NUEVAS
HEREJÍAS
IVÁN
1. -Nuevas herejías (22-7-2004)
2. -Vivir en herejía (5-8-2004)
3. -Vivir en herejía II
(29-10-2004)
4. -Herejía hipócrita
(29-10-2004)
5.- Los padres de la herejía hipócrita
(I) (20-12-2004)
6.- Los padres de la herejía
hipócrita (II) (30-1-2005)
7.- Los padres de la herejía
hipócrita (III) (6-2-2005)
8.- Los padres de la herejía
hipócrita (IV) (11-2-2005)
9.- Los padres de la herejía
hipócrita (V) (12-6-2005)
10.- Los hijos de la herejía hipócrita
(27-6-2005) FIN
Siempre que leo en la página
de inicio de este sitio: "¡Ojo!
No es una web contra la Iglesia, ésta es una web sobre
el Opus Dei.", recuerdo una tertulia, cuando
yo era de la Obra, en la que un director de Comisión
(máximo órgano de gobierno del Opus Dei en cada
región) nos contó que alguien importante de
la Obra le había dicho al Papa actual, en una entrevista
que por aquel entonces tuvo con él, algo parecido a:
"Santo Padre, todos lo que nos atacan [al Opus Dei]
son los mismos que atacan a la Iglesia".
Imagino que por esa línea de pensamiento de algunos
que han escrito a los que dirigen esta web es por lo que se
ha colocado en su primera página esa nota aclaratoria
que he entrecomillado al principio.
En lógica hay dos axiomas (principios tan claros y
evidentes que no necesitan demostración) que dicen:
"La parte es menor que el todo" y "La parte
no es el todo". Con ello la lógica, como disciplina
del pensar de forma correcta, no hace más que definir
algo innegable, que nadie puede poner en duda.
Por lo anterior se deduce que quien opina sobre una parte,
o la juzga, o la critica; circunscribiéndose tan sólo
a lo peculiar de esa parte, no está opinando, juzgando
ni criticando al todo (puesto que si no fuera así la
parte y el todo serían lo mismo). Podemos decir de
un coche que es muy confortable en todo menos el volante que
es muy incómodo (sólo juzgamos el volante) o
de nuestra casa que está recién pintada excepto
el cuarto trastero (el único sin pintar), etc.
Algo muy distinto es cuando opinamos, juzgamos o criticamos
en un miembro algo que pertenece al Todo porque en ese caso
lo estamos haciendo sobre los dos. Si opino que el hábito
franciscano debería ser azul marino en vez de pardo,
con ello me refiero solamente a esa Orden ya que me circunscribo
a algo peculiar suyo; pero si lo hago sobre que ellos afirman
la presencia real de Jesucristo en la eucaristía y
expongo mis dudas al respecto, eso es doctrina del Todo por
lo que también estoy opinando sobre la Iglesia a la
vez que lo hago sobre los franciscanos.
Dentro de lo que la Iglesia nos exige creer a los católicos
(verdades de Fe) se encuentra que la Iglesia es "Una",
"Santa", "Católica", "Apostólica"
y "Romana". Esto es algo tan fundamental que está
impreso en todos los catecismos oficiales de la Iglesia.
Si la Iglesia es "Una" ello implica que no hay
dos Iglesias verdaderas. Esto es doctrina de Fe, por lo que
ha de creerse.
Como "la parte no es el todo", eso quiere decir
que una parte de la Iglesia (persona, cargo o institución)
no es la Iglesia. Esto también es de Fe.
Se ha expuesto antes que quien opina sobre una parte, o la
juzga, o la critica; circunscribiéndose tan sólo
a lo peculiar de esa parte, no está opinando, ni juzgando
ni criticando al todo; del conjunto de lo visto se deduce
que quien opina, juzga o critica a persona, cargo o institución
de la Iglesia; circunscribiéndose a hacerlo tan sólo
sobre lo peculiar de esa persona, ese cargo o esa institución;
no está opinando, juzgando ni criticando a toda la
Iglesia. (Sí yo digo que mi párroco no reza
no estoy afirmando por ello que toda la Iglesia no reza, puesto
que juzgo a esa persona centrándome sólo en
algo de ella.) Y por las razones antedichas en los párrafos
precedentes esto también es de Fe (porque si no fuera
así, siguiendo el ejemplo anterior, el párroco
y la Iglesia serían lo mismo).
Como el Opus Dei es una institución de la Iglesia,
de todo lo anterior se deduce que es un hereje quien diga
de alguien que opina sobre el Opus Dei, o lo juzga, o lo critica
(cuando lo hace circunscribiéndose tan sólo
a lo peculiar del Opus Dei), que esa persona está opinando
sobre toda la Iglesia, o juzgándola, o criticándola.
Como los herejes son anatemas (excomulgados) y como al Fundador
de la Obra le gustaba tanto el Concilio de Trento, basándome
en lo anterior concluyo con una terminología muy propia
de dicho concilio:
1 - Si alguien dijere que el Opus Dei es la Iglesia, sea
anatema.
2 - Si de quien opina sobre el Opus Dei (cuando opina tan
sólo sobre algo peculiar del Opus Dei) alguien dijere
que está opinando sobre toda la Iglesia, sea anatema.
3 - Si de quien juzga al Opus Dei (cuando juzga tan sólo
sobre algo peculiar del Opus Dei) alguien dijere que está
juzgando a toda la Iglesia, sea anatema.
4 - Si de quien critica al Opus Dei (cuando critica tan sólo
algo peculiar del Opus Dei) alguien dijere que está
criticando a toda la Iglesia, sea anatema.
Otra realidad muy distinta es que la opinión, el juicio
o la critica que alguien le hace al Opus Dei repercuta o no
sobre la Iglesia. Por supuesto que repercute, pero no porque
ambas estén identificadas sino porque la Obra es una
parte de la Iglesia y lo que le atañe a un miembro
está incidiendo sobre cuerpo.
Lo importante es saber si es cierto o no lo que se afirma
de la parte. Precisamente para llegar a ese conocimiento ha
de existir la libertad de expresión y además
se ha de ejercer, pues sólo a través de ella
puede esclarecerse la verdad.
Voy a intentar explicarlo con un ejemplo. Durante meses voy
a la parroquia todos los días, a horas distintas, y
nunca veo al párroco rezando. Unas veces da catequesis,
otras está atendiendo a pobres, otras dando cursos
prematrimoniales, etc. y de ello concluyo que ese hombre no
reza nunca.
Si no hay libertad de expresión me quedaré
siempre con esa idea para mí solito. Pero si encuentro
una página web de gentes de mi diócesis, abierta
a la libertad de expresión, y lo cuento allí;
quienes me leen reciben esa información y a su vez
contestan (con la misma libertad de expresión). Imaginemos
que un compañero de residencia de ese sacerdote lo
lee y responde algo parecido a lo siguiente: "No tenéis
ni idea de lo que estáis afirmando porque ese párroco
de quien habláis nos tiene conmovidos a todos los que
vivimos con él precisamente por su intensa vida de
oración. Duerme sólo tres o cuatro horas y el
resto de la noche se lo pasa rezando, porque él dice
que durante el día no tiene el sosiego necesario para
orar con calma por estar dedicado a una actividad muy intensa
y que por eso lo hace por la noche."
Ese testimonio lo cambia todo, pero lo importante para lo
que nos ocupa es que se ha llegado a él a través
del ejercicio de la libertad de expresión.
La libertad de expresión y el diálogo hacen
posible llegar a la verdad, a veces opuesta a lo que en un
principio parecía. La facultad de opinar, juzgar y
criticar de unos y la respuesta de otros permite difundir,
conocer y poder corregir la realidad de los hechos.
Cuando hay verdadera libertad de expresión no importa
que alguien mienta o que se equivoque en sus opiniones, juicios
o criticas, puesto que ya se encargarán de desmontar
esas falsedades aquellos que tienen pruebas de la verdad.
Sin embargo, la falta de esa libertad es el caldo de cultivo
perfecto para los que obran el mal porque todo el mundo se
halla incapacitado para desenmascararles.
De lo visto sobre la libertad de expresión se puede
concluir que:
1 - Quienes callan ante las denuncias públicas de
hechos graves de que se les acusa, con ese silencio otorgan
como verdad todo cuanto se está afirmando sobre ellos
porque si no responderían inmediatamente.
2 - Quienes luchan por acabar con la libertad de expresión
de aquellos que hablan sobre ellos, con eso demuestran que
no son claras sus intenciones, que hay algo torcido en su
conducta.
3 - Quienes impiden a sus súbditos acceder a lugares
en donde se ejerce la libertad de expresión sobre ellos,
con eso tan sólo pretenden que estén bajo la
ignorancia de lo que difunde su versión oficial, que
presenta la verdad mutilada de partes esenciales a las que
no quieren que tengan acceso sus miembros.
4 - Quienes hacen lo que dicen y desean mejorar lo que hacen,
aman la libertad de expresión que sobre ellos se ejerce
porque les permite conocer sus obras desde otras perspectivas,
con lo que después pueden perfeccionarlas.
5 - Tan sólo aquellos que quieren a toda costa imponer
su voluntad sobre el resto (dictaduras) odian la libertad
de expresión, a quien ven como su gran enemiga.
Volviendo a la Iglesia. No sólo es una herejía
afirmar que quien muestra la maldad de la parte (como parte)
lo está haciendo sobre la Iglesia (como todo), sino
que hacer públicos esos errores es una obligación
grave para quienes los conocen; pues con ello se perfecciona
la Iglesia al materializarse el mandato de Jesús de
ser buen pastor de los demás, enseñándoles
en donde los lobos se disfrazan de ovejas, para que así
puedan escapar sin daño de sus colmillos.
Si aquellos de quienes afirmamos que son lobos responden
a nuestro requerimiento con pruebas en contra o cambian su
actitud, pues entonces todo el mundo se convencerá
de que son ovejas. Pero si ante esas acusaciones ni contestan
ni se enmiendan, entonces es que en verdad son lobos.
Cambio de tema y te cuento un escarceo de esa loca de la
casa que es mi imaginación. Yo visualizo al Opus Dei,
quizás tú también, como una figura gigante,
sublime, y de gran rigidez; con valiosos intelectuales en
su seno, que copa puestos claves de las más altas esferas
civiles y religiosas, por lo que imagino que la cabeza de
esa imagen es de oro fino; que machaca lo que haga falta por
la férrea constitución de sus elementos, que
están entrenados para conquistar cualquier meta por
la fe incuestionable en que aquello que les dicen sus directores
es la única palabra de Dios, y por eso veo que los
miembros inferiores de esa figura son de hierro... mas entre
tanta grandeza yo le observo dos defectos importantes: Qué
no anda en toda la verdad y que no quiere enmendar sus pasos,
quizás ocurra eso porque sus píes sean muy débiles.
Y mira lo que Dios nos cuenta sobre un ser semejante:
Tú, oh rey, mirabas, y he aquí una gran
imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era
muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era
terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho
y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce;
sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en
parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra
se desprendió, no por mano, e hirió a la imagen
en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el
barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como
polvo de las eras del verano, y se los llevó el viento
sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que
hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó
toda la tierra.
Libro de Daniel, Capítulo 2, versículos 31
al 35
Vivir en herejía
Nota aclaratoria (El autor)
Lo que viene a continuación de esta nota es un
proceso deductivo, por lo que ninguna parte de él
ni su conjunto son opiniones personales, ni juicios sin
fundamento, ni injurias, ni nada parecido. Por lo tanto,
si alguien no está de acuerdo con lo escrito no es
lógico que ataque a la web en donde se publica, ni
a quien lo escribe, ni a nadie, excepto al propio razonamiento
puntualizando en que parte de él existe algún
error y exponiendo el porqué.
No estoy cerrado a la critica, todo lo contrario, personalmente
considero al diálogo como el instrumento más
perfecto para llegar a la verdad, así como para el
enriquecimiento personal.
A un razonamiento sólo se le puede echar un pulso
con otro razonamiento. Nunca es válida otra manera
de actuar. Por esta razón la Iglesia ha cultivado
tan intensamente la filosofía y la teología,
hasta el punto de que forman parte del bagaje intelectual
más importante de lo que enseña a sus sacerdotes;
para que así, pensando, sepan y puedan desmontar
los errores, nunca a estacazos.
Cualquier medio de atacar a un raciocinio que no sea
con otro raciocinio es, aparte de irracional, injusto y
por lo tanto anticristiano; como bien nos lo enseña
el siguiente episodio de la vida del Maestro: "Al decir
esto, uno de los criados que allí estaba le dio una
bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes
al pontífice? Jesús le contestó: Si
he hablado mal, muéstrame en qué; y si bien,
¿por qué me pegas?" (Jn:18:22, 23)
Vivir en herejía
Es una idea común en la Obra que quien dice, opina,
critica, ataca, juzga, etc., algo sobre ella lo está
haciendo sobre la Iglesia.
Es tan grande la presión por parte de los de la Obra
en ese sentido que en la pagina
principal de este sitio hubo que poner: "¡Ojo!
No es una web contra la Iglesia, ésta es una web sobre
el Opus Dei."
Por la misma razón cuatro autores (de los que puedo
hablar porque han escrito aquí, que seguro que hay
más que desconozco), tuvimos que salir al paso de esas
afirmaciones: Flavia,
Satur, José
Tomás [25 de julio de 2004] y yo.
Como se puede comprobar en mi comunicado
anterior son heréticas todas esas proposiciones
que escriben los de la Obra, o los muy cercanos a ella. Lo
que se afirma de lo que es peculiar a la parte no se puede
aplicar al todo: Si la mano derecha de un hombre tiene cinco
dedos con ello no se puede certificar que todo su cuerpo tenga
sólo cinco dedos. De igual manera, lo que se asevera
de lo propio de la Obra no se puede decir que se asevera de
toda la Iglesia, porque es una manera de afirmar, con otras
palabras, que la Obra es lo mismo que la Iglesia.
También explico allí como el hacer público
algo dañino de una institución de la Iglesia
es una obligación grave para el cristiano que lo conoce
porque debe avisar a la Iglesia de ese peligro.
Cuando el río suena agua lleva; si quien hubiera expresado
esa herejía fuera una sola persona, pase; pero cuando
son tantos, y muchos casi con las mismas palabras, eso significa
que esa postura está muy arraigada en ellos.
En mis casi treinta y cinco años de permanencia en
la Obra nunca he oído o leído que allí
nadie dijera que "el Opus Dei es la Iglesia" (con
esas palabras), pero si que he escuchado, hasta la saciedad
y de manera exclusiva, lo mismo que ellos cuentan aquí:
que quien dice, opina, juzga, critica, ataca, etc., a la Obra
lo está haciendo con la Iglesia.
Nunca cuentan en dónde está el error de ese
ataque sino que, por principio, al ser atacados ellos es atacada
la Iglesia.
Es como si a alguien a quien se le acusa de maltratar a su
esposa contestara, sin dar prueba alguna de su inocencia,
que con esa acusación se está atentando contra
la sagrada institución del matrimonio.
Hagamos algunas deducciones de esa postura.
1 - Verbalmente nadie de la Obra dice explícitamente
que el Opus Dei es la Iglesia.
2 - Pero sí que quien habla algo sobre el Opus Dei
lo habla sobre la Iglesia, por lo que implícitamente
atestiguan la herejía de identificar al Opus Dei con
la Iglesia.
3 - ¿Quién les ha explicado eso? ¿De
dónde ha salido que tantos afirmen esa herejía
y tan al unísono?
4 - Solamente hay dos caminos por los que los demás
nos pueden enseñar algo: Las palabras y la conducta,
la enseñanza oral y el ejemplo.
No hay más formas de educar que esas dos: Un padre
enseña a su hijo o con palabras o a través del
ejemplo de sus actos.
Cuando hay disparidad entre lo contado con la boca y lo mostrado
con los hechos quien siempre lleva la de ganar es el ejemplo.
"Fray ejemplo es el mejor predicador" reza un antiguo
dicho.
Si alguien nos cuenta que es muy soberbio pero en su conducta
observamos que rinde sus opiniones con alegría, que
se desvive por los demás, que es sencillo, etc., de
eso deducimos que realmente es tan humilde que por pura humildad
llega a decir de sí mismo que es soberbio. Si nos encontramos
a un amigo llorando con desconsuelo y a la vez nos dice que
es muy feliz, no creeremos en sus palabras, sí en su
llanto.
5 - Si los de la Obra no han aprendido que "el Opus
Dei es la Iglesia" por haberlo oído decir con
esas palabras, entonces será a causa de que el Opus
Dei, institucionalmente, con su ejemplo, con su conducta,
con su manera de hablar del resto de la Iglesia, con su forma
de ser y de vivir... les ha llevado a convencerse de que el
Opus Dei es la Iglesia.
6 - Luego la conducta del Opus Dei es la que le corresponde
a quien se considera a si mismo como la Iglesia.
7 - De lo que se deduce que la Obra utiliza dos lenguajes:
--- El verbal, el que oye todo el mundo, con el que dice
que no es la Iglesia.
--- Y el de la conducta, que oyen sólo los suyos,
con el que se afirma a si misma como la Iglesia.
8 - Como el obrar sigue al ser o, lo que es lo mismo, que
a un determinado modo de obrar le corresponde un determinado
modo de ser, esa conducta del Opus Dei se identifica con su
ser ("Porque a cada árbol se le conoce por
sus frutos: que no se cogen higos de los espinos, ni se vendimian
uvas de las zarzas." Lc:6:44).
9 - Entonces, según todo lo anterior, el Opus Dei
es una institución cuyo ser vive en la herejía
de considerarse a sí mismo como la Iglesia y de manifestar
explícitamente todo lo contrario.
10 - Cuando oímos ladrar a un animal sabemos que es
un perro, aunque ya no ladre nunca más. Si de un árbol
cosechamos una vez manzanas ya sabemos que es un manzano,
aunque no vuelva a fructificar.
Cuando el ser del Opus Dei lleva a que los suyos afirmen
en una oleada de manifestaciones unánimes que la Obra
es la Iglesia, aunque sus miembros no vuelvan nunca más
a exteriorizarse en ese sentido ya no importa porque sabemos
cual es su esencia por la manifestación primera de
la cual lo hemos deducido.
11 - Una vez conocida la esencia de un ser conocemos su naturaleza
(que es la esencia como principio de operaciones, lo que hace
actuar a ese ser de manera consecuente con lo que él
es), por lo que ya podemos encajar y deducir todo su comportamiento.
Si estamos en nuestra casa y por la ventana oímos
ladrar a un perro, sólo con eso, aún sin haberlo
visto, sabemos que es un mamífero, que su método
de ataque y defensa son los dientes por lo que puede mordernos;
que no tiene garras y por tanto sus arañazos no son
peligrosos, que es un animal sociable con el hombre, etc.,
etc. Y todas esas características las deducimos por
haber escuchado un solo ladrido, porque ese ladrido es la
manifestación de la esencia del perro y con él
nos viene todo cuanto conocemos de los perros, aunque no hayamos
visto nunca a ese perro en concreto. Pero además podemos
ir a observar, a tiro hecho, lo que tienen todos los perros
en ese que hemos oído ladrar: Le miramos una pata y
comprobamos que no tiene garras, le levantamos el belfo y
allí están unos colmillos poderosos, etc.
Si la Obra es una institución cuya esencia es la de
dar la imagen exterior de ser muy fiel a la Iglesia Total
y su vivencia es la de considerarse a sí misma como
esa Iglesia Total, ya sabemos como se va a comportar en cualquier
situación y además podemos encajar todos sus
actos como emanación de esa naturaleza.
Un ejemplo.
He escrito con anterioridad:
"Para empezar, en la Obra hay dos verdades, una para
utilizar con los miembros y otra para los de fuera; una que
justifica algo para que parezca santo y otra que es muy opuesta.
Por ejemplo, cuando yo pité (escribir la carta de admisión
a la Obra) me dijeron que las sucesivas incorporaciones al
Opus Dei (las jurídicas) eran obligaciones administrativas
que la Iglesia exigía y a las que a la fuerza había
que someterse, pero que desde el momento en que se pitaba
se era ya del Opus Dei y para todos los efectos. Al rato,
el director con el que acababa de escribir la carta de admisión
me dice que por un tiempo no les cuente a mis padres que soy
de la Obra y que si ellos me lo preguntan les diga que no
lo soy; al ver mi cara de extrañeza me añade
que contándoles eso no les mentía, porque en
realidad yo no era de Opus Dei hasta que la Iglesia no lo
reconociera oficialmente (incorporación jurídica).
¿Era o no era de la Obra? Pues para quienes a ellos
les convenía sí y para quien les estorbaba no."
Cuando lo escribí desconocía la razón
de esas incongruencias, ahora está clarísimo.
Esas dos verdades de las que allí hablo salen de la
esencia de la Obra: Una de la rama con la que se hace ver
como fiel a la Iglesia y la otra de la que parte de la vivencia
profunda que tiene de sentirse a si misma como la Iglesia
Total, la Única, la Infalible; que lleva al Opus Dei
a considerar que es "verdad de fe" cualquier cosa
que afirme (aunque sea una mentira).
Por otra parte, como para el Opus Dei, visceralmente, la
Iglesia y la Obra son lo mismo, puede usarse lo que dice una
u otra según lo aconsejen las circunstancias y sin
problemas de conciencia.
Ahora toca contar lo que le conviene al Opus Dei y hace un
minuto lo que le agrada a la Iglesia... ¡Qué
más da, si las dos instituciones son la misma cosa!
Vivir en herejía II
Como se demuestra en los dos escritos anteriores, al afirmar
tan reiteradamente los miembros de la Obra y los muy próximos
a ella que quien ataca al Opus Dei ataca a la Iglesia, sin
especificar nunca cual es el error de ese ataque, con esa
expresión nos han regalado algo valiosísimo
que es descubrir que la Obra es una institución cuya
esencia, la que le da la vida, es por una parte la herejía
de considerarse a si misma y comportarse hacia adentro como
la Iglesia única y total y por otra la de ocultarlo
mostrándose como lo contrario, como una institución
que es parte de la Iglesia y muy fiel a ella.
Para quienes hemos pertenecido al Opus Dei puede parecernos
una perogrullada la demostración de esa herejía.
Por la experiencia del tiempo en el que estuvimos dentro de
la Obra conocemos que ningún miembro suyo duda que
el Opus Dei es quien tiene la única voz válida
en la Iglesia (también yo mientras estuve allí),
que las demás estructuras y grupos eclesiales están
equivocados si no dicen y hacen exactamente lo mismo que la
Obra, que la mínima crítica negativa al Opus
Dei es considerada por sus miembros como un pecado terrible,
algo semejante a afirmar alguna imperfección de Dios
(o de la Iglesia Perfecta); todos hemos vivido la intolerancia
total de la Obra ante quienes administran la eucaristía
de las otras maneras que la Iglesia permite pero que no son
las que el Opus Dei tolera: bajo las dos especies en vez de
una o administrada sobre la mano del comulgante en lugar de
en la boca o por un laico en vez de por el sacerdote; cuando
un miembro de cualquier institución de la Iglesia que
no sea la Obra oye decir que ha llegado algo de Roma o que
va hacia allí (por ejemplo un escrito), piensan inmediatamente
que viene del Papa o que va al Papa, menos en el Opus Dei
en donde se sabe que eso hace referencia al Prelado, que es
de quien viene o va cuando ellos se refieren a Roma, con lo
que con esas palabras se sustituye la sede de Pedro por la
del Fundador de la Obra; cuando los sacerdotes numerarios
que son obispos entran en un centro del Opus Dei han de quitarse
todos los signos distintivos de su cargo (el anillo, por ejemplo)
por lo que a un sucesor de los apóstoles, que por su
dignidad se ha de distinguir necesariamente de los demás,
la Obra le rebaja ante sus miembros para que sólo el
Prelado figure como importante ante ellos; cuando el Fundador
del Opus Dei afirmaba que no daba ni un duro por el alma de
un hijo suyo que dejara la Obra, identificaba de esa manera
al Opus Dei con la Iglesia, etc., etc., etc.
Nos sirve en este momento el dicho de que lo único
que el ojo no puede ver es a sí mismo. La herejía
de que el Opus Dei es la Iglesia estuvo tan dentro de nosotros
que ha llegado a formar parte de nuestro "ojo",
por lo que nos era difícil verla, aún tras la
perspectiva que dan muchos años alejados de la Obra.
Y mira por donde los del Opus Dei que escriben en esta web,
con su machaconería de que "ustedes se van a ir
al Infierno porque quien ataca a la Obra ataca a la Iglesia",
han colocado frente a nosotros un espejo en el que hemos podido
ver reflejado ese "ojo" de la herejía.
Quiero demostrar por otros caminos ese planteamiento, por
lo que parto de la hipótesis de que esa herejía
se tiene que manifestar en otras expresiones que los miembros
de la Obra formularán en sus cartas; para lo cual he
revisado los mail de aquellos afines al Opus Dei que han escrito
a esta web y he agrupado sus temas en los siguientes grupos:
1 - Los que arremeten contra las personas que critican a
la Obra, en muchas ocasiones de forma maleducada y grosera.
2 - Los que cuentan que ellos son muy felices en la Institución.
3 - Los que citan fragmentos de escritos de los Papas o de
las Sagradas Escrituras.
4 - Los que afirman que quien ataca a la Obra ataca a la
Iglesia.
5 - Los que llaman pecadores a quienes atacan al Opus Dei.
6 - Los que condenan al Infierno a quienes atacan al Opus
Dei.
7 - Los que piden que se cierre esta web por el daño
que hace a la Iglesia
8 - Los que piden que se cierre esta web por el daño
que hace, sin especificar a quién daña.
9 - Los que se centran en la rama para tapar el bosque: Critican
algo anecdótico y accidental de lo que se afirma sobre
ellos mientras pasan por alto la multitud de aspectos esenciales.
10 - Los que piden que quienes escriben con pseudónimo
lo hagan con nombre real.
11 - Los que cuentas cosas contrarias a lo que se vive en
la Obra (como que a ellos nunca les han leído las cartas
que han enviado o recibido, que cuando van de convivencia
se echan la siesta el tiempo que quieren y sin consultarlo,
que nadie les controla el dinero, etc.), imagino que lo harán
para confundir a un lector que no sepa nada del Opus Dei,
pues a poco que se le conozca se ve a la legua que todo eso
es falso.
No son grupos excluyentes entre si; por el contrario, lo
normal es que en cada carta estén incluidos fragmentos
pertenecientes a varios de ellos (p.e., en un mismo mail se
cita un texto de la Biblia y después se arremete contra
la web y luego se pide que se escriba con el nombre real).
Lo que todos ellos tienen en común es el silencio
ante las graves acusaciones de que es objeto la Obra. Incluso
cuando escriben algo de lo expuesto en los grupos anteriores
y son requeridos a responder a aspectos concretos, a partir
de ese momento callan para siempre.
Los que escriben sobre lo clasificado en el punto 4 son los
que caen en la herejía ya demostrada de identificar
al Opus Dei con la Iglesia (se puede comprobar también
en los de los apartados 6 y sobre todo en el 7, que lo afirman
de manera indirecta).
Del resto la clave no se encuentra en lo que dicen sino precisamente
en lo que no dicen. Es indiferente lo que cuentan, lo importante
es el silencio de todos ellos ante las graves acusaciones
que se le hacen a la Obra. En ese silencio unánime
está el discurso de la herejía de que el Opus
Dei es la Iglesia.
Vamos a estudiarlo con tres razonamientos:
Primer razonamiento. La parte y el todo.
1 - Para poder afirmar que al todo se le ha perjudicado a
través de la parte, primero hay que demostrar el daño
que esa parte ha sufrido y sólo después se puede
transferir ese perjuicio a la totalidad.
Para denunciar, agredir, insultar, ofender, etc., al médico
que sin necesidad nos ha inmovilizado el brazo derecho durante
dos meses, antes hemos de demostrar que en ese brazo no había
fractura por lo que ese tratamiento era innecesario. Una vez
comprobado que los huesos de ese miembro estaban sanos se
puede pasar a exponer los trastornos que esa férula
ha supuesto para nuestra vida.
2 - Tan sólo se omite la demostración del daño
causado a la parte para referirse directamente al que se le
ha producido al todo cuando se tiene la absoluta seguridad
de que lo que perjudica a esa parte le perjudica al todo,
y eso solamente puede ocurrir cuando en la parte se actúa
sobre un elemento del todo, que por tanto se encuentra en
esa parte como también lo está en cualquiera
de las demás.
Si lo que se le ha hecho al brazo es inyectarle en una vena
un tóxico muy fuerte e innecesario; entonces no hace
falta demostrar el daño que esa inyección ha
producido en el brazo y se pasa directamente a denunciar el
perjuicio que le ha supuesto a toda la persona (o a actuar
de una manera consecuente con esa idea, aún sin referirse
explícitamente a ese daño en concreto, como
puede ser agredir al médico en cuestión, insultarle,
citarle fragmentos del código deontológico,
etc.), puesto que en este caso por incumbir la sangre del
brazo a todo el cuerpo no es algo peculiar de la parte y se
identifica lo que se le hace al miembro con el cuerpo al que
pertenece.
3 - Como una parte se distingue del todo y de las otras partes
por sus aspectos peculiares, si los miembros del Opus Dei
escriben ofendidos (perjudicados) pero omitiendo siempre tratar
el daño que cualquier critica negativa les infringe
como parte, eso solamente puede ser debido a que ellos tienen
la absoluta seguridad de que todos y cada uno de los aspectos
del Opus Dei son los comunes al Todo, a la Iglesia.
O lo que es lo mismo, que los miembros de la Obra no encuentran
diferencia entre los aspectos peculiares del Opus Dei con
los que el Opus Dei tiene en común con la Iglesia,
lo que es una forma de decir que el Opus Dei es la Iglesia,
pues al carecer de aspectos peculiares que le distingan, es
indistinguible de la Iglesia.
Segundo razonamiento. Quien calla otorga.
1 - Es una máxima de jurisprudencia que quien calla
ante las acusaciones de que es objeto las otorga como ciertas,
porque sino aportaría pruebas en su defensa.
2 - Los miembros del Opus Dei callan ante las acusaciones
que se le hacen a la Obra, por lo que con su silencio las
consideran como ciertas, como inatacables.
En este punto coinciden tanto la Obra de manera oficial como
sus miembros a nivel particular.
Los apartados siguientes sólo se aplican a sus miembros
a nivel personal, mas su clamor unánime los transforma
en una voz institucional.
3 - Pero sus miembros si que responden a quienes dicen algo
negativo del Opus Dei e indican siempre de forma directa o
indirecta (por ejemplo ofendiendo) que quienes critican negativamente
a la Obra hacen daño y que han de dejar de hacerlo.
4 - Si no pueden demostrar que esas criticas negativas perjudican
a la Obra (motivo por el que se callan, mostrando así
su incapacidad para atacarlas), pero sin embargo ellos expresan
que hay un perjuicio a alguien (motivo por el que se sienten
ofendidos), ¿a quién consideran ellos que daña
quienes critican negativamente al Opus Dei?
5 - Sólo puede ser una estructura superior al Opus
Dei aquella a la que ellos consideran perjudicada, no puede
ser inferior porque es al Opus Dei a quien se le acusa, no
a una parte suya.
6 - Si por encima del Opus Dei sólo está la
Iglesia.
7 - Entonces los miembros de la Obra consideran que al criticar
al Opus Dei la perjudicada es la Iglesia. O lo que es lo mismo,
que quien critica al Opus Dei critica a la Iglesia (herejía
ya demostrada).
8 - Por lo que con su silencio ante las criticas de que el
Opus Dei es objeto unido a la voz unánime de que quienes
le critican hacen daño y deben dejar de hacerlo, caen
en la herejía de identificar al Opus Dei con la Iglesia.
Tercer razonamiento. La crítica a la Institución
Perfecta.
1 - Sólo no puede ser criticada negativamente una
institución que es absolutamente perfecta.
2 - Por lo que está totalmente equivocado quien critica
negativamente a una institución absolutamente perfecta.
3 - Por lo mismo, la critica negativa a una institución
que es absolutamente perfecta es por definición falsa,
errónea, sea cual fuere esa critica negativa; por lo
que a los miembros de esa institución absolutamente
perfecta nunca les merece la pena perder el tiempo en oír
esa critica equivocada, ni mucho menos en contrarrestarla.
4 - Las conclusiones del punto anterior sólo son válidas
cuando es exclusivamente irracional la fuente por la que se
considera a una institución como absolutamente perfecta,
puesto que si el origen de ese conocimiento fuera mínimamente
racional, por una parte se afirmaría explícitamente
que esa institución es absolutamente perfecta y por
otra se buscaría contrarrestar las criticas que se
le hacen, usando para ello argumentos racionales.
Así han actuado a lo largo de toda la historia los
diversos miembros de religiones y sectas religiosas que han
considerado a su grupo como absolutamente perfecto. Siempre
han afirmado con la boca que es perfecto; han demostrado como
han podido las acusaciones que ha recibido en contra; y cuando
con la razón no han podido seguir defendiéndolo
han actuado irracionalmente contra quienes lo atacaban (por
ejemplo matándolos), precisamente porque ellos verbalmente
y vitalmente lo consideraban como un grupo absolutamente perfecto.
5 - Que una persona tenga conocimiento sobre algo de forma
exclusivamente irracional sólo puede ser debido a que
su parte racional afirma algo totalmente distinto a la irracional,
porque si no fuera así habría algún punto
en el que lo irracional y lo racional coincidirían,
entonces ese conocimiento ya no sería totalmente irracional
y se manifestaría verbalmente.
5.1 - Como sólo se puede aprender de otro a través
de su ejemplo (vía no racional) o de sus palabras
(vía racional), para que los miembros de una institución
puedan tener un conocimiento exclusivamente irracional de
algún aspecto de ella que sea en todo distinto al
racional, eso solamente puede ser debido a que sobre lo
que ese aspecto han aprendido de esa institución
con el ejemplo de cada una de sus obras, con toda su conducta,
es totalmente distinto a lo que esa institución predica
sobre ese aspecto en todas y cada una de sus manifestaciones
verbales.
Este punto (5.1) es una rama del anterior (5) que desvía
del tronco del razonamiento principal, pero que lo incluyo
por dos razones:
La primera, porque llega por otra vía a lo mismo deducido
en otro razonamiento que parte de presupuestos distintos y
que estudié en mi escrito anterior.
La segunda, porque los desenlaces de este apartado dan píe
a conclusiones teóricas y prácticas muy interesantes.
Por ejemplo, si lo que los miembros de esa institución
dicen es totalmente distinto a lo que les mueve y sienten,
entonces bastará escucharles para aplicar lo contrario
y así saber cual es su verdadera vivencia.
Si cuentan que aman a todos los religiosos, es que su conducta
es de no amar a ninguno; si refieren que aman a la Iglesia
como ella quiere ser amada, es que en la práctica ese
"como ella quiere ser amada" significa que sólo
la aman cuando coincide con ellos en todo, mas no cuando hay
discrepancias, etc.
6 - Al serles imposible a los miembros de esa institución
absolutamente perfecta aportar algo racional para defenderla,
pasan a intervenir de la única forma que saben y pueden:
de manera irracional; y entonces actúan irracionalmente
contra aquellos totalmente equivocados que osan decir algo
malo de esa institución absolutamente perfecta, tal
y como puede ser hablar sobre otro tema; o herir, acosar,
atacar, mandar al Infierno, etc., a las personas totalmente
equivocadas que critican negativamente a esa institución
absolutamente perfecta.
7 - Ante las criticas negativas que se le hacen al Opus Dei
sus miembros siempre actúan de la manera descrita en
los puntos anteriores.
8 - Por lo que de forma exclusivamente irracional los miembros
del Obra consideran al Opus Dei como una institución
absolutamente perfecta y a la vez afirman con su razón
justamente lo contrario.
9 - Como la única institución absolutamente
perfecta es la Santa Iglesia, de forma exclusivamente irracional
los miembros de la Obra identifican al Opus Dei con la Santa
Iglesia y a la vez afirman con su razón (predican)
justamente lo contrario, que son fieles a la Santa Iglesia.
Conclusiones.
1 - Cada carta que envía alguien afín al Opus
Dei en la que trata cualquier tema menos el de aportar una
respuesta a alguna de las acusaciones graves de que la Obra
es objeto, con ese silencio de pasarlas por alto está
afirmando que irracionalmente vive en la herejía de
identificar al Opus Dei con la Iglesia y que a la vez piensa
que el Opus Dei no es la Iglesia.
2 - Se confirma por otros caminos lo ya visto de que la esencia
del Opus Dei es la de una Institución cuya plenitud
de conducta la lleva a considerarse a si misma como la Iglesia
Perfecta y que a la vez su declaración verbal es la
de afirmarse siempre como una parte fiel de la Iglesia.
La herejía hipócrita.
Aunque el lugar de partida de los razonamientos que han llevado
al punto actual en que nos encontramos son tomados gracias
a las formulaciones heréticas que manifiestan los miembros
del Opus Dei, y afines a él, cuando escriben en defensa
de su Institución, no por ello era algo desconocido
para quienes conocemos la Obra.
Mas no es lo único descarriado en la esencia y praxis
del Opus Dei. Basta leer en esta web los libros
silenciados o la sección de tus
escritos para comprobar como gentes muy distintas
coinciden en exponer los mismos aspectos aberrantes que han
vivido en la Obra.
Como puede ocurrir que alguien me interpele sobre alguno
de esos puntos, cito mis propios escritos en los que sé
lo que he dicho (o por lo menos lo que he querido decir),
su porqué, y en el caso de que alguien tuviere dudas
puedo aclarárselas; por esas razones os indico tres
que considero importantes:
--Que en la Obra se vulneran multitud de derechos primordiales
de la persona, recogido en "¿Se
respetan los derechos fundamentales?".
--Que la Obra huye de la verdad, en "Reflexiones
sobre la verdad".
--Que la postura oficial del Opus Dei de callar ante todas
las acusaciones es siempre una falta muy grave tanto para
la Obra como para sus dirigentes, en "El
silencio del Opus Dei".
A lo largo de la historia de la Iglesia se han conocido muchas
herejías, muchísimas, pero es la primera vez
en la que nos encontramos con el fenómeno de que una
Institución sea herética en su conducta, por
la que se considera a si misma como la Iglesia (por creerse
visceralmente y sin la menor duda que su voluntad y voz son
los únicos que poseen toda la verdad) y que por otra
parte con su manifestación externa se haga ver ante
todos como una parte fiel a la Iglesia, sin que además
haya la más mínima comunicación e interferencia
entre esas dos facetas.
Por lo dicho, tristemente tenemos el honor de bautizar a
esa nueva forma herética como de "Herejía
Hipócrita", puesto que contiene una herejía
e hipócrita es quien se muestra de una manera contraria
a la que siente y vive.
Como obras son amores y no buenas razones, motivo por el
cual seremos juzgados por nuestros actos y no por nuestras
palabras, es mucho más perversa y dañina una
herejía de la conducta que si fuera sólo de
las palabras; y mucho más todavía cuando sus
palabras son exactamente las contrarias a las de su conducta,
pues no sólo impide a los demás conocerla como
totalmente herética sino que además la creen
como estrictamente ortodoxa por lo que es aceptada por todos
como sana, incluso por la Iglesia, que la admite como hija
predilecta suya en vez de verla como a su grandísima
enemiga.
Cualquier grupo herético atenta contra la unidad de
la Iglesia, pero si cabe mucho más aquel cuya herejía
es precisamente la de sentirse como la Iglesia misma.
O se es fiel a la Iglesia con las palabras y con el corazón
o se es infiel con ambos y entonces se abandona la Iglesia,
tal y como han hecho todos los herejes de la historia.
Para que el Opus Dei mantenga esa herejía hipócrita
durante setenta y seis años (de 1928 a 2004) sólo
puede ser porque busca obtener algo de la Iglesia, porque
si no se habría independizado de ella desde hace mucho
tiempo.
San Pablo compara a la Iglesia con el cuerpo humano. Siguiendo
ese símil vemos como las herejías de la historia
se han comportado como enfermedades visibles, de las que dan
la cara, como puede ser una fractura ósea, una caries
dental, etc.; porque todos los herejes han manifestado su
herejía al resto de la Iglesia y con ella los síntomas
de la enfermedad de que se trata.
¿Qué enfermedad padece el cuerpo humano que
es muy grave porque atenta contra su unidad y que por otra
parte pasa desapercibida porque sus células no hacen
alarde de ser distintas a las del resto sano?
Los tumores malignos. En ellos unas células hacen
la vida por su cuenta con independencia del bien del todo
y en silencio van infiltrando al cuerpo con el fin de sustituirle.
Como la herejía de la Obra es precisamente la de vivirse
como la Iglesia Total, pero dando una faz de extrema fidelidad
a ella, lo que busca obtener de esa manera hipócrita
tan sólo puede ser infiltrarse silenciosamente dentro
del cuerpo de la Iglesia, como hacen esos cánceres
malignos, para acabar dando un golpe de estado al Todo y así
poder colocarse ella en su lugar.
Ningún grupo herético puede llegar a ser la
Iglesia verdadera. Esto es de fe.
Ningún tumor maligno puede llegar a ser el cuerpo
al que infiltra. Esto es de sentido común.
Cuanto más retraso haya en pararle los píes
a un tumor maligno mayor será el daño que padezca
el cuerpo al que infiltra, y si se tarda demasiado lo acabara
matando.
El Cuerpo Místico de Cristo, en su parte de Iglesia
Histórica Actual (la que nos toca vivir), padece una
enfermedad silenciosa, muy infiltrante, virulenta, agresiva
y mortal. Al grupo herético que quiere infiltrar y
sustituir a la Iglesia hay que pararle los píes y cuanto
más se tarde en hacerlo mayor será el daño
y el sufrimiento que produzca al Todo, y si se tarda demasiado...
pues como sólo puede morir la Iglesia Histórica
(la que va desde Adán hasta el momento en que fallezca
el último fiel de la Iglesia), entonces, si se retrasa
mucho la aplicación del tratamiento ese tumor maligno
de la Iglesia la hará llegar al "Fin de los Tiempos",
el que describe el Apocalipsis.
Lo dicho hasta este momento es fruto de razonamientos sucesivos,
no de opiniones, por lo tanto, lo que acabo de contar no es
un exabrupto mental de alguien que lo acaba de soñar
y que no tiene otra cosa mejor que hacer que escribirlo. No.
Es la rigurosa lógica quien lleva a esas conclusiones,
por muy tremendistas que parezcan.
Como confluyentes con los raciocinios que finalizan con lo
escrito anteriormente me vienen a la cabeza las profecías
de san Malaquías, del siglo XVI, según las cuales
después de Juan Pablo II sólo habrá dos
papas cuyos lemas son: "Gloria Olivae", la Gloria
del Olivo y "Petrus Romanus", Pedro Romano. Luego,
siempre según esas profecías, tras la caída
del papado acaecerá el fin del Mundo.
La Iglesia a lo largo de su historia ha tenido muchos enemigos,
exteriores y de dentro, pero hasta hoy ninguno ha utilizado
como arma destructiva la herejía hipócrita,
que desde luego posee la capacidad letal suficiente como para
llevar a la Iglesia al Fin de los Tiempos.
Los padres de la herejía hipócrita
(I)
Cualquier obra tiene un autor. No existe novela, escultura,
composición musical, etc., que no haya sido realizada
por alguien. Las herejías no escapan a esta ley. Toda
herejía necesita un padre que la defina.
Pero cualquier planteamiento herético necesita también
a un grupo social, a una estructura, que lo materialice.
La herejía, como todo ser con vitalidad, precisa de
un padre que genere el semen de la idea herética y
de una madre, una institución, que la nutra en su seno
para que así pueda ser implantada en el mundo.
En mis escritos anteriores hemos visto como a través
de su comportamiento el Opus Dei se considera como una institución
perfecta (por lo que según sus miembros nunca puede
ni debe ser criticada negativamente) y, de manera opuesta,
con su predicación se presenta ante el mundo como una
parte totalmente fiel de la Iglesia.
En el subconsciente de sus miembros la Obra es "La Perfecta",
la única voz válida de Dios, la Iglesia Total,
razón por la cual la designé como una institución
que se vive en la " herejía hipócrita",
pues hipocresía es la cualidad de manifestarse de forma
contraria a como se siente y se actúa.
Deducciones:
1 - La estructura social y religiosa conocida como Opus Dei
es la madre de todas aquellas personas que caen en ese tipo
de herejía hipócrita.
2 - Como las enseñanzas, formación y conducta
de los miembros de la Obra son absolutamente fieles a las
instrucciones de su Fundador y, como hemos visto, la conducta
de los miembros de la Obra les hacen caer en la herejía
de considerar al Opus Dei como perfecto (lo que sólo
ocurre con la Iglesia Total, motivo por el que son herejes),
eso solamente se lo puede haber transmitido su Fundador.
3 - Por lo tanto, tan sólo puede ser su Fundador el
padre de la herejía en la que incurren los miembros
engendrados por él y por la Obra. Por lo que el Fundador
del Opus Dei tuvo que considerar a su Fundación, a
la Obra, como perfecta, por lo que fue el primero en incurrir
en la citada herejía hipócrita y quien se la
inculcó a los demás miembros.
4 - Como el obrar sigue al ser, de alguien imperfecto sólo
pueden salir obras imperfectas; o dicho de otra manera, una
institución perfecta solamente puede salir de alguien
perfecto: de Dios. Por eso la Iglesia Total, el impoluto Cuerpo
Místico de Cristo, sólo puede haber sido hecha
por Dios, por Jesucristo.
5 - Si el Fundador y sus miembros consideran a la Obra como
perfecta, igualándola a la Iglesia Total, eso sólo
puede ser debido a que su padre, su Fundador, quien la creó,
se sentía a sí mismo, en su interior, en su
subconsciente, en su obrar, como perfecto, como Dios; ya que
tan sólo de alguien perfecto, como por fuerza se tenía
que considerar él a sí mismo, podía surgir
la Obra, también perfecta.
6- Por lo que el Fundador del Opus Dei vivía en la
herejía de considerarse a si mismo como el Hombre-Dios,
el mismo Jesucristo.
7 - De lo que se concluye que en el Opus Dei hay dos herejías:
1 - La común a toda la Obra, cuyos miembros y Fundador
la consideran perfecta, ajena a cualquier crítica,
por lo que la identifican con la única institución
que puede ser así: la Iglesia verdadera.
2 - La peculiar de su Fundador, que se consideraba a sí
mismo como Dios. Lo que además en moral se tipifica
como el más alto grado de soberbia.
Corolarios.
Lo anteriormente demostrado nos permite ver aspectos del
Fundador que antes eran difíciles de comprender; ahora,
por el contrario, son de una claridad meridiana si los contemplamos
desde el aspecto de que él, en su sentirse, se consideraba
tan perfecto como Cristo.
Si Jesucristo era austero y mortificado, sí siempre
tenía en la boca palabras hermosas y fascinadoras sobre
las escrituras y Dios; el Fundador de la Obra también,
por considerarse como Él.
Si Jesús es el Redentor y sin Él, fuera de
su Iglesia, no hay salvación; pues para el Fundador
de la Obra tampoco hay salvación fuera de él
y del Opus Dei; lo que manifiestó en frases tales como
las siguientes:
"Hijos míos, si no pasáis por mi cabeza
y por mi corazón no llegaréis a Dios".
(También he escuchado en la Obra esta frase formulada
como "Hijos míos, para llegar a Dios antes
tenéis que pasar por mi cabeza y por mi corazón".)
Las palabras anteriores son perfectas si son dichas por Cristo,
mas no por cualquier otra persona, a no ser que se crea a
sí misma Dios. Por otra parte, esa frase lleva implícita
la cuestión de que sí dejas la Obra ya no pasas
por esa cabeza y ese corazón y por lo tanto no puedes
llegar a Dios. Comentarios semejantes a los anteriores sirven
para los siguientes párrafos.
"No doy un céntimo por el alma de un hijo
mío que abandone su vocación [a la Obra]."
"Prefiero que me digan de un hijo mío que
se ha muerto antes de que me digan que ha dejado la Obra."
"El que deja la Obra, además de perder su
felicidad temporal, muy posiblemente también pierda
la eterna."
Si Dios es el dueño y señor de la Historia,
el Creador y único Aniquilador posible de lo creado
por Él, el Fundador de la Obra también se apropia
esos atributos divinos. Así, por ejemplo, suprime de
la historia oficial del Opus Dei, "aniquila", a
todos aquellos que se han marchado de la Institución.
Sobre esto escribe uno de los primeros miembros del Opus Dei:
"Cuando el Padre estuvo con los suyos, refugiado
en la Embajada de Honduras de Madrid, acordaron entre todos
los que allí estaban, que él debía pasarse
a la otra zona. [...] El grupo estaba constituido por el Sr.
Escirvá, Paco Botella, Pedro Casciaro, José
M.ª Albareda, Tomás Alvira, Juan Jiménez
Vargas, Manuel Saiz de los Terreros y yo. En total
éramos ocho. Pero como éste último y
yo nos salimos más tarde de la Obra, los biógrafos
nos suprimieron y desde entones se dijo que habían
sido seis.". Miguel
Fisac, "Nunca le oí hablar bien de nadie"..
Escrivá de Balaguer - ¿Mito o Santo?. Editorial
Libertarias Prodhufi.
Si Jesús dijo que no llamáramos "Padre"
a nadie sino tan sólo a Dios, pues como el fundador
de la Obra se siente Dios, se hace llamar así.
Sí Dios es omnipotente y legislador de los mandamientos,
pues el fundador de la Obra también lo es y por ello
hace que el fin justifique los medios: que la mentira sea
buena si con ella se le beneficia a él o a la Obra,
que se puedan violar los derechos
humanos más elementales , etc.
Si al darnos la vida Dios gobierna hasta lo más mínimo
de nuestro ser y conducta, pues el Fundador de la Obra también
lo hace y transforma a sus "cristianos corrientes"
en los menos corrientes de los cristianos y los carga con
miles de normativas que van desde como han de ir vestidos
a misa, en el comedor, por la calle, a que no utilicen zapatillas
en los centros, etc.; a que los numerarios no pueden exhibir
fotografías de sus padres en sus cuartos; a que no
usen literas cuando viajan en tren; a que durante años
y años las mujeres de la Obra no puedan vestir pantalones...
y así con todo... gracias a su Fundador, los miembros
del Opus Dei lo tienen regulado todo, todo, todo, hasta lo
más ínfimo.
Jesucristo, por ser perfecto, no puede ser criticado, pues
el Fundador tampoco. Era una falta gravísima la menor
crítica a su persona, que hizo extensivo al resto de
los directores de la Obra, quizás porque la Obra es
también perfecta.
Las Sagradas Escrituras profetizan sobre Jesucristo y su
Iglesia, pues en la Obra no es así: el Espíritu
Santo habló pensando sólo en el Fundador y en
su Opus Dei. En la Obra se predica mucho utilizando los Evangelios,
textos de los santos Padres, etc., pero siempre para después
aplicar lo dicho a la Obra, a la vocación y a la figura
del Fundador. El siguiente ejemplo está tomado del
punto 41 de la carta de fecha 19 de marzo de 1992 del entonces
Prelado del Opus Dei Alvaro del Portillo, me he permitido
poner entre [] una aclaración mía; en negrita
las referencias bíblicas que emplea el autor y en itálica
y subrayado las extrapolaciones que hace de ellas para referirlas
a la Obra:
"Porque nos queremos de veras, sobrenatural y humanamente,
y estamos unidos, notamos como un desgarrón en el alma
si alguien no persevera en la vocación. Nos hace sufrir,
pero no tambalear. El mismo Jesucristo experimentó
la amargura de la traición de Judas, y ese dolor, ofrecido
a Dios Padre, fue también medio para redimirnos.
Sigamos nosotros su ejemplo y curemos la herida de la infidelidad
con el bálsamo de nuestra entrega.
Judas era un Apóstol, había recibido
esa vocación y Jesús no se equivocó al
llamarle, pero aquel hombre prefirió la infidelidad.
Traiciona al Señor con un beso; él, que había
recibido el beso de una llamada divina. ¡Qué
trágica mentira cuando la infidelidad se pretende camuflar
bajo apariencia de amor! Judas traicionó al Señor
por dinero. Demás abandonó a San Pablo por los
placeres de esta vida... en el fondo, siempre es el
egoísmo, la soberbia, es el yo desorbitado el que impide
la fidelidad.. Para nosotros, la fidelidad a nuestra llamada
significa fidelidad a la vocación cristiana: al Amor
de Dios [se refiere a la vocación al Opus Dei].
Se entienden por eso las palabras fuertes de nuestro Padre:
si alguno de mis hijos se abandona y deja de guerrear, o vuelve
la espalda, que sepa que nos hace traición a todos:
a Jesucristo, a la Iglesia, a sus hermanos en la Obra, a todas
las almas. .Detrás de las tentaciones contra la fidelidad,
siempre se cela alguna de las concupiscencias, o las tres,
que el diablo trata de aprovechar para que cambiemos la
perla preciosa de la vocación por cualquier baratija.
De ordinario, tras la resistencia a seguir al Señor
al ritmo de nuestra entrega, no hay más que eso:
concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos
y soberbia de la vida. Se ha puesto el corazón
en los encantos de una vida mundana, y en lugar de servir,
se ansia sólo triunfar; en lugar de darse, tener; en
lugar de Amor, egoísmo; y al fin, en lugar de negarse
a uno mismo, se niega a Dios. Entonces, donde había
entusiasmo y alegría, aparecen el aburrimiento y la
tristeza mala, porque se ha olvidado que quienes son
de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones
y concupiscencias."
Como podemos comprobar hay una alternancia de textos sagrados
y su exclusiva traducción para aplicarlos a los fines
de la Obra, con lo que con esa interpretación es como
si se hicieran de nuevo las Sagradas Escituras, ahora escritas
tan sólo para el Opus Dei. Por ejemplo, de ese fragmento
se desprende que Judas, el apóstol traidor, y alguien
que deja el Opus Dei son una misma persona. Lo que don Alvaro
nos está diciendo implícitamente es que la Obra
es la Perfecta Iglesia y por tanto su Fundador es el Hombre-Dios,
y que ello implica que quien los abandona a ambos tan sólo
puede ser un Judas. Y lo mismo que hemos observado en este
fragmento se puede inferir de cualquier texto sagrado que
se emplea en cualquiera y en todas las predicaciones que se
dan dentro del Opus Dei.
No me voy extender más en la multitud de facetas y
ejemplos de "Hombre-Dios" en los que se vivenciaba
a sí mismo el Fundador de la Obra. Para más
ampliaciones nos basta con tener la pauta que nos permite
descubrirlo y que consiste en observar cualquier atributo
de Dios (omnipotente, redentor, sabio, justiciero, etc.) y
comprobar como Josemaría Escrivá de Balaguer
lo manifestaba en su conducta, de forma autónoma, al
margen de la Divinidad, haciéndose a sí mismo
Dios.
Los padres de la herejía
hipócrita. Segunda parte.
1 - Introducción.
Resumiendo muy brevemente lo tratado hasta ahora, se ha demostrado
que a través de lo dicho y omitido por los miembros
de la Obra el Opus Dei cae en la herejía de considerarse
a si mismo como la Iglesia Total (la Santa Iglesia de Cristo),
mientras que en sus manifestaciones externas se muestra como
una parte muy fiel de ella (por lo que denomino a esa aberración
con el nombre de "herejía hipócrita"),
y por último, como no hay obra sin autor, el fundador
de la citada herejía tuvo que ser alguien que se consideraba
a sí mismo tan perfecto como el mismo Jesucristo.
En el trabajo que sigue voy a analizar algunos escritos del
Fundador del Opus Dei en los que cae en las citadas herejías.
2 - Preámbulo.
Cuesta entender como el Fundador de la Obra no publicara
en vida los libros que escribió. Un verdadero santo
tiene tal quemazón interior de acercar muy pronto las
almas a Dios que si escribe algo que pueda cumplir con esa
finalidad lo saca a la luz cuanto antes.
¿Por qué Fundador de la Obra no actuó
como el resto de los santos?
¿Por qué en la introducción
de la edición de Camino de 1950 el Fundador
escribió que en unos meses iba a entregar a la imprenta
el libro Surco, lo que en realidad ocurrió 36 años
más tarde (y 11 después haber fallecido)?
Tras lo visto en las partes anteriores de este trabajo podemos
descubrir la respuesta a esas preguntas: Muy posiblemente,
José María Escrivá de Balaguer cayó
en la cuenta de que a través de sus escritos se podían
descubrir los errores heréticos y de otros ordenes
en los que incurría su persona y su doctrina, por lo
que en vida, exceptuando Santo Rosario y algunas entrevistas
y homilías públicas, tan sólo imprimió
el libro Camino, obra que le dio muchos quebraderos de cabeza,
lo que le llevó al descubrimiento de que lo mejor que
podía hacer era no publicar nada más, so pena
de ser declarado hereje por la Iglesia. El resto de sus trabajos
sólo han salido a la luz coincidiendo con su proceso
de beatificación, momento en el que se les pudieron
suprimir, modificar y maquillar, las partes que podían
ser comprometedoras para dicha causa.
Para el fin que nos proponemos de descubrir algún
aspecto herético en José María Escrivá
de Balaguer sólo podemos revisar Camino, único
escrito del Fundador en el que habló con transparencia
sobre lo que su alma sentía.
De la misma manera que una gota de tinta enturbia un vaso
de agua, basta encontrar un párrafo herético
en la obra de una persona para anularle como modelo para los
católicos, o lo que es lo mismo, para imposibilitar
que sea considerado santo.
3 - Análisis de puntos heréticos de Camino.
3.1 - Primer texto.
999 ¿Que cuál es el secreto de la perseverancia?
El Amor. -Enamórate, y no "le" dejarás.
1 - Es el último punto del libro y del apartado que
trata sobre la perseverancia. Cuando José María
Escrivá de Balaguer trata allí este tema, la
perseverancia, lo hace refiriéndose a ella dentro de
la Obra: a seguir dentro del Opus Dei hasta la muerte (así
lo hemos entendido todos los que hemos estado en la Obra,
los que ahora están, y los que estarán. Nadie
del Opus Dei piensa, ni por un instante, que esa perseverancia
de la que habla Camino se refiere a la de un católico
en la Iglesia, a la de un jesuita dentro de la Compañía
de Jesús o a la de un agustino en su Orden... todos
consideran, sin tener la mínima duda, que José
María Escrivá de Balaguer habla sobre la perseverancia
en el Opus Dei).
2 - Por lo que en este punto se pregunta cuál es el
secreto para morir dentro de la Obra.
3 - Se contesta con un sustantivo en mayúscula, por
lo que se refiere a Dios: "El Amor [a Dios]".
4 - Y continúa con que una vez que estés enamorado
de Dios ya no "le dejarás"; que si te enamoras
de Dios ya no puedes abandonar el Opus Dei o, dicho de otra
manera, como te enamoras de Dios ya no le dejas, no dejas
la Obra, por lo que cae en la herejía de considerar
que Dios (o su Santa Iglesia) y el Opus Dei son lo mismo.
5 - Por lo anterior, si no perseveras hasta la muerte en
la Obra es porque has abandonado el Amor [a Dios].
6 - Y entonces lo tuyo es muy triste, porque como no estás
en la Obra te es imposible recuperar el Amor [a Dios], por
lo que sólo te queda condenarte.
No cabe duda de que para los seres libres el amor es la mayor
fuerza unitiva, pero una condición imprescindible para
que sea así es la de enamorarse de aquello a lo que
hay que unirse, no de algo distinto. Para verlo claro voy
a poner algunos ejemplos en los que hago variaciones del citado
punto de Camino.
Para aconsejar a un hombre sobre el vínculo con su
mujer:
¿Que cuál es el secreto de la perseverancia
en el matrimonio? El amor. -Enamórate, y no "la"
dejarás.
Queda claro, que con ese "amor" con minúscula
y la partícula "la" se indica que
hay que enamorarse de la otra persona para perseverar en la
unión con ella. Pero si en vez de eso le decimos:
¿Que cuál es el secreto de la perseverancia
en el matrimonio? El Amor. -Enamórate, y no "le"
dejarás.
Nos damos cuenta de que o bien su esposa no importa nada
en esta cuestión (por lo que podría ser cualquier
otra, bastaría con "Amar" a Dios para perseverar
en el matrimonio, aún con una mujer desconocida) o
que esa mujer y Dios son la misma cosa.
Otro ejemplo sobre lo mismo:
¿Que cuál es el secreto de la perseverancia
en tu matrimonio? El amor. -Enamórate de tu vecina,
y a tu esposa no la dejarás.
Como es obvio, se llega a un absurdo cuando el ser amado
y aquel con quien se quiere perseverar son personas distintas.
Por lo tanto, cuando el Fundador de la Obra dice: "¿Que
cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. -Enamórate,
y no "le" dejarás." Está
identificando a Dios con el objeto de esa perseverancia: con
el Opus Dei.
3 Análisis de
puntos heréticos de Camino.
3.2 Segundo texto.
En las relaciones de pertenencia la parte siempre está
incluida en el todo, pero nunca el todo en la parte. Veamos
algún ejemplo.
Sé español (parte) y serás
de Europa (todo). Frase perfectamente válida.
Sé de Europa (todo) y serás español
(parte). Razonamiento falso, puesto que hay muchos europeos
que no son españoles.
Sé franciscano (parte) y serás religioso
(todo). Frase cierta.
Sé religioso (todo) y serás franciscano
(parte). Es erróneo puesto que hay más religiosos
que los de la orden de san Francisco (los dominicos, agustinos,
etc.).
Si alguien en su fuero interno identifica la parte con el
todo, entonces si que tienen sentido las frases que antes
hemos dado como falsas. Por ejemplo, Hitler en alguno de sus
discursos dijo: Europa es Alemania. Con
lo que quería significar que no cejaría en luchar
hasta que eso fuera cierto; en su pensamiento, deseo y voluntad,
él sólo veía una Alemania: la que absorbía
a toda Europa.
Ya estamos listos para comprender el punto de Camino en el
que se incurre en la herejía de considerar al Opus
Dei como la Iglesia Total:
494 Sé de María y serás nuestro.
En Camino no aparece nunca el nombre Obra de Dios
u Opus Dei, puesto que cuando su fundador
lo escribió aún no había hecho pública
la existencia de esa Institución; esa es la razón
por la que en el libro siempre se refiere a la Obra con eufemismos:
nosotros (el Opus Dei), tu apostolado
(el que realizas para la Obra), la labor que llevas
entre manos (hacer el Opus Dei), etc.; por eso cuando
en este punto se dice serás nuestro
en realidad hay que leer: serás del Opus Dei.
Imaginemos que alguien nos dice: Sé de la
Virgen y serás carmelita descalzo.
Nuestra respuesta podría ser algo parecido a: Yo
soy muy de María y no tengo nada que ver con los carmelitas
descalzos. ¿Acaso te crees que los carmelitas descalzos
son toda la Iglesia?"
Porque, efectivamente, aquella frase considera a esa orden
religiosa como a la Iglesia Universal.
La Iglesia Total es la única que puede decir con propiedad:
Sé de María y serás nuestro,
puesto que la Virgen es la Madre de todos los miembros de
la Iglesia de Jesús y por ello aquel que es de María
es de la Verdadera Iglesia de Dios.
Si volvemos al punto de Camino y sustituimos nuestro
por del Opus Dei, nos encontramos con que
su autor considera a la Obra como la Iglesia Total, la herejía
objeto de nuestro trabajo:
494 Sé de María y serás del
Opus Dei.
A lo que también podemos responder: Yo soy
muy de María y no tengo nada que ver con el Opus Dei.
¿Acaso te crees que el Opus Dei es toda la Iglesia?"
Ese texto, para no ser herético, debería decir
algo parecido a: Sé nuestro [del Opus
Dei] y serás de María o Para
ser nuestro [del Opus Dei] primero has de ser de María.
3 Análisis de puntos
heréticos de Camino.
3.3 Tercer texto.
685 - El vendaval de la persecución es bueno. -¿Qué
se pierde?... No se pierde lo que está perdido. -Cuando
no se arranca el árbol de cuajo -y el árbol
de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo-
solamente se caen las ramas secas... y esas, bien caídas
están.
La interpretación inmediata de este punto es la de
que se está refiriendo a la persecución de la
Iglesia. Ello se debe a las dos palabras contenidas en él:
"persecución" e "Iglesia";
a lo que se añade el entorno social en el que fue escrito:
una época en la que España sufría persecución
religiosa (la primera edición de Camino es en 1939,
el mismo año en que finaliza la guerra civil española).
Pero el autor habla de persecución en la primera
frase y muy separado de ella, en un comentario, se refiere
al "árbol de la Iglesia"; nunca dice
de forma explícita que la perseguida sea la Iglesia
(no escribe: "El vendaval de la persecución
a la Iglesia es bueno").
¿Cómo podemos discernir si se está refiriendo
a la Iglesia o no?
Y en el supuesto de que no se refiera a la Iglesia, ¿de
qué otro tipo de persecución se trata?
Para responder a la primera pregunta, si está hablando
de la Iglesia o no, desarrollemos lo que suponía en
aquel entonces esa persecución, para así poder
después añadirlo a este texto y ver sus consecuencias.
La persecución religiosa que sufría España,
cuando se fraguó Camino, iba acompañada de sacrilegios,
blasfemias, impedir la instrucción católica
a los niños, asesinatos por el sólo hecho de
ser cristiano, destrucción de objetos sagrados, incendio
de iglesias y conventos, imposibilitar a los fieles el culto,
etc.
Ahora introducimos en el escrito esos aspectos de la persecución
a la Iglesia, en las partes en donde su autor coloca puntos
suspensivos:
El vendaval de la persecución [a la Iglesia]
es bueno. -¿Qué se pierde? [No se pierde
nada cuando las gentes blasfeman o se cometen sacrilegios
o se impide la instrucción católica a los niños
o se es asesinado por el sólo hecho de ser cristiano
o se destruyen objetos sagrados o se incendian iglesias y
conventos o se imposibilita a los fieles el culto].... No
se pierde lo que está perdido. -Cuando no se arranca
el árbol de cuajo -y el árbol de la Iglesia
no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo- solamente
se caen las ramas secas: [las iglesias y los conventos
que arden, los sacrilegios, los asesinatos, el impedir el
culto y la instrucción religiosa, los objetos sagrados
que son pisoteados, las blasfemias]... y esas, bien caídas
están.
Ningún católico se atrevería a afirmar
que "es bueno" todo eso. El punto se transforma
en un texto tan surrealista, tan anticristiano e impropio
de un escritor espiritual, que llegamos a la conclusión
de que cuando en él se habla de persecución
es imposible que su autor tuviera en mente a la Iglesia.
Pero, si no se refiere a la Iglesia, ¿quién
es entonces el azotado por el vendaval de la persecución?
Tan sólo puede referirse a una persecución
de tipo individual, la que sufre una persona aislada, o la
de un colectivo que forma parte de la Iglesia, que en este
caso se correspondería con los miembros del Opus Dei,
puesto que Escrivá realizó Camino pensando en
ellos y porque la Obra sufrió mucha incomprensión
desde su nacimiento ("persecuciones", según
se cuenta dentro de la Institución), lo que llevó
a que muchos de sus integrantes la abandonaran
El hecho de que hable de un "árbol"
y de que "solamente se caen las ramas secas",
nos indica que el autor se está refiriendo a un colectivo
de personas del cual aquellas que no están firmes son
las que arranca el vendaval (las secas, las que carecen de
vida interior). Para comprobar el sentido que toma el texto
vamos a añadirle un par de frases en las que se hace
ver que esa persecución se refiere a la Obra:
El vendaval de la persecución [al Opus Dei]
es bueno. -¿Qué se pierde? [Quienes lo
abandonan es porque carecen de vida interior, del amor necesario
al Opus Dei para seguir firmes dentro de él]... No
se pierde lo que está perdido. -Cuando no se arranca
el árbol [del Opus Dei] de cuajo -y el árbol
de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo-
solamente se caen las ramas secas... y esas, bien caídas
están.
Vemos que el texto es congruente en todo, excepto en ese
comentario al "árbol de la Iglesia";
por ello vamos a suprimirlo:
El vendaval de la persecución [al Opus Dei]
es bueno. -¿Qué se pierde? [Quienes lo
abandonan es porque carecen de vida interior, del amor necesario
al Opus Dei para seguir firmes dentro de él]... No
se pierde lo que está perdido. -Cuando no se arranca
el árbol [del Opus Dei] de cuajo solamente se
caen las ramas secas... y esas, bien caídas están.
Ahora si que encaja todo, hay congruencia entre las frases,
el conjunto tiene sentido. Pero no podemos olvidarnos de la
frase que hemos suprimido ("y el árbol de la
Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo"),
ya que es precisamente ahí en donde radica la herejía
de este punto de Camino, porque con esas palabras el autor
identifica el árbol de la Obra con el de la Iglesia
y con ello cae en la herejía de afirmar que el Opus
Dei y la Iglesia son lo mismo.
Los padres de la herejía
hipócrita (V)
3.4 Cuarto texto.
En lo más intrínseco de cualquier religión,
en su núcleo, en su esencia, se halla la libertad del
ser humano para acercarse al Creador. Dios no coaccionó
al hombre cuando éste se apartó de Él
por el pecado original, ni le coacciona después para
que retome el camino de vuelta a la casa del Cielo. Un acto
moralmente malo o bueno no es punible ni meritorio si se ejecuta
bajo coacción, puesto que si quien lo realiza no es
libre carece de responsabilidad sobre él. Esto es algo
tan elemental que no sólo fundamenta cualquier religión
sino también los códigos de derecho humanos.
Si alguien afirma que la coacción es un medio para
difundir una creencia, no sólo está siendo un
hereje de la religión que pretende afianzar, sino que
también lo es de cualquier tipo de religión
existente, ya que ante Dios cualquier movimiento religioso
presupone la libertad de quien lo vive. En esta herejía
caen los textos de Camino que veremos a continuación.
387. El plano de santidad que nos pide el Señor,
está determinado por estos tres puntos: La santa
intransigencia, la santa coacción y la santa
desvergüenza.
Si la coacción, por atentar contra la libertad del
hombre, siempre es mala, hay que tener mucho cuajo
para llamarla además santa pues con ello
se afirma que Dios plenitud y fuente de la santidad
es un tirano, un amigo de la esclavitud.
Podría ocurrir que alguien nos indicará que
el autor de Camino no se refería en ese punto a una
coacción a terceros, sino a una violencia interior
de la propia persona para obligarse a sí misma a cumplir
los mandatos de Dios. Para aclararlo no hay nada mejor que
leer el punto 399 del mismo libro:
399. Si, por salvar una vida terrena, con aplauso
de todos, empleamos la fuerza para evitar que un hombre
se suicide..., ¿no vamos a poder emplear la misma
coacción -la santa coacción- para salvar la
Vida (con mayúscula) de muchos que se obstinan en
suicidar idiotamente su alma?
Observemos que no es válido el primer ejemplo que
este punto de Camino establece para aplicarlo a lo que viene
después. El valor de vida física, la terrena,
es algo conocido y apreciado por todos, es un valor universal,
cualquiera sabe que quien intenta suicidarse carece de su
sano juicio, no es libre y por ello, precisamente para defender
su libertad, es por lo que impedimos que se mate. El evitar
por la fuerza que alguien se suicide no es coacción,
privación de libertad, sino todo lo contrario: impedir
que esa persona cometa un acto no libre causado por una enajenación
mental y del que se arrepentiría si estuviera en posesión
de sus facultades. Por el contrario, la vida espiritual de
cada persona es algo desconocido para el resto de los humanos,
por lo cual sí que es coacción
la aplicación de cualquier tipo de fuerza que vaya
en contra de la libertad de esa conciencia.
En este punto se muestra claramente como en el ánimo
y en la praxis del fundador de la Obra está el uso
de la fuerza, de la coacción que sea necesaria para
obligar a los hombres a ir por el conducto reglamentario que
según Escrivá lleva al Cielo. Con ello el autor
de Camino cae doblemente en la herejía de considerarse
a sí mismo como Dios:
1 Como lo que le conviene a cada hombre para
acercarse al Creador (la Vida, con mayúscula) es algo
íntimo de la conciencia individual a la que sólo
tiene acceso Dios y la persona concreta, si Josemaría
dice que él lo conoce (puesto que sabe que si no lo
cumple suicidará su alma) será debido a que
él se cree el depositario de lo que es la voluntad
de Dios para dicha persona, la Vida (con mayúscula),
y eso sólo puede explicarse porque el fundador de la
Obra se consideraba a sí mismo como Dios: pleno conocedor
de la voluntad divina para cada hombre, razón por la
que después la coaccionará para llevarla por
ese sendero.
2 Por respetar la libertad del hombre Dios
consiente en que Adán y Eva pequen, no los coacciona
para evitar que pierdan "la Vida (con mayúscula)",
por lo que son expulsados del Paraíso y con ellos todos
nosotros. Después observamos como Jesucristo tampoco
coacciona nunca a nadie. Si alguien se considera capacitado
para enmendarle la plana al mismísimo Dios y nos sale
con que hay que coaccionar al prójimo y que esa coacción
es nada menos que santa, sólo se puede explicar porque
quien lo afirma se contempla a sí mismo como un ser
para quien Dios está por debajo de él.
Estos dos últimos puntos de Camino son los más
graves de cuantos hemos analizado hasta ahora. De ellos se
desprende con toda claridad las siguientes conclusiones sobre
su autor, con las que termino mi escrito de hoy:
1 Sitúa como un pilar del plano de la
santidad que propone el empleo de algo perverso, la coacción.
2 Al afirmar que esa coacción es santa
se sitúa en el lugar de Dios, al santificar algo que
para Dios es perverso.
3 Se hace dueño de la intimidad de cada
persona por hacerse conocedor de lo que Dios quiere para ella.
4 Los puntos anteriores le hacen caer en la
herejía de considerarse a si mismo como Dios:
por ser el máximo conocedor del bien y del
mal para cada alma,
por permitirse violentar lo que sólo Dios
podría hacer: la libre elección de cuestiones
espirituales,
y por cambiar la creación al hacer de un
pecado (la coacción) una virtud.
Los hijos de la herejía hipócrita
Es evidente que todo ser creado es imperfecto porque participa
de alguna de las perfecciones de su Creador, pero no de todas,
ya que entonces sería el mismo Dios y no una criatura
suya. En lo tratado hasta ahora hemos visto como para el Fundador
y los miembros del Opus Dei la Obra es perfecta. También
hemos estudiado como para ellos ese conocimiento no es consciente
sino irracional, subconsciente, visceral. Nadie de la Obra
dice explícitamente que su Institución es perfecta,
con lo que estaría definiéndola como la Santa
Iglesia de Cristo; pero al no ver ningún defecto en
ella, al no tolerar ninguna crítica negativa hacia
la Obra, al aseverar reiteradamente que quien ataca al Opus
Dei ataca a la Iglesia, al no responder más que con
el silencio ante lo negativo que se le achaca o contestando
que quienes opinan en contra de ella se van a condenar...
con esa conducta, implícitamente, están afirmando
que para ellos la Obra es totalmente perfecta; fenómeno
que hemos dado en llamar herejía hipócrita,
pues con la boca afirman lo contrario de lo que sienten y
viven: que la Obra carece de imperfecciones por lo que la
colocan al mismo nivel de Dios.
Como todo hijo ha de tener unos padres, también hemos
visto en entregas anteriores como esta herejía no escapa
a esta ley, siendo su padre el Fundador de la Obra y la Institución
Opus Dei la madre en cuyo seno se engendran los hijos heréticos.
En estos momentos nos surge la pregunta de cómo lo
consiguen. En las herejías normales eso es muy fácil
de entender: alguien ofrece la herejía al mundo y con
sus razones convence a otros de ella. Pero en el caso de la
Obra es mucho más complicado: ¿Cómo se
logra que alguien no sea hereje en sus verbalizaciones y si
con su vivencia y conducta? ¿Cómo puede ser
que un miembro de la Obra coincida con nosotros en que todo
ser creado es imperfecto y después sea incapaz de ofrecernos
un sólo defecto del Opus Dei o de tolerar que se lo
mostremos nosotros? ¿Qué métodos y mecanismos
ha utilizado la Obra para lograr eso de las gentes que se
acercan a ella?
Las personas se educan bien a través de lo que aprenden
de forma verbal, por medio de palabras (aprendizaje consciente),
o extraverbal (aprendizaje subconsciente), por la conducta
de quienes nos enseñan, por los temas de los que nunca
hablan, por los gestos que acompañan a determinados
acontecimientos, etc. Para entender mejor lo que sigue vamos
a hacer un alto para reflexionar sobre lo significado por
la palabra subconsciente.
El subconsciente.
Nuestro cerebro tiene capacidad para almacenar durante toda
la vida todo lo que los sentidos le aportan, y de hecho lo
hace. La estimulación eléctrica de determinadas
áreas cerebrales sacan a la consciencia experiencias
de periodos anteriores de la vida de los que la persona ignoraba
su existencia; también ocurre lo mismo con el uso de
la hipnosis: la persona puede revivir facetas de su historia
inaccesibles al estado de conciencia habitual. Eso nos lleva
a establecer que el bagaje de datos asentado en nuestra mente
es de dos tipos:
1 Consciente. Aquel que podemos representar voluntariamente,
que a su vez puede ser:
1.1 Los que la luz de nuestra atención puede
iluminar en un momento determinado. Ahora soy consciente
de esto que escribo.
1.2 La memoria de lo que nuestra atención
percibió en el pasado. Cualquier recuerdo que invocamos
y que dócilmente acude a nuestra mirada. La marca
y el modelo de mi coche, el lugar en donde vivía
hace diez años, etc.
2 Subconsciente. Lo oculto a nuestra mirada intencional:
2.1 Aquello que nuestros sentidos aportan al cerebro
pero que no les prestamos atención. Lo que no nos
damos cuenta que está ocurriendo pero que nuestro
cerebro si que registra. También se llama información
subliminal.
Mientras soy consciente de esto que escribo están
pasando muchas cosas a mi alrededor a las que no presto
atención y que después no puedo afirmar que
han ocurrido: por la ventana llegan sonidos de la calle:
coches que circulan, una madre llama a su hijo, etc.; en
la habitación donde estoy la temperatura es ligeramente
alta, huele a tabaco negro, a través de la pared
se oye muy lejana la canción Para Eloisa
que el hijo de los vecinos ensaya al piano una y otra vez,
etc.
Los medios de formación del Opus Dei son especialistas
en este tipo de información subliminal: repiten siempre
lo mismo, las meditaciones favorecen el sopor del sueño
para que no sea consciente su propaganda (casi a oscuras
con alguien que habla y a lo que no prestamos casi atención)....
y asociado a un ambiente humano agradable, versallesco:
personas con apariencia alegre que dan la impresión
de que se preocupan de nosotros, de nuestro bien (cuando
en realidad sólo buscan información para después
actuar sobre nuestra vida), y el subconsciente asocia todo
eso como algo bueno para nosotros.
2.2 Lo que en una época pasada fue consciente
pero que hemos olvidado.
Para no agobiar a nuestra atención el cerebro emplea
el recurso de hacernos olvidar lo que no necesitamos:
Aquello que no tuvo un impacto fuerte, lo no asociado
a estados de animo intensos, lo anodino (lo que comí
hace siete años, tres meses y un día).
Lo que no rememoramos con frecuencia (puede ser
que hace siete años, tres meses y un día hayamos
tenido la primera cita con quien después fue nuestra
mujer, y en ese caso si que recordamos muy bien lo que entonces
comimos, porque fueron unos instantes que hemos recordado
muchas veces).
Acontecimientos cuyo recuerdo nos hace sufrir en
demasía. Por ejemplo, es frecuente que niños
que vieron asesinar a su padres tengan después una
laguna de memoria de esos momentos.
El subconsciente no es un mero archivador del material que
a él llega sino que lo elabora, lo condensa, lo enlaza
con otros momentos semejantes asociándolos a los estados
de ánimo que tuvieron cuando se produjeron, los califica
como placenteros (que conviene repetir) o dolorosos (que hay
que evitar). Luego, con todos esos datos que posee, dirige
nuestro psiquismo y con él nuestra vida, y todo ello
sin que seamos conscientes de lo que está haciendo.
Otra función del subconsciente es evitarnos sufrir
por lo que nos impide recapacitar sobre aquello que nos puede
producir dolor. Conclusión: nunca nos permitirá
ver la realidad total del daño que una persona o institución
nos infringe mientras bajo otros aspectos exista una gratificación
afectiva. Con respecto al Opus Dei, nunca nos dejará
ver aspectos malos de la Obra mientras estemos ligados afectivamente
a personas o labores suyas. Lo habitual es que tras ser machacados
afectivamente por quien lleva nuestra charla (dirección
espiritual), después de múltiples cabronadas
por parte de los directores, al perder la gratificación
afectiva de estar con jóvenes (cambio de centro de
jóvenes a uno de mayores), etc., en resumen, cuando
llega el momento en el que la gratificación secundaria
de estar en la Obra desaparece es cuando surge ante nuestra
mirada el daño real y profundo que ella nos infringe,
es el instante en el que el propio subconsciente nos permite
ver su perversidad pues con ello sólo podemos ganar;
y es entonces cuando comprendemos en plenitud lo que el Opus
Dei es en sí, y por ello, algunos, lo abandonan.
Tenemos infinidad de ejemplos cotidianos sobre como ese poder
subconsciente opera en nosotros y que se puede resumir en
que el subconsciente está trabajando sobre todo cuanto
nos apetece o disgusta y para lo que no tenemos una razón
que lo justifique. Por ejemplo, sin saber el porqué
no nos gustan los plátanos y eso puede ser debido a
que a los cinco años tuvimos un intenso cólico
tras comerlos y desde entonces sentimos odio hacia ellos,
pero si además ese mal nos ocurrió en una excursión
en un bosque de pinos, puede ser que ahora tampoco nos agrade
pasear entre esos árboles y no sólo desconocemos
la razón de ello sino que ni se nos puede pasar por
la imaginación que esté asociado a nuestra repugnancia
por los plátanos.
Las empresas de publicidad, los partidos políticos,
las dictaduras y cuantos quieren imponerse a los demás,
gastan ingentes cantidades de dinero para descubrir estas
leyes del subconsciente para así forzarnos, sin que
nos demos cuenta, a usar los productos o ideas que ellos difunden.
Como ejemplo cito un texto publicado en una web de marketing
empresarial:
El deseo de compra, a menudo implica una decisión
del subconsciente. Es muy raro que los consumidores compren
cosas por razones lógicas, normalmente compran cosas
por la recompensa emocional que les provoca. Aunque más
tarde, quieran justificar con razones lógicas su
compra. De hecho se considera que más del 90 % de
las decisiones de compra que tomamos vienen directa o indirectamente
inducidas por nuestro subconsciente.
He aquí, la importancia que tiene la publicidad
subliminal a la hora de ayudarnos a tomar una decisión
de compra (como comentamos en un anterior artículo).
Conociendo las razones que inducen a las personas a comprar,
y utilizando esta información de forma correcta y
sin mala fe, podemos aumentar considerablemente nuestro
porcentaje de ventas. De hecho, el experto J.Sugarman, comenta
en su libro "How to Use the Pyschological Triggers
of Selling to Motivate, Persuade & Influence",
que existen determinados desencadenantes psicológicos
que vienen a ser como los factores de motivación
más intensos que los publicistas o vendedores pueden
utilizar para evocar una venta.
-Hay tipos de desencadenantes que provocan en los
posibles clientes un sentimiento de culpabilidad si no compran
tu producto o servicio. Dicho sentimiento de culpabilidad
es un poderoso motivador que desencadena reacciones en el
subconsciente humano.
-Otro tipo de desencadenante es "la convicción
de satisfacción", el cual , sin lugar a dudas
garantiza un sentimiento de satisfacción al adquirir
un producto o servicio. Por ejemplo, si ofrecemos un producto,
como podría ser un televisor, y además les
ofrecemos algo más, algún tipo de garantía,
como podría ser que si el televisor no cubre sus
expectativas, se les devolverá íntegro el
importe total que pagó por ella. Con esta afirmación,
se está transmitiendo a los posibles clientes el
convencimiento de que tienes un producto excelente y que
sabes que les será de utilidad, les gustará
y no se arrepentirán de haberlo adquirido. Esto hará
que valore el producto y se sienta satisfecho de haber realizado
la compra. Habremos motivado su sentido de orgullo que le
proporciona el poseer dicho televisor y no otro. Cuando
reciba visitas a casa, estará deseoso de mostrar
su nueva adquisición y todas sus características
y posibilidades.
Tomado de
http://winred.com/EP/articulos/marketing/0020000300100795.html
Cito un experimento realizado en una universidad estadounidense
para mostrar como esas leyes del subconsciente actúan
e influyen en nosotros:
Sin que su profesor lo supiera, se les indicó a los
alumnos que sonrieran o se manifestaran alegres cada vez que
aquel dictara la lección desde la parte derecha del
encerado y que pusieran un gesto de seriedad o tristeza cuando
fuese desde la izquierda. El profesor se dispone a exponer
su clase y, como siempre, lo hace moviéndose de una
parte a otra de la tarima; los estudiantes obedecen a la citada
consigna y le sonríen cuando está a la derecha
o se ponen serios cuando es en la izquierda. Desde entonces,
cada vez con más frecuencia, el maestro se sitúa
en la parte derecha de la pizarra, en donde sus alumnos le
sonríen, hasta que pasados unos días tan sólo
explica desde esa mitad. Los diseñadores del experimento
les preguntan a los profesores involucrados los motivos de
dicha conducta. Son incapaces de ofrecer la verdadera causa
pero si múltiples falsas razones, racionalizaciones,
tales como que desde la parte derecha de la tarima se le oye
mejor, que hace calor y esa zona es más fresca que
la otra, que desde allí pueden vigilar mejor a la clase,
etc.
Observamos con ese ejemplo de educación subconsciente
como:
1 La unidad de actuación de un grupo, gratificando
o censurando, hace modificar inconscientemente la conducta
de un individuo que se expone a él.
2 La ignorancia de la ley que rige el obrar de ese
grupo impide que el sujeto que la padece pueda dar la verdadera
razón del cambio de su conducta.
3 El individuo justifica su conducta, la que ha sido
alterada por el grupo, con razones falsas.
El subconsciente no es nuestro enemigo, es parte de nosotros
y está puesto ahí para buscar nuestro bien.
aunque en determinadas ocasiones no lo consiga. La forma de
liberarse de lo negativo que hace por nosotros es pasar al
campo de lo consciente aquello que hace mal, lo que vemos
que nos hace sufrir y para lo que no tenemos respuesta. Para
ello hemos de preguntarnos: ¿Por qué me disgusta
esto? ¿Cuál es la razón de que no soporte
tal cosa?... Haciendo este tipo de preguntas el propio subconsciente
nos da, tarde o temprano, las verdaderas respuestas.
Si la herejía hipócrita radica en el subconsciente
de los miembros de la Obra ha de ser porque la educación
en tal barbaridad les ha sido implantada por vía extraverbal,
subconsciente. A continuación estudiaremos los métodos
principales de los que se sirve el Opus Dei para preñar
el subconsciente de sus miembros en la herejía de que
son perfectos.
Normas operativas de la Obra para implantar en el subconsciente
de sus miembros la falacia de que ella y su Fundador son perfectos.
Aclaro que los siguientes puntos no están impresos
en ningún sitio. Suponen una puesta por escrito de
leyes que rigen la conducta de los miembros del Opus Dei y
a las que se ha llegado tras observar su vida y obras, mas
no por haberlas leído u oído en ninguna parte.
Suponen un ir de los efectos (conducta de las personas) al
descubrimiento y posterior plasmación de las normas
que los causan. Y, por último, es por simple cuestión
de estilo el hecho de que las exponga en tono imperativo.
1 Que nunca nadie de la Obra haga la más
mínima crítica negativa hacia ella, ni hacía
sus directores, ni hacía sus trabajos, apostolados,
medios de formación, ni hacia nada que pueda empañar
en lo más mínimo la imagen del Opus Dei.
Todos tenemos un conocimiento subconsciente, no leído,
ni oído, sino dado por el propio vivir, de que todo
es criticable; todo, excepto Dios. Es una consecuencia visceral
de lo visto al principio de esta entrega cuando dijimos que
todo ser creado es imperfecto porque sólo participa
de alguna de las perfecciones de su Creador, lo que se traduce
a nivel práctico en el hecho de que cualquier persona
o institución es susceptible de ser criticada
y de hecho lo es en aquello que tiene defectuoso.
Nuestros padres, abuelos, el colegio en donde estudiamos,
el vecino, nuestro coche, etc., por mucho que nos agraden,
por muy buenos que sean, tienen cosas negativas, carencias
que nos desagradan y por ello reconocemos sus defectos. De
todo cuanto nos rodea pensamos cosas buenas y malas. No es
una falta de caridad, sino de inteligencia y sentido común,
el no ver lo negativo o defectuoso de algo. El espíritu
crítico es fundamental para mejorar a las personas
y fundaciones y, en su caso, para protegernos del daño
que puedan causarnos
Todas las instituciones son criticadas por sus miembros,
incluso los católicos critican los defectos de la Iglesia,
paso imprescindible para su perfeccionamiento (nadie erradica
lo que desconoce).
Pues bien, está establecido que cualquier crítica
negativa de un miembro hacia la Obra o hacia sus directores
es considerada por el Opus Dei como una falta grave de unidad
y debe ser corregida por quien la escuche inmediatamente,
a través de una corrección fraterna, siendo
esta la única circunstancia en la que no se le debe
consultar al director antes de hacerla, sino después.
En mi escrito anterior ¿Se
respetan los Derechos Fundamentales? he tratado
la corrección fraterna y cómo se vive en la
Obra, allí remito al lector interesado en saber más
sobre este tema, ahora me basta apostillar la contundencia
con la que la Obra aplasta cualquier intento de crítica
interna, hasta llegar a hacer de este caso el único
en el que el director no se entera de la falta cometida antes,
sino después de haber sido corregida.
Esta práctica conlleva que desde el momento en el
que alguien se aproxima a la Obra nunca, nunca, nunca, escuche
el más mínimo, elemental e inofensivo comentario
negativo sobre el Opus Dei, sobre sus directores, sobre sus
labores, etc. Es más, si una persona que se acerca
a los centros de la Obra posee un espíritu crítico
que no es acorde con esta máxima, es echado sin contemplaciones
de allí.
2 Que han de ser siempre positivos todos y cada
uno de los comentarios que los miembros de la Obra hacen sobre
ella, sobre sus directores, apostolados, medios de formación,
y, en resumen, sobre cualquier tema, persona o circunstancia
que lleve implícito al Opus Dei. Esas manifestaciones,
de la mejor manera que se pueda, deberán ir acompañadas
de una efusión afectiva positiva.
Por ser un complemento del punto anterior no precisa más
aclaraciones, salvo indicar que aquí también
es la corrección fraterna el mecanismo empleado para
implantar esta norma de conducta en el colectivo de miembros
de la Prelatura.
Con respecto a la efusión afectiva positiva acompañante,
voy a citar un ejemplo: a mí me hicieron una corrección
fraterna porque no ponía entusiasmo y calor humano
al referirme al Padre (que entonces era el Fundador de la
Obra).
3 Que a nadie se le corrija por hablar mal de cualquier
persona o institución de la Iglesia ajena al Opus Dei,
sobre todo si en algo opinable no asiente al cien por cien
con la Obra.
Si dentro de la Prelatura pones verde a cualquier grupo religioso
o autoridad eclesiástica, puedes estar tranquilo, no
recibirás ninguna corrección fraterna por ello,
es más, siempre habrá alguien que se te una
a lo que afirmas.
4 Que no se hable sobre lo positivo que el resto
de la Iglesia hace (personas e instituciones).
Salvo puntuales excepciones de obras clásicas, los
libros de espiritualidad escritos por autores de otros grupos
religiosos no sólo no se aconsejan para la lectura
espiritual sino que ni se citan. No vi en ningún centro
del Opus Dei los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, ni
el Kempis, por citar textos antiguos que son patrimonio de
la cristiandad, y lo mismo con tratados actuales.
Nunca oí en una tertulia, meditación, medio
de formación, ni siquiera en los pasillos, algo de
lo bueno que hacen otros grupos o personalidades de la Iglesia
en algo en lo que la Obra no estuviera involucrada, ni siquiera
escuché que se les nombrara si no venía a cuento
para mostrar la grandeza del Opus Dei o el daño que
le hacen.
Para los miembros de la Obra es supina su ignorancia en las
encíclicas de los papas anteriores a Juan Pablo II
(que fue el Papa benefactor del Opus Dei). Cuando Juan XXIII
o Pablo VI (cuyo pontificado correspondió también
con mi estancia en la Obra) enviaban una encíclica
al mundo, yo me enteraba por los periódicos, mas nunca
porque me lo dijeran en los medios de formación del
Opus Dei (círculo semanal, meditaciones, charlas, dirección
espiritual, etc.).
5 Que palabras y frases clave que se refieren a
la Iglesia y a Dios se asignen al Opus Dei y a su prelado.
Pongo algunos ejemplos:
Al prelado se le llama Padre, con lo que se le identifica
con el Creador (Cristo dijo que no llamemos Padre a nadie
sino sólo a Dios).
A la Obra se la llama Madre, con lo que en la nominación
sustituye a la Iglesia (la santa Madre Iglesia).
Cuando un miembro de cualquier institución de
la Iglesia (que no sea la Obra) oye decir que ha llegado algo
de Roma o que va hacia allí (por ejemplo un escrito),
piensan inmediatamente que viene del Papa o que va él,
menos en el Opus Dei en donde se sabe que eso hace referencia
al Prelado, que es de quien viene o va cuando ellos se refieren
a Roma, con lo que con esas palabras se sustituye la sede
de Pedro por la del Fundador de la Obra.
El día de la fundación del Opus Dei se
comenta en la Obra como el momento en el que se abrieron
los caminos divinos de la tierra (e incluso forma parte
de la letra de una canción interna de la Prelatura),
circunstancia que sólo se puede aplicar con propiedad
al momento en el que Cristo nace,
El Fundador afirmaba con vehemencia:
"Hijos míos, si no pasáis por
mi cabeza y por mi corazón no llegaréis a
Dios." (Por lo que se identifica con Jesucristo, único
hombre por el que hay que pasar para llegar a Dios.)
"No doy un duro [moneda de poco valor, cinco
de las antiguas pesetas, tres céntimos de euro actuales]
por el alma de un hijo mío que abandone su vocación."
(como sólo en la Iglesia hay salvación, con
esta frase y las siguientes nos dice que la Obra es la Iglesia,
pues sin ella no se va al Cielo)
"Prefiero que me digan de un hijo mío
que se ha muerto antes que ha dejado la Obra."
"El que deja la Obra, además de perder
su felicidad temporal, muy posiblemente pierda también
la eterna."
6 Que cualquier reseña, cita o explicación,
de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres y, en general,
de todo aquello que haga referencia a la Santa Iglesia, sea
inmediatamente asociado con el Opus Dei, con su modo de vida
y con su Fundador para así identificarlo con ellos.
Esa asociación no se formará nunca con ninguna
otra persona, modo de vida ajeno a la Obra, o institución
religiosa.
Cualquiera que utiliza un fragmento de las Sagradas Escrituras
lo aprovecha para iluminar su discurso, pero dejando libre
otras interpretaciones distintas a la suya, sin apropiárselo
íntegramente para él y su institución.
En la Obra se hace una exégesis única de esos
textos. De hecho, cuando se deja el Opus Dei una de las cosas
que más cuesta a la hora de leer los evangelios es
abandonar la interpretación exclusiva que desde que
entraste en él te dieron de cada una de sus partes.
Para la Obra la historia del joven rico es la de alguien
que dice que no a Dios en su vocación al Opus Dei y
que por ello se va triste: ¿Quieres tú
pensar yo también hago mi examen si mantienes
inmutable y firme tu elección de Vida? ¿Si al
oír esa voz de Dios, amabilísima, que te estimula
a la santidad, respondes libremente que sí? Volvamos
la mirada a nuestro Jesús, cuando hablaba a las gentes
por las ciudades y los campos de Palestina. No pretende imponerse.
Si quieres ser perfecto..., dice al joven rico. Aquel muchacho
rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio
que abiit tristis, que se retiró entristecido. Por
eso alguna vez lo he llamado el ave triste: perdió
la alegría porque se negó a entregar su libertad
a Dios. (La libertad, don de Dios; en Amigos de
Dios, punto 24). Y eso te lo repiten una y otra vez, siempre
igual, hasta que queda asociado en ti de tal manera que eres
incapaz de poder vislumbrar otro mensaje espiritual.
Otro ejemplo es la historia de Esaú y Jacob, en la
que el primero le vende al otro su primogenitura por un plato
de lentejas, en la Obra siempre se liga, sin excepciones,
a la terrible perversión y maldad de quienes la abandonan:
El precio por el que vendieron su vocación y
su ideal, es una bagatela, que pronto se deshace entre las
manos. No encontraréis la felicidad fuera de vuestro
camino, hijos, nos enseña nuestro Fundador. Si
alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento
tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que
dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que
abandona su vocación se hacen amargas como la hiel,
agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar. Cada
uno de vosotros, y yo también, vamos a decirle a Jesús:
Señor, que yo quiero luchar y sé que Tú
no pierdes batallas; que, si alguna vez yo las pierdo, es
porque me he apartado de Ti. Tenme de tu mano, y no te fíes
de mí, no me dejes. (Meditación 269
del libro Meditaciones. Tomo III. págs. 384
a 389 Tiempo Ordinario. Semana XIII. Sábado).
Y, lo repito, eso ocurre con todos los textos bíblicos.
A cada uno de ellos se le da una interpretación exclusiva,
como si hubieran sido escritos sólo para el Opus Dei
y para que su Fundador fuera el único intérprete.
Exposición del porqué las citadas máximas
operativas implantan en el subconsciente de quienes las sufren
la mentira de que el Opus Dei y su Fundador son perfectos.
Para su mejor estudio voy a juntar los enunciados de las
anteriores máximas:
1 Que nunca nadie de la Obra haga la más
mínima crítica negativa hacia ella, ni hacía
sus directores, ni hacía sus trabajos, apostolados,
medios de formación, ni hacia nada que pueda empañar
en lo más mínimo la imagen del Opus Dei.
2 Que han de ser siempre positivos todos y cada
uno de los comentarios que los miembros de la Obra hacen sobre
ella, sobre sus directores, apostolados, medios de formación,
y, en resumen, sobre cualquier tema, persona o circunstancia
que lleve implícito al Opus Dei. Esas manifestaciones,
de la mejor manera que se pueda, deberán ir acompañadas
de una efusión afectiva positiva.
3 Que a nadie se le corrija por hablar mal de cualquier
persona o institución de la Iglesia, ajena al Opus
Dei, sobre todo si en algo opinable no asiente al cien por
cien con la Obra.
4 Que no se hable sobre lo positivo que el resto
de la Iglesia hace (personas e instituciones).
5 Que palabras y frases clave que se refieren a
la Iglesia y a Dios se asignen al Opus Dei y a su prelado.
6 Que cualquier reseña, cita o explicación,
de las Sagradas Escrituras, de los Santos Padres y, en general,
de todo aquello que haga referencia a la Santa Iglesia, sea
inmediatamente asociado con el Opus Dei, con su modo de vida
y con su Fundador para así identificarlo con ellos.
Esa asociación no se formará nunca con ninguna
otra persona, modo de vida ajeno a la Obra, o institución
religiosa.
Vimos al principio como tenemos una experiencia vital de
que tan sólo no es criticable Dios. Si en la Obra nunca
oímos nada negativo sobre ella ni sobre su Fundador
(punto 1), nuestro subconsciente los identifica con quien
no tiene nada malo, o lo que es lo mismo, con Dios.
Si además todo comentario sobre el Opus Dei o su Fundador
es pasionalmente positivo (punto 2), el subconsciente se reafirma
en que son perfectos.
Al no corregirse en el Opus Dei las críticas negativas
sobre las personas e instituciones de la Iglesia ajenas a
la Obra (punto 3), eso nos confirma en lo que ya sabemos de
que todo ser por debajo del Creador es falible, por lo que
esas personas e instituciones si que son imperfectas y no
poseen la Divinidad que la Obra y su Fundador tienen (por
no poder ser criticadas).
Nadie valora ni ama lo que no conoce. Si de toda la Iglesia
sólo se trata lo positivo que al Opus Dei corresponde
y no lo de los demás (punto 4), entonces solamente
se puede valorar y amar a la Obra, no al resto de la Iglesia
de la que nos olvidamos. Si yo tengo cuatro hermanos y los
desconozco, entonces me sentiré como hijo único.
Si el subconsciente de un miembro del Opus Dei desconoce al
resto de las instituciones hermanas en la fe, entonces concebirá
que la Obra es la única hija de Dios, la Iglesia Total.
Si determinadas palabras y frases que se refieren a Dios
y a su Iglesia las oímos aplicadas a la Obra y a su
Fundador (punto 5), entonces nuestro subconsciente lo traduce
como que Dios y su Iglesia son respectivamente el Fundador
de la Obra y su Opus Dei.
Inconscientemente sabemos que los Textos Sagrados son para
toda la Iglesia. Cuando los vemos empleados sólo para
la Obra (punto 6), nuestro subconsciente lo interpreta como
que ella es la Perfecta Iglesia. También conocemos
que el único interprete infalible de los Textos Sagrados
es Dios, si esa función se la aplica el Fundador del
Opus Dei, entonces nuestro subconsciente se dice: Eso
sólo puede ser porque ese hombre y Dios son la misma
cosa.
Cuando alguien se encuentra machacado un día tras
otro, durante meses y años, por la acción conjunta
de todas estas técnicas operativas subconscientes de
divinización de la Obra y de su Fundador, acaba vivenciando
de forma visceral, inconsciente y pasional, que el Opus Dei
es la única Iglesia verdadera y que su Fundador es
Dios. Pero como eso jamás lo ha oído ni leído,
como nunca se le ha enseñado de forma consciente, entonces,
esa persona defiende con las palabras lo contrario de lo que
siente y vive: que el Fundador y su Obra son unos fidelísimos
hijos de la Iglesia, lo que hemos denominado como herejía
hipócrita.
Queda mostrada la estrategia y técnicas subconscientes
que utiliza el Opus Dei para implantar en sus miembros la
herejía hipócrita y con ello doy por finalizado
el conjunto de escritos que llevan como título genérico
Nuevas herejías".
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