
La sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar, observaron
que allí había personas desnudas. ¡Vaya
escándalo! Inmediatamente decidieron dar marcha atrás
e irse a un lugar rocoso o solitario, donde no pudieran ponerse
en ocasión de pecado y luego confesarse de un pecado
grave. Vamos, que huyeron de la tentación de la carne.
A los supernumerarios se les avisa con tiempo de que planifiquen
sus vacaciones, para no ir a lugares de playa, donde se cometen
tantos pecados. Si tienen hijos que pueden incorporarse a
la obra, se les advierte de los efectos funestos de acudir
a tale sitios. Esto no lo saben la mayor parte de los supernumerarios.
Ya he dicho que el opus teoriza o "fabrica" pecados
en los que caen los hombres. Este es el caso de los televisores
en los centros de la obra. Este electrodoméstico se
encuentra aislado y el acceso se encuentra cerrado por una
cerradura, cuya lleve solo tiene el director. Cuando yo me
fui, solo se podían ver los telediarios y, en algunos
casos, en pleno programa informativo de noticias, se apagaba,
puesto que había salido una escena menos conveniente
--una mujer en bikini-- que podía hacer caer en pecado
grave. Ah, se me olvidaba, las veces que vino el Papa a España
siempre se pudo ver la televisión. Claro, no había
ocasión de pecado grave. Incluso en la última,
el director espiritual de la delegación de Madrid Oeste
participó como comentarista en la retransmisión
televisiva. Así llegábamos al cielo directamente.
Está claro que los de la obra, sobre todo numerarios
y agregados, "están en medio del mundo".
Sí, como en una burbuja. No participan de las inquietudes
de los demás y, casi ninguno de ellos salvo excepciones,
van a los locales comerciales cinematográficos. Pueden
caer en tentación. Yo, cuando dejé la obra el
28 de octubre de 1998, pude volver al cine, cosa que no hacía
desde el 19 de marzo de 1965. Sí es cierto. Se me olvidaba
que numerarios y agregados ven películas en video en
los centros. Eso sí, convenientemente censuradas. Y
si se produce un beso entre los protagonistas, se apaga momentáneamente
la película. Tal censura ha sido establecida previamente
por el director y el sacerdote que han tenido una proyección
privada. No estoy hablando de 1965, sino de 1998. Esto lo
ocultan esa "pandilla" que de vez en cuando nos
obsequian con sus lindezas, diciendo que todo es mentira.
La semana pasada se ordenó el nuevo arzobispo de Tarragona,
el sacerdote numerario Jaume Pujol. Existen muchas experiencias
con los "supuestos pecados" que crea el opus. Espero
que su doctrina no se traslade a los fieles de la calle. Yo
me he confesado fuera de la obra de cosas que decía
a los sacerdotes de la prelatura y me han dicho que eso no
era ni grave ni pecado. Por ello, temo que la doctrina que
imparta sea como la que acabo de describir y cunda entre la
población española. Vamos, que tiemblo.
EL GHETO DE LOS AGREGADOS VIUDOS
He sido agregado durante casi 34 años y, contadas
veces, tuve contacto con los llamados "agregados viudos",
que se presentaba dentro de la obra como un caso curioso y
que para mi fue un gheto, como lo son tantas cosas dentro
del opus.
En la obra se suele decir que existe un solo puchero, del
que cada uno saca lo que mejor le viene. Parece que es una
gran familia en la que todos son muy amigos y hermanos de
todos, pero la realidad es que contadas veces un compartimento
determinado se relaciona con los demás. Así
puede suceder, como a mÍ me ocurrió, que uno
de la obra desconozca completamente a alguno de los numerarios
de su centro. Así sucedió en Amaniel, Lima,
y Monte Esquinza, los últimos centros a los que pertenecí.
Pero lo que es más grave es el caso de los llamados
'agregados viudos', unos padres de familia que, después
de haber perdido a su mujer, luego deciden -no sé si
a instancia de los directores- hacerse agregados. Si el Santo
Marqués de Peralta hacía unos elogios tan grandes
de la vocación matrimonial, ¿por qué
este cambio? Su situación peculiar -padres con hijos
que educar y sacar adelante- hizo que en Madrid existiera
un único centro para los "agregados viudos".
Antes el nombre era todavía más feo, "oblatos
viudos". ¿Verdad que suena mal?
Ese centro de los "agregados viudos" se denominaba
Villanueva, por estar en la calle del mismo nombre, y en él
residieron algunos numerarios que pueden ser considerados
"pesos pesados" dentro de la obra, como don Francisco
Botella o el pintor Fernando Delapuente, cuyos cuadros existen
algunos centros de la prelatura. Por cierto, este artista
cedió a su muerte un piso de su familia en la ciudad
de Toledo, inmueble que fue la residencia del gran inquisidor
en momentos en los que la Inquisición existía
en España. Pues bien, con el tiempo, ese piso fue el
lugar de la labor de la obra en la citada ciudad castellana.
Para colmo, el sacerdote que lo atendía era don Evencio
Cófreces, agregado de la Sociedad Sacerdotal de la
Santa Cruz y deán de la catedral toledana, hasta su
fallecimiento hace dos años, aproximadamente.
Me he desviado un poco del primitivo lugar. El centro de "agregados
viudos" contaba con miembros distinguidos: el teniente
general Rafael Carrasco, el catedrático Rafael Balbín
(padre del sacerdote numerario Rafael María Balbín)
y Chechu (José María) Tejerizo, un anticuario
de Madrid. En todo el tiempo que estuve dentro de la obra
esos fueron los nombres que me llegaron. Chechu era un frecuente
invitado de tertulias. Sabíamos que había enviudado
a los pocos meses de contraer matrimonio.
Cuando pregunté dentro de la obra por qué siendo
agregados los demás no los conocíamos, siempre
se me respondió que tenían sus situaciones peculiares.
Claro como la mayor parte de los agregados éramos célibes,
su situación era distinta. Nosotros no íbamos
a ver películas en salas comerciales. Ellos sí.
Claro, tenían que educar a sus hijos. La entrega de
todo el sueldo en la caja del centro no creo que se produjera
entre los agregados viudos, por ser por así decirlo
"contra natura".
Lo que se había conseguido dentro de la prelatura era
una especie de gheto. Eran célibes distintos a los
demás. A los agregados se nos pedía entrega
total, siempre adaptada a las circunstancias de cada uno.
Las circunstancias de los viudos eran esas. Que yo recuerde,
salvo las exóticas (perdón si ofendo) tertulias
de Chechu Tejerizo, solo vimos a algunos de ellos en foto.
Por utilizar un vocabulario infantil, se puede decir que los
numerarios se juntaban con los numerarios o con los agregados
si estaban en consejo local, o con los supernumerarios, si
estaban en consejo local o llevaban las charlas de los supernumerarios.
Los agregados (antes oblatos) nos juntábamos con los
agregados, salvo ser del consejo local de supernumerarios
o llevar sus charlas fraternas. Y de los supernumerarios ya
está todo descrito. Todo son ghetos. La barrera de
los no sé cuántos kilómetros con las
mujeres es otro caso. Por más que intento poner buena
voluntad solo me viene a la mente que los "agregados
viudos" (Chechu Tejerizo era una excepción) solo
se juntaban entre ellos, pues no llevaban charlas de otros.
Últimamente la televisión suele hablar de "especies
en peligro de extinción". No se si habrá
cambiado la situación dentro de la obra, pero me da
la impresión que los "agregados viudos" son
una "especie en peligro de extinción". Una
de las últimas cosas que recuerdo de la institución
fueron unas palabras dichas por un agregado que había
pitado en 1956 que se preguntaba: "¿Es que ahora
no pitan obreros?". Se le respondió que en España
la situación económica había evolucionado
y ahora han cursado hasta la enseñanza previa a la
universidad. No me valen esas razones, pues las huelgas de
obreros siguen existiendo y tienen tantos derechos como todos
los demás hijos de Dios.
Una última consideración. ¿Son los agregados
obreros otra especie a extinguir dentro de la prelatura? En
Madrid, el Instituto Tajamar supuso dar carrera a personas
que estaban destinadas a ser obreros. Algunos de ellos son
hoy catedráticos de universidad, después de
haber sido agregados u oblatos del opus dei. Otro día
seguiré.
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