"Escrivá
de Balaguer era un megalómano"
Por LUIS MÉNDEZ / Reforma
Madrid, España (6 octubre 2002).- Para Alberto Moncada
el Opus Dei "es una misión fundamentalista, en
la que se practica el culto al éxito material mediante
la mezcla de un conservadurismo católico y un capitalismo
duro".
Ex miembro del Opus, al que perteneció durante más
de quince años en calidad de "numerario",
doctor en Derecho, sociólogo de profesión y
actual Presidente de Sociólogos y Politólogos
Sin Fronteras, Moncada considera que la canonización
del fundador del Opus Dei, José María Escrivá
de Balaguer, supone sin duda "una demostración
de fuerza" con la que la obra quiere legitimarse y "borrar
la mala imagen que tiene por ser elitista y favorecedora de
los ricos".
El ex integrante del Opus que abandonó la institución
religiosa a mediados de los sesenta, cuando se produjo la
desbandada después de que Escrivá de Balaguer
se opusiera a la apertura que planteó el Concilio Vaticano
II, no titubea a la hora de calificar al beato de "megalómano",
que buscó en vida su canonización.
"Era muy agresivo y siempre hablaba mal de la gente,
estaba continuamente enfadado porque creía que la Iglesia
se había vuelto lo contrario de lo que él pensaba,
que había traicionado a Jesucristo. Era tan megalómano
que decía que era inevitable que se hiciera santo y,
la verdad, es que al final lo ha conseguido".
Autor de varias ponencias sobre el Opus Dei, Moncada asegura
en entrevista con REFORMA que la obra se ha ido empobreciendo
con el paso de los años hasta convertirse en "una
institución siniestra, con una ideología muy
conservadora, que defiende abiertamente el capitalismo y que
manipula a los adolescentes ocasionándoles incluso
graves problemas psicológicos, porque muchas veces
los lavan el cerebro para captarlos".
Los miembros numerarios del Opus Dei, que hacen voto de celibato
y que son los que gobiernan realmente la fundación,
están según Moncada mucho más manipulados
que en su época, ya que cada vez ingresan más
jóvenes.
"Aunque ellos son muy cínicos porque dicen que
no importa que entren trescientos y se salgan doscientos.
Tienen una visión extraordinariamente cuantitativa
de lo que es la vocación, partiendo de la base de que
los que menos saben del Opus son precisamente los que están
dentro.
Cuando uno sale del Opus se produce lo que yo llamo un proceso
de desinversión, ya que después de invertir
tu vida, tu biografía, tus contactos, tienes que dar
marcha atrás y te quedas sin nada, en la calle, no
sólo económicamente hablando.
Su comportamiento es muy sectario". Según el
sociólogo, desde su creación en 1928 el Opus
Dei ha atravesado por varias etapas. La primera de ellas se
inscribe en un movimiento de tipo cultural, en el que los
numerarios debían ser "la aristocracia de la inteligencia".
Pero más tarde el Opus se interna en la política
hasta el punto de que en los años sesenta y setenta,
en plena época del dictador Francisco Franco, consigue
colocar a varios ministros en el Gobierno español.
Y con la política también llegan los negocios.
"Durante muchos años el Opus utilizó a
los numerarios de prestanombres ya que, sin serlo, figuraban
como propietarios de las acciones de algunas empresas.
Yo fui uno de ellos y podía haberme aprovechado de
la situación cuando me di de baja; pero no lo hice".
Con su participación cada vez más activa en
la política y en los negocios, también comienza
el imparable declive del Opus Dei. "Asistimos entonces
a la demolición de su principio de modelidad en la
vida profesional, a un proceso de corrupción que genera
también una burocracia muy interesada en controlar
El Vaticano.
Por eso los odian tanto en Roma y por eso la ceremonia de
canonización de Escrivá de Balaguer les creará
muchos más enemigos, aunque exista sintonía
con este Papa en particular que es muy amigo del folclore
que se crea alrededor de los milagros".
Juan Pablo II no sólo mantuvo excelentes relaciones
en la década de los setenta con Escrivá de Balaguer,
ante cuya tumba rezó cuando fue proclamado Pontífice
en 1978, sino que compartió con el Opus Dei la urgencia
de acabar con el comunismo ateo en el mundo si se quería
restaurar la fe.
El poder de esta corriente religiosa, según Moncada,
es incuestionable y buena prueba de ello es la enorme influencia
que ejerce sobre los medios de comunicación. "El
mundo mediático español está convulsionado,
porque hay instrucciones precisas, que vienen de arriba, para
que los periodistas no le amarguen la fiesta al Opus. Se ha
impuesto una especie de silencio informativo en torno a la
ceremonia que se celebrará este domingo".
En el caso concreto de México y en referencia a la
canonización de Juan Diego, el sociólogo español
aporta también su propia lectura de los hechos. "El
negocio eclesiástico va muy mal en México, ya
que la vocación sacerdotal no crece, y con la canonización
de Juan Diego lo que busca el Papa sobre todo es presionar
a las sectas protestantes que se están quedando con
la clientela pobre de la Iglesia Católica. La religiosidad
popular mexicana la están copando los evangélicos
y los protestantes".
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