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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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¿EL 'BUEN' PASTOR?

NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años en la obra

-El " Buen Pastor" (4-5-2004)
-La madre de sangre (6-5-2004)
-La sangría de los agregados (20-5-2004)
-No hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer de las publicaciones internas (26-5-2004)
-El truco (30-5-2004)
-El Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar dentro con el corazón fuera (1-6-2004)
-Automóvil para todos (4-6-2004)
-La guillotina (5-6-2004)
-Más, más dinero (7-6-2004)
-La pobreza del Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración (15-6-2004)
-Hacerte mayor (17-6-2004)
-La suerte de tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada (21-6-2004)
-Una casa que no es tu casa (22-6-2004)
-La toalla (23-6-2004)
-Vaya cara (25-6-2004)
-Calzador de dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico para Isidoro (28-6-2004)
-El "ejemplo" de un mayor (29-6-2004)
-El cadenal Herrera no autorizaba al Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho (11-7-2004)
-Los ricos accionistas (13-7-2004)
-Usar y tirar (16-7-2004)
-Los ojos de los directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor (20-7-2004)
-Dulcísimo precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio (24-7-2004)
-El opus pierde 500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño (6-8-2004)
-El santo polivalente (9-8-2004)
-Miedo a los directores (16-8-2004)
-Las sombras dolientes (20-8-2004)
-Atraer a los populares (25-8-2004)
-Vocación de segunda (27-8-2004)
-La cabeza y el corazón (29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad (1-9-2004)
-El control anual de la mente (3-9-2004)
-Un efímero cumpleaños a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores graves (29-9-2004)
-El gheto de los agregados viudos (4-10-2004)
-La travesía del desierto (13-10-2004)
-El beso (17-10-2004)
-Medallero (22-10-2004)
-Malas notas (27-10-2004)
-Intención sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos (5-11-2004)
-El ombligo del mundo (14-11-2004)
-El magnetofón del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada (26-11-2004)
-El misterio de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito

 

MIEDO A LOS DIRECTORES

Dentro de la obra se nos solía decir que una de las peores tentaciones que podíamos tener era la del miedo a los directores. La afirmación se basaba en frases del fundador y se nos aseguraba que en el opus todo tenía arreglo, cosa que, pasado el tiempo, no tenía ninguna base.

Desde que comencé a escribir en 'opuslibros.com', toda mi vida se ha revuelto. Me explico, he pensado una y otra vez en lo que he vivido durante los casi 34 años dentro de la obra y he llegado a la conclusión de que los directores no querían nuestro bien, sino sacarnos todo el partido posible en lo económico, dominar nuestra mente, separarnos de nuestras familias y cortar con los que fueron nuestros amigos desde la infancia y primeros estudios para sustituirlos por esa que se decía "nuestra familia", que de esto tenía poco, y de "los auténticos amigos", a los que se añadía el calificativo de "hermanos", que es totalmente falso. No hay más que ver que, una vez que te vas, miran para otra parte o para el cielo para no encontrarse contigo.

El otro día tuve una reunión con un grupo de "ahora realmente amigos", a los que invité a cenar. En un determinado momento, uno de ellos exclamó: "Esto es lo que hubiéramos hecho en la obra si nos hubiera tratado con el mismo cariño de los primeros momentos". Sin darnos cuenta, la conversación se había prolongado hasta la una y media de la mañana. Señal de que estábamos a gusto.

Cuando entras en la obra todo es muy agradable. Existe un ji jí y un ja ja. Percibes que estás en el sitio que había soñado desde que eras pequeño. Yo pité con 20 años recién cumplidos, cuando estudiaba la carrera de Derecho. ¡Qué bien se respiraba en la conversación con Martincho el director del centro de General Oráa, 5 por el que iba en 1965! Qué alegría que en la misma noche del 19 de marzo de ese mismo año se hiciera de la obra otro de mi curso, que ahora firma en esta web con el seudónimo de 'Harto', señal de que también lo ha dejado. Volverle a encontrar ha sido una de las grandes satisfacciones en mi vida de estos últimos años. ¿Verdad que sí compañero?

Fue un espejismo. Esa satisfacción me duró poco. Pronto descubrí que la obra no era un camino de rosas, sino de muchos intereses, en los que los directores tenían una parte importante de protagonismo. No obstante, yo perseveré, pues había dado una palabra a Dios y no estaba dispuesto a que por mí se rompiera a la primeras de cambio.

En efecto, una serie de directores que tuve después de Martincho me desmostraron que muchos de ellos tenían poco corazón y lo justificaban invitándome a gobernarme más por la cabeza, cuando en realidad trataban de autojustificarse. Por cierto, durante mi estancia en el centro Vitrubio,3 en la temporada 1965-66 coincidí con Alberto Moncada, que era un residente más y aún no se había ido del entonces instituto secular, aunque al fundador no le gustaba esta denominación.

Los casos más clamorosos de ejemplo de "miedo a los directores" me ocurrieron, sobre todo, con Paco y Oscar, director y secretario del centro Recoletos, 5, el primero que tuve cuando pasé de numerario a oblato (hoy agregado) en el curso 1966-67. Aquella temporada tuve miedo de Paco y así lo comenté en la charla fraterna. Nos daba gritos como señal de autoridad. Se me argumentaba que él era así, pero yo argumentaba para mis adentros que el "miedo a los directores" tenía una base real.

No se me puede olvidar. Aquella temporada el que llevaba mi charla era Oscar, otro "personaje" a incluir en los de "miedo a los directores". En una convivencia anual de la obra en la residencia de ingenieros del pantano de la Fuensanta, entre las provincias españolas de Albacete y Murcia, se me ocurrió gastarle una broma junto con otros de los participantes en el curso. La respuesta fue insultarnos y decirnos que "éramos como novicias". No se me ha olvidado la frase. Claro, era el director y se lo podía permitir. Yo tragaba, pensando que iba a desaparecer del centro, como así sucedió. Con el paso de los años, he visto que mi "miedo al director" era cierto. Estando un verano de la década de los noventa para comenzar un curso anual en el Colegio Mayor Ayete de San Sebastián, no me había dado cuenta que estaba aquel Oscar como director. Por supuesto que el no saludó. Y cuando yo lo hice, no tuvo ni un detalle de cariño. Muy bien. Muy bien.

El tiempo que pasé dentro de la obra me hace recordar a uno de los máximos responsables de la obra en España durante las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta. Tanto duró. No eran frecuentes las tertulias con este director, pero cuando venía te quedaba recuerdo para rato. No es una expresión metafórica, puesto que una de sus bromas especiales eran unos tortazos. Era una broma, pensabas para tus adentros. No podías ser susceptible. Lo malo de todo es que este "personaje" pocas sonrisas soltaba. Que Dios le perdone. Un ejemplo de "miedo al director".

Algunas veces yo era tan ingenuo que pensaba que los directores tenían una gracia especial para conocernos. Acertaban plenamente en los consejos que te daban, y, sin darte cuenta, hasta atribuías sus palabras a una ayuda del Espíritu Santo. Como que no hacían informes sobre tu vida, hecho sobre el que ahora me rebelo. No se paraban en utilizar toda clase de artes con tal de descubrir todas tus intimidades.

No tenían corazón. Lo demostraron los directores cuando una y otra vez yo les entregaba mensualmente casi todo mi sueldo (unos dos tercios) y ellos en cambio, cada vez que pedía un dinero para poder arreglar las cosas de la casa donde vivía, ellos me negaban cualquier cantidad, bueno no me negaban, siempre utilizaban cualquier pretexto para retrasar la petición, que al final no se cumplía. Mi interior se estaba convirtiendo en una caldera a punto de explotar ante tales hechos. Eso sí, ellos arreglaban y requetearreglaban su casa cada año, mientras no se nos concedía a los demás. Pasado el tiempo he visto que se basaban en el hecho de que mi familia gozaba de una situación de clase media. Por ello, decidí que no me volvían a engañar, como así ha sucedido, al haberme ido de la obra.

Existían meditaciones u charlas de los sacerdotes en las que se nos invitaba a los que entonces éramos de la obra a vivir la sinceridad salvaje y no ocultar nada. No se me olvidarán los paseos que, en algunas ocasiones, daba con los sacerdotes de los cursos anuales y éste me preguntaba con todo descaro por la sexualidad. Otro caso de "miedo a los directores". ¿Qué pretendían? En la obra dicen que el sexto mandamiento es el sexto, pero, una vez vivida la experiencia, he llegado a la conlusión de que para ellos sino es el primero, está muy cercano a ser el primero.


LAS SOMBRAS DOLIENTES


En el opus dei existen una serie de personas que llevan su dolor con dignidad y que, sin embargo, los que les rodean saben muy poco de ellos, aunque se les note el sufrimiento en la cara. Cuando los de la calle les ven, comentan: "este sufre mucho". Hoy voy a narrar tres casos, de los que dos los he vivido y el tercero, aparece en los "libros silenciados" de opuslibros.com.

Ya he comentado alguna vez que llevo haciendo información religiosa desde el 14 de mayo de 1973. Por ello, he conocido la actividad de la Conferencia Episcopal Española y los que trabajan en sus dependencias. Uno de ellos fue --ya no vive-- don Alfredo García Suárez, que era director espiritual de la obra en España cuando pité el 19 de marzo de 1965. Yo le profesaba un gran cariño, pero pocas veces pude dialogar con él.

Los últimos años de la vida de Don Alfredo García Suárez trascurrieron en gran parte en las oficinas de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis del Episcopado español, donde era uno de los expertos que allí trabajaban. Le veía muchas mañanas, cuando me acercaba a informar como periodista, paseando por los pasillos mientras rezaba el rosario muy concentrado en lo que tenía entre sus manos. Otro empleado de la Casa de la Iglesia me comentó: "Cuánto sufre ese sacerdote. Se le nota"

Don Alfredo no vivía en una residencia de numerarios del Opus Dei, sino con el obispo emérito de Segovia, monseñor Antonio Palenzuela, que, en su día, fue presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. Se notaba que sufría. Yo tenía contactos con directores de la Obra tanto de la Comisión Regional, la Delegación del Madrid Oeste o en mi centro. Nadie me dio ninguna pista sobre lo que le sucedía. Solo se veía que estaba solo.

Esa no residencia en un centro de la obra no fue obstáculo para que, a su muerte, algunos periódicos españoles de tirada nacional incluyeran grandes esquelas firmadas por la vicaría regional del Opus Dei en España en las que se anunciaban los funerales en iglesias regentadas por sacerdotes la prelatura. Había muerto, por lo visto, dentro de la obra. Me han quedado muchas preguntas sobre su vida y por qué vivía fuera de un centro, siendo como era sacerdote numerario. Yo creí que no me conocía y alguna vez me dijo: "Hola Nacho". Luego no hubo más conversación. Eso es lo máximo que recuerdo.

Preparando este artículo, he encontrado en el boletín 'Romana' del primer semestre de 2000, una reseña sobre el fallecimiento de Don Antonio Ruiz Retegui, algunos de cuyos libros se encuentran silenciados, aunque se reproduzcan en el apartado correspondiente de 'opuslibros.com'. Me he enterado que nació en San Fernando (Cádiz, España) el 7 de septiembre de 1945. Por lo tanto he tenido la suerte de nacer en ese mismo año. Yo también soy de 1945.

La reseña de 'Romana' dice que acabó sus estudios de Física en 1967, año en que se trasladó a Roma, donde obtuvo el doctorado en Teología. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de agosto de 1971. Se añade que durante años trabajó como profesor y capellán en la Universidad de Navarra y profesor de Teología Dogmática en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (en aquella época no tenía este rango) en Roma. En 1990 se trasladó a Madrid atendió "una ingente labor pastoral". Sus funerales fueron oficiados por el vicario regional (en vocabulario interno consiliario) de la obra en España.

Sin embargo, el texto de la prelatura no habla de las diferencias que tuvo Ruiz Retegui dentro de la obra. Así queda puesto de manifiesto en un artículo en opuslibrso.com de Jacinto Choza, ex profesor de la Universidad de Navarra y compañero de tertulia de don Antonio Ruiz Retegui. Por lo que se ve, no pasaba nada. Sus funerales fueron oficiados por el vicario regional (en vocabulario interno consiliario) de la obra en España. Sí señor, muy bien cubiertas las apariencias.

Por circunstancias de la vida, tuve la ocasión de tratar a Agustín Thomas Moreno, un supernumerario del Opus Dei que conoció al fundador, hoy San Josemaría, el Santo de lo Ordinario y el que llamo "Santo Polívalente" y "Santo Marqués de Peralta", en 1935. En diversas ocasiones, Agustín me contó cosas de aquellos primeros años, cuando la obra tenía una residencia en la calle Ferraz, antes de trasladarse a otra en la misma calle, que fue destruida durante los primeros momentos del asalto al Cuartel de la Montaña de Madrid, en los primeros años de la Guerra Civil en 1936.

Agustín Thomas --no sé si vive-- había llegado al fundador de la Obra aconsejado por su entonces confesor, don Blas Romero, en 1935. Insistí varias veces en el centro del Opus Dei para que se le tomara narración de lo vivido, pero nadie me hizo caso. No le he visto tampoco citado en ninguna publicación oficial. Era un caballero. No se daba importancia y lo llevaba con dignidad. Debo aclarar que Agustín visitó varias veces al fundador y perdió todo contacto, hasta que volvió en 1975 y escribió la carta de admisión como supernumerario.

Son tres casos de lo que se pueden llamar "sombras dolientes". ¿Se dan cuenta los directores de la obra la cantidad de personas que sufren en silencio las incomprensiones de otros cercanos, a los que llaman "hermanos"? Aquí he citado tres casos. Seguro que existen muchos más.


ATRAER A LOS POPULARES

El 'Santo Marqués de Peralta', San Josemaría, solía decir que había llevar a Cristo a la cima de todas las actividades humanas. De ahí que insistiera una y otra vez en la importancia de "tratar" apostólicamente a personas que tuviera un peso específico en la vida pública, como son los actores, los que participan del mundo cinematográfico, los toreros, los futbolistas, los escritores y las personas que intervienen en programas de televisión.

Por experiencia sé que lo que diga un personaje popular sobre algo tiene un gran impacto en la opinión pública. Durante mi pertenencia a la obra, alguna vez se me dijo que eso era tan apostolado de la opinión pública como el de los periodistas.

Esto, en parte, se ha cumplido en algunos momentos de la historia de la obra, pero no siempre con los resultados que hubieran deseado los directores de la hoy prelatura o de las personas que quisieron "tratar" a esos populares. Citemos algunos casos de los que tengo constancia.

En un determinado momento 'Crónica', revista de los hombres del opus dei, publicó un artículo titulado 'Primera división', en el que se refería a un momento del Club de Futbol Betis Balompié de Sevilla, en el que se llegaron a juntar dos supernumerarios, un agregado (entonces denominado oblato) y un sacerdote capellán, durante el final de los años sesenta.

Uno de los que participaban de ese grupo era un defensa que llegó a jugar en la selección nacional de fútbol. Era un jugador brusco en sus movimientos que con el tiempo pasó a otro gran club, el Valencia, en el que jugó como defensa izquierdo, tras ser traspasado por una elevada suma de dinero. Al poco tiempo de llegar a este club abandonó la obra y se casó. ¿Quién recibió el dinero del traspaso? Es un asunto que siempre m he preguntado. No tengo respuesta. Quien entienda de fútbol sabrá que me estoy refiriendo a Antón. También es conocida la relación que han tenido con el opus dei los ex presidentes del Club de Fútbol Barcelona Josep Lluis Núñez y Joan Gaspar. Ambos han sido cooperadores.

Uno los toreros que mayor importancia ha tenido en la España del siglo XX fue Antonio Mejías, conocido como 'Antonio Bienvenida', y que debía esta apellido a ser el apodo de toda su familia. Murió a consecuencia de un golpe dado por una vaquilla durante una tienta de reses. Era supernumerario del opus dei, lo mismo que Alvaro Domecq Díez, uno de los grandes rejoneadores o toreros a caballo, que aún vive y hoy posee una importante ganadería de toros bravos denominada 'Torrestrella'. A Alvaro Domecq Díez, cabeza de una familia de rejoneadores, se debe la finca 'Pozoalbero', casa de retiros espirituales y de convivencias de la obra en las cercanías de Jerez de la Frontera, pues está construida en unos antiguos terrenos suyos. En esta finca estuvo el fundador de la obra durante sus dos meses de catequesis en 1972.

La revista 'Crónica' informó en otro momento que se había celebrado una convivencia para toreros, en la que en una de las fotografías podía verse a Antonio Ordóñez, uno de los grandes toreros de todos los tiempos, que no llegó a hacerse de la obra, junto a Alvaro Domecq Díez y algún banderillero, que luego no perseveró. No se me olvida que durante la segunda reunión de la Asociación de Amigos de la Universidad de Navarra, celebrada en septiembre de 1967, se celebró una corrida de toros en la plaza de toros de Pamplona, con el fn de recaudar fondos. Actuaron algunas de las principales figuras de aquel momento. El hecho se difundió en la prensa nacional y algunas revistas.

Una de las grandes figuras del atletismo español de todos los tiempos fue el saltador de longitud y de triple salto Luis Felipe Areta Sampériz, hoy sacerdote numerario, que participó en los Juegos Olímpicos de Roma. En su época de secretario del Centro Vitrubio intentó atraer a algunos atletas, de los que solo uno se hizo de la obra, pero abandonó al poco tiempo.

En el mundo del atletismo, existe Jesús Angel García Bragado, un condecorado atleta de 50 kilómetros marcha, que fue agregado y hoy no pertenece a la obra. Lo curioso de su centro, me comentó otro ex, fue que durante un tiempo se hablaba en las tertulias de sus conquistas deportivas. En el momento que se fue, pasó a ser ignorado.

Una de las primeras películas que se hicieron del Intituto Tajamar en los años sesenta estuvo dirigida por Antonio Mercero, que entonces era de la obra. Con el tiempo la abandonó y ha realizado series televisivas de gran éxito, junto a algunas películas de gran acogida en las salas de cines comerciales.

En televisión española hubo en los años setenta un presentador de programas musicales que llegó a Madrid procedente de Sevilla. Era agregado. Al poco tiempo de llegar a la capital de España, abandonó.

Una actriz de gran éxito en los años cuarenta y cincuenta fue Catalina Bárcena, que se confesaba con sacerdotes de la Basílica Pontificia de San Miguel, regentada por el opus dei. Uno de sus herederos explicó hace poco, al presentar sus cartas con el literato Gregorio Martínez Sierra, que los referidos clérigos le habían aconsejado destruir la correspondencia, pues aquel estaba casado. Sin embargo, Catalina Bárcena se negó. Con el tiempo estos escritos se han publicado.


VOCACIÓN DE SEGUNDA

Desde que llegué al opus dei se me enseñó que en la obra existía un solo puchero, del que todos (numerarios, agregados, supernumerarios y sociedad sacerdotal de la Santa Cruz) sacaban provecho. Era, se nos decía, una única vocación. Todas tenían un origen divino. Sin embargo, despues de haber vivido intensamente mi entrega durante casi 34 años, he llegado a la conclusión de que tal frase es mera teoría y los hechos demuestran que no es el mismo trato para unos que para otros.

El director del centro donde pité como numerario en un principio, al que ya me refería en otro de mis artículos, me comentaba entonces que los numerarios era los que gobernaban el opus dei e incluso, tras una pregunta mía, aseguró que eran como la sangre para cualquier cuerpo. Pienso que eso no lo hubiera afirmado tan tajantemente si se hubiera enterado que posteriormente yo iba a pasar a ser agregado (entonces la denominación era la de oblato).

Una vez más, me he entretenido leyendo el boletín 'Romana' de la prelatura. De los ejemplares que figuran en Internet se llega a la conclusión de que existe una iglesia pública de primera para las ordenaciones sacerdotales de los numerarios y otras de otro tipo para los agregados.

Los hechos son los siguientes: el 6 de septiembre de 1998 el prelado, monseñor Echevrría, ordena 3 agregados en la parroquia de San Alberto Magno, cercana al Instituto Tajamar de Madrid, y 31 numerarios, el 13 de septiembre, en la Basílica de San Eugenio de Roma, regalada por la capital italiana al Papa Pio XII.

En 1999, 11 numerarios son ordenados sacerdotes en San Eugenio de Roma el 6 de enero; 2 agregados en la Basílica de San Miguel de Madrid, el 6 de septiembre y 24 numerarios en San Eugenio el 12 del mismo mes. En la misma basílica, se ordenan diáconos 11 numerarios el 11 de diciembre.

Los 11 diáconos numerarios son ordenados sacerdotes en San Eugenio el 28 de marzo de 2000. Este mismo año, el 2 de septiembre, en la Basílica de San Miguel de Madrid se ordenan sacerdotes 3 agregados, y el 9 de septiembre, 18 numerarios, en San Eugenio.

La Basílica de San Eugenio de Roma es el lugar habitual de las ordenaciones de sacerdotes numerarios. Así sucede el 2 de junio de 2001 (10 numerarios); el 6 de octubre del mismo año (24 numerarios) y el 31 de mayo de 2003. La excepción tuvo lugar el 1 de septiembre de 2002 con 37 numerarios ordenados en Torreciudad. Ese año los agregados fueron ordenados en la Parroquia de San Miguel de Pamplona.

Lo que acabo de escribir es un detalle más del clasismo que existe dentro de la obra. ¿No se decía que había un solo puchero y que todos eran iguales? En un artículo publicado en opuslibros.com, firmado por Amapola, se decía que las numerarias auxiliares debían tratar a las numerarias como señoritas. Vamos que en el mismo sistema clasista que existía en la España de 1950. Claro en el opus se evoluciona muchísimo. Están al día.

Es frecuente que si un agregado se encuentra en su centro en el que existe una residencia de numerarios tenga que ir a la calle si es que desea tomar un café o una bebida refrescante a media tarde. En mis casi 34 años dentro de la Prelatura contadas veces se me invitó a merendar con los "hermanos" numerarios o se me ofreció la posibilidad de acercarme al comedor de ellos. De ahí que se produzcan casos como los que describí en un artículo anterior mío en el Colegio Mayor Ayete de San Sebastián, donde para ir a la piscina, no se podía ir en línea recta, pues había que atravesar una residencia de numerarios. Había que salir al jardín y hacer un recorrido de curva.

Las personas que suelen servir habitualmente los aperitivos o las meriendas en los centros de agregados suelen ser precisamente los designados por el consejo local entre los mismos agregados que frecuentan el apeadero. Un caso clamoroso se suele producir los 2 de octubre, fiesta de la fundación del opus. En el centro Amaniel al que pertenecí yo hasta el 28 de octubre de 1998, se solía traer una bandeja llena de langostinos, que al final terminaban sobrando. A ello se unía la buena voluntad del correspondiente encargado que, algunas veces, traía cosas hechas en su domicilio familiar.

Los centros de numerarios --no sé si siguen igual-- eran diferentes. La Administración del centro tenía un equipo de numerarias auxiliares que dejaba primero un carrito con las bebidas --nada de alcohol, fuera de la cerveza-- y unos aperitivos, muchas veces elaborados especialmente. De ahí que cuando habitualmente un agregado va a una convivencia en un centro con Administración de la obra, lo pasa especialmente bien en las comidas. El nivel baja mucho si el lugar del curso anual o curso de retiro es en una casa sin Administración de la obra.

Los centros de numerarios disponen de un armario con las publicaciones internas. Un agregado no dispone de un adelanto como el que he citado y debe ir al centro de numerarios, si es que desea leer ´'Crónica' u 'Obras', las dos publicaciones internas, o leer los diversos tomos de Meditaciones internas de la obra. La mayor parte de los centros de agregados no disponen de sagrario con el Señor.

Un caso especialmente de relieve me sucedió un año durante una convivencia en la casa de Retiros de La Pililla, cercana a Piedralaves (Ávila, España). Aquel mes de julio pasé tanto calor que yo, que habitaba en la habitación denominada con la letra 'Ñ' , me puse malo. En el techo de mi habitación se enontraba el tejado de la casa, por lo que al dar el sol se convertía en un horno. El médico aconsejó que dejara aquel lugar y pasara a una habitación más fresca con cama con dosel y un cuarto de baño propio que se encontraba vacía. Así lo hice, pero una vez que me curé se me invitó a volver al primitivo lugar. La habitación de la cama con dosel siguió quedando vacía, naturalmente.

Existen muchos más datos que puedo narrar. Igual los cuento otro día. Solo dejo constancia que el tiempo que permanecí en la obra lo hice en una "vocación de segunda".


LA CABEZA Y EL CORAZÓN

Se suele decir en la obra que los que perseveran son los que tienen la cabeza asentada en la prelatura. Se desprecia a los que tienen corazón y se indica a la gente que solo por el corazón no se puede permanecer en una institución como ésta. Pues bien, vista la experiencia que he tenido despues de casi 34 años dentro, puedo decir que yo me fui con el corazón mucho antes que por la cabeza.

Los primeros veinte años en el opus fueron muy felices, salvo escenas dolorosas como el mal trato que recibíamos los agregados por parte de los directores de los centros en que estaba entonces. Uno de ellos, presumía de ser pariente de Don Alvaro, con todo el respeto para el número 2 del 'Santo Marqués de Peralta' y el 'Santo Polivalente' y guardaba la correspondiente distancia con nostros, pues parecía de otra raza. Aquella era la época en que, para perseverar, tocaba renovar en público los votos de pobreza, castidad y obediencia en la misa del día 19 de marzo, nos dábamos cuenta de los que se iban fuera del opus. Al final, de 80 agregados universitarios que en los años sesenta del pasado siglo estábamos en Recoletos 5, hoy en día son poco más de 5 los que continuan, y a ello hay que añadir el sacerdote, que también se fue, acompañado de otros 8 no solo de nuestro centro sino de otro, como es el llamado Cuatro Caminos por encontrarse en la Glorieta del mismo nombre de Madrid.

Algunas de las intervenciones de los directores del centro de la calle Recoletos 5 nos dolían a todos. Recuerdo que por aquel tiempo tanto el sacerdote, don Ricardo, como José Luis, el celador más veterano --que también se fue-- trataban de quitarnos preocupaciones ante aquellas embestidas, que así se podían llamar. Yo estaba muy unido a otros del centro y eso me bastaba. Cuando salíamos de estudiar de aquel piso íbamos charlando muy alegremente sobre nuestras cosas. Recuerdo la alegría de Miguel, un jovencito de 16 años que había pitado de agregado en el centro de numerarios denominado 'Argüelles'. Cuando escribo esto, la tengo dentro de mi mente. Éramos muy felices. Miguel también tardó en irse, como yo.

Yo luchaba una y otra vez para que mi cabeza fuera lo que predominara en la obra y no el corazón. Sin embargo, pienso que, como seres humanos, es una auténtica barbaridad que no haya corazón entre los del opus. Dentro de la prelatura se lucha contra lo que se denominan "amistades particulares". Así me pasó lo que me pasó. La última tarde de mi estancia en un centro de la obra había unas cuantas "amistades particulares" y los demás éramos hojas sueltas de un gran libro, en el que no había encuadernación.

Aquel cariño que tenía por los del centro Recoletos, 5 con el tiempo pasó a un grupo de supernumerarios con edades superiores a los 65 años, a muchos de los cuales casi vi morir. Así fueron 27 años seguidos. A muchos de ellos aún los recuerdo hasta con las circunstncias de su muerte. Por eso me dolió tremendamente la muerte de uno de ellos, soltero de 82 años, que vivía con sus hermanas, al que nunca los directores de Lima habían hecho el menor caso, pero que cuando murió, el director de Lima me preguntó en el funeral quiénes eran sus hermanas con ánimo de dialogar para obtener el piso en que vivían en una importante calle de Madrid. Lo dije anteriormente en otro escrito y lo vuelvo a decir: ¡Qué buitre! Era un especialista en herencias de viudas y señores y señoras mayores.

La amistad que podía existir entre los agregados se podía hacer a través del llamado "paseo semanal" o el diálogo fuera del centro, pero eso nunca sucedía. Solo nos reuníamos por el llamado 'círculo breve', norma semanal, o las tertulias en las que invariablemente se hablaba una y otra vez del llamado 'padre', nombre interno con el que se denominaba al primero presidente y después prelado del opus dei. Lo más que conseguí fue sacar a pasear a uno de la comisión regional, que salía poco de la sede de Diego de León, 14 de Madrid. Con éste sí hubo amistad y conocí a su madre y a su hermana. Con otros del centro esto no sucedía, pues la mayor parte de ellos, incluido el director --menudo 'buen pastor'-- no conocían a mi familia. En el centro nos metían mucho rollo, que ellos llamaban doctrina, igual que sucede en una academia de estudios donde se procura impartir un programa oficial, sin más calor por las personas.

Un amigo mío me decía hace poco que él se fue por el corazón. Nadie le echó una mano para salir de la falta de cariño que notaba. Lo había anunciado oficialmente que se iba. Nadie procuró animarle y le ignoraron. Ellos que tanto hablaban de evitar el "cumpli-miento', cumplo y miento, lo vivían hasta extremos inconcebibles. Yo también lo anuncié en las Navidades de 1997 cuando un día me reuní con el "buen pastor", que para mí no lo fue. Le dije que rezara por mí, porque me estaba planteando irme. Le indiqué una serie de puntos que fallaban en el centro 'Amaniel'. No me hizo caso. El último día tuve conciencia clara, me iba.

Ya han pasado casi seis años de mi última visita al centro al que pertenecí. No me arrepiento de haberme ido. Desde el primer momento de mi marcha, la mayor parte de los "hermanos" del opus (un 80 por ciento, aproximadamente) no me saludaron por la calle. Yo no tenía intención de escribir esta serie de artículos, pero ha sucedido tantas veces eso de no saludar, que me han provocado a contar todo esto que he vivido.

Lo que fue salir por el corazón con el tiempo se ha convertido en salir también por la cabeza. Cada día tengo más claro que me trataban de controlar por la cabeza, a través de la dirección espiritual con el laico. ¡Qué cosas! Le llaman "confidencia" a lo que es abrir tu alma para que otros se enteren de todas cosas íntimas y luego se corre entre los directores y más arriba. Por ello, me reafirmo en mi marcha del opus dei, aunque haya supuesto volver a partir de cero en amigos, vida personal y en todo. Ha sido duro, pero, cuando estoy a punto de cumplir sesenta años, noto que estoy en una nueva juventud, la de hacer lo que yo quiero y disfrutar de una vida que durante mi estancia en la obra me negaron.


LAS VELAS DE TORRECIUDAD


En el santuario de Torreciudad, obra corporativa del opus dei, existe, junto a la explanada, una zona en la que se suelen depositar velas de distintos tamaños como homenaje a la Virgen. Lo que pocas personas saben es que esas velas, cuando cae la tarde y se cierra el santuario, se apagan, pasan a un contenedor y bien ese mismo día o al siguiente, son recogidas por empresas especializadas en la fabricación de estos productos y pasan a reciclarse. Esta práctica sobre los cirios que se ponen en honor de la Virgen se vive también en otros grandes santuarios marianos, como los de Lourdes o Fátima.

A lo largo de mi vida dentro de la obra como agregado hice curso de retiro dos o tres veces en algunas de las casas que existen en Torreciudad. Existe una casa especial que solo habitan los directores de la obra o los responsables del santuario y dos para los que no tienen esa cualificación dentro de la prelatura, denominadas éstas últimas 'La Masada' y 'La Solana'. Claro hablo de las que utilizan los hombres del opus, pero no a las de las mujeres, que ignoro totalmente, en virtud de la distancia que existe entre unos y otras, en virtud de lo establecido por el fundador.

Cada día, cuando se cierran las puertas del santuario a los visitantes, los que están haciendo un curso de retiro en esos momentos, suelen salir para dar una vuelta por la explanada y meditar sobre las palabras de las meditaciones del sacerdote o la charla del director del curso de retiro. Ese es el momento en que yo descubrí que se apagaban las velas dejadas por los visitantes y se tiraban en un contenedor, que lo suelen recoger los empleados de una empresa especializada. Se me indicó que el calor de tales velas no lo aguantaban las edificaciones. Jamás me enteré cuánto dinero representaba eso para el opus. No creo que sea mucho, aunque sí ayudará algo.

No cabe duda que el santuario de Torrecudad es un edificio singular con una buena arquitectura. Una vez que estás dentro te das cuenta de que el fundador de la obra transmitió al arquitecto una idea en la que mezclaba lo divino y lo humano. Está claro que lo divino queda plasmado en las escenas de la vida de la Virgen. Lo humano es lo que aparece en los escudos que aparecen en el retablo y que, junto a patronos e intercesores de la obra, existen escudos nobiliarios, como corresponden a la llamada "sangre azul" del fundador, que lo demuestra su solicitud del Marquesado de Peralta, que le fue concedido.

Cuando escribí el artículo titulado "El Santo Polivalente" ya propuse que, al igual que San Francisco de Borja fue denominado "el Santo Duque de Gandía", San Josemaría fuera denominado "el Santo Marqués de Peralta". La diferencia es que aquel renunció a sus títulos nobiliarios para servir a Cristo, mientras que el fundador del opus, en nombre de ejercer sus derechos para su familia, cuando estaba entregado a Dios --el opus es Dei, dicen sus responsables-- solicitó tal rango nobiliario, que luego, una vez concedido por el Ministerio de Justicia de España, y pasados unos pocos años, cedió a su hermano Santiago, que tenía un buen número de hijos. Por cierto, me ha ayudado amablemente alguno de mi lectores. Cuando escribí mi artículo sobre "Tio Santiago" dije que su mujer se llamaba de otra manera. Lo correcto es "Yoya".

Había nacido el "Santo Polivalente" en Barbastro en el seno de una familia, en la que el padre fue una persona arruinada. Ello le provocó que tuviera que emigrar a otra ciudad y colocarse de empleado en una empresa para poder sacar adelante a su familia. De ahí que no entienda ahora por qué esos escudos nobiliarios que aparecen en el retablo de la Virgen de Torreciudad. Se hace difícil pensar que tal señor, denominado internamente "el abuelo", aspirara a ser marqués.

En algunos lugares he leído que en un primer momento "Josemaría" se llamaba "José María", se apellidaba 'Escriba" (sin acento y con b) y no añadía la coletilla de "de Balaguer", ni tampoco el "y Albás", cuando en su juventud era conocido como Jose María Escriba Albás. Podemos decir con toda propiedad, con lo que acabo de escribir que era "el Santo de lo Ordinario", como se le llama en una de las páginas web de la prelatura.

El "Santo de lo Ordinario", pero que tenía delirios de grandeza, digo yo. Pienso que pocas personas habrán cultivado tanto el "yo" suyo y de su familia como este "monseñor". Así le conocí yo en el año 1965. Era monseñor Escrivá (con acento y con la letra v), de Balaguer. Igual era que ese Escrivá tenía que sonar como el "Escrivá de Romaní" de algunos nobles de la época. Parece que algo de esto influyó en su coletilla "de Balaguer".

El que empezó tratando a duquesas, marquesas y condesas en el Madrid de los años treinta del siglo XX, eso sí junto "a las barriadas más pobres" donde dio formación a miles de chiquillos, con el tiempo se convirtió en uno más de "sangre azul". San Josemaría se arrimó tanto a la realidad doliente, a la de la sangre roja, como vio que las venas por fuera eran azules, él se convirtió en uno de "sangre azul". Me gustaría que algunos de esos miles de chavalillos que fueron atendidos por el fundador hiciera ahora declaraciones a los periodistas y confirmara los hechos que se atribuyen al "Santo Marqués de Peralta". Pocos testimonios de este tipo se conocen. Por supuesto que esos chiquillos hoy serán muy abuelos y muchos habrán fallecido.

Ya sé que el fundador decía que las fuentes de Torreciudad debían tener letreros que dijeran "agua natural potable" para evitar las llamadas "aguas milagrosas". En el fondo, era una crítica a otros santuarios como Lourdes o Fátima, que el "Santo Polivalente" visitó. Esas botellas cuestan un dinero en los referidos santuarios. Me pregunto entonces por qué en un determinado momento se habló de la llamada "ruta mariana" entre la Basílica del Pilar, el santuario de Torreciudad y Lourdes. Otra vez la polivalencia o el aprovecharse del nombre. Perfecto. Qué listos.


EL CONTROL ANUAL DE LA MENTE


Cuando llega el verano parece que proliferan unos "aspirantes de periodistas" que envían artículos a los periódicos en los que se defiende la familia, la libertad de la Iglesia para pronunciarse sobre los temas que ellos consideran propios o para regañar a alguien por haber lanzado una fuerte crítica contra el matrimonio o la familia o haber atacado a la obra. Así, si se leen las páginas dedicadas a publicar la opinión de los lectores de los periódicos abundan este tipo de opiniones, que muchas veces tienen un origen muy determinado: los cursos y las convivencias anuales que organiza el opus en distintas casas de convivencias, hoteles y colegios de toda España.

En el organigrama de todos los cursos y convivencias anuales existen charlas fijas, de las que una de ellas es la llamada del "apostolado de la opinión pública" y se dice que cualquier ciudadano --y más si es un fiel cristiano, como son los del opus-- puede colaborar en la marcha de la sociedad por medio de las cartas a los periódicos. El hecho de que se publique un texto ya es un éxito y su autor piensa para sus adentros: "Ya he escrito mi primer artículo". Con el primer ímpetu, algunos de esos "espontáneos" luego continúan durante el resto del año, pero no suele ser lo corriente.

Lo que estoy describiendo tiene un origen más hondo. Se suele preguntar a los participantes en las convivencias y cursos anuales si han entendido la citada charla y con cuántas cartas han colaborado. El resultado se lleva a una estadística que se controla desde la alta dirección de la obra, a efectos de lograr tener un mayor peso en la sociedad. No es frecuente, pero, si por casualidad, la carta del escribiente aparece en otra sección más importante del periódico se puede llegar a producir una felicitación por parte de los directores regionales o de delegación.

Pero los cursos anuales o convivencias no solo tratan de aspectos relacionados con el llamado "apostolado de la opinión pública". Existen otros guiones sobre otros temas doctrinales y morales actuales que sirven para dar "el buen alimento". Así lo ha llamado internamente alguno de la obra. Desde que me hice de la obra hasta que salí, un año y otro estuve escuchando que en el curso anual o en la convivencia disponíamos de más tiempo para hacer una "charla fraterna", también llamada "confidencia", a fondo. Se suele decir que los de la obra "no han de tener miedo a que les metan los dedos por la boca hasta el fondo", aludiendo con ello a la necesidad de "descubrir aquello que no queremos que se sepa" (son frases habituales) y que "deben saber los directores", porque "son los que nos pueden orientar". Está claro que viviendo esa "sinceridad salvaje" la persona que abre su corazón se encuentra totalmente atada y controlada no solo por aquel "hermano" o "hermana" al que se lo ha contado, sino desde más arriba: consejo local, delegación, comisión e incluso consejo general, ya que todo es una pirámide.

Confieso que sobre alguna cosa íntima que había contado en la charla fraterna o "confidencia" luego me sorprendí en algún momento, porque lo sabían los directores. Vaya control. Ya lo he dicho otra vez, en ningún caso cabe atribuírselo a una inspiración del Espíritu Santo, puesto que se hace informes de todos los participantes en lo que ellos denominan norma anual. La situación que estoy comentando en los cursos y convivencias anuales se puede aplicar también a los llamados 'cursos de retiro', especie de ejercicios espirituales que viven los de la obra, aunque en un principio sí se denominaban "ejercicios espirituales", que así los denominó quien los escribió, mi santo tocayo Ignacio de Loyola que, por cierto, no era un "Santo Polivalente".

Durante los 'cursos de retiro' se suele invitar a los participantes a hablar con el sacerdote que los predica. Así se puede producir la situación de "meter los dedos hasta el fondo" de la persona. Existe una diferencia en los cursos y convivencias anuales con respecto a los cursos de retiro. En los primeros se puede producir un mayor control de la persona, debido a que interviene el laico encargado de la dirección espiritual, mientras que en el segundo, al intervenir solo el sacerdote, éste suele aconsejar a los laicos que digan las cosas fuera de confesión o le digan las "cosas descubiertas en el sagrario" a la persona del centro que lleva su charla.

Estos días, alguien ha dicho en la correspondencia de opuslibros que esto que decimos los que escribimos aquí es falso. Os puedo decir que todo lo que yo he escrito desde que comencé a colaborar es rigurosamente cierto y lo he vivido en mis propias carnes. Después de haberlo experimentado varias veces, te resistes a entrar en ese juego. Así me sucedió en los últimos años de mi vida en la prelatura. Por eso, al gozar de mayor libertad, ahora soy más feliz y no me controlan.


UN EFIMERO CUMPLEAÑOS A LOS 40

En la obra se celebran pocas fiestas fuera de las establecidas con motivo de los patronos o intercesores o del fundador o el pitaje de don Alvaro. Supongo que cuando me fui hace cinco años se habrá añadido otra relacionada con el actual prelado. Una de esas celebraciones que no se incluían era la de cumplir 40 años de edad, que se celebraba a bombo y platillo, como si fuera el programa "Reina por un día", que se emitía por televisión española en los años sesenta y no sé si a los setenta. Creo que en otros países sucedió algo parecido.

El origen de la fiesta de los 40 años es porque en un determinado momento de la obra se consideró que esta edad es la de la madurez y, a partir de ese momento, la vida estaba mucho más asentada. Sin embargo, la realidad es muy diferente. Yo me fui del opus con 53 años, sé de otros que se han ido con 60. Un amigo mío, que había celebrado los 40 años como numerario en la obra, seis meses más tarde, se le aconsejó que la dejara, con el truco de buscarse un nuevo domicilio para vivir. Como se sabe, lo establecido para los numerarios es que vivan en residencia.

Como salía de la obra con 53 años, una edad ya talludita, puedo hablar de cómo fue la celebración de mis 40 años. Ese día, uno del mes de febrero de 1985, los de la comisión, la delegación y el centro "me quisieron demostrar cuánto me querían": mucho, muchísimo. Días antes hablaron comn mi madre --antes apenas lo habían hecho-- para pedirle fotos de mi album familiar y de mis correrías por la vida. ¡Cuánto me querían! Luego todas las fotos seleccionadas pasaron a formar parte de una exposición, una especie de esta es su vida, con la que se decoró parte del centro donde estaba.

Qué fiesta más bonita. Solo era para los del centro y los que Nacho Fernández hubiera invitado. Así aparecieron en la celebración personas a las que yo había ayudado a pitar, antiguos compañeros del centro Recoletos 5 y algunos de la comisión y de la delegación. Quise que ese día algunos directores de la obra fueran a almorzar a mi casa y así mi madre, con la que vivía solo desde cuatro años antes, pudiera participar de la alegria. Fue estupendo. No lo olvidaré.

El día de la celebración en el centro Lima (yo pertenecía al apeadero General Yagüe 11, 5 K), fueron tambiien direectores de la comisión y la delegación. Jaime, un pintor de primera categoría en España me pintó un cuadro al óleo, que representaba un burro, con la leyenda 'Nacho es mucho Nacho'. Fue un gran recuerdo de ese día. Todo se acompañó con los últimos acontecimientos de la vida de la obra a cargo de Antonio, secretario de la comisión, canciones de la obra y de las otras, pero con "mensaje", que dirían en algunos ambientes religiosos.

Y pasó aquel día. La realidad se hizo presente. Había vivido en una nube. Yo vivía en el cielo, pero se me olvidaba que era todo un sueño. Mi 40 cumpleaños había sido un espejismo. La realidad se imponía. El cuánto me querían era una frase que sin contenido. No se podía tener cariño con nadie, ya que podía ser interpretado como una "amistad particular" y eso está prohibido en la obra. La realidad era más cruda. En Lima, centro del que dependía el apeadero, no se me dejaba entrar en cualquier habitación, pues, según dos numerarios, llamados Rafael (sacerdote) y Jose María (el director), más conocido como Chema, no se podía estar en ella. Eso sí, otros numerarios como Fernando (también sacerdote) no quería que yo me quedara en el hall de entrada. Hasta el susodicho Rafael me invitó a volver a la sala de estar donde me había echado, cosa que rechacé.

Cuando salí de la obra comprobé la realidad. Jaime, el pintor, que había abandonado también la obra, me llamó un día para preguntarme si seguía teniendo el cuadro del burro de mi 40 cumpleaños. Le dije que sí. Fue a su estudio y me ofreció la posibilidad de cambiarlo por otro. Así lo hice. Hoy tengo uno más actual y, sobre todo, menos que recuerde al opus. Ahora es uno de los cuadros de mi dormitorio.

Los que tanto querían a mi madre se olvidaron cuando ésta murió, no solo en el entierro, sino también en los funerales que fueron oficiados por el secretario de la Conferencia Episcopal. Ya lo he contado otra vez. Lo sabían tres personas de la obra, pero ninguna de ellas se lo comunicaron a los demás. Prefirieron dejarme solo, pues ya no pertenecía a los que ellos llamaban"su familia", que está por encima de la de sangre. Eso sí, don Tomás, el consiliario, me escribió una carta de pésame, con un tratamiento muy duro, por no habérselo dicho. Lo mismo hicieron otros del opus, algunos de los cuales habían mirado para otra parte cuando antes me los había encontrado por la calle.

Para los que dicen que somos unos murmuradores y dicen que estamos haciendo daño prefiero contar la realidad. Así es como quieren en el opus. Lo de mi 40 cumpleaños había sido efímero, como un espejismo. Por ello, propongo a los que nos critican les invito a que piensen que esta es la realidad que una persona ha vivido durante casi 34 años, aunque en algunas etapas me haya visto ciego por lo que se me presentaba.


COMO LAS BOLAS DE JUGAR

Cuando sales de la obra existe un peligro: que te utilicen como esas pequeñas bolas que utilizan los niños para jugar. Ellos hacen un agujero en tierra que cuando yo era pequeño, hace ya muchos años, denominábamos "guá" en España. Utilizando un símil podemos decir que el que sale del opus es la bola y la obra es un agujero, donde unos consiguen salir y otros no. Los que consiguen salir de la prelatura tienen el peligro de que un viento les haga volver al primitivo sitio. Eso es lo que estos días está quedando reflejado en opiniones publicadas en opuslibros.

El primer paso que se da cuando sales de la obra es que los directores te invitan a hacerte cooperador y seguir en contacto con la prelatura. Esta regla no es fija, puesto que a mí ni siquiera se me invitó, puesto que el director de agregados de la delegación de la obra en Madrid Oeste aseguró que tenía noticias de que a mí no me interesaba. No se de dónde había sacado tal opinión este "hermano que me acompañaba hasta la puerta de salida" de la institución.

Si sigues en contacto con la obra --porque eres cooperador y aportas dinero o porque rezas por lo fundado por el Santo marqués de Peralta--, ya estás enganchado con alfileres. Te encuentras cerca del "guá" y tienes muchas posibilidades de que vuelvas a caer en el agujero. Por ello, si has salido de la obra y no quieres volver a caer en la trampa lo mejor es cortar todo contacto. Ya se encargarán muchos de ellos en no saludarte por calle o en olvidarse de tus cumpleaños o santo, como hacían antes. Calculo que el 80 por ciento de lo que fueron "mis hermanos" durante los casi 34 años que estuve en la obra, nunca saluda. De ahí que yo ahora no quiera contacto con nadie de los que antes tu les saludaban con la palabra "¡Pax!" y ellos respondían "¡In aeternum!".

Los que eran "mis amigos" cuando me fui de la obra pueden haber sido los que revelaron las conversaciones que tuvieron conmigo y así el director de agregados de la Delegación de Madrid Oeste tuvo una opinión que venían de uno de ellos. No se de dónde lo sacaron, pues no tengo conciencia de haber dicho eso, que no quería ser cooperador.

Cuando sales de la obra te dan ni el dinero de calderilla para tomar un autobús de vuelta a tu casa. En mi caso, el director de agregados, que parecía saber tanto, ignoraba que un mes antes me había tocado el segundo
premio de la Lotería Nacional de Navidad. Cuando se lo dije, al irme, me contestó: "Enhorabuena. Ya conozco a alguien que dice que le ha tocado". Eso sí, mi inbterlocutor me recordó que tenía que firmar un papel de liquidación de mis acciones en obras corporativas o instituciones relacionadas con el opus dei. No lo firmé y lo dejé para más adelante. Por ello, dudo qué habrán hecho con mi firma. Que aprenda el opus de otras instituciuones de la IGlesia que sí ayudan a los que se salen.

La obra ha sido tan generosa conmigo que en los casi 34 años que estuve dentro nunca me dieron dinero para contribuir a los gastos extraordinarios de mi casa, donde yo era uno más. Esto no son mentiras y falsedades que nos inventamos. Es la pura realidad. En mi caso, lo más que conseguí fue que pagaran la mitad de mi último automóvil --por supuesto utilitario--, que aún uso y eso, después que me puse muy serio, pues no querían dar nada. Qué cosas, los que no tenían dinero, en 24 horas consiguieron un millón de pesetas.

La obra es tan generosa que hasta una vez que solicité aumentar la cuota para el sostenimiento de mi domicilio familiar, el director cogió papel y bolígrafo y empezó a hacer cálculo de lo que percibía, para llegar a la conclusión de que no me hacía falta. ¡Qué generosidad! Por lo visto, tenía que vivir de gorra de mis padres. ¡Vaya cara!

Al hacer la incorporación definitiva como agregado a la obra debes hacer testamento ológrafo. La única salida a tu deseo es dejar todo lo que posees a la Universidad de Navarra, al Colegio Mayor Moncloa o al colegio Tajamar, por decir tres obras de las que se denominan corporativas. Por si hubiera alguna duda, te dan una lista de veinte numerarios del opus dei para que los designes como albaceas que interpreten tu testamento, en el caso de que fallezcas. A tus padres, hermanos o instituiones de caridad fuera de la obra no les queda ni las sobras de la comida.

No entiendo cómo alguien que ha vivido esto y ha sido director --así se dicen algunos que siguen cantando las excelencias de la prelatura del Santo Marqués de Peralta-- puede decir que todo esto que afirmamos es mentira. Pienso que no ha estado ciego, puesto que por sus manos han pasado muchos testamentos de agregados o numerarios. Como se sabe, los supernumerarios no tienen obligación de hacer testamento cuando hacen la fidelidad.

Estos queridos "escribientes" (seguidores de Escriba, de joven, pues luego se cambió a Escrivá y añadió de Balaguer) cerca de volver a entrar en el "guá". Los que dicen que mentimos es o porque les queda poco para que le empujen con un soplo o porque son numerarios, agregados o supernumerarios que escriben al dictado de sus directores (jefes). A los que están casados les felicito por tener mujer e hijos que colman sus ansias de felicidad. Si han salido, ¿por qué no se quedaron dentro? ¿No dicen ellos que fuera de la obra existe el infierno y no se garantiza la felicidad eterna?


SUPUESTOS PECADORES GRAVES

El fundador de la obra, el Santo Marqués de Peralta, solía decir que cuando uno se iba de la prelatura y "abandonaba su vocación", no excusaba de pecado grave a los demás que habían convivido con él y no le habían ayudado.

Yo, que estuve casi 34 años en la institución, padecí de ese sistema de no ayudar al que se lo estaba pensando. El consejo local, a través del director, estaba avisado desde diez meses antes y no pusieron los medios para evitar mi marcha. En ningún momento me sentí acompañado. Por ello, llego a la conclusión de que los que estuvieron a mi lado son "supuestos pecadores graves". Y lo mismo cabrá decir de los "hermanos" que acompañaron a otros que participan de opuslibros.com.

Estas palabras del fundador son muy graves. Pienso que dentro del opus se trata de quitarles toda la carga importante que tienen. Por lo menos, a mí en los dos años que permanecí en el centro Amaniel nadie me acompañó a dar el paseo semanal, a hacer la excursión mensual o irnos a tomar una cerveza en un bar. No había amistad con los demás y en todo momento me tuvieron abandonado. Eso sí, en la "emendatio" (breve acusación de una falta) de los círculos breves semanales se oían expresiones como "no haber vivido la fraternidad con los demás de la obra" o cosas parecidas.

El opus es un creador de pecados. Los directores de la obra suelen decir que numerarios y agregados (célibes) no pueden ir a una playa "donde se sabe que se ofende a Cristo". Incluso se dice que el que se salta este consejo cae en pecado grave, sin que exista parvedad de materia. Por lo tanto, hay que acusarse de él en la confesión y el que ha caido en él no puede comulgar, puesto que se encuentra en pecado grave.

Me encuentro pasando mis vacaciones de verano en La Manga del Mar Menor. A diario voy a la playa y, siguiendo lo que se dice en el opus, me encuentro en pecado grave. Me estoy bañando en el mar donde existen personas que, en algunos casos, se encuentran desnudos. Entienden que lo más sano es que la madre naturaleza (el sol, el agua de mar y la playa salvaje) les invada por todos sus poros. ¡Qué imagen de salud dan! Los de la obra no saben lo que se pierden.

Recuerdo que una vez, durante un curso anual en el colegio mayor Ayete de San Sebastián, un grupo de asistentes decidió que iban a ir a una playa que se encontraba aislada y a la que solo se accedía por vía marítima. La sorpresa fue mayúscula cuando, al llegar, observaron que allí había personas desnudas. ¡Vaya escándalo! Inmediatamente decidieron dar marcha atrás e irse a un lugar rocoso o solitario, donde no pudieran ponerse en ocasión de pecado y luego confesarse de un pecado grave. Vamos, que huyeron de la tentación de la carne.

A los supernumerarios se les avisa con tiempo de que planifiquen sus vacaciones, para no ir a lugares de playa, donde se cometen tantos pecados. Si tienen hijos que pueden incorporarse a la obra, se les advierte de los efectos funestos de acudir a tale sitios. Esto no lo saben la mayor parte de los supernumerarios.

Ya he dicho que el opus teoriza o "fabrica" pecados en los que caen los hombres. Este es el caso de los televisores en los centros de la obra. Este electrodoméstico se encuentra aislado y el acceso se encuentra cerrado por una cerradura, cuya lleve solo tiene el director. Cuando yo me fui, solo se podían ver los telediarios y, en algunos casos, en pleno programa informativo de noticias, se apagaba, puesto que había salido una escena menos conveniente --una mujer en bikini-- que podía hacer caer en pecado grave. Ah, se me olvidaba, las veces que vino el Papa a España siempre se pudo ver la televisión. Claro, no había ocasión de pecado grave. Incluso en la última, el director espiritual de la delegación de Madrid Oeste participó como comentarista en la retransmisión televisiva. Así llegábamos al cielo directamente.

Está claro que los de la obra, sobre todo numerarios y agregados, "están en medio del mundo". Sí, como en una burbuja. No participan de las inquietudes de los demás y, casi ninguno de ellos salvo excepciones, van a los locales comerciales cinematográficos. Pueden caer en tentación. Yo, cuando dejé la obra el 28 de octubre de 1998, pude volver al cine, cosa que no hacía desde el 19 de marzo de 1965. Sí es cierto. Se me olvidaba que numerarios y agregados ven películas en video en los centros. Eso sí, convenientemente censuradas. Y si se produce un beso entre los protagonistas, se apaga momentáneamente la película. Tal censura ha sido establecida previamente por el director y el sacerdote que han tenido una proyección privada. No estoy hablando de 1965, sino de 1998. Esto lo ocultan esa "pandilla" que de vez en cuando nos obsequian con sus lindezas, diciendo que todo es mentira.

La semana pasada se ordenó el nuevo arzobispo de Tarragona, el sacerdote numerario Jaume Pujol. Existen muchas experiencias con los "supuestos pecados" que crea el opus. Espero que su doctrina no se traslade a los fieles de la calle. Yo me he confesado fuera de la obra de cosas que decía a los sacerdotes de la prelatura y me han dicho que eso no era ni grave ni pecado. Por ello, temo que la doctrina que imparta sea como la que acabo de describir y cunda entre la población española. Vamos, que tiemblo.


EL GHETO DE LOS AGREGADOS VIUDOS

He sido agregado durante casi 34 años y, contadas veces, tuve contacto con los llamados "agregados viudos", que se presentaba dentro de la obra como un caso curioso y que para mi fue un gheto, como lo son tantas cosas dentro del opus.

En la obra se suele decir que existe un solo puchero, del que cada uno saca lo que mejor le viene. Parece que es una gran familia en la que todos son muy amigos y hermanos de todos, pero la realidad es que contadas veces un compartimento determinado se relaciona con los demás. Así puede suceder, como a mÍ me ocurrió, que uno de la obra desconozca completamente a alguno de los numerarios de su centro. Así sucedió en Amaniel, Lima, y Monte Esquinza, los últimos centros a los que pertenecí.

Pero lo que es más grave es el caso de los llamados 'agregados viudos', unos padres de familia que, después de haber perdido a su mujer, luego deciden -no sé si a instancia de los directores- hacerse agregados. Si el Santo Marqués de Peralta hacía unos elogios tan grandes de la vocación matrimonial, ¿por qué este cambio? Su situación peculiar -padres con hijos que educar y sacar adelante- hizo que en Madrid existiera un único centro para los "agregados viudos". Antes el nombre era todavía más feo, "oblatos viudos". ¿Verdad que suena mal?

Ese centro de los "agregados viudos" se denominaba Villanueva, por estar en la calle del mismo nombre, y en él residieron algunos numerarios que pueden ser considerados "pesos pesados" dentro de la obra, como don Francisco Botella o el pintor Fernando Delapuente, cuyos cuadros existen algunos centros de la prelatura. Por cierto, este artista cedió a su muerte un piso de su familia en la ciudad de Toledo, inmueble que fue la residencia del gran inquisidor en momentos en los que la Inquisición existía en España. Pues bien, con el tiempo, ese piso fue el lugar de la labor de la obra en la citada ciudad castellana. Para colmo, el sacerdote que lo atendía era don Evencio Cófreces, agregado de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y deán de la catedral toledana, hasta su fallecimiento hace dos años, aproximadamente.

Me he desviado un poco del primitivo lugar. El centro de "agregados viudos" contaba con miembros distinguidos: el teniente general Rafael Carrasco, el catedrático Rafael Balbín (padre del sacerdote numerario Rafael María Balbín) y Chechu (José María) Tejerizo, un anticuario de Madrid. En todo el tiempo que estuve dentro de la obra esos fueron los nombres que me llegaron. Chechu era un frecuente invitado de tertulias. Sabíamos que había enviudado a los pocos meses de contraer matrimonio.

Cuando pregunté dentro de la obra por qué siendo agregados los demás no los conocíamos, siempre se me respondió que tenían sus situaciones peculiares. Claro como la mayor parte de los agregados éramos célibes, su situación era distinta. Nosotros no íbamos a ver películas en salas comerciales. Ellos sí. Claro, tenían que educar a sus hijos. La entrega de todo el sueldo en la caja del centro no creo que se produjera entre los agregados viudos, por ser por así decirlo "contra natura".

Lo que se había conseguido dentro de la prelatura era una especie de gheto. Eran célibes distintos a los demás. A los agregados se nos pedía entrega total, siempre adaptada a las circunstancias de cada uno. Las circunstancias de los viudos eran esas. Que yo recuerde, salvo las exóticas (perdón si ofendo) tertulias de Chechu Tejerizo, solo vimos a algunos de ellos en foto.

Por utilizar un vocabulario infantil, se puede decir que los numerarios se juntaban con los numerarios o con los agregados si estaban en consejo local, o con los supernumerarios, si estaban en consejo local o llevaban las charlas de los supernumerarios. Los agregados (antes oblatos) nos juntábamos con los agregados, salvo ser del consejo local de supernumerarios o llevar sus charlas fraternas. Y de los supernumerarios ya está todo descrito. Todo son ghetos. La barrera de los no sé cuántos kilómetros con las mujeres es otro caso. Por más que intento poner buena voluntad solo me viene a la mente que los "agregados viudos" (Chechu Tejerizo era una excepción) solo se juntaban entre ellos, pues no llevaban charlas de otros.

Últimamente la televisión suele hablar de "especies en peligro de extinción". No se si habrá cambiado la situación dentro de la obra, pero me da la impresión que los "agregados viudos" son una "especie en peligro de extinción". Una de las últimas cosas que recuerdo de la institución fueron unas palabras dichas por un agregado que había pitado en 1956 que se preguntaba: "¿Es que ahora no pitan obreros?". Se le respondió que en España la situación económica había evolucionado y ahora han cursado hasta la enseñanza previa a la universidad. No me valen esas razones, pues las huelgas de obreros siguen existiendo y tienen tantos derechos como todos los demás hijos de Dios.

Una última consideración. ¿Son los agregados obreros otra especie a extinguir dentro de la prelatura? En Madrid, el Instituto Tajamar supuso dar carrera a personas que estaban destinadas a ser obreros. Algunos de ellos son hoy catedráticos de universidad, después de haber sido agregados u oblatos del opus dei. Otro día seguiré.

Continuación


 

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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?