EL
OPUS PUEDE CAMBIAR... A PEOR
J.O., 14 de mayo de 2004
Me ha parecido excelente el detalle histórico que
cuenta
Volo en su correo de ayer. Viene a corroborar lo
que se desprende de los libros
de Moncada (a quien hay que agradecer sus
correos que resultan tremendamente ilustrativos),
y otros testimonios de los primeros: El Opus Dei se hizo a
parches, conforme iban surgiendo problemas no previstos por
el Fundador. Una vez decidido cómo se solucionaba el
problema concreto, se pasaba a revestir eso de voluntad divina,
de transcendencia y se añadían toques de tramoya
mística como las famosas campanas que quizá
(las leyes de la física son tozudas) nunca resonaron
en mis oídos sino más bien en mi imaginación...
Así, lo que surge como organización de machotes
católicos para dar respuesta coyuntural al rojerío
que amenazaba con hacerse con el poder en España, se
va aliñando poco a poco con nuevos añadidos:
¿Que nos vendría bien tener mujeres que se ocupasen
de las tareas domésticas, porque si no vamos a acabar
planchando nosotros o pareciendo chusma? Pues intentamos convencer
a alguna pia unión y si no, revelación divina
al canto y fundación de la Sección Femenina
y problema del servicio doméstico resuelto, y además,
baratito. Y, de paso, aprovechamos también para que
entren las hermanas de los primeros chavalotes (lo de numerarios,
oblatos, supernumerarios vendría mucho más tarde)que
son majas.
¿Que se nos acercan algunos que pueden ser útiles
pero que o están enfermos o no tienen título
universitario? Pues creamos un tipo nuevo de miembro: el oblato.
Pero que viva con sus padres que esta "gente de baja
extracción" puede malearnos el ambiente selecto
de nuestros centros y el tono aristocrático de nuestra
obra. (Perdona Gregory,
pero la mente elitista del fundador no podía permitir
semejante subversión de la pirámide social a
cuya cúspide él intentó auparse por todos
los medios, cambios de nombre y marquesados
de Peralta incluídos). Además esto nos
viene muy bien porque así les tapamos la boca a los
que dicen que sólo nos interesan las clases dominantes.
¿Que necesitamos curas que transmitan nuestro espíritu?
No hay problema: Flash divino y fundación de la Sociedad
Sacerdotal de la Santa Cruz. Luego, si los primeros que (por
vocación divina bajo la dirección espiritual
del propio fundador, no lo olvidemos) no aguantan determinadas
cosas, pues decimos que eran nuestra corona de espinas y ordenamos
a los chavalotes, que a éstos sí los tenemos
más o menos controlados.
¿Colegios? Nunca los habrá en el Opus Dei,
¿Mujeres? Hasta ahí podríamos llegar.
Esto es cosa de hombres.
El 2 de Octubre del 28 estaba todo completo porque el fundador
lo vio completo, pero debió ser que entre tanta luz,
tanto sonido de campanas y tanta efecto especial, no advirtió
a ver las sotanas de los curas, las faldas de las mujeres
(no había pantalones entonces, ¿recordais?),
las fachadas de los colegios.
Claro que todo esto tiene una explicación tan humana
o tan divina como quiera hacérsela parecer: con lo
machotes y tíos guapos y bien plantados
que eran los primeros, con sus uniformes de ingenieros y condecoraciones
y gorros con plumas, es lógico que, con esa maravillosa
visión, se obstruyese casi todo lo que había
detrás.
La capacidad camaleónica no se agota con el fundador:
Si un obispo
inglés nos pone entre la espada y la pared
por la admisión de menores de edad, pues seguimos lo
mismo, pero ahora les llamaremos aspirantes, que en realidad
son pero no son. (En este caso la obstrucción del campo
visual el 2 de Octubre es más comprensible por tratarse
de gente pequeñita que estaban al fondo asustados por
la grandiosidad del momento.
Todo esto, convenientemente rodeado de oscurantismo, de secretismo
y aliñado por una tradición oral que engrandece
aquello que conviene y desprecia lo que no encaja (si non
é vero é ben trovato), se convierte en un cuento
(en ambos sentidos de la palabra) que nadie cree pero que
nadie dentro se atreve a desvelar: como si de un moderno retablo
de las maravillas cervantino de tratase.
La realidad es tozuda y mucho más triste. La cosa
es una solución coyuntural del catolicismo español
de siempre que, una vez establecido en los centros de poder
muta y se plantea otros objetivos que puedan alimentar las
insaciables ansias de notoriedad del visionario fundador.
Por tanto, la respuesta a la pregunta de si puede cambiar
el Opus Dei, es afirmativa. Por supuesto que puede cambiar:
a peor, conforme vaya siendo mayor el distanciamiento entre
la sociedad civil y el espíritu fundacional. Si de
algo no andan escasos es de santa desvergüenza para hacer
esos cambios y decir que se está poniendo en práctica
la voluntad divina intemporal, trascendente y ya "vista"
por el fundador en 1928 (detrás de los machotes entre
los curas, las mujeres, los colegios y los aspirantes)
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