El poder de Rouco
en la 'corte' de Roma
El cardenal de Madrid, apoyado por la jerarquía española
en la curia y el
Opus, se ha ganado a pulso el viaje del Papa
EL PAÍS | España -
02-05-2003
Apostólicos o pastorales, los viajes del Papa (y el
que le traerá mañana a Madrid es el número
99) suelen ser el resultado de una larga negociación
entre la jerarquía eclesiástica del país
visitado y los colaboradores más estrechos del Pontífice
en el Vaticano. En el sí a esta quinta visita a España
han pesado, según fuentes vaticanas, "la elevada
estima del Papa" a nuestro país. Pero otras fuentes
conocedores del proceso ponen el acento en las excelentes
relaciones del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco,
con Karol Wojtyla y, sobre todo, con su poderoso secretario,
el obispo Stanislaw Dziwisz.
"La decisión de volver a España ha sido
personal, del propio Papa, no se ha producido por otros canales",
dice Joaquín Navarro Valls, portavoz de la Santa Sede,
rechazando los rumores de una eficaz presión española.
"En conversaciones con él te sorprende su conocimiento
de nuestro país, de su historia, pero también
de la situación actual. Es un caso único, lo
sabe todo, temas de arte, de manifestaciones culturales. Puede
recitar de memoria un texto de Calderón de la Barca
o de Lope de Vega. Y no hay que olvidar que estima mucho a
España. Hay quien me dice, 'pero es que a Francia ha
ido ya seis veces'. Cierto, pero jamás ha recorrido
el país de un extremo al otro como hizo durante su
primera visita a España". Oyendo a Navarro se
diría que el Vaticano ha decidido incluso pasar página
después de las tensiones provocadas por la invasión
de Irak con el Gobierno del PP. Aunque todo el mundo se espera
alguna mención del Papa a la paz. "Pero lo hará
mencionando la importancia de la paz en el contexto español,
marcado, por desgracia, por el terrorismo de ETA", explica
el portavoz vaticano.
Por crucial que sea el terrorismo en el contexto español,
la documentación sobre España preparada por
la Radio Vaticana, la emisora que difunde la voz del Pontífice,
pasa de puntillas por tan áspera cuestión. Después
de explicar el sistema político español y señalar
el elevado grado de autonomía de que gozan las 17 comunidades
autónomas, "que aproxima a España, de hecho,
a una estructura federal", el texto (al que tienen acceso
los periodistas que acompañan a Juan Pablo II en el
avión papal) especifica después: "Desde
1968, ETA, la organización separatista del País
Vasco, ha actuado con atentados en muchas zonas de España
(más de 800 víctimas en poco más de 30
años)".
El Papa conoce, efectivamente, este grave problema y es más
que probable que lo aborde en alguno de sus discursos (dos,
más la homilía de la misa del domingo), pero
hay quien piensa en Roma que el objetivo principal de su visita
es frenar de algún modo la peligrosa deriva consumista
que ha tomado el país, como señala Ignacio Arregui,
uno de los responsables de los servicios informativos de la
emisora papal.
"La Iglesia española espera que la presencia
del Papa sea una campanada fuerte para que, al menos los que
se llaman católicos, se pongan en marcha", dice.
Se trataría de evitar en la medida de lo posible que
el proceso de secularización, de acelerada "descristianización"
que vive el país siga avanzando tan rápidamente.
"En España se ha producido una pérdida
de valores, o al menos se ha abierto camino otro modo de vivir
esos valores", añade Arregui. "Es evidente
que se ha perdido aquella peculiaridad española. Los
obispos ya no hablan de la España católica".
Sería demasiada pretensión, sin embargo, por
parte de la jerarquía eclesiástica, esperar
un cambio substancial en la sociedad española tras
el viaje relámpago de Juan Pablo II. Sin embargo, sus
efectos benéficos podrían ser mucho más
duraderos en algunos de los principales personajes que guían
la Iglesia en nuestro país.
"Es indudable que Rouco Varela será uno de los
más beneficiados", confía una fuente conocedora
de los entresijos del viaje que reclama el anonimato. "La
presión del cardenal español para que se realizara
este viaje del Papa ha sido decisiva. Rouco tiene excelente
sintonía con el Opus Dei y con el secretario del Pontífice,
Stanislaw Dziwisz, que, a fin de cuentas es un personaje decisivo
hoy en el Vaticano". Los rumores, en Roma, dan también
enorme crédito por el éxito final de las negociaciones
a Pedro López Quintana, diplomático de la Secretaría
de Estado, que ha sido nombrado recientemente Nuncio del Papa
en India.
La excusa ideal para la visita la han proporcionado las cinco
canonizaciones de beatos españoles que Wojtyla tenía
en programa. Curiosamente, sin embargo, en alguno de los casos,
como en el de la beata sevillana Ángela de la Cruz,
fundadora de las Hermanas de la Cruz, la comunidad presionó
para que la canonización se celebrara en Sevilla o
en Roma, para darle mayor peso internacional a su santa.
"En realidad", confía la misma fuente, "el
cardenal Rouco se ha volcado sobre todo en organizar el encuentro
con los jóvenes que se celebrará en Cuatro Vientos,
porque sabe que al Papa esas cosas le entusiasman. Hasta el
punto de que el obispo Piero Marini, ceremoniero del Pontífice,
se quedó asombrado, cuando viajó a Madrid para
preparar la canonización, del poco interés del
cardenal en el tema".
Los jóvenes se han convertido, es cierto, en una de
las obsesiones de Wojtyla en las postrimerías de un
Pontificado que acaba de convertirse en el cuarto más
largo de la historia de la Iglesia Católica, después
de San Pedro, León XIII y Pío IX. Las muchedumbres
de chicos y chicas de todas las razas y colores, gritando
su nombre, son la medicina más eficaz para las muchas
dolencias físicas del Papa. Y en este capítulo,
la hoja de servicios del cardenal Rouco Varela es espléndida.
Como se demostró en el Jubileo de 2000. Para entonces,
la jerarquía católica española se había
fijado ya el objetivo de traer de nuevo al Papa a España.
Pero las reiteradas invitaciones, y la presión de los
españoles en la Curia, no parecieron surtir efecto.
En el Vaticano, la respuesta fue negativa, oficialmente porque
la agenda del Pontífice estaba ya sobrecargada y su
delicada salud no permitía los excesos del pasado.
Sin embargo, ese mismo año, el cardenal Rouco se apuntó
un éxito en la XVI Jornada de la Juventud, celebrada
en la periferia de Roma, que causó gran impacto en
los círculos más próximos al Pontífice.
La organización española, capitaneada por el
cardenal de Madrid, consiguió traer a la explanada
de Tor Vergara, donde se celebró la vigilia con el
Papa, a 100.000 jóvenes. El segundo grupo más
numeroso, después del italiano.
Las tropas de Rouco -integradas tanto por jóvenes
próximos al Opus Dei como a los grupos neocatecumenales
de Kiko Argüello- fueron también cruciales en
la siguiente jornada de la juventud, la que se celebró
en Toronto (Canadá), en julio del año pasado,
donde, pese a la distancia y a los precios del viaje, los
españoles fueron 7.500, el grupo europeo más
numeroso después de los italianos. A partir de entonces,
empezó a gestarse el sí del Papa a la invitación
española. En octubre del año pasado, en vísperas
de la canonización del fundador del Opus Dei, Josemaría
Escrivá de Balaguer, la visita era ya un hecho y enseguida
se difundieron los primeros rumores. La ministra de Exteriores,
Ana Palacio, recién nombrada en este cargo, en sustitución
de Josep Piqué, se presentó de inmediato en
Roma donde fue recibida en audiencia privada por el Papa.
Palacio negó entonces, sin demasiada convicción,
haber tratado el tema del viaje, pero las fechas coinciden.
La maquinaria preparatoria de los viajes del Pontífice
se pone en marcha al menos seis meses antes de que se efectúe
el desplazamiento. Con vistas al viaje de finales de abril
o principios de mayo, la decisión no pudo tomarse después.
El dispositivo estaba en marcha y al cardenal Rouco sólo
le quedaba preparar otro encuentro multitudinario con los
jóvenes para asegurarse un sitio en el corazón
del Pontífice.
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