A QUIEN
PUEDA INTERESAR
Autor: Satur
1. Josecar anda erre que erre...
(4-3-2004)
2. ¿Qué has hecho del pasado?...
(20-3-2004)
3. Se ha escrito esta semana sobre temas...
(4-4-2004)
4. Esta Semana Santa coincidimos La Piedra
y yo... (11-4-2004)
5. Muy buena la anécdota de Salomé...
(20-4-2004)
6. Sigamos con más anécdotas...
(5-5-2004)
6. Asomarte a los orejas es...
(9-5-2004)
7. Quizá sean las frases más
citadas... (16-5-2004)
8. Sigamos con
más anérdotas... (23-5-2004)
9. ¡¡¡Más
anérdotas!!!... (30-5-2004)
10. Hanibal
Lecter a su lado era una catequista ... (5-6-2004)
11. La Piedra,
antes de ir a trabajar... (13-6-2004)
12. De cómo
salvé de morir quemada a una agregada (28-6-2004)
13. De cómo
salvé también de morir abrasada a una hermosísima
chica de san Rafael (5-7-2004)
14. Anercdotones
de noches de verano (11-7-2004)
15. ¡Venga
ya, hombre! (16-7-2004)
16. Oye, Ferrán...
(25-7-2004)
17. Llama muchísimo
la atención (9-8-2004)
18. Un tipo
muy enamoradizo (16-8-2004)
19. La cosa
sexual (23-8-2004)
20. Regreso
de un viaje profesional... (27-8-2004)
21. Me cita
Josercar en un asunto... (6-9-2004)
22. Nos escribió
Conchita Regojo (10-9-2004)
23. Creo que Tomás
no insulta en su escrito (12-9-2004)
24. Pillaste,
Josecar (21-9-2004)
25. ¡¡¡Vaya
la que se ha armado con Josecar!!! (1-10-2004)
26. En la
opus se anima con machacona repetición (13-10-2004)
27. Al
sobrecogedor relato de María Cristina... (17-10-2004)
28. En la
última correspondencia de Pentium... (24-10-2004)
29. Hace una mañana
lluviosa y fría (31-10-2004)
30. ¡Ayyyy
la política! (7-11-2004)
31. Más
anécdotas (Última entrega 19-11-2004)
Josecar
anda erre que erre con su historia. Y hace bien. El tío
cita a Noé, rememorando la escena en que Cam y Jafet
(jafet con leche y jafet solo) se cachondean del Patriarca
porque lleva un colocón del patín de la baraja
y lo encuentran en pelota picada cantando el Endequete
vi que te vi con la pata de palo, dije para mí malo
malo malo, malo.. Y defiende su derecho a ser un buen
hijo de la Iglesia. Eso está muy bien.
Pero cada uno es como es y reacciona ante las injusticias
según sus modo de ser. Con la Iglesia, con la opus
del Padre Etenno, o con el alcalde de Nueva York de Arriba.
No vamos a poner de ejemplo a Jesucristo, que es mucho poner,
pero, por citar alguien, San Pablo, que no era precisamente
un mirlo blanco, las cascaba del treinta y tres a quien le
quisiera escuchar. Y santa Catalina la gran murmuradora,
en boca de San Josemaría- no se quedaba manca. Ya no
digamos Escrivá, que cuando daba, daba (como el amor
que lo es mientras dura, dura). Es la ventaja de pertenecer
a la Iglesia, que allí cabemos todos, y tenemos ejemplos
de santidad de todo tipo. ¿Qué eres panfilín?,
pues tienes un santo pánfilo, no sé San Martín,
el que le dio media capa a un pringado que se estaba helando
de frío. (Escrivá decía que si era santo
eso era mentira, que le hubiera dado toda la capa: pues no,
don sabelotodo, listillo, la leyenda dice que le dio media
capa, y tú no estabas allí, así que a
callar. Le dio media capa).
¿Qué te va la cosa social?, pues allí
tienes a San Francisco de Asís, o a Juana de Jugan,
o a la Madre Teresa. ¿Tiras más hacia lo intelectual
teológico- nivel Maribel?, pues al Acetato, o
San Agustín, o San Bernardo de Claraboya`s. ¿Te
mola la cosa mística Ca`lo Jesú?: San Juan de
la Cruz, El Padre Pío lo de éste ya es
de mucho miedo, éste bilocaba por bilocar. ¿Que
lo de uno es el follón y montarla de aquí te
espero?: Juana de Arco. Y así hasta el infinito y más
allá.
Haces bien, Josecar, en defender lo que piensas que es verdad
en tu vida, lo que tú has visto y vivido. Y en escribirlo
en tus noches de guardia en el hospital mientras cienes y
cienes de pacientes desfallecen, sufren y mueren por culpa
de tu celo apostólico. Menos Orejas y más a
la guay con la peña del Center Hospital of Masasuses
of Mernabo. Lo primero es lo primero, Josecar.
No sé. Yo querer explicar a tú que no todo ser
de bien ni todo ser de mal. Pero haber en la obra cosas como
que no.
Por ejemplo, esos métodos, que están en la configuración,
que no dependen de las personas, ni de los lugares. Yo también
he vivido en centros donde se vivía, más o menos,
como tú cuentas (aunque tú lo pintas tan chachi
piluli que no me extraña que allí no pitara
ni Benito Cámelas y que tíos como tú
que no se entiende que lo dejaras- se marcharan, porque
eso que pintas de opus dei tiene más bien poco...).
Digo, me había distraído, que hay modos en la
obra que son contri menos sospechosos.
Esas formas curiosas de introspección en la intimidad
de los demás buscando que se conozcan, que se sinceren,
ese derroche de espíritu reflexivo que desnuda el alma
hasta sus raíces y la sitúa, como una planta
arrancada de su tierra, bajo una luz que alumbra sin alimentar,
que no es la natural, la del sol. Es el flexo de un despacho
de dirección, o de una sala de estar. Esas confidencias
forzadas a base de sentimentalismos y de una pretendida voluntad
de Dios que quiere esa sinceridad salvaje. Se
hurga, en un plano inclinado de semanas, meses, años,
hasta los últimos recovecos en lo afectivo, en lo sexual,
en lo familiar, en lo apostólico, en lo divino y en
lo humano, para después ser medidas, puestas en guiones,
estadísticas y experiencias de todo tipo. La misma
virtud se convierte en una ciencia exacta. Cosa rara. Un prontuario
de cómo hacer oración, cómo vivir el
trato con las mujeres, cómo vivir la pobreza, cómo
vivir el trato con la familia de sangre, cómo actuar
con los que abandonan la vocación.
Lo peor de todo esto es el peligro de agotamiento y de esterilidad
que, a la larga, lleva consigo. Esta historia tiende a la
esterilidad espiritual que es, curiosamente, lo contrario
de lo que se pretende. El alma forzada en su intimidad -pues
no madura de un modo natural, según sus ciclos propios,
su forma de ser, su condición y carácter-, se
desespera. Y llegará a un punto donde no podrá
aprender nada nuevo sobre él. Cosas banales, muy normales
en sí mismas, y que en cualquier persona están
veladas e impregnadas de un misterio fecundante, que cada
cual descubre por su propia cuenta con admiración y
sorpresa, pierden todo su encanto al ser violentadas y forzadas
por una dirección espiritual que tiene mucha
prisa por saber y que sepas.
Esta saturación lleva a la inapetencia (¡cuantos
están hasta los whestinhouse de oír siempre
lo mismo, de hacer siempre lo mismo, de hablar siempre de
lo mismo!) y a la necesidad de condimentos más fuertes,
de revelaciones más extraordinarias. No son pocos los
que buscan milagros aquí, allá y en ultramar,
de Escrivá, del director de su centro, de una supernumeraria
que tiene psicofonías con Santa Magdalena de Pazzi,
o de un agregado que su Ángel Custodio le aparca el
coche, le despierta por las mañanas, le lava los dientes,
y por las noches le canta el ¡hala Madrid!. Hace unos
días alguien escribió sobre la entrevista de
Escrivá con María de Palmar... ¿Y la
de Don Álvaro, años después, con esa
misma mujer...?: un testigo me comentó que Don Álvaro
le pidió que le mostrara la llaga del costado (María
estaba estigmatizada), y así lo hizo.
¡Ojo, que me parece muy bien!, que yo a mi suegra le
pedí hace unos días que me enseñara el
callo que tiene en el pie izquierdo, un melón de alucine,
que si dice que se lo ha enviado San Pantrocrator, cuela:
pero mala señal esa, en el opus dei, de andar buscando
espiritualidades milagreras y, contri menos, raras, raras,
raras. Yo conocí uno que tenía una cinta donde
se escuchaba la voz cadaverosa y rasgada de un vidente del
sur de España que le hablaba a él, al numerario
que pasaba por allí casualmente un día de crisis
que pensaba dejar su vocación, y que le decía
: Melnabo... ¿está aquí Melnabo?... (voces
de fieles preguntando por Melnabo y que decían sí,
sí, está aquí). Melnabo -proseguía
el vidente con una voz que ponía la gallina de piel
de piel- tú no me llegas ni a la zuela de la zandalia,
Melnabo. Güerve a donde estabas, que allí ez donde
eztoy Yo... Melnabo.... Bueno, pues Melnabo se escuchaba
esa cinta en todos los retiros mensuales, en los retiros anuales,
en los momentos de crisis, en las fiestas.
Al final, si uno consigue salir normal de tratamientos espirituales
tales, pues se busca la vida o dentro, pasando bastante de
todo, o fuera volviendo a empezar: ¡NUN CHEPAS! (o algo
asín). El viaje alrededor de uno mismo, ya agotadas
las reservas, hace que uno se sienta impulsado, si aún
le queda algo de esa vocación que vio en su día,
a buscar el único misterio inviolable, el de su relación
con Dios. Como un principiante, como un torpe muchacho que
sólo quiere dejarse querer, lejos de voluntarismos
y profundidades sin sentido.
Y no escribo más porque hoy estoy apenado y, además,
me ha caído un paquete de La Piedra espantoso.Y todo
es que- atención Orejas todos, que no suceda a vosotros-
la guardia civil de tráfico ha puesto nuevos radares
en coches camuflados y acaba de llegar una afoto a casa que
no sé el multón que me puedo caer.
¿Qué has hecho
del pasado? ¿De qué te han servido todos
esos años de fidelidad que ahora tiras por la borda
haciendo que todo en tu vida se quede sin sentido?...
nos dicen los que recuerdan a los que olvidamos, los fieles
a los traidores. Y quizás tengan razón. Quizás;
porque puede suceder que la fidelidad del primero
no valga mucho más que la traición
del segundo. ¡Es todo tan relativo! Hay muchos motivos
en las fidelidades y en las traiciones que se mueven por idénticas
intenciones tan egoístas como miserables. Son los mismos
egoísmos los que llevan a un hombre viejo a aferrarse
a su joven amante, y los que mueven a ésta a intentar
la ruptura. Para él ha terminado el festín de
la vida, mientras que para ella apenas ha comenzado, todo
cargado de platos fantásticos y sabrosos. En realidad
ambos se encuentran en el nivel en que se ama como se come,
y a ese nivel la traición consiste en vomitar y la
fidelidad en rumiar. Llama la atención la cantidad
de correspondencias agresivas con la opus del Único.
Las cosas no son lo que parecen, y las personas menos. La
fidelidad o la traición a un amor, a una institución,
a lo que se quiera, se han de medir en conciencia, en lo más
profundo de cada uno, a solas. Nada ni nadie pude asegurarnos
la felicidad, el no haber errado el camino, nuestra vocación,
sólo por pertenecer y estar a su lado. Ya no digamos
el amor, el nuestro. A veces La Piedra me pregunta si la quiero,
y yo a ella. Necesitamos saberlo, que nos lo digan, y decirlo.
Como er pápa hitano cuando está con la máma.
-A vel , Pieeeedra, que no sé si me quieres, que me
lo estás hasiendo de pasar mu malamente.
-Pos claro que te de quieeeeero, Saaaatur, mi Patliaaalca.
Amos a vel, y tú, enga, dímelo, ¿me de
quieeeeres?.
-Ayyyyy Pieeedra, pos clairo que te de quieeeero. ¿
No te de recuerdas que siempre te de acompaño con la
fregoneta al Carreful y ande seeeea?
Y así parece que el amor está allí...
pero, quizás no.
Conozco un amiguete, viaja mucho, que una tarde, después
de seis días ausente de casa, llegó con ganas
de guerra y le dijo a su mujercita chica, prepárate,
que esta noche hay festival de Eurovisión Así
fue. Y en esas estaban, en el fragor de la batalla, cuando
se oyen unos golpes en la pared del vecino de al lado, y una
voz que grita: ¡¡¡VAYA SEMANITA LLEVAMOOOOOOOOSSSSSSS!!!.
El hombre está que no levanta cabeza.
Y es que nada es lo que parece. Y nadie mejor que uno para
saberlo.
Es algo muy normal y habitual que los contratos, los juramentos
y los votos más solemnemente formulados son, en general,
los que menos se respetan (respeto interior, digo, no el conformismo
de guardar las apariencias, que de eso hay mucho,
y en todos los sitios). Y es lógico. Tendemos a hacer
promesas en la medida que nos sentimos más o menos
exteriores a la cosa prometida, por eso no la cumplimos. Una
madre no jura fidelidad a su hijo. Su fidelidad se confunde
con su existencia.
Cuando yo estaba buen verbo este de estar-
en la opus de dei mi fidelidad estaba definida sólo
por cosas exteriores, contratos, cumplimientos exteriores
de normas, costumbres y estilos... pero, ay, mi interior andaba
arrastrado por afectos, movimientos extraños, impulsos
desbocados, necesidades muy humanas que negaban la naturaleza
de esos compromisos y promesas. Había que buscar solución
a todas esas cosas, centrarlas, encauzarlas: dejar de comprometer
el futuro, el mío, con los labios y llevar la eternidad
en mi corazón. ¿Qué pudo salir mal?.
Pues sí. Pero, mira, colegui, pisha, no salió
mal. Dios no abandona nunca un corazón que busca. Nunca.
Admiro cada vez más a aquellos hace unos días
nos enteramos de
otro en estas páginas- que vuelven a empezar
a edades que los demás tachan de locuras, de despropósitos,
y de traición. Pienso que son gente que busca al final
del camino de su vida un espacio de amor verdadero, de sinceridad,
de auténtica lealtad. Se les acusará de haber
caído en el señuelo de la carne, de la pasión
estúpida del viejo, del punto de corrupción
que hablaba el santo, y tengo para mí que, probablemente,
quieran encauzar y enfrentarse a muchos años de mentiras,
de paréntesis ocultos y vergonzosos, de apariencias
estériles y de miedo al juicio de su propia conciencia
cuando ya sea demasiado tarde.
Enhorabuena. Bendita la hora.
Y como hay quien no creerá que acompaño al
Carreful a La Piedra, aquí envío afoto que lo
prueba. Vamos camino del aparcamiento... ¡¿Qué?,
¿la quiero, o no la quiero?, ¿eh?.
Se ha escrito esta semana sobre temas
que tienen mucho que ver con eso que se llama de fuero
interno, o sea de que, con actos que no se conocerían
si no fuese porque su protagonista los ha contado en confidencia.
El porqué los contó da igual; los contó
buscando, quizás, un consuelo, una ayuda, un desahogo
de conciencia...en fin, ¡son tantos los motivos que
nos llevan a sincerarnos!. La reacción de la opus de
Napoleón Chú ante esa sinceridad no siempre
es la misma , depende de muchas cosas. En algunas biografías
traga, calla y mira hacia otro lado, en otras te pega un meco
que te envía donde el viento da la vuelta. Conste que
no fue mi caso; conmigo se tagaba. La obra conoce casos de
su gente con amantes, señores que han hecho su fortuna
sobre cimientos de corrupción y engaño, sacerdotes
que envían de acá para allá ocultando
sus debilidades, supernumerarios con hijos de locas aventuras.
La obra conoce bastantes algunos comportamientos extraños,
difíciles de entender, incluso de disculpar.
Pues porque en la opus del tercer Ojo hay gente de tipo A,
de tipo B y de tipo C. Las cosas dependen de quién
es quién. Muchos de nosotros tuvimos que empezar de
cero y se nos cerraron la puertas a cualquier trabajo que
oliera a prelatura. Sin embargo, se conocen exnumerarios con
muchos años de pertenencia a la Cosa que continúan
ejerciendo su labor docente en obras corporativas de nivel.
O sea, que él sí y yo, por ejemplo, no. A ver,
no lo entiendo. ¿Qué pasa aquí?, ¿que
él es más listo?, ¿que él se casó
con una secretaria nivel Maribel y yo con una chica más
de pueblo que un kilómetro de ribazo?, ¿que
él tiene un master por la universidad J punto
P punto Warrendor, y yo soy licenciata por la universidad
Canuto Chumino?. Pues no lo entiendo.
Zutanín tiene un hijo fuera de su matrimonio y es un
desliz. A tragar todos y a perdonar, sobretodo la mujer. Vale.
Lo tiene Caspo y a freír espárragos. Muy bonito,
hombre. Caspo es chófer de autobuses de la línea
dieciséis y medio, y Zutanín es Doctor Honoris
Causa de la Mens Sana in Córpore in Sepulcro. O sea,
que uno es tipo C y otro tipo A. Pues que me lo expliquen.
Y así podríamos contar hasta el infinito y más
allá.
Hay mucha mentira y mucha vanidad. Mucha tontería.Y
mucha gilipollez.
En un centro que viví me dio por hacerme amigo del
portero de la casa. Un buen tipo, con menos luces que un barco
contrabandista, pero muy trabajador y bellísima persona.
Se me ocurrió un día invitarle al centro, enseñárselo
y animarle a subir al oratorio siempre que quisiera, o lo
necesitara. El hombre se emocionó, en su sencillez,
de que los señores de la opus le trataran con tanta
confianza. Y al cabo de unos días se presentó
en el oratorio era pequeño, de centro de mayores-
y se sentó a rezar un ratín. A la noche me llama
el director -un hight class - y me dice que no invite más
ese señor porque Don Ramoneawer de Próstratos,
sacerdote de los primeros, tenido por santo, él también
lo cree, que le parece que no pinta nada el portero en nuestra
casa y está muy mosqueado con su presencia... ¡Por
los huesos de las olivas todas!, ¿y el oratorio de
quién es?, ¿eh, campeón?, ¿de
tu prima la del pueblo?. ¡¡¡Pim pím!!!.
Sabelotodo. Listillo. Más que listillo. Que, bueno,
sólo de recordar la anécdota me enervo.
Pero es que lo llevan en el cuerpo.
Y es que cuando se intenta vivir una vida cumpliendo Acciones
Elevadas del Espíritu, pero desde un estado de
autosuficiencia, de engreimiento, de acritud, de exclusividad
de alma elegida, tarde o temprano esa alma acaba en la mentira,
en la decadencia y en la falsedad farisaica. Más vale
arruinarse con alma de santo, que hacer obras de santo con
alma ruin. La santidad no es estirada ni altiva, sino que
se inclina con amor sobre cualquier necesitado. No sólo
sobre los del IESE, o los forrados de pasta gansa, o los aristrócratas,
o los grandes del mundo. Atontados, que no os enteráis.
Y cuando veáis esa penícula que tanto vais a
de flipar, La Pasión, pues os aplicáis el cuento:
un Dios que tomó la forma de un esclavo.
Y no sigo, que me está entrando un no se qué
de almíbar al rejalgar que me pierdeeeeeee... me voy
a buscar a La Piedra.
Esta Semana Santa coincidimos La Piedra
y yo con un matrimonio, ella supernumeraria emergente
y ¡supersocorro que me ataca un Lacoste!, de las que
van por el libro, él no es de la Cosa, es un pobre
chico que empieza a decir frases como morir es como
dormir, pero sin levantarse a hacer pis, y cosas así.
Empieza a estar harto y le falla el temporal. Él se
enamoró de ella sin saber que, junto a ella, se enamoraba
de todo un mundo de normas, costumbres, nombres raros tipo
espera que hacemos la acción de gracias y me
acompañas a rezar el Trium Puerorum. Lo de Triumpuerorum
le sonaba a una cordillera que hay en el Nepal, pero pronto
aprendió quienes eran Ananías, Asarías
y Jodías. Se enamoró de ella sin saber que se
tenía que de chupar unos cuantos cienes de cursos de
Orientación Familiar donde enseñan a ser padres
piadosos de hijos piadosos en una tríada fecundante
entre entendimiento, voluntad y corazón; tuvo
que trabajar casos y casos sobre niñas, por ejemplo,
que decían palabrotonas como ¡caspita!".
Se enamoró de ella y a la vuelta de los años
se ha encontrado casado con Don Luis de Cepeda y Ahumada y
García Baxter, un sacerdote muy listo, confesor de
su señora, que fue Ingeniero Nabal hizo Agrarias-
y es un cielo de hombre. Y también comparte horas con
Inés Pazpagüeta, numeraria de la quinta hora (ya
sabemos que en ellas no hubo ni primera hora, ni segunda,
ni tercera, todas monjas o en el Pogapoga), y con Mariallufa,
una agregada que trabaja atendiendo la portería del
colegio Mayor Montemount.
Ahora le ha tocado sufrir el visionado compulsivo de La Pasión
de Gibson. Su señora, y el centro todo, están
montando todo tipo de sesiones para sus amigas y no amigas
en los lugares más inverosímiles: casas de convivencias,
cines alquilados, sesiones en los centros... El pobre la ha
visto, y sólo ha transcurrido una semana desde su estreno,
tres veces.
- Está bien me comentaba- lo que pasa que se
nota el fieltro que hay en el interior de la corona de espinas
para que actor no se dañe. Y las sandalias Pilatos
se las cambia dos veces, y eso en aquella época creo
que no se estilaba. La Magdalena lleva fijador, y eso tampoco.
El tío se la tenía super estudiada. Al paso
que va le pueden caer dos o tres sesiones más
(una por colegio de sus hijos)- se sabe el nombre del extra
que hace de burro en el suicidio de Judas.
Se queja poco, es un bendito, pero empieza, no sé,
a tener tics en un ojo y en el brazo derecho (tiende a levantarlo
a media asta con intermitencia nerviosa).
-Macho me decía en un aparte mientras su mujer
le preguntaba a La Piedra si pensábamos tener hijos
y le endilgaba una estampa de Don Álvaro para que le
encomendáramos una fertilidad superabundante
yo no sé que pasa con el Gibson ése. Se han
vuelto locos. No paran de organizar sesiones, hasta las numerarias
han ido al cine (guiño de ojete y, pimba, levantada
de brazo). Y, encima, me dice mi mujer ¡ay, qué
bieeen!, con esta película ya está hecha la
oración, nos lo ha dicho una direstora de la delegación.
Como cuando nuestro Padre otro guiño y, pimba, el bracico
parriba) estaba en una tertulia y si alguien le decía
que había que hacer la oración él comentaba
¡pero si estáis conmigo!, ¡si estando
conmigo ya se hace oración!... Y el pobre hombre
no entiende nada ni de nuestro Padre -¿nuestro?, ¿
suyo?, ¿mío?- ni de eso de hacer la oración
con Mad Max.
Sólo quien ha comido ajo puede dar una palabra de aliento,
y así lo hice. Pero el tipo está mal.
- Chico me decía-, va por el libro (guiño
y, ¡alehop!, apunta con el codo). Tengo que estar a
las 7, 30 en Misa por la tarde todos los días, luego
todos a casita a bañar al niño. Siempre a la
misma hora. Mis amigos, digamos que normales, huyen como si
fuésemos de la Yidah; y es que siempre anda con los
mismos temas. Ahora, después del último COF
(Curso de Orientación Familiar) le ha dado por poner
posits en la nevera con frases tipo INGREDIENTES DE
LA FELICIDAD: SEGURIDAD: PLENITUD: ALEGRÍA: DARSE:
AMAR Y CUMPLIR EL ENCARGO. O en el corcho de la habitación
de los niños te coloca ATRACÓN DE CARIÑO...
A tención... TRA nquilidad... CON fianza... DE licadeza
yyyyyyy.. .¡¡¡CARIÑOOOO!!!.. Está
como una chota, y a los niños me los va a dejar fús,
pero fús fús (guiño de ojito y, ¡pamba!,
el bracete a lo alto).
No sé, él esperaba una palabra de consuelo,
pero no es fácil. Mientras lo intentaba, escuchaba
a su señora que intentaba explicar a La Piedra lo mucho
que sufrió Jesús en La Pasión y lo de
bien de hecha que estaba la penícula. Ya la veía
venir y, efectivamente, patapám, la invita a una sesión
en casa de una amiga. Ella desconoce una de las grandes virtudes
de La Piedra: se duerme en todas las películas. En
todas. Fuimos a ver La Pasión y en las escena de la
flagelación me giro y le digo ¡jooooder
con ... , y la chica planchando oreja como una bendita.
Pero Prelatureitar La Ville no descansa, el celo de su casa
le consume, e insiste: desde luego, chica, es un flim que
te lleva a la conversión, no sé, te das cuenta
de lo que el Señor hizo por salvarnos. Dicen que las
ventajas del nudismo saltan a la vista, pues la del proselitismo
también. La señora iba a saco, sin cortarse
un pelo, en vena, al trigémino.
- ¿Quién es el Señor? pregunta
ingenua my wife.
- ¿El Señor?, pues...Jesús, Jesucristo.
También se le llama el Señor, ¿sabees?.
- ¿Cómo el de los Anillos?.
En ese momento aprendí algo que no sabía de
La Piedra: sabe hacerse la tonta de maravilla. Sólo
le faltaba chupar una piruleta a lametazos y llamarse Abundia.
Esta película tiene trastornada a mucha gente. Y eso
está bien, Y hay quien piensa que a río revuelto
ganancia de pescadores. Yen eso están los chicos de
Josemaría, que se lo comen todo. Pero sin olvidar que
las sensibilidades son muy diferentes, y las formaciones.
Que a uno no le guste esa película no significa que
no crea en Jesús, ni en los hechos de la Pasión,
ni en su Resurrección. Ni que sea un hombre de poca
fe, rudo, superficial.
Es imposible abarcar el alma de Jesús en su totalidad,
su interior, incluso sus gestos. Jesús se enfrentó
no se olvide a una moral ferozmente pegada a los
actos, a los preceptos, a los ritos y prohibiciones, y para
que le entendiera una humanidad tosca utilizó una pedagogía
sencilla: vino a salvarnos, y estamos salvados. Esa es la
primera obligación de la Iglesia, enseñar al
mundo entero que ya estamos salvados. Por eso murió.
Yo no sé si le dieron cuarenta o cien latigazos, ni
si le salió el superchorro de sangre que Gibson coloca
en el flim cuando le lanceó el romano Longanizo`s,
sólo sé que murió por Amor.
Y si hubiese sido hoy la Redención, me gustaría
saber qué tipo de muerte le infringirían los
poderes de nuestros días. Nosotros.
Muy buena la anécdota de Salomé
(supongo que no será la que cantaba la canción
¡desde que llegaste sólo vivo cantando,
¡¡¡jey!!!, vivo soñando, ¡¡¡jey!!!...)
sobre el rezo del Rosario delante del busto de Concha Espina,
confundida con una imagen de la Virgen.
Una de las ventajas de vivir en la opus es la cantidad de
anécdotas que se generan en la convivencia diaria.
Son tantas horas juntos, y en situaciones tan distintas, con
caracteres tan diferentes... Allá van unas de tipos
muy, pero que muy despistados
Estando en un curso anual falleció el padre del director.
El dire salió urgentemente para atender sus deberes
de hijo. Consternación en el curso anual, dolor, Misas
por el difunto. Se contaron anécdotas del finado, un
buen grupo de nosotros asistimos al funeral y al entierro
contando al regreso, en la tertulia, la serenidad, la paz
que se respiraba en la familia del director. En fin, que fue
un bombazo en medio de ese medio de formación que asistíamos
con la alegría de la primera vez.
Tres días después del entierro el director
todavía no había regresado al curso anual. Era
de noche, y en la sala de estudio estábamos tres mangutas
preparando un examen de algo, no sé, Patrología
del Esse Subsistens. Se abre la puerta y aparece el director.
Y en esto, uno de los que estaba allí estudiando (de
este se podrían contar libros y libros) se levanta
y le dice así, como de cachondeo.
- ¡¡¡Míralo ar tío!!! (es
andaluz). Anda que no le has echado cara, tío. Nozotros
aquí currando, jodidos con los ezámene, pazando
la de Caín, y tú de fiesta por allí.
¡Si é lo que yo digo, que aquí hay gente
tipo A, tipo B, y tipo C. ¡Y mira que color trae er
tío!. ¿ Tú dónde te ha metío,
golfo?
El dire le miraba como si viese a Pío XII vestido
de Axteris el Galo. No daba crédito a lo que oía.
A mí se me puso todo el vello de punta. Incluso el
de los brazos. Y el dire va y le contesta muy sereno.
- De enterrar a mi padre. Murió hace tres días.
Nunca olvidaré la cara que puso aquel hombre, el andaluz.
Como la del busto de Concha Espina. El que lo vio, lo escribe,
y da testimonio de ello.
En un centro viví con un colegui que le dio por aprender
ruso a los cuarenta años. En ello puso todo su empeño.
Era un personaje muy bueno, muy despistado, y muy ingenuo.
A éste, un día que me vio cojeando y preguntarme
que qué me pasaba, le colé nada, que me
está saliendo el huevo del Juicio.
- ¿Cómo,?, ¿el huevo del Juicio?.
- Sí, sí, el testículo del Juicio.
- ¿Qué es eso del testículo del Juicio?
- Pero, ¡cómo!, ¿no sabes lo del testículo
del Juicio?
- Macho, ni idea.
- ¿Y dela muela del Juicio tampoco sabes nada?. ¿No
te han explicado que a algunas personas les sale la muela
del Juicio y que es doloroso, y que se pasa mal?.
- Sí, eso sí que lo sabía... ¡pero
lo del testículo del Juicio!
- Jolines, tío, ¿pero a ti no te han explicado
de pequeño todo eso de la sexualidad y los niños
y tal?.
- Hombre, mucho no... eran otros tiempos.
- Pues lo mismo, hombre, lo mismo. A algunos hombre les sale
el testículo del Juicio, y el proceso es, como te puedes
imaginar, pelín doloroso hasta que se forma el testículo.
El tío no dijo nada y al cabo de unos día me
viene mosqueado.
- Muy gracioso los del huevo del Juicio, ¿eh?.
Se lo había comentado al director en la charla, y
las risas se oyeron en Sebastopol.
Bueno, pues éste estaba aprendiendo ruso y fuimos
juntos a la beatificación de Josemaría Escrivá
de Balaguer y Albás. Al parecer, en Roma hay una iglesia
que visitan los peregrinos rusos por no sé qué
devoción que tienen, y allá se fue nuestro hombre
con la ilusión de poner en práctica su dominio
de la lengua. Fue solo.
De vuelta de la beatificación, ya en el centro, todos
notamos un cambio en las costumbres de Smirnoff: no comía
y no cenaba con nosotros. Ningún día. Estaba
en la casa, pero siempre tenía alguna excusa para no
acompañarnos. Así que un día le abordé
y le pregunté por su misterioso comportamiento.
- Me da corte contarlo.
- Venga, Smirnoff, ¿qué pasa?. ¿Una
promesa a algún icono?...
- Peor... En la beatificación me fui a un santuario
donde van de peregrinación muchos rusos. Quería
practicar el idioma. Entro en la Iglesia y, zumba, me encuentro
una familia entera allá dentro: los padres, dos hijas
y un hombre. Macho, parecían de la estepa de Vladilostok.
Ciento por ciento estepa. Me acercó a ellos y empiezo
a hablarles en ruso ¿Riskochof triblianki petruscha
natasha?. Y los tíos me miran como si fuera un
marciano. Insisto ¿Riskochof triblianki petruscha
natasha?. Nada. Se miran, me miran. Nada. Ni un rictus
de que me entienderan. Cambio de frase Cachachof nureyev
bolinski.... Y, en esto, que pienso joé,
¡cómo me suena la cara de esta chica! (habría
que ver, efectivamente, la cara de la chica)... Y caigo en
la cuenta que era... ¡¡¡la numeraria auxiliar
que nos sirve aquí!!!. ¿Me oyes?: ¡¡¡la
de aquí que estaba con su familia!!!. Tío, qué
corte, qué vergüenza. Y, claro, no me atrevo a
estar en el comedor y que ella entre y... ¡qué
vergüenza!.
En fin, le quité hierro al asunto, le reconforté
en la fortaleza y en la humildad, y le dije que la mejor manera
de no darle importancia es que actuara con normalidad.
En aquellos días Smirnoff, como no comía ni
cenaba, se ponía ciego en el desayuno y en la merienda.
Con la merienda estaba muy quemado porque la administración
nos deleitaba con unos pequeños montaditos con queso
dentro, o chorizo. A Smirnoff le tenía intrigado quién
de nosotros se comía los trocito de queso, o de chorizo,
dejando el montadito de pan al pairo, sin nada en su interior.
Era yo. También por aquellos días yo tenía
la costumbre de tocar la guitarra en mi habitación
dando la brasa de mala manera al personal. Se me ocurrió,
el día que me contó el afaire de Roma, escribir
una nota, como si fuera de la administración- , y la
puse encima del carrito de la merienda. La nota decía
el queso para el de la guitarra, y el montadito PARA
EL RUSO. Smirnoff, con un hambre que no veía,
bajaba el primero como un poseso, y al ver la nota me viene
a la habitación, supercoloradote, ¡¡¡
machooooooooo, no te lo vas a creer, no te lo vas a creer...
¡¡¡qué fueeeerte!!!. ¡¡¡Lee
esto!!!.
- Oye le digo- esto no es de recibo. Aquí se
ha pasado. Vete al director y se lo comentas. Esto es grave.
Y allá que se fue a contarle todo.... Las risas se
oyeron, otra vez, en Sebastopol. Nunca mejor dicho.
Con Father Robert viví cuatro años. Era un
hombre muy nervioso, aunque cuando salía a la calle
tenía un porte distinguido y algo exclusivo. Se diría
que estaba hecho de otra pasta. Parecía un gentleman.
A mi me tenía absolutamente alucinado cuando conducía:
no entendía que ese hombre hubiese vivido tantos años
con esa manera de conducir. Se adelantaba el asiento hasta
que tocaba su vientre al volante y, pimba, a darle zapatilla.
Una de sus manías incompresible, pero cierta-
era accionar el portero automático de la puerta de
entrada al garaje del centro al encarar la calle donde vivíamos.
Comenzaba a apretar con fruicción el llavero a un kilómetro
del garaje pensando que ya se abría desde allí.
No había manera de convencerle de lo contrario, a pesar
de que siempre debía de esperar al llegar al umbral
de la puerta que se abría con una lentitud desesperante.
Pero un día no fue así. Al llegar a toda velocidad
y ver la puerta abierta, emocionado, se lanza rampa abajo
mientras me dice ¿Qué, funciona, o no
funciona?.
El tortazo que nos dimos contra el coche de una pobre viuda,
vecina de la casa, que subía en ese momento fue
la que pacientemente había accionado la apertura de
la puerta fue memorable. Inolvidable.
Sigamos con más anéldotas
curiosas y divertidas esta deliciosa tarde de domingo
mientras espero ir a buscar a La Piedra a las diez al curre.
Trabaja en un hospital, y en sus horas libres es embalsamadora
en una empresa de Pompas Fúnebres. Nunca olvidaré
la maravillosa tarde en que le pregunté en qué
trabajaba, bueno, hago de todo -comentó sin darle
más importancia, mientras yo sentía los latidos
de mi corazón en las sienes por estar hablando junto
a ELLA, de ELLA, de nosotros -soy enfermera y también
hago extras como embalsamadora. En ese preciso instante
mi corazón dejó de latir. ¿Embalsamadora
de cadáveres, por ejemplo?, le dije...
Clairo contestó sin inmutarse no creerás
que se embalsaman seres vivos, o lechugas... Un segundo antes
aquella mujer me parecía la persona más atractiva
que jamás había visto en directo -fuera de algunas
cuantas bastantes realmente extraordinarias, pero inaccesibles
para un tipo con mi figura y cartera-, sin encambio, La Piedra,
en aquel momento, despertaba pasión.
Bueno, que me enrollo con La Piedra, y el tema va de anéldotas.
Curso anual. Nos anuncia el director juez de profesión
que asistirá a la tertulia un alto cargo de la Magistratura
de la comunidad autónoma del lugar. No es de la obra
el señor magistrado, aclara el dire, pero puede ser
interesante que nos conozca y, además, podremos formarnos
y preguntar aspectos de esa apasionante profesión.
Yo en aquellos años era un tipo más bien ingenuo,
por no decir tontolaba, y tragaba bastante. Llegó la
tertulia y el tío ese era un puro de hombre, un auténtico
tostón: como bailar la música del telenoticias
de la uno. A mi lado estaba un numerario de los mayores, que
andaba picado lo supe más tarde- con el director,
y va y me dice muy serio: oye, Satur, ¿por qué
no le preguntas a qué hora se acuesta el magistrado
medio español?. A mí, la verdad, la pregunta
me pareció magnífica, muy interesante, más
que nada porque el que me la había sugerido, un médico
prestigioso, era un buen referente, así que levanté
la mano como si me fuese la vida en ello. ¡¡¡Yo,
yo, yooo !!!. El dire miró.
- Oiga, ¿a qué hora se acuesta el juez medio
español?.
Era lo mismo que preguntarle, ¿por qué no te
largas ya, coñazo de mieeerda?. Pero yo, lo juro, no
advertí esa intención.
No vi la cara del director, pero me dijeron que se le parecía
mucho a la Hanibal Lecter. Sí vi la del señor
juez. Enrojeció, balbuceó una respuesta, y a
los dos minutos se dio por terminada la tertulia. A los cinco
me calló un paquete del director en su despacho que
salí sin abrir la puerta, por la ranura de abajo. ¡¡¡Vaya
paquete!!!
Don Braun Minipimer era un sacerdote jailevel. Un auténtico
Petronio: gominolo a saco, siempre perfumado, sebagos relucientes,
gemelos en la camisa, ropa deportiva de marca verle
salir a jugar a tenis era un espectáculo- ...en fin,
un auténtico dandy. Un día debía de predicar
una meditación en un centro de nuestras hermanas. El
tipo era muy afectado en las formas, y le encantaba darse
aires de así como de muy interesante. No salía
de casa sin sus complementos habituales. Aquella tarde, antes
de salir hacia el centro de la otra sección, entró
en mi habitación y me preguntó si tenía
Oraldine para enjuagarse la boca. Yo no usaba de eso, pero
lo había visto en un armario en las duchas comunes
que disponíamos para seis residentes en aquel centro.
El propietario del Oraldine era un tipo que estudiaba Farmacia
y, además, gente curiosa y algo excéntrica.
Éste, por las mañanas, se metía en la
ducha y al cabo de un rato se ponía a jadear como si
se estuviese duchando con agua fría en el Polo Sur...
sólo que de la ponía ardiendo.
Bien. Don Braun, cogió el recipiente de Oraldine, se
dio un lingotazo generoso, y comenzó a hacer gárgaras
y frucciones bucales de izquierda a derecha durante un buen
rato. ¡Gracias!, me dijo, y se marcho todo
tieso y señorial a predicar su meditación.
Lo que no sabíamos entonces, ni Minipimer ni yo, es
que el contenido de Oraldine no era tal: era un anestisante
fortísimo que había preparado el Farmas Jadeante
en el laboratorio de la facultad para paliar unos dolores
de muelas que tenía en aquella época. Digo que
el anestesiante era fortísimo porque al cabo de una
media hora regresa don Braun con la cara desencajada, los
ojos desorbitados, y diciéndome algo así como
¡ o é é é aa ¡o é
é e aa ¡ (que traduje como no sé
que me pasa). El hombre estaba realmente asustado, y
yo, pues parecían los síntomas clarísimos
de un derrame cerebral del treinta y tres.
- Pero, ¿qué le pasa? le pregunté.
- O é, o é. O aó, a uenia. ¡¡¡A
uenia!!! Me rogaba casi llorando que le llevara a urgencias.
Su mandíbula, antes perfecta, su mentón, parecía
cemento. Algo espantoso. Y allí le llevé. A
urgencias.
En urgencias tampoco nos aclararon gran cosa. En parte porque
Minipimer cada vez acertaba menos a emitir un sonido en nuestro
código. Me miraba en la sala de espera y me decía
eoea, eoea, e eo a e eio (encomienda, encomienda,
que esto va en serio). Y yo, venga, a encomendar Rosario en
mano: Dios te Salve , María, ... y él, aa aía
ae e ió, oa o ooo eaoe aa y eaoa e ea ee ae (el Santa
María, pero añadiendo el ahora y en la hora
de ESTA MUERTE. Amén).
El entuerto se aclaró, para descanso y alegría
de Don Braun.
Al parecer, al comienzo de la meditación nuestro hombre
comenzó a sentir extraños síntomas en
sus labios, le pesaban como morcillas, luego era la lengua,
no la sentía, después a pesar de los esfuerzos
que hacía-, la mandíbula toda. Se levantó
sin decir nada y se largó a casa con un cangueli considerable.
El farmacéutico hoy está en un país de
África, donde no hay agua fría, y el Oraldine
lo usará con algún que otro brujo.
Me voy a buscar a La Piedra. Otro día más.
Asomarte a Orejas es ver la
vida desde otra perspectiva. Te permite contemplar a través
de escritos muy personales retazos de biografías, algunas
dramáticas, otras más sencillas, de gente que
un día amó y se entregó a una causa por
una vocación a la opus de dei. Desde Orejas, como un
balcón que se asoma a la calle, ves personas, casi
puedes reconocer sus rostros, adviertes la belleza o la fealdad,
la mediocridad, la santidad, también la miseria de
unas historias. El porte. Es una modo de tratarse éste
de intelnés, donde no hay trato personal, pero uno
está allí, junto a los demás, contemplando,
participando incluso en el silencio de la lectura, de esa
pequeña multitud y no masa, porque no se pierde
la individualidad, no se anula (como ocurre en un desfile,
o en una manifestación). Aquí cada uno es como
es, aún sabiendo que esta páginas no son más
que breves relatos que subordinamos a la vida que cada uno
tiene fuera de la pantalla.
Como en un balcón asomado a la calle, en Orejas ves
las maneras de ser, el gesto, la intención de cada
quién. Las diferentes maneras de estar en la vida después
de aquello: el que espera, el que desespera, el
que perdona, el que no olvida, el resentido, el dolido...
incluso el que no se entera, el pardillo, o el imbécil.
Yo mismo puedo ser uno de esos imbéciles. Y puedo ser
más cosas.
En Orejas, tal y como lo ve cada uno en su pantalla, nada
nos va ni nos viene. Uno lee y decide, juzga o no, critica,
se emociona o pasa. Pero en esas páginas se leen asuntos
que van y que vienen, por eso nos interesan; no tiene nada
que ver con nosotros, pero nosotros tenemos que ver con ello
porque lo estamos mirando. Como decía Antonio Machado
de las canciones infantiles, muchas de estas historias nos
dejan confusa la historia y clara la pena. La
mayoría tienen un común denominador, da igual
los años pasados allí, un temple,
mal que les pese a algunos.
Un tipo con apellido de marca de comida para pájaros
me alude en un
escrito el dos de mayo, buena fecha para un fusilamiento,
de un modo, contri menos, sospechoso. Comienza bien el chico,
con un talante abierto, liberal, muy de nuestros días,
Me gustan las caricaturas de los personajes públicos,
y creo que don Josemaría se presta a ello, porque tuvo
y tiene una personalidad excepcional. También me gusta
la gente crítica, libre, que dice lo que piensa.
Pronto cambia el tono y empieza a dar estopa adiestro y siniestro,
en un tono pelín histérico, propio de los personajes
que menciona le faltó Aída Nizar
Pero lo que vengo viendo desde que os conozco, de
un mes a esta parte, es que, al paso que vais, se os van a
juntar aquí hasta la Maricielo Pajares, el Boris Izaguirre
y la Yola Berrocal, qué nivel. El tal Satur, qué
grassiosso, va en esa línea. Muy bien, urco,
mensaje recibido. Ahora te voy a dar unos cuantos mangazos
que te voy a mandar a donde el viento da la vuelta. Listillo.
El tío se calienta, estas historias siempre
cuentan lo mismo: complejos, angustias existenciales, desahogos
de maripilis desairadas, con mucho tiempo que perder.
Hala, para que os enteréis, cobardes, gallinas, capitanes
de las sardinas.
Anido
no encomienda, pero poco le falta. Anido
anatematiza y se hace un lío pichiglás con eso
de Algunos, además, decís que sois
buenos cristianos. Joder. Yo no soy tan cristiano (no me acuerdo
ya de la última vez que pisé una iglesia) y
no tengo tantos problemas como algunos que siguen, "a
pesar del opus", en la fe verdadera. Menos misas y más
categoría, señores. O sea que sé,
que no eres tan cristiano y tal, no te recuerdas de la última
vez que pisaste una iglesia, pero líneas más
adelante nos enchufa lo siguiente De verdad, que
no sabéis lo que decís, que diría un
Amigo mío. NI el mal fario que os echáis a vosotros
mismos. ¡Toma, jeroma, pastillas de goma!,
¡¡¡gueropa!!!. A ver, ¿de qué
Amigo hablas?, ¿de Jesús?, ¿tu amigo
Jesús?. ¿Pero no dices que no sabes cuando pisaste
una iglesia?... ¿O eres de los de Jesús está
conmigo, aleluya?., ¿o es verdad que no sabes cuando
pisaste una iglesia pero sí que sabes cuando pisaste
un oratorio?. ¿Tú te aclaras, Napoleón
Chú?. ¿Y qué significa eso de que nos
echamos un mal fario a nosotros mismos?. A ver, a ver, que
eso me huele a la bruja Lola ,¡¡¡que te
voy a de poner dos vela negrááá, mamarracho!!!.
¿Insinúas, criatura de Dios, que nos va a pasar
algo?. Tiemblo, Jose Luis (yo, Jose Luis Anido con el D.N.I.
no sé cuantos), tiemblo y acudo a ti para que intercedas
a tu Amigo y que vuelva al buen camino. ¡¡¡Tu
Amigo!!!: ¡anda que no tienes cara, colegui, tronco,
pim,pim!.
No quiero pasar por no extenderme (no hay línea
sin desperdicio en su escrito) tu consejo final a mi
persona ¿Seguro que andas bien del vientre,
Satur? ¿Obras bien, atus horas? Que te lo mire alguien,
que a lo peor es ese tu problema. ¡¡¡Halaaaaaaaaaa,
que gracioooooso, qué diver y qué jartá
de reírme que me dio!!!. De verdad de la buena que
eres muy simpa. En mi próximo cumple te invito a mi
fiesta habrá Fanta, y patatas, y jugaremos a
tocar y parar.
Una cosa más, Anido, para que lo sepis. Cuando escribimos
aquí, sea quien sea, uno puede tener la impresión
al juzgar las historias de tomarlas como algo aislado de una
vida, y no, chavalín. Sería de lerdos, y no
serviría de nada, si no se sabe sobre quién
se acumulan esas determinaciones que a cada uno le sucedieron,
porque sólo eso les da su carácter humano, real.
Soy yo quien tengo que vivir con este cuerpo y en este cuerpo
que, lo reconozco, hace cacas, en este y con este mundo, el
mío, en esta clase social, con esta situación
económica, con este amor que llevo en los bolsillos,
con este repertorio de creencias recibidas, de ideas aprendidas
o inventadas. Soy yo, y cada cual, quien imagino, proyecto,
anticipo y quiero ser.
Gracias a todas esas cosas, y también a pesar de ellas.
Hala, majete, un bico.
Otra cosa. No es Don Josemaría, es San Josemaría.
Y a ver si pisas más la iglesia,¿eh?: más
iglesia y menos rollete de Amigo.
Quizás sean las frases más
citadas de Alicia en el País de las Maravillas
estas de...
Cuando yo empleo una palabra insistió
Humpty Dumpty en tono desdeñoso significa lo
que yo quiero que signifique
¡Ni más ni
menos!
La cuestión está en saber objetó
Alicia si usted puede conseguir que las palabras signifiquen
tantas cosas diferentes.
La cuestión está en saber declaró
Humpty Dumpty quién manda aquí.
Se pueden aplicar a la familia, a Orejas, a la política,
al trabajo o a cualquier invención humana. La cuestión
está en saber quién manda aquí, dice
-no sin cierto aire de perdonavidas.
También sucede en la obra: ¡consigue que las
palabras signifiquen tantas cosas diferentes!. Aún
a costa de la realidad.
No me resisto a otra cita, esta vez más larga pero,
sin duda, muy interesante. Spaemann propone el siguiente experimento
mental en su libro 'Ética: cuestiones fundamentales':
Imaginemos un hombre que está fuertemente
atado sobre una mesa en una sala de operaciones. Está
bajo el efecto de los narcóticos. Se le han introducido
unos hilos en la cubierta craneal que llevan unas cargas exactamente
dosificadas a determinados centros nerviosos de modo que este
hombre se encuentra continuamente en un estado de euforia:
su rostro refleja un gran bienestar.
El médico que dirige el experimento nos explica
que este hombre seguirá en ese estado el resto de sus
días; cuando no sea posible alargar más la situación
se le dejaría morir inmediatamente, sin dolor. El médico
nos ofrece ponernos de inmediato en esa misma situación.
Que cada cual se pregunte si estaría alegremente dispuesto
a trasladarse a ese tipo de felicidad.
Nos negamos; algo muy fuerte se rebela contra ese tipo
de felicidad. Preferimos continuar nuestras vidas tal y como
son, con sus sombras, mediocridades y miserias, a esa otra,
fuera de la realidad, por muy feliz que se nos presente. Sí,
queremos vivir en la realidad de las personas y las cosas
que nos rodean, donde van mezclados el dolor y el placer,
lo malo y lo bueno, la tristeza y la alegría. Queremos
vivir libres.
La obra, estoy seguro, no desea que sus fieles vivan fuera
de la realidad, precisamente su espíritu la santificación
del trabajo y de la vida ordinaria se centra en la realidad
pero, ¡ay!, sus mensajes enviados por los distintos
cauces que dispone la charla fraterna, la confesión,
la corrección fraterna, la lectura de las cartas del
prelado, de las publicaciones internas, de la corrección
fraterna, de criterios y costumbres hace que las palabras
signifiquen cosas diferentes porque el que manda, manda, y
a tomal viento. Esto es lo que hay.
Conozco ex numerarios que han hablado con toda la sinceridad
de su realidad a los directores, esa que les llevaba a la
depresión, a la tristeza, al desencanto o a enfrentarse
con su miseria, y recibían por respuesta un Dios
sabe más, deja obrar al Espíritu
Santo, vete al médico, reza
más, sé más sobrenatural,
todo es para bien, o vamos a tomar unas
cañas... y a la realidad de esa gente, la suya
propia, le importa un comino que nosotros existamos o no:
ella seguirá estando allí. Se impone de una
manera aplastante. A todos, y con todos.
Esa es la ceguera de la obra. Hace un tiempo dejó
la obra una persona con muchos años de entrega, más
de treinta, entrega de verdad de la buena, de quilates. Le
dolía la vida, esa vida, y lo decía. El amor
necesita desarrollarse en libertad, y sentía esa falta
de libertad que le oprimía lo más profundo hasta
la desesperanza. Una persona para poder amar y toda
vocación es amor- necesita aire libre: la llama más
ardiente se extingue en un vaso cerrado. No podía respirar
y toda esa atmósfera enrarecida le axfisiaba. Le parpadeó
la vela de su vocación durante años hasta que
bocaneó e hizo fú .
Cuando se quiso reaccionar ya fue demasiado tarde. Formar
en libertad y para la libertad -¡cómo se les
llena la boca con esas palabras! significa respetar
al otro y animarle a que se desarrolle tal y como él
es en el mundo. Pero cuando se fagocita al otro creyendo,
en su voracidad, que eso es amor y buen sentido, cuando se
coloca el vaso cubriendo la vela encendida... Una formación
así no puede traer nada bueno.
Un sacerdote de esos mayores que hay en la prelatura, al
enterarse del abandono de esa persona, comentó ¡¡¡pero
qué hemos hecho tan mal que nos lo hemos cargado!!!
Pues sí. Os lo habéis cargado... Pero pronto
volará. No estaba herido de muerte.
Continuación
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