DE CÓMO ENTRÉ
EN EL OPUS DEI
(y otras tribulaciones)
Autora: HALMA
4. EL CENTRO DE ESTUDIOS
Empecé a vivir en un "Centro de Estudios"
del Opus Dei.
Cara a "los de fuera" es un Colegio Mayor. Si alguien
"de fuera" va a pedir plaza se le dice que
está completo y, se puede dar el caso que se enseñe
la "parte visible" del mismo. Su aspecto es agradable
y bastante lujoso, el nuestro estaba situado en el corazón
de la ciudad, tenía un montón de plantas e incluso
una piscina.
Por supuesto, me dijeron que debía pedirles a mis
padres el coste de mi estancia.
- Mamá, papá ¿cuánto dinero me
podréis dar para que estudie en Puerto del Sol?
- Nosotros dinero no tenemos para que estudies fuera.
Si te vas tendrás que apañártelas como
puedas. Nos es imposible soportar esa carga económica."
Sin embargo, tras negociar con ellos, logré el mismo
patrón que para el Colegio del Opus Dei en Cuidad del
Monte: la mitad con beca y la otra mitad pagada por la empresa
de mi padre.
En ese "Centro de Estudios" o "Colegio
Mayor" tenía que continuar mi formación
(o mejor deformación) durante dos años.
Toda numeraria debe pasar por esa etapa de instrucción
antes de poder formar a las demás.
Aquello era como estar en la mili:
- A las seis de la mañana en pie, viviendo "el
minuto heroico". Esto consistía en levantarte
de un bote, sin remolonear, besar el suelo y hacer el ofrecimiento
de obras a Dios de tu día.
Aseo en silencio: "porque ibas a recibir poco más
tarde a Dios en la Santa Misa y tenías que prepararte
para ello diciéndole cosas de enamorada al Señor"
desde que abrías los ojos por la mañana hasta
que comulgabas.
Forma de asearte: con una refrescante, tonificante ducha
fría, -pero fría, fría, en verano y en
invierno- Es un sacrificio que te ayuda a mantener a raya
las "cosas sucias" que te pide el cuerpo.
- 6'30, limpiar la zona del Centro que te correspondía
-a veces la escalera, a veces la entrada, etc, según
te encomendaban.
- 7'00 a.m. Media hora de oración dirigida por un
sacerdote
- 7'30 a.m. Misa y Comunión
- 8h a.m. Desayuno
- Después Trabajo, Universidad o cada cual lo que
tuviera.
- 14'30 comida en familia. Las numerarias auxiliares (= criadas)
te sirven todo recién hecho y calentito. Normalmente
van con cofia blanca y delantal y no suelen dirigirse a los
que sirve. Luego, no quitas la mesa porque de eso se encargan
las auxiliares.
- Todos los días, después de comer, media hora
o tres cuartos de tertulia en familia en el salón -era
"voluntariamente" obligado asistir salvo
dispensa de la directora del centro-. Allí se hablaba
de El Padre (Alvaro del Portillo), de Nuestro Padre (Escrivá
de Balaguer), de anécdotas "de casa",
se cantaban canciones "de casa", etc.
- Después, apostolado, estudio, visitas a pobres...
y también cumplir el resto del "plan de vida",
según te organizaban tu horario en la charla semanal.
Que yo recuerde,
- Otra media hora de oración por la tarde,
- Rosario, (en familia a ser posible, después de la
tertulia),
- 15 minutos de lectura espiritual del libro que te aconsejaran.
Podían ser las "cartas del padre"
o de escritos internos que recogen la manera de vivir "el
espíritu de la obra" y que no conocen "los
de fuera". La directora del centro, cada noche los
guardaba bajo llave en un armario al terminar el día.
Recuerdo que una noche un libro de estos no estaba y nos hicieron
levantar a todas para dar explicaciones y buscarlo.
- Recitar las Preces, una oración privada que sólo
recitan los miembros del Opus Dei. Es una "oración
de familia" que "los de fuera" desconocen.
- Visita al Santísimo
-A las 9'30 se cenaba en familia -todas debíamos estar
en el centro a esa hora-
- A las 10'00 p.m. una segunda tertulia familiar presidida
y dirigida por la directora del centro, hasta las 11h menos
cuarto.
- A las 11'45 p.m., en silencio, recogiendo los sentidos,
nos levantábamos todas para ir al oratorio y hacer
examen de conciencia.
- 12 o 12'15 p.m. intentar dormir en las camas de fakir o
no dormir -como era mi caso- si te tocaba "noche de
guardia". Esa noche, como ya he dicho, se dormía
sin almohada y lo ofrecías a Dios por todas las de
tu Centro.
Además también estaba:
- La charla semanal con tu directora en la que ejerces la
"sinceridad salvaje" contando todo, todo,
todo. Hasta los pecados, "aunque no sea obligatorio"
"porque la mejor manera de ayudarte es que te dejes
ayudar". En esa charla te dan uno o varios "consejos"
concretos y precisos de los que tendrás que hablar
en tu próxima charla.
- Confesión semanal con sacerdote de la Obra porque
"los trapos sucios se lavan en casa" y porque
"los curas que no son del Opus Dei son malos pastores
para ti".
- Una vez al mes un día de retiro espiritual en el
que no hablas con nadie, excepto con el cura y tu directora.
Durante el mismo, recibes más meditaciones y charlas.
- También un viernes de cada mes se exponía
el Santísimo toda la noche. Ponían una lista
para que supieras a qué hora tenías que ir al
oratorio. Funcionaba con relevos: la que estaba en el oratorio,
cuando acababa su turno, despertaba a la que tenía
que sustituirla que se levantaba, vestía, maquillaba
y arreglaba para ir al oratorio los quince o veinte o treinta
minutos que le correspondiera. Y así hasta la hora
de la Misa. También esto era "voluntario"-obligado.
En el Centro de Estudios o Falso Colegio Mayor los fines
de semana y durante las vacaciones de verano recibías
clases y charlas de todo tipo:
- Clases presenciales y prácticas de: cómo
doblar un calcetín, quitar el polvo de una habitación,
la manera de limpiar unos zapatos, de planchar una camisa,
coser un botón, colocar la ropa en el armario, quitar
una mancha de cera en un vestido...
Según ellas "todo está estudiado y
para todo hay una manera de hacer "mejor las cosas, incluso
las más pequeñas". Era así como
había que hacerlo porque "otros que saben más
que tú" lo han estudiado y han llegado a esa
conclusión.
- Charlas sobre vida interior y espíritu de la obra.
Cada vez un tema distinto - fe, pureza, fraternidad, fortaleza,
alegría, espíritu de sacrificio...-
- Clases de teología, filosofía, moral, mariología...
dadas por el sacerdote o por alguna numeraria que hubiera
estudiado Teología en la Universidad de Navarra. Los
contenidos se dividían en asignaturas. Decían
que "estábamos haciendo la carrera de teología".
Por eso nos hacían exámenes y controles escritos.
Me pregunto, si es así, dónde estará
mi expediente.
Además de todo esto, tenías que sacar tiempo
para estudiar y sacar buenas notas. En mi caso, muchas veces
tenía que pedir permiso para quedarme a estudiar hasta
la una o las dos de la madrugada porque no tenía suficiente
tiempo.
VIVIENDO CONTROLADA: TU VIDA PERTENECE AL OPUS DEI.
En esas condiciones, no puedes pensar por ti misma. Tienen
tu mente ocupada el 100% del tiempo en el estudio, el apostolado,
las charlas, las lecturas, las meditaciones...
Recuerdo que siempre estaba muerta de sueño. No podías
ir a la cama o levantarte cuando querías. Ni siquiera
los domingos o los sábados, ya que también había
una hora preestablecida (normalmente una hora más tarde
de lo habitual).
Entre las vigilias una vez al mes, la noche sin almohada,
la cama de fakir, horarios predeterminados para todo y las
horas extras nocturnas para estudiar... era una zombi viviente.
Pero como "no estaba enferma" no había
motivo para permitirme dormir un poco más.
En todas mis acciones me sentía observada constantemente.
En el "Espíritu de la Obra" viene
recogida lo que llaman "corrección fraterna":
"En casa nunca nadie va a ir diciendo nada de ti por
detrás, todo se te dirá a la cara"
(Yo no sabía entonces que mi charla semanal, todo
lo que yo contaba en confidencia era puesto a la luz a terceras
personas en el consejo local y con el sacerdote, para pensar
una mejor estrategia de control sobre mi, eso no se me decía
a la cara)-
Así era como te corregían, después de
consultar a tu directora espiritual:
Tu "hermana" te llamaba a un lugar parte
y discretamente te corregía por cosas como me dijeron
a mí: "morderte las uñas mientras rezas
es falta de sacrificio", "tienes la letra
muy grande y utilizas demasiadas hojas de papel lo cual es
falta de pobreza" "te ríes de forma
escandalosa cuando se han contado chistes y eso no es de buen
tono". (...¡jo!, para una vez que te ríes
a gusto y de forma no forzada!)
A esas correcciones no podías responder nada que no
fuera un "gracias" que te llenara la boca
y una gran "sonrisa profident"
A base de muchas correcciones de este tipo, -en mi caso en
un día podían ser hasta cuatro- cuando actuaba,
nunca estaba segura de haberlo hecho bien, siempre algo temerosa
de haber metido la pata, hasta en mis actos más espontáneos
y cotidianos.
La libertad se ve coartada hasta límites que ni tú
misma sospechas. El lavado de cerebro es intenso. No tienes
tiempo de pensar ni en lo que te ocurre ni en cómo
te ocurre. El leer "Mi
Pesadilla En El Opus Dei de Sharon Clasen" me
ha ayudado a analizar este proceso.
Controlaban todo lo que leía. Me prohibieron leer
muchas de las lecturas obligatorias en mi primer año
de universidad. Si lo había, me daban un dossier critico
del libro. Este estaba escrito por "alguien de casa
que tiene más formación que tú y a quien
no le puede hacer daño su lectura porque está
más preparado". Y si no había dossier
tenía que rezar a Nuestro Padre para que no me saliera
esa lectura en el examen o el Espíritu Santo me iluminara.
Leían mi correo personal antes de que yo lo leyera
y me entregaban sólo aquellas cartas que no consideraban
"dañinas para mi salud espiritual".
Por la mañana temprano la directora del centro dejaba
el periódico del día al alcance de todas. Era
el único ejemplar "autorizado". Estaba
mutilado aquí y allá. La directora, tijera en
mano, se encargaba de amputar al ejemplar "aquellas
noticias que no nos iban a aportar nada interesante"
o que "podían hacer daño".
Tenía que apuntar en mi agenda todo el dinero que
me gastaba y en qué me lo gastaba y eso se lo debía
decir también periódicamente a mi directora
espiritual cuando tocábamos el epígrafe "Pobreza"
en la charla semanal.
Si quería o necesitaba comprarme algo, antes, debía
pedir permiso.
Vivía una pobreza férrea. No creo recordar
que en aquella época me comprara nada superfluo: mientras
fui del Opus Dei no me comí ni un chicle -que me hubiera
comprado yo-. Sólo gastaba en fotocopias, pasta de
dientes y poco más.
Cuando pedía algún dinero, si no era una cantidad
"de bolsillo" - doscientas o trescientas
pesetas- tenía que justificar en qué me lo iba
a gastar y si consideraban que no era necesario no me lo daban.
(Las doscientas o trescientas de bolsillo también se
justificaban, no te vayas a pensar... Esta semana he gastado:
"95 pesetas en autobús el lunes",
"45 pesetas en fotocopias el miércoles",
"100 pesetas en desodorante el jueves"...
)
Si me hacían algún regalo tenía que
entregarlo a dirección, quien disponía de él.
No tenía nada mío.
Ni siquiera eran míos mis pensamientos. Tenía
la impresión de que mi alma estaba desnuda y expuesta.
Lo sabían todo, absolutamente todo de mí.
Era una autómata. Hacía y actuaba siempre como
me decían que lo hiciera. Si no era así, en
la charla se encargaban de crearme mala conciencia y culpabilidad,
eso sí, "eres libre de hacer lo que quieras",
"en el Opus Dei nadie te obliga a nada."
-Pero, sabes que, si no haces lo que dicen, estás "obrando
con mal espíritu" y "vas por mal camino"-.
No podías hablar con otra numeraria de otra cosa que
no fueran pájaros y flores. Nunca hablábamos
de nuestra familia de sangre ni sobre nuestros problemas personales
y/o espirituales ya que sólo podía aconsejarte
tu directora y el cura del Opus Dei.
Una vez se me escapó algún comentario delante
de otra numeraria que me corrigió "fraternalmente"
de inmediato.
Siempre estaba cansada físicamente y agotada mentalmente.
Cuando lo comentaba en mi charla mi directora espiritual
nunca le daba importancia.
Pronto empecé a sentirme deprimida, triste, con ganas
de llorar, y muy cansada. Parecían no darse cuenta
de lo que me pasaba.
Hay que vivirlo para entenderlo.
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