Respuesta a Vittorio Messori y Giussepe
Romano
Por Emilio J. Corbière*
La organización católica integrista Opus Dei
se propone en la Argentina formar nuevos dirigentes
para desarrollar comunidades locales a través
del IAE la escuela de dirección y negocios de
la Universidad Austral, en Pilar con un programa para
formar unas 700 personas que se dedicarían a promover
el desarrollo de comunidades locales.
El programa opusdeísta está dirigido por Juan
José Llach, controvertido colaborador del ex ministro
Domingo Felipe Cavallo, a cargo del Indec y frustrado ministro
de Educación del ex presidente Fernando de la Rúa.
Se trata de la formación de cuadros político-administrativos
que se proyecta insertar en los gobiernos municipales o regionales
para ocuparse de gestionar los impuestos, la salud,
los recursos humanos del sector público (según
expresan sus instructores).
No deja de ser una curiosidad que esta organización
en la que muchos de sus miembros han estado vinculados
a grandes escándalos político-económicos
y financieros se dedique a formar nuevos managers.
Los casos están a la vista. Integrantes del Opus
Dei organización que cubre con un manto espiritual
a un grupo de poder, estuvieron vinculados en España
a famosos escándalos financieros como los de los grupos
Esfina, Matesa y Rumasa, donde se mezclan los nombres de los
opusdeístas José María Ruiz Mateos, Pablo
Bofill de Quadras y Juan Villa Reyes. Otro tanto ha ocurrido
en la Argentina donde figuraron opusdeístas en las
quiebras fraudulentas del Banco de Intercambio Regional (BIR)
cuyo principal responsable, José Rafael Trozzo,
está prófugo en México y del Banco
de Crédito Provincial, de la familia Trusso.
En la crisis financiera uruguaya de julio y agosto de 2002,
han sido apresados miembros de la familia Peirano varios
integran el Opus Dei y la rama Peirano Peirano dirige un diario
económico, El Observador, similar a El Cronista de
Buenos Aires, y otro idéntico en Santiago de Chile,
todos controlados por opusdeístas.
Jorge Peirano, profesor de Derecho Civil y abogado, fue
ministro del derechista Jorge Pacheco Areco. Está vinculado,
junto a su hermano Juan Carlos, al Banco de Montevideo en
Banco Velox y otras instituciones financieras en Paraguay
y Brasil. Se calcula que el vaciamiento del Banco de Montevideo
ascíende a US$ 390 millones. José, Jorge y Dante
Peirano Basso han sido procesados y están en prisión,
Juan Peirano Basso se encuentra prófugo como ocurrió
con el argentino Trozzo quien estaría dictando Ética
en una cátedra, en México. Un fiscal paraguayo,
Carlos Marín, a cargo de la investigación sobre
el grupo Velox, quiere la extradición a Asunción,
de Juan y José Peirano y las constancias y testimonios
que acreditarían que la documentación del Trade
and Commerce Bank la off shore de los Peirano
referida al Paraguay, es apócrifa.
El senador Reinaldo Gargano, del Frente Amplio uruguayo,
sostuvo que los defraudadores, con la complicidad de la clase
política oriental, acaban de endeudar al país
en cerca de US$ 9 millones, desde el 1º de marzo de 2000.
Y, sarcásticamente, afirmó: Los liberales
de «la 15», los herreristas, los foristas, están
en esto. Se callará la prensa «independiente».
Y vendrá de la mano del Opus Dei, pero también
del FMI y de los gobiernos amigos del Norte, la consigna:
«Hay que vender activos para pagar la deuda».
Los uruguayos siempre cumplimos. Y no dudarán en vender
carreteras, los puentes, Ancap, UTE, Antel, el aeropuerto.
Todo. Ante la crisis total, hacia delante, hacia el precipicio,
total ya lo hicieron. Muy parecido a lo que ocurre en
la Argentina.
La pregunta es la siguiente. ¿Será casual
esta presencia de opusdeístas en todos los fraudes
mencionados? Pero lo fundamental es el carácter totalitario
de la Obra, vástago del fascismo franquista español
y amigo de las dictaduras militares de la Argentina, Chile,
Perú, Brasil y, recientemente, protogolpistas contra
el presidente Hugo Chávez, en Venezuela.
Una ideología regresiva
¿Cómo se produjo el surgimiento del Opus Dei?
¿Cuáles fueron las causas que indujeron a José
María Escrivá de Balaguer a crear, en 1928,
esta organización? Desde luego no fue una supuesta
iluminación divina lo que indujo a crear
esta organización anticristiana y antidemocrática.
Se conecta directamente con anteriores experiencias integristas
católicas como la Sapinière, de Umberto Benigni,
que terminó apoyando a Mussolini. Hay que resaltar
la coincidencia en el tiempo con los avatares por los que
atravesó la Sapinière bajo el pontificado de
Benedicto XV y la circunstancia de que Escrivá sitúe
los orígenes del Opus Dei, o por lo menos sus supuestos
presentimientos en torno a la Obra que iba a fundar, en esas
mismas fechas.
Hay una opinión interesante del entonces rector de
la Universidad de Salamanca, Antonio Tovar, quien afirmó
de forma explícita que en Roma, en ambientes
no alejados de la Curia y de las dos embajadas de España,
nos informaron personas bien enteradas de que monseñor
Escrivá había bebido para su fundación
en las doctrinas de un grupo, precisamente sacerdotal
que tuvo como emblema un abeto, por lo que se llamaba la Sapinière.
Sea esto verdadero o no es imposible comprobarlo hoy
lo cierto es que la pugna del Sodalitium Pianum contra los
católicos modernistas fue conocida en España.
En 1929 se publicó en España el libro La otra
masonería: el Integrismo contra la Compañía
de Jesús y contra el Papa, por el sacerdote Maximiliano
Arboleya-Martínez S. J.. Si bien este libro respondía
a una posición católica contraria al integrismo,
contenía numerosos documentos que suministraban, indirectamente,
ideas a los católicos antimodernistas españoles,
entre ellos al joven sacerdote Escrivá.
El título del libro de Arboleya-Martínez,
que era un título taquillero, debe de haber conmocionado
a los integristas que, como la generalidad del mundo católico,
estaba obsesionado con la francmasonería inspirada
por el liberalismo democrático-burgués, o cuanto
menos con la idea que se hacían de su omnipotencia
(la teoría conspirativa de un presunto contubernio
judeomasónico-comunista). El padre José
Antonio Ferrer Benimeli S. J., prestigioso historiador católico,
ha publicado una obra documentada donde explica el clima intelectual
del catolicismo europeo e ibérico contrario a la masonería.
Otros intelectuales, como Charles Porset, han realizado una
faena parecida.
Es por eso que muchos sectores integristas soñaban
con una contramasonería calcada de la anterior, con
el objetivo de combatirla con las mismas armas del secreto,
la discreción y la acción política-cultural.
Escrivá, al igual que monseñor Umberto Benigni,
con la Sapinière, consagró mucha atención
a los problemas de la prensa de una prensa que aspiraba
a ser católica en su integridad como profesor
en la Escuela de Periodismo patrocinada por El Debate, órgano
de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas,
en la cual pretendió formar a los mandos directivos
de una prensa católica y clerical militante. Hoy continúa
el Opus Dei dirigiendo su actividad hacia los medios de comunicación
y hacia la formación de cuadros políticos para
colocarlos en el Estado-nodriza y en las empresas públicas
o privadas.
Ahora bien. ¿Por qué se estimó necesario
desarrollar una sociedad secreta el Opus
Dei, independiente de la jerarquía en un Estado
donde la Iglesia Católica era uno de los más
firmes pilares del régimen nacional-católico?
Este es el punto central de la actividad opusdeísta,
pasada y presente.
Hay que desenmascarar su actividad antidemocrática
y alertar, en particular, al catolicismo su principal
víctima, a centenares de jóvenes y otros
menos jóvenes que, deslumbrados por una suerte de poder
terrenal o por creer que se está ante una sociedad
espirtual, se alistan hoy en sus filas, por arribismo o por
buena voluntad, muchas veces ignorando la opinión de
la familia y el consejo de sacerdotes católicos de
buena conciencia.
Una aventura fundamentalista
Alberto Moncada, uno de sus ex miembros, opina sobre la
ideología opusdeísta: La estrategia
y la ideología de la última, más reciente,
etapa del Opus Dei se acercan, en esas diversas líneas
a las de las sectas fundamentalistas que tratan de crear espacios
a los miles de habitantes de la modernidad industrial que
se encuentran incómodos en ella y buscan perpetuar
costumbres, alianzas y propósitos que mantengan su
identidad. En unos casos, se trata de fenómenos de
burguesía tradicional, que no quiere perder sus señas
distintivas. En otro caso, las clientelas son los sectores
más ignorantes, menos sofisticados de las clases medias
emergentes, para quienes la pertenencia a la Obra es un símbolo
de ascenso social dentro del entramado conservador.
Junto a ese tejido ideológico costumbrista, persisten
las aventuras civiles, mercantiles, políticas de quienes
la conexión religiosa sirve para más cosas.
En ese sentido, a partir de la etapa de la confusión
política mercantil ya es muy difícil disipar
la imagen de un Opus telaraña, plataforma de asociación
de intereses, por mucho que se empeñen los superiores
en obstaculizar ese modo de utilización de la conexión
opusdeística.
Y concluye Moncada: La persistente alegación
de independencia civil de los socios que hacen los medios
de comunicación, de la Obra, se inscribe en ese esfuerzo,
de clarificación que, más de las veces, es motivado
por razones de consumo interno. Educación de menores,
servicio a la familia, disciplina de la mujer, reafirmación
del catolicismo doctrinal, son las nuevas metas del Opus Dei.
Las mentiras de Vittorio Messori
Que el Opus Dei se desarrolló y fue cómplice
del franquismo no caben dudas. Ministros, poder político,
económico y en el área educativa de la dictadura,
utilización del Estado totalitario español,
no fueron hechos casuales o esporádicos. Miente el
apologista Vittorio Messori cuando expresa en el libelo Opus
Dei. Una investigación (Ediciones Internacionales Universitarias,
Barcelona, tercera edición, 1997), que el franquismo,
que se desplegó durantes cuatro décadas de tiranía
sobre el pueblo español, no fueron un asunto
central de la historia de la Obra. Otra de las mentiras
opusdeístas es la de sostener que de 1976 a 1982 España
evolucionó hacia la democracia, cuando la Obra estaba
en el gobierno, y eso desmentiría que fuera un
poderoso lobby político.
Es que España evolucionó hacia una democratización
parcial a pesar de los esfuerzos del Opus Dei y porque Adolfo
Suárez, el actual rey Juan Carlos y, fundamentalmente,
la liquidación a manos de la ETA, del opusdeísta
almirante Luis Carrero Blanco, frustraron con la Operación
Ogro las intenciones continuistas del opusdeísmo.
Otra mentira de los apologistas de la Obra es que los miembros
de la organización participaron del régimen
franquista porque era católico y no un Estado
criminal. Es decir, que a la mentira Messori agrega
el cinismo.
A lo de Messori, se le suma otro dislate neofranquista de
un miembro de la Prelatura, el de Giuseppe Romano, en un apéndice
titulado: Érase una vez Franco.
Dice Romano que Franco fue un dictador pero no un
Mussolini o un Hitler. Luego repite la cantinela de
siempre. Fueron algunos miembros de la Obra pero
ésta era ajena al régimen tiránico. Sin
el Estado franquista que actuó como nodriza,
el poder económico del Opus Dei no existiría.
Luego recuerda que hubo un opusdeísta, monárquico
liberal, llamado Rafael Calvo Serer que
no fue otra cosa que un provocador de la derecha española,
infiltrado entre los monárquicos y al servicio del
régimen. Sobre las peleas entre los camisas viejas
falangistas y los miembros del Opus Dei, clásicas peleas
dentro de la familia fascista española, fue en realidad
una pugna por ocupar un lugar de preferencia al lado del dictador.
La desfachatez de Romano es notable. Dice que Escrivá
de Balaguer aceptó conscientemente el peligro
de que se creara una leyenda negra, que después sería
difícil de borrar. Era el precio que se debía
pagar por respetar la libertad de esos hijos suyos que, con
responsabilidad personal, se pusieron del lado de Franco en
política.
Lo que no dicen Messori ni Romano es que el Opus Dei no
sólo fue la fuente ideológica del franquismo,
especialmente desde 1952, cuando el dictador giró hacia
los Estados Unidos. También, estuvieron con el dictador
argentino Juan Carlos Onganía, con el dictador chileno
Augusto Pinochet Ugarte y, recientemente, con el golpe de
Estado en Venezuela que ya mencioné.
En Historia del franquismo, Daniel Suiero y Bernardo Díaz
Nosty han publicado las largas listas de fusilados o muertos
mediante garrote vil, por luchar contra la dictadura, entre
1949 y 1975. De los fusilamientos en masa y demás crímenes
de los franquistas, entre 1936 y hasta 1948, recién
ahora se conocen las fosas comunes. Sobre el particular me
refiero en Opus Dei. El totalitarismo católico (Acerca
del integrismo y el progresismo cristiano) (Editorial Sudamericana
Buenos Aires, septiembre de 2002). El Opus Dei fue cómplice
político de estos crímenes del franquismo. Ver
también España comienza a encontrar a
los «desaparecidos» de la Guerra Civil,
en Clarin, 11 de agosto de 2002, pág. 32.
El fascismo franquista
Hay algunas caracterizaciones básicas del fascismo
en la que los distintos intérpretes están de
acuerdo. Casi todas ellas formaron parte del franquismo: organización
totalitaria del Estado; exaltación de la violencia
y el terror como medios de acción política;
concepción organicista y transpersonalista de la sociedad;
irracionalismo y antiintelectualismo; defensa de las estructuras
capitalistas y oposición a las ideologías socialistas
y comunistas; prédica nacionalista basada en el catolicismo
integral, elitismo y concepción aristocrática
de la sociedad y de la historia.
Los fascismos español y portugués sobrevivieron
a la Segunda Guerra Mundial y se adaptaron pragmáticamente
a la nueva situación, a las nuevas condiciones. Mantuvieron
la dictadura interna y se aliaron con el capitalismo norteamericano
para consolidar sus sistemas de dominación burguesa
propios.
En cuanto al anticapitalismo retórico
de Mussolini y la Falange Española, no fue sino un
anticapitalismo epifenoménico de carácter pequeño
burgués que no iba más allá de ciertas
declaraciones demagógicas contra la plutocracia
y la usura. En realidad, el culto al Estado era
parte del fetichismo pequeño burgués hacia el
poder. Y el culto al jefe y el elitismo fue expresión
de la disciplina jerarquizada que enmascaraba la intervención
del Estado a favor del gran capital.
Se puede definir al régimen franquista, en su fase
inicial, de la siguiente manera: organización totalitaria
de la sociedad y del Estado, legislación autoritaria,
centralismo, voluntad de proyección imperialista en
política exterior; ideología nacional-sindicalista
y un carácter ético-misional, esto último
específico del franquismo que es lo que ha determinado
a que se hablase de nacional-catolicismo.
El discurso fascista comenzó a agotarse en cuanto
a los símbolos, conceptos e ideología a principios
de los años 50. El franquismo que había
disciplinado tempranamente a la Falange y otras expresiones
totalitarias comenzó a cambiar el discurso, aunque
no su base totalitaria, especialmente en 1952, cuando giró
hacia Estados Unidos. Entre 1957 y 1962 el franquismo consolidó
su orientación conservadora y reaccionaria adoptando
como ideología el nacional catolicismo autoritario.
Y fue allí que se encontró con una organización
integrista procedente a la Iglesia que le ofreció sus
cuadros intelectuales y técnicos para el ejercicio
del gobierno. Esa organización fue el Opus Dei, desarrollado
durante el franquismo hasta que se apoderó de gran
parte del poder, principalmente económico.
Manuel Tuñón de Lara ha explicado en su tesis
Algunas propuestas para el análisis del franquismo
que el régimen español prefirió el fascismo
en los años de la Guerra Civil y la primera década
de gobierno. Y luego, ese poder totalitario, adoptó
otra forma pero expresando las mismas modalidades autoritarias.
No fue una apertura sino una adaptación
a un sistema mundial capitalista que así lo exigía.
El modelo no era más Hitler y Mussolini, sino Salazar,
Dolfus y aun Pétain.
Esta adaptación permite establecer algunos rasgos
del franquismo después de 1952: oscurantismo cultural,
integrismo, actitud antimoderna y contrarrevolucionaria, antiliberalismo,
elitismo y anticientificismo. Esta ideología fue dando
paso a un segundo período a la ideología del
catolicismo-tecnocrático, que se basará en la
aceptación del cambio en la esfera técnico-económica,
con la condición de que se mantuvieran los llamados
valores tradicionales. El Opus Dei cumplió
la función de apuntalar al régimen franquista
dentro de la ideología integrista unida a la nueva
realidad técnico-burocrática.
Opus Dei, franquismo y bonapartismo
El bonapartismo fue una de las formas de evolución
de los regímenes fascistas cuando estos sistemas autoritarios
se burocratizaron.
El bonapartismo decía Federico Engels
es la forma necesaria del Estado en un país donde la
clase obrera, muy desarrollada en las ciudades, pero numéricamente
inferior en los pequeños pueblos campesinos, ha sido
vencida en un gran combate revolucionario por la clase de
los capitalistas, la pequeña burguesía y el
ejército. Y agregaba: El ejército,
verdadero vencedor, se coloca a la cabeza, apoyado sobre la
clase de donde proviene en su mayor parte, los pequeños
campesinos.
Pero si el franquismo en su etapa de decadencia tuvo rasgos
bonapartistas, sólo fue en lo instrumental-institucional.
En cambio, siguió hasta el final la muerte de
Franco apoyándose en el nacional catolicismo
autoritario y el régimen se sirvió para
ello del Opus Dei. Determinados sectores políticos
y económicos mantuvieron una constante y pertinaz política
de entorpecimiento de todo proceso de cambio y evolución
política. Por eso se mantuvo la ficción del
Movimiento cuando ya estaba agotado. Herbert Rutledge
Southwoeth dijo con acierto que el Movimiento
era un árbol muerto, pero aún en pie.
La muerte del dictador Franco rompió el último
nudo con el sistema instaurado por los militares triunfantes
de 1939. Entonces, fue que España pudo evolucionar
hacia un sistema democrático-liberal occidental. Del
viejo fascismo falangista no había quedado nada. En
cambio, el Opus Dei de José María Escrivá
de Balaguer había quedado residualmente, pero dispuesto
a conquistar el mundo para el integrismo católico.
Era una nueva cruzada.
Naturaleza del Opus Dei
Desde sus pasos iniciales, el Opus Dei se organizó
verticalmente, idolatrizándose a su jefe, que pasó
a denominarse el Padre. El culto a su persona,
en vida, fue notable, muy parecido al que dispensan los partidos
políticos carismáticos e, incluso, los sistemas
totalitarios. Se considera en la organización que el
Padre preveía todo y a sus juicios, aun los errados,
debía considerárselos como verdaderos. La megalomanía
de Escrivá fue notable y persiste en los directivos
posteriores a su muerte, transformados en jefes indiscutidos.
Dentro del culto a la personalidad hacia Escrivá,
su reciente beatificación en camino a una declaración
de santidad, fue preparada incluso cuando todavía
vivía, preparándose los elementos que la hicieran
posible, como cuando el beato logró adquirir un título
nobiliario que no le correspondía.
No existen antecedentes en la historia de la Iglesia
de que un santo, al poco tiempo de morir, fuera beatificado.
Según las fuentes del Opus, pidieron por ello 69 cardenales,
241 arzobispos, 987 obispos. Esas peticiones no nacieron espontáneamente
en el interior de la Iglesia, como un clamor de heroicidad
por sus manifiestas virtudes o sacrificio personal, sino que
han sido el resultado del trabajo preparado tenazmente por
la organización y la apoyatura decisiva del papa Juan
Pablo II.
Desde luego, el beato fue declarado tal antes que el papa
reformador Juan XXIII, monseñor Romero, fuera asesinado
por los militares salvadoreños por defender a los pobres,
igual que muchos otros católicos que brindaron sus
propias vidas por su opción por los pobres.
Ninguno de ellos ha sido considerado por el papa polaco, enemigo
de la Teología de la Liberación o de los teólogos
críticos moderados y amigo del integrismo derechista
del Opus Dei.
Goriz Muguerza dice: El Opus, principalmente, es la
gran fuerza neoconservadora que está dando al traste
con la inmensa renovación suscitada por el Vaticano
II. Son para meditar, y no olvidar, las palabras que un testigo
directo dice, como salidas de boca de Escrivá: «Este
concilio, hijas mías, es el concilio del diablo».
Y estas otras, dichas por un sacerdote, miembro de la Obra:
«Menos mal, que el Señor se lo llevó a
tiempo [antes de la fecha, 1982, que él mismo había
fijado para su muerte], si no, esto hubiera acabado peor que
lo de Lefebvre».
* Escritor y periodista. Es autor
de Los catecismos que leyeron nuestros padres (Ideología
e imaginario popular en el siglo XX) (Editorial Sudamericana-Memoria
de los argentinos, Buenos Aires, 2000); Opus Dei. El totalitarismo
católico (Acerca del integrismo y progresismo cristiano)
(Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2002); La masonería
I. Política y sociedades secretas (Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1998); La masonería II. Tradición
y revolución (Editorial Sudamericana, Buenos Aires,
2001); Acerca de los «Manuscritos económico-filosóficos
de 1844» de Carlos Marx (Editorial Arca-Ensayo, Montevideo,
2000). De próxima aparición: Los argentinos
de Hitler (Poder y dinero. 1933-1945) (Ediciones B-Vergara).
corbiere@sinectis.com.ar
Recogido de:www.argenpress.info
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