DE
VERDAD, ¿ABIERTAS PARA SALIR?
Ottokar, 20 de julio de 2004
Desde que esta web apareció en internet, algunas personas
pertenecientes al Opus Dei, manifestando sentirse firmemente
dentro de la Obra, han escrito correos mostrando una actitud
dialogante y comprensiva hacia los exmiembros que escriben
en la web.
Recuerdo los correos de Aurora
Pimentel (12-8-2003), de Javier
Canals (14-1-2004 y días subsiguientes). Asumiendo
una aplicación estricta de la praxis del Opus Dei,
(ver Vademecum
del Apostolado de la Opinión Pública,
pag.35, "Revisión
y aprobación de artículos") deberíamos
pensar que los citados correos fueron revisados por el Consejo
local, si bien estoy dispuesto a aceptar que dada, la experiencia
de las personas citadas, fueran autorizados a escribir, y
confiando en su "buen criterio y formación",
sus escritos no fueran revisados.
De la actitud comprensiva hacia los exmiembros que se manifiesta
en los citados mensajes, y de la aceptación de la necesidad
de mejorar cosas dentro de la Obra, parece desprenderse la
posibilidad para los exmiembros de un camino fuera del Opus
Dei. En particular, se indica "el Opus... es un camino,
uno más entre los 6.000 millones que seguramente existen
en esta vida, de encuentro con Dios".
La coacción, como praxis habitual e institucional,
hacia los miembros que manifiestan su deseo de dejar la Obra,
y que se plasma en la amenaza de "perder la felicidad
terrena y tal vez la eterna", constituye una de las
prácticas más escandalosas y más graves
dentro de todas las que se han ido denunciando en esta web
por parte de exmiembros.
La prueba de esa práctica la constituyen los numerosos
testimonios, expuestos en esta web, de quienes sufrieron esa
experiencia de coacción, y que sin haber mantenido
contacto entre ellos, y habiendo vivido su experiencia en
países y épocas muy diferentes, coinciden en
los aspectos fundamentales de esa experiencia. La difusión
de los documentos internos que recogen criterios de actuación,
(ver Vademecum
de los Consejos locales, pag. 53-54), de textos para
el adoctrinamiento de los miembros (cfr. "El
error irreparable"), y de citas del fundador
(cfr. La barca del Opus Dei),
corrobora el carácter institucional de este tipo de
actuación.
Para los miembros que, como los citados arriba, aceptan que
para los exmiembros hay otros caminos fuera del Opus Dei,
la constatación del carácter institucional de
la práctica de la coacción necesariamente parece
que debería generar un gravísimo conflicto interior
entre su visión, basada en la libertad que Dios concede
a cada hombre para la elección de su camino hacia El,
y la constatación de que la institución califica
al abandono de la Obra como una auténtica traición
a Dios.
Desconozco cual es el mecanismo psicológico que puede
permitir a una persona mantener abierto durante años
dentro de su mente un conflicto como éste. Creo, sin
embargo, que no puede mantenerse por mucho tiempo, so pena
de derivar en una alteración psicológica seria.
Por ello, lo que habitualmente habrá de ocurrir es
que finalmente la persona se decante por una de las dos opciones:
a) o bien romper interiormente con la institución (el
marcharse o no puede estar condicionado por otros factores),
o bien interiorizar de forma profunda la tesis de que, efectivamente,
marcharse del Opus Dei significa falta de amor a Dios.
Esta identificación de fidelidad a Dios con fidelidad
al Opus Dei, aunque constituya una auténtica barbaridad,
es aceptado como "evidente" por quienes lo han interiorizado
de forma profunda.
Como ejemplo de ello transcribo un párrafo del libro
de Pilar Urbano, "El hombre de Villa Tevere"
(pag. 303). Dice, refiriéndose al fundador:
- Esa otra expresión, tantas veces repetida, '¡sedme
fieles!', oyéndosela a él, y en el contexto
que le circunda, no es en modo alguno una demanda de fidelidad
hacia su persona, sino de fidelidad a la vocación divina:
a Dios, en primera, y última y única instancia.
Así lo entienden todos. Así lo entienden siempre.
Carlos Cardona recuerda cómo un día de los
años cincuenta, entre 1955 y 1957, el Padre les habla
de fidelidad: 'A este propósito, nos cuenta que
ha recibido una carta de uno que no quiere perseverar y que
le pide la salida de la Obra. En esta carta le dice que, a
pesar de tal determinación, le quiere mucho... El Padre
ha comentado, con expresión de honda tristeza: 'Más
valía que me quisiera menos a mí, y más
a Jesucristo' Ese es el sentido cabal del '¡Sedme
fieles!' -
Del texto anterior me parece interesante analizar varios
puntos:
a) Aceptando la aclaración que hace Pilar Urbano de
que la utilización de la partícula "me"
en "Sedme fieles", no significa fidelidad a la persona
del fundador, sino que se utiliza en forma posesiva (como
la madre que dice "el niño me duerme muy bien..."),
lo qué sí queda claro, sin embargo, es que el
fundador entiende esa "fidelidad a Dios -en primera
y última y única instancia - "como
fidelidad a "la vocación divina" que
identifica con la perseverancia en el Opus Dei. Por eso al
referirse a la persona que le ha pedido salir de la Obra se
refiere a él diciendo 'Más valía que
me quisiera menos a mí, y más a Jesucristo'.
Identifica claramente el irse de la Obra con falta de amor
a Jesucristo.
b) Que una periodista como Pilar Urbano, en su deseo de demostrar
que el fundador no pedía fidelidad a su persona sino
a Jesucristo, escriba lo anterior sin ruborizarse y sin darse
cuenta de la barbaridad que constituye lo que cuenta, muestra
hasta qué punto el proceso de adoctrinamiento es efectivo
en el objetivo de lograr la identificación "fidelidad
a Dios = perseverancia en el Opus Dei".
c) No puedo juzgar la intención de Carlos Cardona
cuando relató la anécdota citada. Ahora bien,
si la intención es similar a la que muestra Pilar Urbano
al recordarla, demuestra que hasta los metafísicos
de la Obra parece que perdieran la cabeza cuando se trataba
de ensalzar las virtudes del fundador.
Fidelidad a Dios significa perseverancia en el Opus Dei.
Este es el mensaje del fundador y el que la institución
transmite continuamente. Ante esta realidad, conviene volver
a releer la cita del libro sobre sectas de Steve
Hassan que hace E.B.E. en su escrito "La
Obra como secta":
"El último criterio para juzgar a un grupo
es la libertad de marcharse de los adeptos. En otras palabras,
los miembros de las sectas destructivas son prisioneros psicológicos.
Como ya he mencionado antes, las sectas destructivas implantan
fobias en las mentes de sus seguidores para fomentar el temor
a abandonar el grupo.
Los grupos legítimos tratan a los individuos como
adultos, capaces de determinar qué es lo que más
les conviene. A pesar de que todas las organizaciones intentan
retener a sus afiliados, los grupos legítimos nunca
llegan a los extremos de controlar a sus miembros por medio
del terror y el sentimiento de culpa como hacen las sectas
destructivas."
Realmente y en conciencia, pregunto a los miembros de la
Obra que escriben de buena fe: ¿están las puertas
abiertas para salir?
Arriba
Volver a Tus escritos
Ir a la página
principal
|