Santo
Poder del Opus Dei
Por José Manuel Vidal e Ildefonso Olmedo
Publicado en Periódico digital
Estarán tres ministros, entre ellos el de Defensa,
que es de la Obra, y numerosos secretarios de Estado. La santificación
de Escrivá de Balaguer será una exhibición
del poder del Opus Dei, el resultado de un sueño que
despierta tanto recelo como admiración
«¡Nos han hecho ministros!», exclamó
Josemaría Escrivá, al enterarse de que Franco
había nombrado para formar parte de su gobierno a varios
de sus hijos. Hoy, toda la Obra puede proclamar: «¡Nos
han hecho santos!». Porque el Padre y su Obra forman
un todo indisoluble. La santidad de Escrivá es la santificación
de la Obra y el poder del nuevo santo es el santo poder de
su Opus Dei, con más de 85.000 seguidores en todo el
planeta. «Esas personas trabajan en los sitios más
variados; hay entre ellos desde campesinos que cultivan la
tierra en pueblos apartados de la Sierra Andina hasta banqueros
de Wall Street. A todos ellos el Opus Dei les enseña
que su trabajo corriente es de un gran valor y puede ser medio
eficacísimo para amar y servir a Dios y a los demás
hombres. Ésa es la única influencia del Opus
en cualquier sitio en que trabaja». Son palabras del
beato fallecido en 1975 y a partir del 6 de octubre, san Josemaría
Escrivá de Balaguer, fundador y gran timonel.
Y su profecía parece haberse cumplido.
El próximo domingo se va a escenificar la apoteosis
de su poder e influencia. Y no sólo espiritual. El
año del centenario del nacimiento de Josemaría
Escrivá (Barbastro, Huesca, 9 de enero de 1902) será
también el año de la gloria del Opus. Desde
ese día, la Obra podrá presentar a su fundador
como un ejemplo de santidad universal, su imagen podrá
figurar en cualquier iglesia y su culto, ser promovido en
todo el orbe católico. «Ahora el fundador es
un santo de la Iglesia universal, no un santo de un grupo»,
explica Flavio Capucci, el postulador de la causa de beatificación
y canonización .
En España, donde la prelatura se afianzó con
raíces más profundas, hay codazos en las altas
esferas para acudir a Roma en representación del Estado.
Fuentes solventes explicaron que el embajador ante la Santa
Sede, Carlos Abella, está en pleno «forcejeo»
con la curia para lograr que se amplíe el cupo de autoridades
asignado, que es de 50. Si se lograra un «estatus digno»
para otro pequeño grupo, podrían sumarse a la
comitiva el Fiscal General del Estado, el opusino Jesús
Cardenal, y la presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi,
aragonesa como Escrivá. Varios miles de españoles,
además, harán el viaje en barco (cuatro buques
salen de Valencia, uno de Barcelona y otro de Málaga)
para arribar en el puerto de Civitavecchia, donde se bautizará
a un muelle como San Josemaría.
Tres ministros del Gobierno encabezarán la representación
oficial.Junto al supernumerario Federico Trillo, de Defensa,
estarán Ana Palacio, de Exteriores, y José María
Michavila, de Justicia, quien fuera en su juventud miembro
del Opus. Irán escoltados por secretarios de Estado
y subsecretarios. Entre aquéllos, con toda probabilidad,
Jorge Fernández, responsable de las Relaciones con
las Cortes, quien declinó la invitación de CRONICA
a reflexionar sobre el poder hoy de la Obra.
Su propia historia es singular: se convirtió ya de
mayor, hace unos pocos años, mientras leía,
cuentan, uno de los libros del Antiguo Testamento. Dicen también
que mira regularmente una estampa del beato y que siendo secretario
de Estado de Educación asombró a todos al escribir
la palabra diablo en el ordenador de un colegio de Extremadura
que visitaba por inaugurar el servicio de Internet para los
alumnos.
«Ocultarme y desaparecer es lo mío, que sólo
Jesús luzca», fue uno de los lemas vitales del
Padre. Pero desde el ocultamiento consiguió atraer
hacia su carisma, tanto en vida como después de muerto,
a miles de personas. Se calcula que más de 300.000
querrán vivir en directo, en la plaza de San Pedro,
el momento de su ascenso a los altares. Casi 80.000 habrán
llegado de España.Hoy son alrededor de 27.000 los españoles
integrados en este ejército de religión que
proclama que es posible la santidad en la vida cotidiana.
CLASE ALTA
En la actualidad, partidarios y detractores reconocen que
Escrivá fue uno de los españoles de mayor proyección
internacional en el siglo XX. Su Obra es, sin lugar a dudas,
una de las instituciones religiosas más influyentes,
tanto en la Iglesia como en la sociedad civil. No sólo
por el número, sino por la calidad de sus fieles, la
mayoría procedente de la clase media y media alta,
con fuerte penetración entre las elites políticas,
económicas, culturales y sociales. Y con realizaciones
que, discrepancias ideológicas aparte, gozan de un
extraordinario prestigio, como la Universidad de Navarra,
los colegios Tajamar o Retamar de Madrid, el IESE de Barcelona
o el santuario de Torreciudad en Huesca.
Ésas son sólo las joyas de la Corona. Otras
divisiones del Opus en el mundo, según sus datos, son:
más de 500 colegios y universidades, medio centenar
de radios, 12 productoras de cine y televisión, 12
editoriales, 604 periódicos y revistas y 38 agencias
de información.Ya lo decía el fundador: «Tenemos
que envolver el mundo en papel de periódico».
«La Defensa, las fuerzas de orden público y
la judicatura en España están en manos del Opus»,
decía hace unos meses el presidente de Extremadura,
Juan Carlos Rodríguez Ibarra. ¿Exagera el socialista?
No es nada fácil comprobarlo. Entre otras cosas, por
el pacto de silencio (ellos dicen que «discreción»)
que reina a su alrededor.Vieja costumbre. «Los miembros
numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán
observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de
otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie
que ellos mismos pertenecen al Opus», rezaba el artículo
191 de la constitución (secreta inicialmente) redactada
en 1950.
Insisten, además, en que «el único poder
de la Obra es el de los creyentes. Como parte de la Iglesia,
se propone contribuir a la cristianización del mundo,
y a esa tarea apostólica contribuyen quizá más
las personas modestas que los poderosos de la tierra»,
dice Luis Gordon desde la oficina de prensa en Madrid.
FORMACION DE ELITES
Miguel Fisac, ex miembro, asegura todo lo contrario: «Me
parece que el Opus Dei tiene mucho poder, en general. Muy
difícil de captar, por su silenciosa disolución
en la sociedad y por sus efectivos y eficaces métodos,
como de una sociedad secreta».O como señala el
teólogo y presidente de la Asociación Juan XXIII,
Enrique Miret, «el poder de los hombres del Opus Dei
sigue siendo grande en política, comunicación,
Universidad, enseñanza y mundo de la profesión.
Han fomentado la formación y acción de elites
para que influyan decididamente».
«Es el retorno del Opus Dei. Su objetivo es recristianizar
el aparato del Estado a partir de una red en la que sus miembros
se identifican entre sí, se reconocen y se ayudan unos
a otros en su carrera hacia los puestos clave», asegura
Mariano Sánchez Soler, autor de Las sotanas del PP,
libro que se acaba de presentar.De la misma opinión
es el ex director general de Asuntos Religiosos y catedrático
de Derecho Eclesiástico de la Complutense, Dionisio
Llamazares: «El PP se ha echado en brazos de la Iglesia
y pretende imponer como ética global la moral católica
en su versión más integrista auspiciada por
el Opus Dei».
¿Hay datos que avalen estas afirmaciones? La presencia
de la Obra en el entorno de la Casa Real se remonta a la época
en la que el Opus apostó por el príncipe Juan
Carlos como sucesor de Franco. Desde entonces, Federico Suárez,
miembro de la Obra, fue primero el preceptor del príncipe
y, después, capellán de la Casa Real. Angel
López Amo formó parte de la Casa Real y Laura
Hurtado de Mendoza, también de la Obra, es la secretaria
de Doña Sofía.
Y de la Zarzuela a la Moncloa. En el número 202 de
sus constituciones se lee: «Medio de apostolado peculiar
de la Institución son los cargos públicos, en
especial los que implican el ejercicio de una dirección».
Lo decía el fundador: «Un hilo y otros muchos,
bien trenzados, forman esa maroma capaz de alzar pesos enormes».
Dirigir o estar muy cerca de los que dirigen. «Aznar
llega al PP rodeado por la curia del Opus, que es la que le
aúpa a la presidencia y se convierte en su guardia
de corps», asegura Sánchez Soler. Los Aznar no
son socios de la Obra. Pero el abuelo del presidente, Manuel
Aznar, era íntimo amigo de Escrivá. Ana Botella
es sobrina de José Botella, uno de los más reconocidos
miembros de la Obra durante el franquismo. Los hijos de los
Aznar estudiaron en los colegios Peñalba y Pinoalbar,
que se rigen por el ideario de la Obra, y su ahora yerno,
Alejandro Agag, en el Retamar, buque insignia del Opus en
Madrid. Aun así, sigue habiendo en el PP de Aznar cierta
prevención hacia el Opus por su deteriorada imagen
pública.
Los socialistas, con Guerra a la cabeza, siguen utilizando
la pertenencia de algunos políticos populares a la
Obra como arma arrojadiza, y éstos se ponen nerviosos
cuando se les acusa de contaminación opusdeísta.
Quizá por eso Aznar ha llegado a decir: «No tengo
ninguna relación con el Opus. Lo respeto como a Comunión
y Liberación o al diácono de no sé dónde
o al arzobispo de Burgos, que es muy amigo mío».
En los aledaños de la Moncloa y en el aparato del
PP, la Obra cuenta con una nutrida presencia. En su primer
gobierno, Aznar situó a dos reconocidos miembros de
la Obra: la titular de Medio Ambiente, Isabel Tocino, y el
de Sanidad, José Manuel Romay, que lo había
sido en sus tiempos de estudiante. Federico Trillo era entonces
presidente del Congreso. Otras dos ministras, la de Agricultura,
Loyola de Palacio, hoy vicepresidenta de la Comisión
Europea, y la de Justicia, Margarita Mariscal, aun sin ser
del Opus, se sitúan en su órbita.
Tras el segundo triunfo electoral de Aznar, el poder de los
fieles de Escrivá no sólo no retrocede, sino
que se instala en las palancas del Estado. Esta vez sólo
hay un ministro con carné de supernumerario, Federico
Trillo, en la cartera de Defensa, pero otros muchos ocupan
puestos decisivos en la Administración y en el partido.«La
presencia de un miembro de la Obra en el PP es la de un católico
coherente. Su postura y su influencia se debe a su catolicismo
y no a su pertenencia a la Prelatura», explica Flavio
Capucci.
Aunque predominan en el PP, los miembros de la Obra también
están presentes en otros partidos. El Opus cuenta con
Jaime Ignacio del Burgo y Jesús Aizpún en UPN;
con Lluís Alegre, Concepción Ferrer y Joaquín
Molins en CiU, y con Rafael Larreina en Eusko Alkartasuna.
Su penetración en el PSOE, en cambio, es prácticamente
nula, aunque uno de los antiguos ideólogos, Ludolfo
Paramio, pasó por el Opus Dei.
La lista de los escapados está repleta de ilustres
(el arquitecto Miguel
Fisac, la que fuera secretaria de monseñor,
Carmen
Tapia, el ideólogo Raimundo Pániker
o Antonio Pérez
Hernández de los Granales, miembro del Consejo
de Estado). Y muchos han escrito la amarga experiencia de
su paso por una organización que, en palabras del sociólogo
Alberto Moncada, uno de los ex, es «intrínsecamente
perversa». Estos días, en el aluvión de
libros sobre Escrivá y su Obra, también aparecerá
el de la periodista Isabel de Armas, nueve años en
el Opus. Se titulará:
Ser mujer en el Opus Dei.
La dispersión de los opusdeístas por los distintos
partidos es, según la Obra, «una muestra de la
pluralidad que existe en su interior». Insisten hasta
la saciedad en que no son grupo de presión. Pero la
realidad, a juicio de observadores críticos, les desmiente.
«A través de organizaciones integristas como
el Opus, la Iglesia ha logrado imponer como ética global
la ética católica en su versión más
conservadora en temas de bioética, eutanasia o parejas
de hecho. Están confesionalizando la política
y la magistratura», dice el ex director de Asuntos Religiosos
Dionisio Llamazares.
La Asociación de Identidad de Género, que reúne
a transexuales, gays y lesbianas, asegura que «el Opus
impide la puesta en marcha de la ley que permite las operaciones
de cambio de sexo desde que Romay estuvo en Sanidad».
En la Obra, por contra, aseguran que sus políticos
no forman clan ni tienen un programa específico, aunque
sí se atienen a los principios de la Iglesia. Por eso,
el presidente de la Asamblea de Madrid, el popular Jesús
Pedroche, se abstuvo «en conciencia» cuando el
PP votó la ley de parejas de hecho.
En el ámbito judicial, además del fiscal general
del Estado, Jesús Cardenal, el Opus cuenta con muchos
miembros y simpatizantes, como los magistrados José
Luis Requero, Luis Román Puerta, Antonio Martí
y Vicente Conde, y fiscales como Fernando Herrero, Jesús
Santos y Antonio del Moral. Es decir, parece evidente la presencia
de miembros destacados de la Obra («siempre actuando
a nivel personal y nunca en nombre de la organización»)
en los tres poderes clásicos del Estado: Ejecutivo,
Legislativo y Judicial.
BANQUEROS
Pero si en lo político es difícil dar nombres
de miembros del Opus, en el mundo económico es casi
imposible. Hace años se llegó a publicar que
su entramado financiero alcanzaba a 1.500 sociedades.La organización
movería alrededor de 30.000 millones de pesetas anuales.
En la Obra no niegan que su área de influencia en
este sector ha sido el Banco Popular, presidido por uno de
sus numerarios, Luis Valls, y por su hermano, Javier. Pero
desde hace años, el Opus ha colocado a sus hombres
en puestos claves de grandes bancos y empresas. La lista de
nombres sería interminable, y fácil cometer
un error, porque muy pocos hacen pública confesión.
«Las Obra no es rica ni va de la mano de los ricos»,
asegura Capucci. En España prevalece la clase media,
«porque es la dominante en el país». Pero
lo cierto es que el estigma de clasista y elitista sigue acompañandolos.
Y su poderío económico sigue siendo incalculable
por más que, como sostiene el actual prelado, monseñor
Echevarría, «el principal influjo que los fieles
ejercen es por medio de la oración. El Opus no tiene
una estrategia global de acción en la sociedad».
Además de la Universidad de Navarra, con sus 20 facultades
y su excelente clínica universitaria, la Obra controla
también el Instituto de Estudios Superiores de la Empresa
(IESE). Los catedráticos de la Obra están presentes
en las Universidades de España y del extranjero. Destacan
José Luis Meilán, rector de la universidad de
A Coruña, Alvaro D'Ors, José Desantes, Ramón
Llamas, Antonio Fontán, Javier Fernández del
Moral o Andrés de la Oliva.
La Obra cuenta además con centros sociales de atención
a los pobres, sobre todo en países del Tercer Mundo.
Con motivo de la canonización se han puesto en marcha
varios proyectos, tanto en España como en Africa, de
ayuda a los más desfavorecidos, que serán sufragados
con la aportación (cinco euros como mínimo)
de los que acudan a Roma.
Es notoria la presencia de la Obra en el seno de las Fuerzas
Armadas. Por tierra, mar y aire. Y es que, como decía
el propio Escrivá, «los militares, por el sólo
hecho de serlo, tienen ya la mitad de la vocación al
Opus». Y se nota en la práctica. Federico Trillo
se ha sabido rodear de gente afín a su ideario en los
puestos clave. No sólo está Fernando Díez
Moreno, secretario de Estado de Defensa y antes pieza fundamental
en el proceso de privatización de varias empresas estatales
como Telefónica. También se sitúan en
la órbita de la Obra el almirante Antonio Moreno Barberá,
jefe del Estado Mayor de la Defensa; el general Alfonso Pardo
de Santayana, jefe del Estado Mayor del Ejército, y
el general Eduardo González-Gallarza, jefe de Estado
Mayor del Aire. La Obra cuenta igualmente con mandos en los
Cuerpos de Seguridad, como el ex director general de la Policía,
Juan Cotino.
Y si espectacular es su influencia en el mundo civil, en
el eclesiástico es casi divina. En el actual diseño
estratégico del Vaticano, se ha convertido en la unidad
de elite de la nueva evangelización.Los seguidores
de Escrivá han suplantado a los jesuitas en el corazón
y en la estrategia del Papa. Un miembro de la Obra, Joaquín
Navarro Valls, es la cara mediática y el muñidor
de la estrategia comunicativa de un pontificado eminentemente
mediático, y el Opus cuenta con las simpatías
de Estanislao Diwisz, el todopoderoso secretario personal
del papa Wojtyla.
Aliados no le faltan en la curia. Tanto el cardenal Sodano,
número dos del Vaticano, como los cardenales Ratzinger
y López Trujillo, suelen mostrarse muy próximos.
Y directamente ligado a la Obra está el presidente
del Consejo Pontificio para la Interpretación de los
Textos Legislativos, el español Julián Herranz.
En el colegio cardenalicio tienen al arzobispo de Lima, Juan
Luis Cipriani.La Obra controla también, a través
de Justo Mullor, la Escuela diplomática de la Santa
Sede, en la que se forman los nuncios y los consejeros de
todas las nunciaturas del mundo. Y uno de los papables con
mayor prestigio y más posibilidades de suceder a Juan
Pablo II, el cardenal de Milán Dionigi Tettamanzi,
suele ser calificado por los vaticanistas como «próximo
al Opus Dei».
En España cuentan con la simpatía de casi todos
los obispos (unos 50 asistirán a la canonización),
pero sólo han conseguido colocar a uno de los suyos,
monseñor Gil Hellín, al frente de la archidiócesis
de Burgos. De todas formas, en círculos eclesiásticos
españoles se considera que la Obra es «el más
importante e influyente movimiento organizado de la Iglesia».
Ni más ni menos.
«El tiempo pasa y se madura espiritualmente. Vamos
aprendiendo a querer y a darnos cuenta de que no somos ejemplo
de nada. Vamos creciendo», explica Capucci. Y es que
la Obra de Dios tiene todas las imperfecciones de lo humano
y todas las perfecciones de una institución bendecida
por Dios. Con un santo y otros muchos en camino. De ahí
que sus enemigos la acusasen de «secretismo, conservadurismo,
elitismo, e, incluso, fundamentalismo». Alguien la llamó
hasta la santa mafia.
Hoy, en cambio, todo son alabanzas para una institución
bendecida por Dios (con numerosos milagros, dos de los cuales
valieron para la beatificación y para la canonización)
y por su vicario en la tierra (con una canonización).
De Camino, a autopista eclesial.
Con información de Llum Quiñonero
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