Varias
conferencias episcopales se oponen a que el Opus cambie de
estado jurídico
Controversia sobre el posible apoyo de Wojtyla al instituto
secular
JUAN ARIAS, - Roma
EL PAÍS - Sociedad - 16-03-1982
Juan Pablo II está encontrando cada vez mayores dificultades
para poder conceder al Opus Dei el privilegio de convertirse
en una prelatura nullius cum propio populo, como desde hace
tiempo han pedido a la Santa Sede los seguidores de Escrivá
de Balaguer, cuya causa de beatificación acaba de ponerse
en marcha. Ahora se ha podido saber de fuentes muy seguras
que no es exacto que el Papa haya otorgado ya al Opus Dei
el reconocimiento de prelatura nullius, como se había
dicho en la Prensa internacional.
Entonces se había tratado únicamente de una
consulta hecha por Juan Pablo II a todos los obispos del mundo,
pidiéndoles su opinión sobre la posibilidad
de conceder al Opus este estado jurídico. Nada más.
La noticia de que el Papa había puesto ya la firma
al documento había nacido equivocadamente del hecho
de que el mismo portavoz de la curia generalicia del Opus
en Roma había dado a entender que el asunto estaba
zanjado, ya que afirmó entonces: "Obispos amigos
nos han enviado sus felicitaciones". Lo que ocurrió
es que, tanto la congregación de obispos, que es la
promotora de esta iniciativa, como los obispos más
cercanos a la Obra, al haber recibido la carta del Papa en
la que les pregunta su opinión sobre el tema, dieron
por hecho que todos los obispos iban a responder afirmativamente.
Pero ahora ha llegado la sorpresa. Algunas conferencias episcopales,
como Francia y España, por ejemplo, han respondido
ya negativamente, y también Italia estaba, las últimas
semanas, preparando una respuesta contraria a que al Opus
se le concediera dicho estado jurídico.Por lo que se
refiere a España, la comisión permanente del
episcopado tomó la decisión por unanimidad,
hasta el punto de que uno de sus miembros llegó a afirmar:
"Si un día el Papa les concediera igualmente la
prelatura nullius, nosotros no tendremos remordimientos de
conciencia, ya que nuestro no ha sido muy claro". De
hecho, cuando últimamente los obispos españoles
pasaron por Roma, para la visita ad limina con el Papa, muchos
de ellos se habían sorprendido ante Juan Pablo II de
que se le quisiera dar al Opus esta independencia de la prelatura
nullius cum proprio populo. Y el Papa les respondió
que él había únicamente pedido el parecer
a todos los obispos, los cuales son libres de expresar su
opinión. Ahora el problema es hasta qué punto
la respuesta negativa de algunas conferencias episcopales,
junto con el parecer favorable que lógicamente llegará
de otras de ellas, podrá ser vinculante para el Papa
y para la congregación de obispos.
Por otra parte, la crisis de los jesuitas hace que cada día
esté más sobre el tapete, en Roma, la cuestión
del Opus. Mientras Juan Pablo II recuerda a los hijos de San
Ignacio que, como congregación sacerdotal, deben insistir
en su "misión espiritual", dejando al mundo
seglar el empeño político y social, el Opus
está cada día más decidido a reivindicar,
al revés, su papel de institución seglar. Mientras
a los jesuitas se les prohíbe ejercer las profesiones
donde existan seglares que puedan hacerlo, como la medicina,
la enseñanza de las ciencias profanas, el sindicalismo,
el periodismo o, incluso, la política activa, el Opus
Dei se caracteriza por vivir la consagración religiosa
"injertándose en todas las profesiones para santificarlas"
Sobre el apoyo real que el papa Wojtyla esté dando
a este nuevo ejército de la Iglesia, las versiones
en Roma son, hoy, muy contradictorias. Los hay que hasta jurarían
que el Papa ha hecho, ante la tumba de Escrivá de Balaguer,
su consagración personal al Opus, como una vez los
papas se hacían terciarios franciscanos. Otros aseguran
que es el Opus mismo quien busca todas las ocasiones de presentar
a Juan Pablo II como gran simpatizante de la obra, al revés
de Pablo VI, que nunca aceptó el concederles el reconocimiento
jurídico que ellos deseaban. Se advierte a este respecto,
que la visión social del papa Wojtyla es más
avanzada que la del Opus.
Pero no falta quien afirma que a este Papa el Opus le sirve,
sobre todo, para una penetración religiosa camuflada
en los países comunistas del este europeo, donde pueden
entrar como economistas o como profesores de universidad,
sin que se sepa que son de un instituto religioso, cosa que,
por ejemplo, no pueden hacer los jesuitas. Y los más
malignos no esconden que la potencia económica del
Opus tampoco disgusta al Vaticano, en un momento en que los
responsables de las finanzas no ocultan que se encuentran
en un período de vacas flacas.
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