DEJAR
EL OPUS DEI SIEMPRE ES DIFÍCIL
GATA4, 3 de otubre de 2004
Dejar el Opus Dei siempre es difícil. La decisión
cuesta. El proceso por el que se llega a esa decisión
suele ser complicado, con muchas aristas. Eso hace que a la
salida optemos por simplificar, por decir: me equivoqué
o se equivocaron conmigo. La cabeza no suele dar para más
en esos instantes y como sabemos que es un camino sin retorno
nos olvidamos y nos dedicamos a vivir.
Acabo de leer el escrito de una persona que suele defender
aquí al Opus Dei. En un principio me han sorprendido
sus palabras:
Continuar en la Obra, para mí, significaba rendir
mi inteligencia, porque no veía razón en lo
que se me había exigido; inmolar mi voluntad, porque
de verdad que no quería hacerlo; entregar mi corazón,
mis amistades, mi profesión de la que estaba enamorado,
una carrera prometedora, mi futuro y mi familia (
)
y dejar todo en manos de personas en las que ya no confiaba
como antes. Un holocausto real, completo e inmediato, aquí
y ahora.
Creo que casi todos hemos pensado: Pero si ese es el problema,
¿cómo no se da cuenta? ¿Cómo sigue
pensando que el Opus Dei es bueno con esa experiencia?
He echado una mirada a mi salida y los años posteriores
y yo entiendo a Jose Carlos.
A mí me pasó lo mismo.
Cuando dejé el Opus Dei, pensé que se habían
equivocado conmigo. Jose Carlos achaca su salida a su carácter
y a su afectividad. A que tendría que "matar"
esa afectividad si quería continuar, y que si entonces
cedía vendrían muchas más cesiones. Yo
pensaba algo parecido, que si en ese momento se habían
equivocado conmigo se volverían a equivocar, quizás
20 años después cuando la cosa tuviese peor
arreglo. Y Jose Carlos y yo nos fuimos.
Y aunque nos intentaron convencer durante unos meses, al
final nos despidieron cortésmente. Mantenemos contacto
con personas del Opus Dei de las que nos consideramos amigos.
Nos ofrecieron ser cooperadores, a mí incluso ser supernumeraria-
Jose Carlos, hace más que yo me fui, ya te llegará
a ti :-) y ahí empieza la diferencia, Jose Carlos creo
que aceptó y yo no.
Nada más dejar la Obra, me olvidé por completo
del tema. Me fui a estudiar a otro país, conocí
otra gente y nada me recordaba que una vez fui Opus Dei. Pensaba
que a pesar de todo era una institución que tenía
muchas cosas buenas, que era una lástima que se equivocaran
conmigo, que vaya faena me habían hecho.
Creo que además de dedicar tiempo y cabeza a analizar
el asunto de la salida, hay un momento que hay que trascender
del yo. Es decir, lo que nos pasó a Jose Carlos y a
mí no es algo que nos pasó solo a nosotros,
es la esencia del Opus Dei. En concreto se pide a los fieles
de la Prelatura, que rindan la inteligencia, inmolen la voluntad,
entreguen el corazón y dejen todo en manos de otras
personas. Y eso es general, no es nuestro caso concreto. Y
eso no es bueno. Dios nos ha dado inteligencia, voluntad y
corazón para que los usemos rectamente, pero para que
los usemos. No para que los alquilemos por horas, ni para
que los entreguemos al mejor postor aunque venga en su Nombre.
Es cierto que los fieles célibes han entregado una
parte de ese corazón, no se van a enamorar. Pero se
equivoca el opus cuando pide que además no se "apegue"
a las personas. El compromiso de esos fieles incluye obediencia,
pero debería ser una obediencia inteligente.
Ese trascender del propio yo implica también el qué
hacer cuando se descubre que no somos los únicos. A
mí me costó años volver a pensar en esto
y verlo claramente. Es cierto que esos años me fueron
muy bien. Como a Jose Carlos me fue bien en trabajo, familia,
amistad y amor. Pero cuando me encontré con gente que
dejaba el Opus Dei por lo mismo, que seguía pasando
lo mismo 10 años después, empecé a pensar.
Creo que es nuestro deber informar a los que nos rodea de
"nuestro descubrimiento". Debe servir para que otros
sepan que eso es así, que a nosotros nos pasó
y luego decidan. También para ayudarnos entre nosotros,
para que algunos de los que siguen diciendo que la institución
es buena reflexionen.
Hay más cosas en las que Jose Carlos y yo no estamos
de acuerdo. Las cosas no son diferentes en USA y en el año
2000 que en España en los años 80.
Ayer mismo me llamó una amiga numeraria. Estaba enfadadísima.
Tiene a su cargo un grupo de "supernumerarias profesionales"cuyo
perfil sería mujer universitaria que trabaja y tiene
4 o 5 niños pequeños. Bien, pues en los últimos
círculos insistió con ellas en temas sociales,
dar de alta en la seguridad social a la asistenta, pagar lo
justo, que no trabajen más de lo pactado, no abusar.
También en que sean justas en su trabajo, que no vale
todo para ascender, que hay que ser honesto con la contabilidad
Pues esta mujer fue recriminada por su directora. Le dijo
que tenía razón en todo pero que no era el sitio
para decirlo. Las supernumerarias se habían quejado
de esas palabras.
Y vuelve a no ser un caso aislado. En el Opus Dei, a mi entender,
está predominando la vieja guardia. Se está
dejando llevar por los usos y costumbres sociales más
rancios.
La justicia social y la ética profesional son muy
importantes. No solo la Iglesia las incluye en su último
Catecismo sino que la sociedad actual las reconoce como un
valor.
A algunos cuando nos fuimos nos decían que habíamos
llegado con años de anticipación en temas como
estos, que diésemos tiempo, que las cosas cambiarían,
que las cosas que veíamos tan claras y que tanto mal
hacían a nuestra alma, algún día mejorarían.
Nos decían que éramos demasiado sensibles o
afectivos. Llegaban a decir que éramos más inteligentes
que los demás y por eso lo veíamos con tanto
tiempo, que gente como nosotros éramos imprescindibles
en la Obra, que nuestra sensibilidad, afectividad e inteligencia
(más discutible) era muy necesaria. Desgraciadamente
a los que se van ahora les dicen lo mismo. Las cosas que yo
discutía hace más de 15 años no han cambiado
y por suerte yo lo estoy viendo desde fuera ¿qué
hubiese pasado si cedo entonces? Por desgracia, conozco numerarias
que sí cedieron y su esperanza de que las cosas cambien
hace mucho que se desvaneció.
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