LIMPIA
ESTIRPE
Por Joaquín Estefanía
extraído del artículo "La enfermedad moral
del capitalismo"
Suplemento de EL PAIS el Domingo,
28-julio-2002
Limpia estirpe
Josemaría Escrivá de Balaguer - nacido para
el mundo en Barbastro (Huesca), el 9 de enero de 1902, como
José María Escriba Albás- en el seno
de una familia de 'antigua y limpia estirpe por ambas ramas
del árbol genealógico', según su hagiógrafo
Florentino Pérez Embid, 'lo cual nos hace pensar en
algo distinto sobre el origen social del hijo de unos comerciantes
de pueblo', si se atiende a su biógrafo no autorizado
Jesús Ynfante en el santo fundador del Opus Dei. Este
autor apunta que el niño José María padeció
unos ataques de alferecía, 'con probados antecedentes
familiares', lo que modernamente se entiende por epilepsia,
que es una de las enfermedades crónicas menos invalidantes.
Suele producir irritabilidad y una psiquis fuerte, dice Ynfante.
A partir de entonces fue un niño sobreprotegido, que
quedaba muy impresionado por determinados acontecimientos
a los que daba una interpretación sobrenatural.
Por ejemplo, cómo descubrió que tenía
vocación sacerdotal. Hacia enero de 1918, año
en el que el invierno fue muy crudo, José María
iba caminando por una calle nevada de Logroño cuando
observó en el suelo las huellas de unos pies claramente
marcados que pertenecían a un carmelita descalzo. Le
produjo tal impresión que se preguntó, según
su hagiógrafo John Coverdale: 'Si otros hacen tantos
sacrificios por amor de Dios, ¿yo no voy a ser capaz
de ofrecerle nada?'. Y así ingresó en el seminario
local.
En circunstancias parecidas se produjo la fundación
del Opus el 2 de octubre de 1928, mientras participaba en
unos ejercicios espirituales, ya ordenado sacerdote. Tras
oficiar la misa, se recogió en su habitación
para releer unos textos que había escrito. Entonces
'vio el Opus Dei: recibió una inspiración de
Dios que le ilustraba con claridad sobre lo que debía
ser el Opus Dei, su naturaleza, su espíritu y su apostolado'
(Fuentes para la historia del Opus Dei. Ariel).
Esa visión, señala John Coverdale, 'no incluía
explícitamente a las mujeres', y Escrivá estuvo
convencido durante más de un año de que su fundación
era sólo para hombres. Hubo que esperar al 14 de febrero
de 1930 para que el hoy santo tuviera otra experiencia similar
al ver que necesitaba a las mujeres. Una exposición
completa de este problema se encuentra en el libro recién
publicado Ser mujer en el Opus Dei, de la ex miembro Isabel
de Armas (editorial Foca). No obstante, en Camino no existen
máximas explícitas para ellas ni figuran en
el índice analítico final. La directriz 888
indica: 'Que vuestra oración sea viril. Ser niño
no es ser afeminado'.
No cabe duda de que, fueran las que fueran las causas de
su personalidad, Escrivá fascinaba a sus seguidores
e hizo posible la consolidación del Opus y, en último
término, el que se convierta hoy en el primer san Josemaría
de la Iglesia católica.
Ante su día de máxima gloria, el portavoz del
Opus, Rafael Ramonet, define el clima interno como de 'serena
alegría' porque la canonización del fundador
'corrobora' por sí misma que el camino de santidad
para todos que él promovió era el correcto.
Pero antes que de la apertura de una nueva y floreciente etapa,
prefiere hablar del 'fuerte impulso' para la Iglesia que supone
este 'ejemplo que tira'.
Al otro lado de la barricada, la canonización de Escrivá
se ve casi como 'una burla siniestra'. Carlos N. (nombre ficticio)
justifica su petición de anonimato en el temor a las
represalias o el acoso que, según él, acompañan
a quienes dejan la Obra por la puerta falsa. Como él,
que fue agregado (célibe que vive con su familia) hasta
1999, cuando decidió escapar, 'harto de la hipocresía,
la falta de bondad y el control estricto de la mente y de
cada detalle de la vida cotidiana'.
Falta de testigos
'Con la canonización', asegura Carlos, 'se hace santa
a una secta' tras un proceso irregular que compromete la credibilidad
de la Iglesia y en el que se ha impedido la comparecencia
de testigos clave. 'El Opus', añade, 'ocupó
El Vaticano y, tras lograr una prelatura personal, dedicó
todos sus esfuerzos a la beatificación y ahora canonización
de Escrivá, que santifica a la propia Obra y hará
muy difícil para el próximo Papa dar marcha
atrás y dejar al Opus en el lugar que le corresponde'.
Este proceso, concluye, 'ha supuesto asimismo la santificación
de los métodos comunistas, que tan bien conoce el papa
polaco, basados en la utilización de las masas y el
control del pensamiento y la conducta'. ¿Tendrá
algo que ver con todo esto el punto 520 de Camino?: 'Católico,
apostólico, ¡romano! Me gusta que seas muy romano'
(incompleto). Tan romanos que Javier Echevarría, el
prelado del Opus Dei (sucesor de Escrivá y de Álvaro
del Portillo), tiene allí su sede, cerca del Papa,
al que tanto debe la Obra.
Para su portavoz, estas acusaciones son tan falsas como las
que presentan la Obra de Escrivá como una sociedad
secreta interesada ante todo en acumular poder temporal, político
y económico. Antes al contrario, señala Ramonet,
lo que se pretende es 'promover la santidad de la gente corriente,
buscar a Dios en lo que se hace cada día, en el trabajo
ordinario, y difundir esa idea de santidad en medio del mundo,
sin distinción de clases sociales, sin discriminación'.
Que haya tantos fieles en altos puestos de responsabilidad
no responde a una estrategia de la Obra como tal, ya que,
insiste Ramonet, 'cada uno de ellos actúa con total
libertad en su vida profesional, se trata de algo casual,
no causal'.
Tal vez la clave esté una vez más en Camino.
Punto 16: '¿Adocenarte? ¡¿Tú...
del montón!? ¡Si has nacido para caudillo!'.
Una valoración que entra en conflicto con las numerosas
máximas que exigen disciplina y obediencia, y que pueden
resumirse en la 998: '¡Bendita perseverancia la del
borrico de noria! Siempre al mismo paso. Siempre las mismas
vueltas. Un día y otro todos iguales. (...)'. Ser caudillo
no se compadece con la misión del borrico de noria.
Presencia gubernamental
No obstante, la primera apreciación, es decir, la presencia
de fieles y simpatizantes del Opus en el primer y segundo
escalón del Gobierno, en la judicatura, la Universidad
o las Fuerzas Armadas, es notable, y evidentemente muy superior
al de la etapa socialista, pero el peso colectivo de esa militancia
individual no es perceptible, como tampoco que exista un grupo
de presión organizado. Nada comparable a cuando los
políticos del Opus (en la época desarrollista
de los López (López Rodó, López
Bravo, López de Letona allá por los sesenta)
llegaron a constituir la más influyente de las familias
franquistas que se disputaban el favor del dictador. Llegaron
a superar al sector falangista, aunque éste tenía
gran influencia, gracias a la prensa estatal que controlaba.
El fundador escribe al ministro José Solís:
'Hasta aquí me llega el rumor de la campaña
que contra el Opus Dei hace tan injustamente la prensa de
la Falange, dependiente de V. E. Una vez más repito
que los socios de la Obra -cada uno de ellos- son personalmente
libérrimos, como si no pertenecieran al Opus Dei, en
todas las cosas temporales y en las teológicas que
no son de fe...'.
Algunos nombres de fieles que ocupan o han ocupado puestos
clave: el ministro de Defensa, Federico Trillo; su secretario
de Estado, Fernando Díez Moreno; los ex ministros Isabel
Tocino y José Manuel Romay; el fiscal general del Estado,
Jesús Cardenal; el ex director general de la Policía,
Juan Cotino; el presidente de la Asamblea de Madrid, Jesús
Pedroche; el vocal del Consejo General del Poder Judicial,
José Luis Requero; el teniente fiscal de la Audiencia
Nacional, Jesús Santos; el presidente del Banco Popular,
Luis Valls Taberner; el rector de la Universidad de A Coruña,
José Luis Meilán, y el portavoz del Papa, Joaquín
Navarro Valls.
Cuando alguno de ellos habla del Opus niega que ejerza función
política alguna y lo define, más o menos, como
Trillo (supernumerario, que puede casarse y tener hijos):
'Una forma de espiritualidad cristiana y laica, adecuada al
mundo de nuestros días al redescubrir el valor cristiano
de la vida ordinaria, en el trabajo profesional, en las relaciones
familiares y sociales'. Muy raramente se definen, como hizo
el magistrado Requero(también supernumerario), sobre
las contradicciones que puede haber entre el ideario del Opus
y el ejercicio de sus funciones. 'Como juez', declaró
el pasado enero a EL PAÍS, 'soy el Estado y no puedo
suplantarle con mis convicciones personales (...). Yo he tenido
que divorciar a personas a pesar de que estoy en contra del
divorcio, pero no puedo hacer objeción de conciencia.
Tampoco lo haría en un caso de aborto. Me limitaría
a aplicar la ley'.
Pero la influencia del Opus, sea ésta la que sea,
no procede sólo de sus miembros, sino de sus simpatizantes,
entre los que se suele situar al matrimonio Aznar (muy especialmente
a Ana Botella); al ministro de Justicia, José María
Michavila (que estuvo en la Obra); al director del gabinete
de la Presidencia del Gobierno, Carlos Aragonés, e
incluso a varios miembros de la cúpula militar, incluido
el jefe del Estado Mayor de la Defensa, almirante Antonio
Moreno Barberá.
El PP es el principal vivero del Opus. Y por esas latitudes
políticas compite en los últimos años
con otro grupo de la derecha religiosa, los Legionarios de
Cristo, fundado en 1941 en México, pero cada vez más
extendido en España, con miembros muy influyentes de
la oligarquía económica (a veces se les llama
los millonarios de Cristo) e incluso con el control de una
universidad, la de Francisco de Vitoria (Madrid), que rivaliza
con la opusdeísta Universidad de Navarra. Michavila
y Ana Botella, sin pertenecer ni a la Obra ni a los legionarios,
están cercanos a ambos, tal vez más de los segundos
que de la primera. Ramonet sostiene que las relaciones entre
los dos grupos son 'de cariño y respeto, sin ninguna
rivalidad'. Y concluye: 'Que cada caminante siga su camino'.
Sin embargo, Enrique P., otro rebotado de la Obra, en la que
pasó 30 años de su vida como agregado, recuerda
que en 1997 o 1998 les leyeron una nota de condena a los legionarios
en la que se pedía que ni siquiera se les volvi ese
a mencionar. 'Luego se rompió el papel', afirma. 'Las
pruebas siempre
se rompen en el Opus'.
En cualquier caso, el imperio del Opus Dei sigue sin rival,
con el control directo o indirecto de centenares de centros
educativos, medios de comunicación, editoriales e incluso
productoras de cine y televisión. Y con unos 85.000
fieles, que podrían ser más si no se saliesen
aproximadamente a la tercera parte de aquellos a quienes se
capta inicialmente. El número no es lo que importa,
algo que confirma Ramonet: 'En realidad, es Dios quien elige.
El Opus Dei se limita a comprobar que la llamada existe y
es genuina'.
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