OPUSMADRID
LUIS CARANDELL*
EL PAÍS - Madrid - 22-01-2002
*Luis Carandell es autor del libro "Vida
y milagros de Monseñor Escrivá de Balaguer".
Aunque el señor Echevarría, prelado del Opus
Dei, diga que su organización es universal, el Opus
es sobre todo madrileño. Nació en un convento
de monjas de la calle de Santa Isabel el día 2 de octubre
de 1928. Fue el único día que Dios estuvo en
Madrid.
Me explicaré: un joven cura barbastrino, José
María Escrivá, había dejado la diócesis
de Zaragoza donde se ordenó y se había trasladado
a la capital para poner en práctica sus ambiciosos
proyectos.
Aquella mañana, mientras decía la misa, el
buen sacerdote 'supo'. Como antes no 'sabía', se colige
de ello que le vino de lo Alto la inspiración que le
hizo ver claro que su obra era una Obra de Dios, y nunca mejor
dicho.
Fundó una residencia de estudiantes donde se reunieron
los primeros discípulos, que es fama llegaron a ser
doce, un número que suena. Vino la guerra civil y el
buen capellán se fue a la 'zona nacional'. Aunque el
señor Echevarría diga que el Opus es universal,
hay que tener en cuenta que Escrivá dio forma definitiva
a su libro Camino en Burgos. Y que fue el desenlace
de la guerra lo que le permitió emprender la expansión
universal del Opus.
Lo consiguió gracias a su amigo Albareda, que entonces
dirigía el Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
la antigua Junta de Ampliación de Estudios adaptada
a la España católica. Desde allí partieron
los numerarios que ensancharon, como Escrivá decía,
'el mar sin orillas'.
El Opus fue creciendo, sus obras se multiplicaron y Escrivá
fue sumando méritos ante Dios y ante los hombres. Méritos
y dignidades porque añadió a su apellido el
'de Balaguer', por el pueblo de sus abuelos. Y fue el único
sacerdote que pidió un título nobiliario, el
marquesado de Peralta, cuando todos los que lo tenían
habían renunciado a él al ordenarse. Se metió
en política -'nos han hecho ministros', dijo en una
de sus más famosas frases-. En vida, sus 'hijos' lo
agasajaron, le dieron infinita coba y le cubrieron de honores.
Muerto, lograron hacerle beato; y ahora, santo. Así
se escribe la historia.
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