¿EL
'BUEN' PASTOR?
NACHO FERNANDEZ, ex agregado, 34 años
en la obra
-El " Buen
Pastor" (4-5-2004)
-La
madre de sangre (6-5-2004)
-La
sangría de los agregados (20-5-2004)
-No
hay quien lo entienda (23-5-2004)
-Desaparecer
de las publicaciones internas (26-5-2004)
-El
truco (30-5-2004)
-El
Opus destapa gays (31-5-2004)
-Estar
dentro con el corazón fuera (1-6-2004)
-Automóvil
para todos (4-6-2004)
-La
guillotina (5-6-2004)
-Más, más
dinero (7-6-2004)
-La pobreza del
Mercedes (9-6-2004)
-Arrodillados
ante el papel (10-6-2004)
-Resistirse
a la reforma litúrgica (13-6-2004)
-El sacerdote
misógino (15-6-2004)
-Una vieja aspiración
(15-6-2004)
-Hacerte mayor
(17-6-2004)
-La suerte de
tener al lado a tu madre (18-6-2004)
-Más
sobre la Iglesia (19-6-2004)
-La burbuja de
los hijos (20-6-2004)
-Una historia inventada (21-6-2004)
-Una casa que no es tu casa
(22-6-2004)
-La toalla (23-6-2004)
-Vaya cara (25-6-2004)
-Calzador de dinosaurio (27-6-2004)
-Flores de plástico para Isidoro
(28-6-2004)
-El "ejemplo" de un mayor
(29-6-2004)
-El cadenal Herrera no autorizaba al
Opus en Málaga (2-7-2004)
-El informe de los obispos (5-7-2004)
-Un pisito para
perseverar (7-7-2004)
-¡Oh tío
Santiago! (9-7-2004)
-Hinchar el pecho
(11-7-2004)
-Los ricos accionistas
(13-7-2004)
-Usar y tirar
(16-7-2004)
-Los ojos de los
directores (18-7-2004)
-Quiero ser monseñor
(20-7-2004)
-Dulcísimo
precepto (22-7-2004)
-Duces y cilicio
(24-7-2004)
-El opus pierde
500 al año por fallecimiento (25-7-2004)
-Los catecismos
agotados (3-8-2004)
-El hermano extraño
(6-8-2004)
-El santo polivalente
(9-8-2004)
-Miedo a los directores
(16-8-2004)
-Las sombras dolientes
(20-8-2004)
-Atraer a los populares
(25-8-2004)
-Vocación
de segunda (27-8-2004)
-El corazón
y la cabeza (29-8-2004)
-Las velas de Torreciudad
(1-9-2004)
-El control anual
de la mente (3-9-2004)
-Un efímero
cumpleaños a los 40 (10-9-2004)
-Como las bolas de
jugar (19-9-2004)
-Supuestos pecadores
graves (29-9-2004)
-El gheto de los
agregados viudos (4-10-2004)
-La travesía
del desierto (13-10-2004)
-El beso
(17-10-2004)
-Medallero
(22-10-2004)
-Malas notas
(27-10-2004)
-Intención
sine die (29-10-2004)
-Por sus estampas
los conoceréis (1-11-2004)
-Paralelismos
(5-11-2004)
-El ombligo del
mundo (14-11-2004)
-El magnetofón
del florero (19-11-2004)
-Irse sin nada
(26-11-2004)
-El misterio
de la embarazada (5-12-2004) Fin del escrito
UNA HISTORIA INVENTADA
Todos mis relatos de opuslibros.com tienen que ver con mi
vida. Son datos que se han quedado clavados y es muy difícil
deshacerse de ellos, pues indicaban la "categoría"
de las personas con las que dialogaba. En la mayor parte de
los casos omito los nombres, aunque aporto algunas pistas.
Pero no me da miedo hablar con esas personas, si es que surgen.
El que voy a describir hoy es un caso de esos.
En el verano de 1996 acudí a mi curso anual en el Colegio
Mayor Ayete, donde durante ocho años asistí
a las clases teológicas y de espíritu de la
obra que se nos impartían durante veinticinco días.
Yo era de los agregados que estudiaban Filosofía y
Teología, con vistas a una posible ordenación
sacerdotal cuando terminara mis estudios. A título
particular os diré que, habiendo comenzado a estudiar
en 1970, y estaba hasta las narices de estudiar, pues habían
pasado más de 25 años sin que yo terminara esa
parte de mi formación. Algunos agregados que empezaron
después que yo terminaron antes. Se habían valido
del hecho de poder disponer de más tiempo en invierno
--fundamentalmente por las tardes y muchos sábados
y domingos-- para ir superando asignaturas. MI dedicación
a mis padres y a mi trabajo periodístico, unido a la
lentitud de los planes de estudios filosóficos y teológicos
en un principio, habían impedido terminar antes.
Algunos de los que terminaron los estudios son hoy sacerdotes
coadjutores (o agregados de la prelatura). Este es el caso
de los tres primeros agregados que fueron ordenados sacerdotes
en Valencia por el Papa Juan Pablo II durante su primera visita
a España entre el 30 de octubre y el 9 de noviembre
de 1982. Sus nombres son Pere Pascual (periodista, que fue
jefe de prensa del Presidente de la Generalitat de Cataluña,
Jordi Pujol); Pere Guiche (no se exactamente el apellido y
le desconozco) de Barcelona, y José Luis Díaz
(secretario del rector de la Universidad de Navarra). Luego
han existido otros ordenados, que reciben antes una formación
intensa durante dos o tres años en un centro denominado
'Iturgoyen' en Pamplona. Asistí a la ordenación,
como enviado especial de mi medio informativo.
Aporto estos datos para que se vea la historia de la obra.
En aquel año 1996 ya no eran unos pocos agregados los
que se formaban en la doctrina filosófica y teológica.
Cada año existen un buen número de cursos anuales
de 25 días para que los agregados cursen este tipo
de estudios. Pues bien se suelen aprovechar esas circunstancias
para invitar a veteranos de la obra, los que se llaman "mayores"
para hablar de datos de la historia de la prelatura.
La persona a la que me voy a referir es un sacerdote que estuvo
destinado en Bilbao y participó alguna vez en los inicios
de la obra en la ciudad de Santander, situada en el Norte
de España, capital de una provincia limítrofe
con el País Vasco. Hago estas aclaraciones para los
que me seguís desde fuera de España. En otro
articulo os hablé que pité de numerario, y por
lo tanto, el primer verano acudí a Santander, de donde
era mi madre, para pasar allí unos días. Claro,
vinieron a atendernos los del Colegio Mayor Bando de Bilbao,
que se encargaba de la labor de numerarios jóvenes.
Los supernumerarios eran atendidos por un centro de San Gabriel.
No recuero exactamente el nombre, pero puede ser "Estronza".
Durante mi estancia en Santander el verano de 1965 tuve relación
con José Félix, un numerario que acababa de
pitar en el centro General Oráa, 26 de Madrid. El procuraba
hacer mucho proselitismo. Un día me habló que
había abordado a hombre de unos 23 años que
hacía oración con el libro 'Camino', de Escrivá,
en la catedral de Santander. Le había preguntado si
era de la obra y cómo había llegado a utilizar
esa obra en su oración personal. El otro le respondió
que un compañero que conoció durante el servicio
militar se lo había recomendado. Después lo
conectó con los de Bilbao y, con el tiempo se volvió
a desconectar de la obra.
El verano siguiente, yo ya había pasado a agregado.
Me escribió José Félix y me dio el nombre
y dirección de aquel hombre al que se encontró
José Félix. Hice una cita con él y me
señaló lo que había pasado, que había
quedado desatendido por los de la obra durante un tiempo.
No se me olvida que cuando llegué al apeadero que entonces
existía en Santander el numerario que vino de Bilbao
comentó: "Este no pita ni borracho, pues se pasa
el día vendiendo productos alimenticios en toda la
provincia". Era Hernán Cortés del Valle,
el primer numerario que pitó en Santander, que murió
a los tres años de su primera carta al fundador en
abril de 1970.
Vuelvo al titular de mi artículo "Una historia
inventada". Aquel sacerdote del curso anual del Colegio
Mayor Ayete del verano de 1996 había dicho que los
santanderinos son "muy señoriítos"
y olvidaba que momentos antes había explicado que se
había hecho de la obra cuando estudiaba por libre la
carrera de Derecho. Su padre tenía amplias propiedades
en la región de La Mancha, donde se desarrolla la acción
del Quijote. Aquel sacerdote --prefiero olvidar su nombre--
se inventó todo: ignoraba el nombre de José
Félix y de qué había pasado con él;
ignoraba lo del supernumerario del servicio militar; ignoraba
que Hernán se había desconectado; ignoraba el
nombre del sacerdote de la obra, Jaime Sánchez, que
había tratado con el primer numerario de la ciudad;
me ignoraba a mí (solo seguí la invitación
de la carta de José Félix).
Como no estaba de acuerdo con aquella interpretación,
lo exterioricé en la tertulia. Esto hizo que Alfredo,
el director, que también había pitado en Santander
y no quería hablar de los abandonos de los que vinieron
después de Hernán, me llamara al despacho de
dirección para aclararme algunos puntos. ¡Sabéis
cómo son las torturas chinas? Pues aquello se pareció
a una tortura china. Me dijo, no se me olvida, que yo tenía
mucha soberbia, porque el que verdaderamente sabía
la historia era don X, que sí había participado.
En consecuencia me invitó a ir al oratorio del Colegio
Mayor Ayete y reconocer mi equivocación. Se me olvidaba
decir que mientras me estaba abroncando de esa manera, una
vez y otra otros del Curso Anual aporreaban la puerta de dirección
queriendo entrar, ajenos a lo que estaba sucediendo. Me planteé
irme de la convivencia y dar un portazo al opus dei. Al final,
a pesar de todo, decidí seguir.
Al cabo de pocos días, Alfredo, el director, que presumía
de tener una familia con posición acomodada en Santander,
me volvió a llamar a su despacho. Esta vez fue en una
hora en que los demás no aporreaban la puerta queriendo
entrar. Me pidió perdón. Yo tenía razón.
La historia era como yo la contaba. Igual que os escribo ahora
le presenté muchos más detalles, que el citado
sacerdote no sabía. Eso sí, el clérigo
había pedido la dirección y teléfono
de José Félix para que lo trataran los de la
citada ciudad.
Parecía que todo estaba olvidado. Yo había perdonado.
En el siguiente curso anual me volví a encontrar a
Don X, el que se había inventado la historia de Hernán
Cortes del Valle en Santander. Eso sí, había
pedido que yo no interviniera ni hiciera preguntas durante
la tertulia. Volvió a inventarse la historia. Me tuve
que callar. Dijo en público que la versión de
Nacho era diferente a la suya, pero sin dejarme intervenir.
Mi último curso anual en el Colegio Mayor Ayete tuvo
también que ver con Don X. Estaba enfermo. Necesitaban
que algún agregado de la convivencia le acompañara
en la Clínica Universitaria de Navarra. Yo accedí.
Preparé mi maleta y me dispuse a estar con él
durante veinticuatro horas. Otro agregado me acompañaba.
Al llegar al hospital, este agregado me señaló
que quien le iba acompañar era él. No se me
dio ninguna explicación. Solo dijo que el consejo local
se lo había encargado a él y, en consecuencia,
me debía volver a San Sebastián. Que Dios perdone
a este sacerdote.
UNA CASA QUE NO ES TU CASA
Ana Azanza ha escrito un libro,
uno de cuyos capítulos
aparece en 'Opuslibros.com'. Es revelador de una situación
que yo viví durante todos esos casi 34 años
que estuve dentro de la obra. Nunca sentí el más
calor de familia dentro de la prelatura, en lo que se refiere
a los centros de numerarios por donde teníamos que
ir obligatoriamente los agregados, si queríamos ir
a consultar escritos de la obra que se conservaban en dirección
o para leer publicaciones internas (entre los varones 'Crónica'
y 'Obras' fundamentalmente), cosa que no teníamos en
los "apeaderos" en los que discurría la mayor
parte de nuestra vida interna, salvo excepciones.
La mayor parte de los "apeaderos" eran como casas
sin dueño. La obra nos los ponía a nuestra disposición,
pagándolos ella con el dinero de nuestros sueldos que
ingresábamos a fin de mes. Ya lo he dicho anteriormente
el "apeadero" de del centro de agregados de la calle
General Yagüe 11, quinto piso letra K, que anteriormente
fue piso tercero letra K, pero fue "cedido" a los
numerarios que lo necesitaban, costaba mensualmente 200.000
pesetas y tenía un salón que se utilizaba de
sala de estar; una habitación para secretaría,
donde se hacía movimiento económico (ingresar
nuestro sueldo a fin de mes o sacar algo de dinero para nuestros
gastos ordinarios de autobús y comidas); una sala llamada
del "sacerdote", donde éste confesaba una
vez a la semana, el día que teníamos meditación
y tertulia; y una sala que se utilizaba para la dirección
espiritual de los agregados o supernumerarios. Eso era todo
lo que teníamos en ese "maravilloso apeadero".
Se me olvidaba que la terraza que daba a la calle, había
sido acristalada y también se utilizaba para las charlas.
El "K", como le llamábamos, contaba con una
cocina que incluso en algunos momentos se utilizó para
dar círculos a los supernumerarios, si es que no había
otro lugar en la casa para esta tarea. Eso sí, algunas
personas de la obra se veían obligadas a veces a pasar
por allí camino de secretaría, donde se hacía
el movimiento económico dos veces por semana y no disponía
de dinero suficiente para salir adelante en la "vida
en medio del mundo".
Debo aclarar que, salvo cuando utilizaba la tarjeta de banco
de mi madre para sacarle el dinero, yo jamás había
utilizado una tarjeta de este tipo para sacar dinero, pues
estaba rigurosamente prohibido. Llamó la atención
que Avelino, otro agregado periodista, que trabajaba en un
diario de difusión nacional, había conseguido
hacerse con una tarjeta de banco, lo que le permitió,
en un momento de apuro económico, sacar dinero de su
cuenta. Para llegar a esa situación, había optado
por residir en la casa de campo de sus padres en un pueblo
a unos 60 kilómetros de Madrid. Diariamente hacía
ese trayecto en su coche.
Cuando vivíamos solos, a los agregados se nos prohibía
tener perros en nuestra casa, pues suponía un gasto
considerable. En el caso de Avelino no hubo ningún
problema. Tenía una perra de raza 'Schnauzzer Terrier'
(no se si escribo bien la raza de la perra), que vigilaba
su casa, cuando él no estaba. Se trataba de un animal
muy fiero, hasta que los ladrones descubrieron que lo que
había que ponerle era... un perro. La perra se fue
con el macho y claro, robaron a Avelino. Luego desapareció
este animal. Todo esto lo supimos en las tertulias dominicales
que nos reuníamos en el "K".
Otro día, me parece que fue cuando el apeadero estaba
en el piso tercero "K" los ladrones entraron en
el piso deshabitado. Después de franquear distintas
puertas llegaron a la caja fuerte que se guardaba en un armario
de la habitación de secretaría. Pesaba tanto
que no se atrevieron a descubrir la clave o a intentar llevarse
el poco dinero que allí se conservaba. Ese era el lugar
de nuestra acogida. Como teníamos todo muy recogido,
nos pidieron permiso los del centro de numerarios del piso
tercero letra 'E" par poder traer a los niños
del club juvenil que allí existía. Yo, que frecuentaba
mucho el "apeadero" me encontré que nos habían
de lugar cambiado de lugar muchas cosas y las sillas, de rejilla
de mimbre, habían quedado rotas. Eran "bromas"
de los "numeraritos". Lo dije en el centro e inmediatamente
se llamó al director del citado centro joven de numerarios.
Pasados quince días se arregló el desperfecto
que nos habían hecho.
Las cosas desde nuestro lado se veían de esta manera.
Era como "nuestra casa de agregados", que no disponía
de publicaciones internas. Algunos numerarios del policentro
'Lima' (Numerarios, agregados y supernumerarios) aprovechaban
algunos días para "despistarse" en aquel
espacio de paz, que nosotros venerábamos y que era
como nuestro reducto dentro de la obra. Todos participábamos
del mismo puchero, menos para algunas cosas que paso a describir.
Desde el primer momento en que pasé a ser agregado,
los numerarios que atendían el centro de Recoletos,
5, nos dejaron claro que nuestro hogar era ese piso. Así
lo decían, mientras se nos indicaba que no podíamos
ir a su residencia en la calle Gurtubay, 3 y a la residencia
del Instituto Tajamar, obra corporativa. Era supuestamente
"nuestra casa" y la obra "una familia"
de vínculos sobrenaturales. Por lo menos eso era lo
que decía el fundador. Puedo decir que hasta que no
pasaron seis años de mi incorporación a la obra
no se me invitó a comer a un centro. Fue en el Centro
de Estudios de Tajamar. El día que eso se produjo era
como entrar en el "Sancta Sanctorum", sin embargo,
yo no veía a los numerarios como con rayos en las cabezas
o con aureola de santos. ¿Qué había sucedido?
La supuesta "Casa no era mi Casa". Al cerrarse Recoletos,
5, pasamos a un piso de la calle Princesa 81, hoy utilizado
por las mujeres del Opus Dei, que había sido estudio
de arquitectura de don César Ortiz Echagüe, que
llegó a consiliario en Alemania, y de al existente
en escalera 4 de la Glorieta de Cuatro Caminos Cuatro, donde
tuve como director a Pipe Areta, entonces un destacado miembro
del atletismo español y hoy sacerdote. Tampoco se me
invitó en este centro a comer. Y eso que decían
que eran mi familia. Mis padres no habían recibido
tampoco la visita de los supuestos "familiares".
Las cosas cambiaron al llegar al centro que existe aún
hoy en la calle Monte Esquinza, 22, que disponía de
un "apeadero" en la calle Fortuny, 27 quinto piso,
encima de la vivienda de uno que fue ministro del gobierno
español y gobernador del Banco de España. José
Luis, el director de nuestro centro, pasaba por una delicada
situación. No descansaba. Ello hizo que el director
de la delegación, Jerónimo Padilla, me llamara
y me invitara a animarle a ir a nadar al club Santiago, que
no es de la obra, y en el que existe separación de
sexos en las piscinas. Así lo hice. Durante dos años
le tuve entretenido. Al terminar, me invitaba a comer en su
"casa", no la mía. Ello hizo que otro numerario
se apuntara a nuestra iniciativa y, al final comíamos
los tres. Esa es la única etapa de mi vida en la que
me sentí arropado. A ello se añadió que
un día tuve un accidente de electricidad y se me rompió
la quinta vértebra dorsal, por lo que tuve que permanecer
hospitalizado durante largo tiempo.
Los accidentes espectaculares, el mío lo era, producen
conmoción en la obra y en todos los sitios. Mi padres,
por fin después de 12 años (era diciembre de
1977) conocían a los de mi centro. Había cariño
en los 47 días que estuve sin moverme en la cama. Mi
madre incluso se planteó la posibilidad de hacerse
de la obra. Afortunadamente no lo hizo. Mejor para mí,
pues fue una ayuda inestimable en el trance de dejar la obra.
Pasado el accidente, seguía practicando la natación,
pero ya no se me invitaba a comer. Incluso noté que
algunos numerarios consideraban su zona lo que no era el oratorio
o la sala de cooperadores. Había como una barrera invisible
que me decía que de allí no podía pasar.
Los únicos que me decían que pasara eran José
Luis, que luego pasó a ser secretario de la delegación,
y el numerario Alfredo C., que no sé qué ha
sido de él. Entonces ya Monte Esquinza 22 tampoco era
mi casa.
Pasó la enfermedad y llegó el olvido. Ya he
contado otra vez que me vi obligado a solicitar el cambio
de centro, cuando uno de mis jefes en el trabajo que era también
el director del centro de agregados, continuó con la
bronca que había empezado en la redacción periodística.
Pasé al centro 'Lima', en la calle Infanta Mercedes,
donde también existía como una "barrera
invisible", tras el incidente con los que hoy me atrevo
a decir su nombre, pero no su apellido: Don Rafael (el sacerdote)
y Chema (entonces director y hoy sacerdote en Chile). Se me
echó dos veces de la sala de estar, alegando que aquello
no era mi sitio. Eran los tiempos del "k" y yo me
fugaba de la realidad hasta el piso de la calle General Yagüe,
donde teníamos como vecino al compositor Joaquín
Rodrigo, autor de 'El Concierto de Aranjuez', y que tocaba
a menudo el piano. ¡Qué agradable era su música!
Aunque dijeran la frase "ese ya es de casa" o "morir
en casa" nunca he pensado que eso se refería a
mi vida. En los últimos años, Enrique, que llevaba
mi charla, hablaba en esos términos. Yo le respondía:
"tu casa", porque la de 'Lima', no es mi "Casa",
y luego cuando llegué a 'Amaniel", en la calle
Federico Rubio, tal como he escrito en mi artículo
"El 'Buen Pastor'",
no lo fue, pues ni el supuesto "buen pastor" ni
me cobijaba, ni me atendía, ni su casa era la mía.
Por eso, como la obra no era mi casa, me fui.
LA TOALLA
El 21 de junio entró el verano en el hemisferio norte.
Los que vivimos en España sospechamos los calores que
nos esperan. En la obra, este tiempo es de "cambio de
actividad", como decía el fundador, que en público,
comentaba que "el diablo no se toma vacaciones",
porque en el opus esta época significa dedicarse más
intensamente a cosas que no se realizan durante el invierno,
como mejorar la formación a través de los cursos
anuales de 25 días (los numerarios y los agregados
que estudian Filosofía y Teología) y convivencias
de 15 días (los agregados que no estudian) o de 7 días
(los supernumerarios).
Los últimos ocho años de mi pertenencia a la
obra acudí a los cursos anuales de Filosofía
y Teología del Colegio Mayor Ayete de San Sebastián
durante el mes de agosto. Nuestra estancia en esta ciudad
vasca solía coincidir con la Semana Grande (la semana
en que se celebra la Asunción de la Virgen) y, en consecuencia
suele existir un gran ambiente en la ciudad, que ha sido lugar
tradicional de veraneo de las clases más pudientes,
cuando se comenzaba a veranear, y ahora de muchas personas.
Uno de los hechos más destacados son los concursos
de fuegos artificiales, en los que participan cada día
de esa semana un fabricante pirotécnico de distintos
lugares del mundo. Al final, un diario otorga un premio al
castillo de fuegos artificiales más conseguido. Todos
los que asistíamos al curso anual aprovechábamos
para verlos y luego comentábamos entre nosotros.
San Sebastián posee tres playas en la ciudad: La Concha,
quizá la más famosa; Ondarreta, cercana al colegio
mayor donde residíamos los agregados; y La Zurriola,
muy cercana al barrio de Gros y al palacio donde se celebra
el festival de cine de San Sebastián, junto a la ría.
La dirección del curso anual nos prohibía expresamente
a los agregados bajar a bañarse en alguno de estos
lugares. Esta medida se aplica también a los numerarios.
Sin embargo, un obispo español con destacada participación
en la vida religiosa me indicó que eso no era pecado.
El motivo de la prohibición es que numerarios y agregados
no pueden acudir a las playas, por muy decentes que sean para
estos tiempos --las playas de San Sebastián lo son--
pues se ponen en ocasión de pecado mortal. Como esto
no admite parvedad de materia, si se ha ido a una playa a
bañarse, luego hay que confesarse con el sacerdote
del centro, o del curso anual, como era este caso. Para sustituir
la práctica del baño en el mar, en el Colegio
Mayor Ayete existe una piscina en la parte trasera, junto
a un frontón cubierto de pelota vasca o jai-alai.
Al llegar al colegio mayor, se nos entregaba una toalla de
aseo, otra de ducha y otra de piscina o playa, con unos colores
muy vivos o con un diseño muy bonito. Siempre me llamó
la atención y, como periodista, quise saber cómo
se formaba aquella colección, formada por modelos muy
distintos a cual más bonitos, que lucíamos en
la piscina. En un extremo de la toalla, se encontraba cosida
una pieza pequeña de tela con el nombre de 'C.M. Ayete'.
Llegué a mi habitación y, con toda la confianza,
deposité mi toalla habitual de piscina --entonces nadaba
un kilómetro diario-- en un club donde existe separación
de sexos en Madrid. Se trata de la Escuela Apóstol
Santiago, al que suelen acudir muchos numerarios y agregados
debido a ese detalle de separación, además de
ser muy barata la cuota anual que se paga. En los centros
de la obra, la administración (el servicio doméstico
y de manutención) suele limpiar cuando no están
los residentes. Esto hace que se aíslen zonas para
evitar que hombres y mujeres puedan coincidir. Escrivá
solía decir que entre los hombres y las mujeres de
la obra existe una distancia de mil kilómetros, que
solo se rompe cuando el director y la administradora hablan
por el teléfono interior o cuando sirven la mesa, estando
prohibido expresamente dialogar con las numerarias auxiliares
o sirvientas.
Lo que nunca pude sospechar es que aquella toalla habitual
de piscina iba a desaparecer del armario de mi habitación,
una vez habían pasado las del servicio de limpieza.
Me extrañé y así se lo hice saber al
director del curso anual. Pensé: "Han pensado
que es de ellas y se la han llevado para lavar". El responsable
de esta reunión anual quedó en hablar con la
Administradora. Aporté detalles de los colores de la
toalla, que coincidían con los de la bandera del País
Vasco, pero no en la misma disposición. Al cabo de
unos días, el director me comunicó: "La
administración no ha encontrado tu toalla".
No me di por satisfecho con aquella explicación. Soy
periodista y espero a que se produzca una nueva oportunidad.
Me fui del curso anual sin la toalla que había llevado.
Al llegar a Madrid, me compré otra exactamente igual
de colores, pero sustituyendo el color verde por un azul.
Volví al Colegio Mayor al año siguiente, pero
no la vi. Pasados dos años, cuando menos me lo podía
esperar, encontré la primitiva toalla en la habitación
de otro agregado, contigua a la mía. Mi toalla casi
igual, la tenía guardada bajo llave en la maleta. Situé
una contigua a la otra y eran iguales, menos en ese detalle
de color. Eso sí, la primitiva, la que había
desaparecido dos años antes, estaba allí, pero
con una pequeña tela que decía: "C.M. Ayete".
El detalle queda ahí. Son coincidencias. Que cada uno
saque consecuencias de todo lo que he contado. Cuando regresé
a Madrid se lo dije a un director de la Comisión y
me preguntó: "¿tu que piensas de esto?"
Mostró su esperanza de que no me hubiera traído
la primitiva toalla, como así hice. No obstante me
aconsejó no extender este hecho entre otros de la obra.
Otro detalle que quiero tratar en mi colaboración de
hoy es el de los bañadores. Numerarios y agregados
utilizan la mayoría de los casos unas prendas de este
tipo, que responden a lo que se conoce como "bermudas".
Como trates de salirte de esta indicación, te llamarán
la atención a través de una corrección
fraterna, mientras te señalan que hay que ser pudorosos
a la hora de bañarse, ya que se puede inducir a pecado
(?) a las personas que se relacionan con nosotros en esos
momentos.
Pues bien, yo fui valiente. En 1977 hice el curso anual en
un colegio infantil en Málaga. Puede que se llame 'Sierra
Blanca' o "El Romeral". Como entonces nadaba mucho,
utilizaba en el club Santiago de Madrid un bañador
de competición o de braga, como se suele denominar.
Ningún numerario de los que nadaban conmigo me había
llamado la atención hasta ese momento. Pero claro,
estaba en curso anual y, como en ese tiempo está muy
recomendada la corrección fraterna, se me hizo una
por usar un bañador que mi correcto consideraba tan
impúdico.
No os creáis que tardaron en hacerme la corrección
fraterna. Acababa de entrar en el agua y se me acercó
no se si un numerario o un agregado. Me invitó a comprarme
inmediatamente un bañador más decente que el
que usaba entonces. Obedecí el consejo. Ya distinguí
entre lo que vivía durante el curso habitual y lo del
curso anual. Por lo visto había escandalizado a alguno.
Me compré un bañador con un poco más
de tela, pero no un "bermuda" hasta la rodilla.
Me volvieron a llamar la atención. Ya me dejaron por
imposible. Eso sí me dijeron que cuando llegara a Madrid
me comprara un bañador más decente que aquel
que había llevado a Málaga.
Pensaba para mis adentros. Vivíamos ocho en una misma
habitación, que era un aula infantil en otras épocas
del año. El retrete no tenía pasador para cerrar
la puerta cada vez que entrábamos. Teníamos
que colocar un papel higiénico que atravesaba el manillar
de la puerta para decir que estaba ocupado. No existían
armarios para guardar la ropa. En su lugar, debíamos
meter nuestras prendas en un cajón del aula de los
niños. No teníamos duchas por la mañana
y debíamos acudir en comitiva a la piscina a bañarnos
(yo con mi bañador que he comentado). ¿No era
más lógico que se preocuparan más de
hacernos la vida más asequible, después de un
año de trabajar intensamente, y se preocuparan menos
de los bañadores?
El otro día estuve con un amigo mío que tenía
su domicilio enfrente del Colegio Mayor Alcor, obra corporativa
de las mujeres del opus en Madrid. Entre sonrisas me comentó
que era muy curioso ver cómo iban a la piscina las
mujeres de la obra. Primero existe un gran toldo desplegado
para impedir las miradas exteriores, y segundo, ellas van
con albornoz. Una medida más para impedir que los demás
caigan en pecado. Vamos.
VAYA CARA
Son ya treinta y uno los años que llevo haciendo ininterrumpidamente
información religiosa en un medio español de
comunicación. Cuando empecé en 1973 yo ya pertenecía
al opus dei. Me costó "fichar" por esta empresa,
pues en la obra se me indicó que no lo había
consultado. No obstante, al final lo conseguí. Entraba
para realizar información especializada de este tipo.
Ello ha hecho que, con la veteranía, haya podido vivir
hechos que paso a describir.
Después de tanto tiempo, he llegado a la conclusión
de que el opus es una "iglesia paralela", a la que
solo le interesa el actual Pontífice, Juan Pablo II,
mientras se descuida o no se hace caso a los obispos diocesanos
que están en comunión con el Sucesor de Pedro.
Algunos directores de la obra, como José Luis Tapia,
de la Comisión Regional de España y militar
de profesión aunque desde hace años no practique
debido a su disponibilidad interna, son la excepción,
al encargarse habitualmente de la planificación de
los responsables de la seguridad en los movimientos de masas
que se producen en las grandes ocasiones, como la venida del
Papa a España, y las grandes celebraciones con motivo
de las grandes fiestas religiosas de Madrid. Esto ha hecho
que recientemente haya recibido una condecoración pontificia.
José Luis Tapia es la excepción que confirma
la regla de que el opus es una "iglesia paralela".
Ya se que Ignacio Vicens, arquitecto numerario de la obra,
también planificó el estrado pontificio. Cuando
el año pasado Juan Pablo II vino a Madrid se produjo
un fenómeno masivo. Los de la prelatura quisieron protagonizar
muchos de los hechos, para distinguirse de los demás.
Habitualmente somos unos veinte informadores religiosos que
seguimos los hechos y opiniones de la Conferencia Episcopal.
Esos días hubo que poner varios autobuses pues "todos
eran periodistas". Estoy hablando de broma en cuanto
a los "numerosos periodistas".
En el gran encuentro de los jóvenes en el aeródromo
militar de Cuatro Vientos de Madrid, en la tribuna de prensa,
fingiendo que eran periodistas, algunos llevaban una máquina
fotográfica rudimentaria para hacer fotografías
a Juan Pablo II. La camiseta que llevaban indicaba el club
juvenil del opus de dónde procedían. Tanto éstos
como los que les acompañaban no tomaban ni una nota
de lo que allí acontecía. Eso sí, repetían
"slogans" de los distintos grupos. Seguro que eran
periodistas.
Como uno ya va siendo perro viejo, conoce algunas de las caras
de los "supuestos periodistas". Muchos de ellos
me conocen como de la obra y no saben que dejé la prelatura
en 1998. Por ello, al ignorar este detalle se disponen a querer
hablarme. Yo utilizaba cualquier pretexto para dedicarme a
mi trabajo profesional y evitar su conversación.
Lo que me parece el colmo de la cara dura es que un sacerdote
director espiritual de la delegación de Madrid Oeste
se haya convertido temporalmente en comentarista de Televisión
Española, emisora que depende de la Conferencia Episcopal,
a través de la comisión de Medios de Comunicación
Social, cuyo director de secretariado es José María
Gil Tamayo, sacerdote de la Sociedad Sacerdotal de la Santa
Cruz y con un hermano sacerdote agregado del opus dei, que
se ordenó el pasado verano.
Digo que lo que me parece más cara dura es que el referido
sacerdote de la delegación se permite el lujo de opinar
sobre la venida el Papa en televisión, cuando todos
sabemos que en los centros del opus está rigurosamente
prohibido ponerse delante del televisor. Igual es que entiende
mucho de televisión después de tanto tiempo
delante de la pantalla. Yo simplemente constato ese hecho.
Lo que no tengo tan claro es que esas mismas masas que siguieron
a Juan Pablo II al venir a España hagan lo mismo con
obispos que están en comunión con el Papa. Desde
luego en mi centro, nadie me acompañaba cuando yo decía
que iba a ir a una misa en la catedral de la Almudena a la
que había sido invitado y tenía otra invitación.
Por eso, cuando ha pasado el tiempo solo se me ocurre una
expresión: "Vaya cara".
CALZADOR DE DINOSAURIO
He entrado en la página web de la prelatura y he encontrado
una sorpresa. Bueno, siempre hay muchas. Josemaría
es denominado "el santo de lo ordinario". Claro,
se sirven de su frase de hacer santidad de lo ordinario. En
estos tiempos en los que impera lo comercial, un santo no
podía ser menos. Hay que buscar un slogan que "enganche"
en los incautos que todavía tienen buena fe. Los que
hemos vivido la experiencia de muchos años sabemos
que eso no es cierto. Es una mera operación de "marketing".
Decir que Josemaría es el "santo de lo ordinario"
es atribuirle algo que no le corresponde, pues los hechos
de su vida fueron todo lo contrario. El "marketing"
solo entra en este fundador con un calzador, pero calzador
de dinosaurio y eso porque no existe un animal que tenga un
tamaño superior a los que existieron antes de que el
hombre habitara el planeta tierra. No pienso en un calzador
de elefante, que ya es un animal grande, sino en el que he
dicho, en un dinosaurio y de esta especie, el más grande
que exista.
La vida de Josemaría se distinguió por la sencillez.
No exigía nada para él... Llevaba una vida de
lo más sencillo. Trataba con los más sencillos.
Existía un acceso muy fácil a su persona. No
tenía mal genio. Acudía a las reuniones con
los de la obra en un automóvil sencillo. Comprendía
mucho a la gente que le rodeaba. Aupó a su familia
hasta un lugar adecuado. Expresó su deseo de que su
hermano se casara con una mujer sencilla. No deseó
títulos nobiliarios ni condecoraciones. Era "el
santo de lo ordinario", pero todo lo contrario.
En toda institución existen dos versiones: la que "escriben"
(por decirlo así de una manera fina) sus seguidores
y la que cuentan los que fueron sus seguidores y ahora ponen
en solfa muchas de las apreciaciones de las versiones oficiales.
Aunque ahora no se diga, en las tertulias de supuesta familia
(no lo es) de la prelatura se contaba que el "santo"
tenía un genio muy fuerte y frecuentemente daba unos
gritos tremendos para decir cómo se debían hacer
las cosas. Ya he citado en otra ocasión que una vez
dijo que cuando llegara una orden desde el consejo general
de la obra había que arrodillarse. Es un modelo de
sencillez y de buen trato a los que le seguían. Anda
que si llega a seguir siendo cura del pueblo de Perdiguera,
como nos lo presentaban cuando "peregrinábamos"
a Torreciudad... no impondría las órdenes de
esta manera.
Era frecuente --así se nos contaba-- que, al visitar
un centro de la obra, el fundador descubriera un desperfecto
en una ventana o que ésta cerrara mal, por ejemplo.
Inmediatamente lo decía, pues "había que
cuidar las cosas pequeñas". Claro, si no se hacía
inmediatamente como él quería, los gritos se
oían a muchos kilómetros de distancia, hasta
en Moscú y eso que entonces la URSS era "el telón
de acero". Para él eran necesarios "dos telones
de acero" en torno a su persona para no oirle. Ejemplo
de sencillez.
Yo, que me muevo en el mundo eclesiástico, suelo oir
anécdotas de personas destacadas. Hablé cuatro
veces, durante poco tiempo, con la Madre Teresa de Calcuta.
No tuve ningún problema. Era muy fea, pero muy sencilla.
La vez que vi más cerca a Josémaría fue
en el Colegio Mayor Moncloa en 1972 y pude hacerle una pregunta,
que no esperaban los de su entorno, aunque busqué que
fuera en la ortodoxia seguida en el opus. Conseguí
eso porque me colé en la tertulia. Claro, ya sabemos
que todas las preguntas estaban preparadas. El resto de las
ocasiones le vi muy lejos. Modelo de confiar en la gente y
no solo en los que fijaba la comisión.
Josemaría decía que había conocido a
muchos papas, a un número muy superior de cardenales
y de obispos no sabía cuántos, mientras que
fundador del opus dei no había más que uno.
Modelo de sencillez y de santificación de lo ordinario.
Por eso, en algunos momentos de su vida solía decir
que se encerraba en su residencia de la calle Bruno Buozzi
de Roma. La Iglesia para él, así lo decía
en su carta de las campanadas, estaba muy mal. Se ve que se
miraba mucho al ombligo y no se daba cuenta que, dentro, también
existían problemas que no salían a la luz pública
y que nos hemos enterado por los periódicos, cuando
los ex han tenido la valentía de decirlo, por lo que
se les acusaba de estar locos.
Recientemente me he enterado que el prepósito general
de la Compañía de Jesús (jesuitas), padre
Peter-Hans Kolvenbach, suele desplazarse por Roma en autobús.
He cenado en este curso con los superiores generales de los
Dominicos y de los Franciscanos. LLegaban a la rueda de prensa-cena
en un coche utilitario. Sin embargo, el obispo-prelado no
sigue esta práctica. Y Josemaría, que era "el
santo de lo ordinario", se movía por España
un automóvil marca Mercedes. Un modelo de sencillez.
Todas las entrevistas que concedió y que aparecen en
el libro 'Conversaciones con monseñor Escrivá
de Balaguer' fueron con cuestionario previo y solo en el último
momento se hacía la fotografía con los periodistas.
Un modelo de sencillez.
Como Josemaría no quería honores mundanos y
solo pretendía la gloria de Dios, solicitó el
título de Marqués de Peralta, que le fue concedido.
San Francisco de Borja, el Duque de Gandía, renunció
a los honores. Josemaría lo solicitó, aunque
luego dijera que era para su hermano Santiago. Este anuncio
de solicitud de título nobiliario, naturalmente, suscitó
una gran reacción en la opinión pública.
En aquel tiempo, dentro de la obra no se podía hablar
de esto. Ejemplo de claridad. Por eso se dice que es "el
santo de lo ordinario".
"Consideraciones Espirituales", que luego se convirtió
en 'Camino', fue su primer libro. Los de la obra, una y otra
vez durante años estuvieron leyendo o meditando sus
palabras, por si no se habían enterado. Luego vino
'Santo Rosario', que también se "empollaron"
su seguidores. Y llegaron las "Conversaciones con monseñor
Escrivá de Balaguer", una serie de entrevistas
periodísticas, que estaban rematadas con la homilía
de la misa del 'campus' de la Universidad de Navarra en 1967.
Muy bien hecho, rematar una serie de entrevistas con una homilía.
Claro, todo era muy sencillo y ordinario, solo que todos era
a su gusto, puesto que las entrevistas eran por cuestionario.
Hasta su muerte fue un ejemplo de lo "ordinario".
Dentro de la obra se prohibió hablar de la palabra
"muerte". Con el tiempo, los directores de la obra
establecieron que la frase correcta era "la marcha al
cielo de nuestro padre". Así nos indicaban personas
que venían de Roma. La palabra "muerte" era
un tabú. Uno que es periodista sabe que por la repetición
de una frase un día y otro, al final todos los dicen.
Este era el caso de los directores y responsables de la obra.
No decir "la muerte del padre" y sustituirla por
"la marcha al cielo" es un ejemplo de sencillez.
Por ello quieren considerarle "el santo de lo ordinario".
No tuvo muerte, según esto, fue "una marcha al
cielo".
Con estos breves comentarios he conseguido una cosa: demostrar
lo "ordinario de este santo canonizado por la Iglesia.
Si lo han conseguido sus seguidores ha sido porque han utilizado
un "calzador de dinosuario", tamaño que han
resucitado para un caso como éste. No entro en más
detalles.
FLORES DE PLÁSTICO PARA ISIDORO
Ayer domingo acudí al cementerio de la Almudena de
Madrid a visitar la tumba de mis padres y depositar allí
unas flores. Dentro de un mes hará aniversario de la
marcha de mi padre y mi madre. Está situada en la zona
denominada de "Los Héroes de Cuba", muy cerca,
a unos 50 metros, se encuentra el nicho que contiene los restos
de Isidoro Zorzano, también conocido como "Isidoro",
el segundo que se incorporó a la obra y que fue compañero
de estudios del fundador de la hoy prelatura.
Cuando me hice de la obra en 1965, los "santos"
que teníamos para difundir eran Isidoro Zorzano, nacido
en Argentina e hijo de padres españoles, ingeniero
de los ferrocarriles andaluces que vivió en Málaga,
que fue el segundo en incorporarse al opus, y Montserrat Grases,
conocida por "Montse", una chica catalana, que falleció
muy joven. Entonces eran los dos procesos de beatificación
y canonización que había en marcha dentro de
la obra.
A diferencia de otras veces que he visitado el nicho de Isidoro
Zorzano, esta vez he encontrado flores en una especie de jardinera
que existe allí. Unas pocas, muy pocas flores, eran
rosas que se habían secado después de haber
sido depositadas. Pero la mayoría eran margaritas de
plástico --las toqué para no equivocarme-- y
algunas rosas de terciopelo y plástico. Eran totalmente
falsas. El que las depositó allí mostró
su confianza en que, al ser el nicho anónimo, nadie
se daría cuenta. Así había apariencia
de el difunto allí guardado tenía quienes le
recordaban.
Os trascribo el texto de la lápida existente en el
nicho de Isidoro Zorzano. Vuelvo a recordar que está
en una pared, en la zona denominada 'Los Héroes de
Cuba'. La inscripción es la siguiente:
IN PACE
13-IX-1902
15-VII-1943
La primera de las fechas es la del nacimiento de Isidoro
y coincide en año con el del fundador del opus, también
en 1902. La diferencia es que el hoy Josemaría nació
el 9 de enero, mientras que Isidoro fue el 13 de septiembre.
La otra fecha es la del fallecimiento de Zorzano en él
Sanatorio San Francisco de Asís el 15 de julio de 1943.
En algunas publicaciones internas de la obra se han reproducido
fotografías de Isidoro, junto al fundador que entonces
estaba visiblemente grueso a consecuencia de la diabetes que
padecía. El nicho está debajo del panteón
de los Misioneros Hijos del Corazón de María
(Claretianos), nombre que deben a su fundador, San Antonio
María Claret.
Cuando muere uno de la sección de hombres de la obra
se le suele enterrar en una tumba, nicho o panteón,
que lleva la inscripción de "In Pace". Inscripciones
parecidas existen en otros lugares del cementerio de la Almudena
de Madrid con la tumba donde están enterrados Javier
Ayesta, que era director de la Oficina de Información
del Opus Dei al principio de los años setenta, pero
que murió a consecuencia de un choque automovilístico
en la calle Serrano de Madrid; Fernando Delapuente, pintor
que tuvo prestigio en los años 50, 60 y 70 (murió
en 1975); y Fernando Conesa, de Cartagena (Murcia), un licenciado
en Derecho, que fue profesor en los primeros tiempos de la
Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad
Complutense de Madrid. Junto a la inscripción 'In pace'
aparecen los nombres de Fernando, Javier y Fernando. El apellido
os lo he añadido yo.
La tumba de Fernando, Javier y Fernando está situada
en la tercera fila, en el costado derecho, de la entrada del
cementerio de la Almudena por la Avenida de Daroca de Madrid.
Casi no suele tener flores. En esta tumba estuvieron enterrados
los llamados "los abuelos", los padres del fundador
de la obra. Cuando éstos últimos fueron trasladados
a la cripta de Diego de León, 14 de Madrid, lugar del
gobierno regional de la obra en España, su lugar fue
ocupado por los restos de los mencionados. En otro lugar de
la Almudena se encuentran los restos de Florentino Pérez
Embid, uno de los grandes expertos en Bellas Artes durante
el gobierno del General Franco, aunque muchos dudaban de su
gusto.
Desde hace años, en la avenida principal de la ampliación
del cementerio de la Almudena existe un panteón de
la obra para contener los restos de cerca de treinta personas.
Es como un edificio pequeño, una especie de capilla,
con tejado, en el que existe un letrero en grande que dice:
"In Pace". Allí están enterrados numerarios
y agregados. En otros cementerios de Madrid, como la Sacramental
de San Justo también están enterrados los que
murieron siendo de la obra.
Pero volviendo al primitivo sitio de mi comentario, me extraña
que los de la obra, que tanto dinero se gastan en mantener
frescas las flores (incluso las hacen un procedimiento para
conservarlas y enviarlas a centros de la obra en todo el mundo)
donde está enterrado el fundador en Roma, ahora, en
Madrid, con el segundo que se hizo de la obra, utilizan flores
de plástico. Claro que el proceso de beatificación
y canonización de Isidoro Zorzano "está
más muerto que Carracuca", como dirían
en el argot castizo de Madrid. Y eso que no hace mucho volvió
a salir la hoja informativa de sus virtudes y su vida.
Me gustaría que, como consecuencia de mi escrito, la
próxima vez que vaya a visitar la tumba de mis padres,
no vuelva a encontrar un detalle tan feo como el de unas flores
de plástico. El fundador y don Alvaro tienen derecho
a tener unas flores frescas en su tumba, pero también
los demás, sobre todo teniendo en cuenta que era compañero
de estudios de Josemaría, el que llaman en la página
oficial "el santo de lo ordinario" y que yo me sigo
preguntando por qué. Ya demostré que sencillez,
poca.
EL "EJEMPLO" DE UN MAYOR
Era el verano de 1997. X y yo, Nacho, habíamos acudido
al Curso Anual en el Colegio Mayor Ayete de San Sebastián.
El, gallego de origen, era muy amable conmigo. ¡Cuántos
habremos aprendido de sus consejos para visitar lugares interesantes
del País Vasco!. Los dos llevábamos más
de treinta años, cada uno, en la obra, y nos gustaba
intercambiar puntos de vistas mientras contemplábamos
el formidable paisaje de la bahía de San Sebastián.
En algunos momentos nos sentamos en uno de los bancos desde
el que se divisaba un panorama tan bonito, sobre todo al atardecer
o con el sol del día.
Aquel día habíamos hablado de lo humano y de
lo divino. Los dos nos habíamos entretenido en un catedrático
de universidad que es hoy uno de los más antiguos numerarios
del opus. Los dos habíamos llegado a la conclusión
que aquella persona, que presentaba unos modales muy abiertos
y aparentemente simpáticos, era un lobo que escondía
un deseo de venganza ante cualquier persona que le llevara
la contraria.
No queríamos decir nombres. No queríamos criticar
abiertamente a esa persona. Aún teníamos como
un rubor de no criticar a aquella persona. Pero en un determinado
momento saltó la chispa. Habíamos dado pistas.
Uno de los dos, creo que fui yo, dejó caer los dos
apellidos por los que se conoce a este catedrático.
A cada uno nos había sucedido un hecho y lo poníamos
como ejemplo del daño que pueden hacer estas personas
que, eso sí aparentan simpáticas, y son peores
que los tiburones.
Estábamos dolidos con aquella persona que es hoy uno
de los mayores en la sección de varones de la obra.
Los dos hablábamos de aquel miembro de la prelatura.
Uno citaba personas ajenas a la obra que no deseaban tratarse
con él. Incluso algunos de ellos, aunque habían
sido sus alumnos, no querían saber nada de su persona.
¡Qué pena! En la obra se suele decir que "hay
que poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas".
Desde luego, comportándose así no se va a llevar
a los importantes a Dios. Al que nos referíamos era
un rector de mucho peso, que X y yo conocíamos.
Aquella conversación se me quedó grabada. Pasado
un año yo volví a la convivencia del Colegio
Mayor Ayete. Se me aconsejó que encomendara que mi
amigo gallego, el compañero de fatigas de tantas veces
de convivencia. Entonces recapitulé. Los dos estábamos
"tocados". No estábamos contentos en la prelatura.
El ya se había ido y estaba la espera de que se le
diera la baja definitiva. A mi me quedaba poco más
de dos meses. Los dos nos íbamos.
Un día, mi hermano me hizo una llanada telefónica
a la convivencia. Tenía que ir a Santander a estar
con mi madre, pus ella reclamaba mi presencia. Dejé
el Colegio mayor inmediatamente. Después me alegré
de una marcha tan precipitada. Elegí el día
de excursión para hacerlo. Incluso alguno de la convivencia
me dijo: "Seguro que haces una buena excursión".
Respondí: "Sí una buena excursión
para estar con mi madre, que necesita mi presencia".
Entonces no siguieron hablando.
El viaje de San Sebastián al pueblo de mi familia,
Matienzo, en la provincia de Cantabria, a unos 150 kilómetros,
estuve pensando. Yo ya estaba con la inquietud de dejar la
obra. X se había ido. Yo podía ser el próximo.
La decisión estaba casi tomada. Vosotros sabéis
el resultado. Han pasado cinco años y soy muy feliz.
No me arrepiento del paso dado. Cuando casi habían
pasado dos años de mi estancia en Ayete, murió
mi madre. Ella me ayudó mucho a salir del acoso al
que me sometieron los de la obra.
Con 53 años tuve que partir de cero en amistades, puesto
que casi todos mis amigos eran de la obra; de cero, en dinero,
ya os dije que me tocó la lotería, aunque hoy
ya el dinero se haya esfumado; de cero, en ir al cine. Solo
me acordaba de los niños que decían: "Pipas
y caramelos" en las salas cinematográficas. Yo
quiero ahora pipas, caramelos y palomitas, cuando voy al cine.
Eso sí, por lo menos tengo libertad para escoger la
película e ir cuando quiera, no cuando lo digan los
directores.
EL CARDENAL HERRERA NO AUTORIZABA
EL OPUS EN MALAGA
En estos días están saliendo noticias de que
el cardenal Tarancón no quería obispos que procedieran
de los sacerdotes numerarios del Opus Dei ni tampoco de los
agregados y supernumerarios de la Sociedad Sacerdotal de la
Santa Cruz, también vinculada a la obra fundada por
Josemaría Escriva. Me he informado convenientemente
y he descubierto que otros obispos tampooco querían
que hubiera gente de la hoy prelatura en su territorio.
Sabido es que para que se abra un centro del opus en una ciudad,
sea del país que sea, se requiere el permiso expreso
del obispo diocesano para poner en marcha las distintas 'labores'
(así se llaman en el opus) y no digamos para abrir
un centro en el que esté el Santísimo (este
sí que es con mayúscula, no el opus) de forma
permanente.
Uno de esos casos de obispos que no autorizaron que se instalara
la obra fue el del obispo de Málaga, primero monseñor
y luego cardenal Herrera Oria, que, mientras estuvo al frente
de esta diócesis no permitió que la obra (con
minúscula) realizara sus actividades. Se ve que este
purpurado de la Iglesia (así se llama a los cardenales)
no quería que los del opus estuvieran allí.
Como siempre se hace en la obra, se recurrió a los
trucos. En este caso fue que los del opus que vivían
en Málaga acudieran a diócesis limítrofes
(no empleo la palabra provincia, por ser propia del lenguaje
civil y no siempre coicide la demarcación de los dos)
donde el obispo sí los había autorizado. Recuerdo
haber oido en la obra que los de casa (?) recibían
círculos en Adra, que creo pertenecía al arzobispado
de Granada.
¿Cuál fue la causa de que el cardenal Herrera
Oria no autoirizara la presencia de labores de la obra en
su diócesis? Durante mi etapa en el opus se me indicó
que el obispo de Málaga, que antes fue presidente de
la Asociación Católica Nacional de Propagandistas,
quiso que los del entonces instituto secular participaran
el el movimiento político de la democracia cristiana,
del que Herrera era uno de sus más destacados representantes.
Josemaría lo rechazó --esa es la versión
que se me facilitó-- dejaba en libertad a los suyos
para las actividaes temporales honestas. Como no se podían
juntar los católicos en un solo partido... Siempre
se me dijo que este obispo "no entiende" la obra.
Puede que lo que acabo de decir sea una posible explicación.
Si alguien tiene más datos, que lo diga. Aquí
podemos colaborar todos.
El obispo emérito de San Sebastián, monseñor
Jose María Setién (éste sí tiene
nos hombres de José y María separados), desde
que se puso al frente de la diocesis --antes era obispo auxiliar--
no permitió que la obra abriera nuevos centros, hasta
muy poco antes de dejar el cargo, que permitió uno
de mujeres del opus. Eso sí, permitió que los
centros existentes continuaran con su actividad, pero no autoriozaba
abrir nuevos centros.
El opus necesitaba abrir un nuevo centro de San Gabriel o
de mayores en San Sebastián (para los que sois de fuera
de España, del País Vasco) y don José
María (los dos nombres separados) no lo autorizaba.
¡Qué pena! Con el mucho bien que hacen... Había
que buscar una solución. Se trataba de inventar un
nuevo "truco".
Por fin los del opus encontraron un "truco": el
Colegio Mayor Ayete cedía una parte de su residencia
no para colegiales sino para profesores de la Escuela Técnica
Superior de Ingenieros Industriales dependiente de la Universidad
de Navarra, pero con sede en San Sebastián, no en Pamplona.
El sagrario del colegio mayor era utilizado por "profesores"
para actividades de profesores, claro. Era para hacer la "labor
de San Gabriel" o de mayores, que es tan universitaria
y que al final concede un título si se continua: hacerse
supernumerario del opus o la salvación eterna. Muy
universitario.
Hace poco me he enterado que la obra ha abierto no sé
si uno o más centros en Corea, despues de bastantes
años de intentarlo. ¿Por qué ha tardado
tanto? La respuesta dentro de la obra es que no lo autorizaban
algunos obispos. Vaya, tan lejano de España y existen
obispos que tampoco "entienden". ¿Por qué
será? Seguro que existen más casos. Claro que
la versión oficial de la prelatura nunca lo dirá.
Lo sabemos por experiencia.
EL INFORME DE LOS OBISPOS
En estos días se está hablando mucho de los
informes que se hacen dentro de la obra acerca de lo que hacen
o piensan los que pertenecen a ella. No hay intimidad. Puedes
estar contándole a uno que lleva la charla "tu
secreto" y éste se salta todo lo previsto y lo
comunica a quien no tendría por qué enterarse.
Claro, como el fin justifica los medios, todo se explica.
La obra no solo "hace" informes sobre los que están
dentro, sino también sobre los que están fuera.
En un primer momento, cuando te lo explican, piensan en los
"grandes herejes" que para el opus existen en el
mundo o en el país al que perteneces. Para algunos
del opus, están fuera lo que no piensan como ellos
en los campos de moral y costumbres. Claro existen católicos
fuera que tienen otra manera de pensar y seguir a la Iglesia.
Eso, dentro de la obra, algunos lo llaman "tragaderas".
Lo que nunca se hubiera podido pensar es que los directores
de la obra y sua adyacentes vigilan incluso a los obispos.
Esto es rigurosamente cierto. No solo leen sus escritos en
los boletines diocesanos o en las páginas de los periódicos,
"por si existe algún error" que es conveniente
aclarar.
Cada miembro de la obra que se entrevista con un obispo debe
hacer un informe sobre todo lo tratado. El escrito sobre la
conversación mantenida debe incluir datos como el día
de la entrevista, la hora, duración, y, muy importante,
los temas tratados y lo que el obispo decía sobre la
obra o sobre temas de moral y otros relacionados con la Iglesia.
Tal profusión de temas que hay que tratar en los informes
provocan inquietud en las personas que se han entrevistado
con los obispos, ya que no son periodistas, no tienen suficiente
retentiva, no han escrito notas y debe quedar clara la posición
del obispo con el que han dialogado. ¡Cuánta
intimidad! Así, los directores de la obra lo saben
todo y funcionan como una policcía secreta que sabe
hasta los rincones más íntimos.
Confieso que yo solo eso lo he tenido que redactar una vez.
No digo el obispo para que no se enfade. Llevo más
de treinta y un años haciendo información religiosa
y, claro, si cada vez que hablo con un obispo tubiera tenido
que hacer un informe, me hubiera vuelto loco. Sí loco.
Conozco y me conocen a 80 obispos en España y con algunos
de ellos tengo mucha familiaridad, hasta el punto que me saben
mi nombre auténtico, Nacho.
Debo aclarar un aspecto, durante el tiempo que fui de la obra,
periódicamente me entrevistaba con alguien de la comisión
regional (preferentemente el secretario, que es el que se
encarga de la relación con los periodistas de la obra)
o de la delegacióin (también el secretario,
que también se encarga del llamado internamente "Apostolado
de la Opinión Pública"). A ellos -principalmente
al primero- les contaba mis relaciones profesionales con el
mundo eclesiástico.
Añado un detalle: mientras duran las asambleas plenarias
de la Conferencia Episcopal , los directores de la comisión
regional tienen permanentemente una persona, un sacerdote,
que se encarga de las relaciones con los obispos. Es frecuente
que, algunos días, esos encargtados lleven a almorzar
a la sede del gobierno regional del opus a algunos obispos,
con lo que previamente ha habido una invitación.
Para los que tienen viejos recuerdos citaré algunos
nombres de sacerdotes de la obra que han tratado con los obispos:
Don Honorio (no recuerdo el apelllido, pero me suena a otro
citado en estas páginas como directopr espiritual del
Colegio Mayor Aralar); Don Javier Mora Figueroa (estaba en
Torreciudad y antes en la delegación de Sevilla), uno
apellidado Arenas y últimamente Don Luis Crespo, que
fue director de la delegación de la obra en Granada
y que antes ocupó un cargo en la comisión regional,
dentro de la llamada 'comisión auxiliar', una especie
de suplentes.
A título particular os comento que los periodistas
de información religiosa suelen decir: aquí
están los del opus, porque "huelen" la prelatura
a distancia. Lo que llevan esta tarea son muy fieles. Se pasan
las horas muertas en la puerta de la Conferencia Episcopal.
A veces, incluso preguntan a los informadores quién
es aquel obispo que entra en la casa para aprender su nombre.
Esto me pasó sobre todo con el tal "Arenas".
Aclaro una cosa. También los periodistas debemos pasar
mucho tiempop a la entrada de la sede de la llamada 'Casa
de la Iglesia', pero es para sacar información que
transmitir en tu medio o a otros, si eres agencia.
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