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Testimonio de una familia sobre el Opus Dei

Periódico Le Pélerin
2 septiembre 2002

Mi hija, tras obtener su certificado de estudios, buscaba una Escuela Hostelera para obtener un Certificado de Aptitud Profesional. La escuela católica donde había hecho sus estudios le aconsejó la Escuela Hostelera Dosnon, en Couvrelles, en Aisne, cerca de Soissons. Así pues la matriculamos con una gran confianza, ya que se trataba de una escuela católica.

Pero seis meses después de su entrada en Dosnon, no sólo no le gustaba estar ahí, también se quejaba de las condiciones de trabajo que debía soportar y del ambiente cerrado del centro.

“Me hacen limpiar las ventanas del castillo, no paro. Soy como una sirvienta. Hago la colada del castillo. Lavo la ropa de los sacerdotes... El ambiente es cerrado. No se abren al mundo. Estamos encerrados. No es como mi antigua escuela en donde todo era abierto, se miraba la televisión... Y además me quieren embaucar. Me empujan a hacer cosas que no quiero, quieren que haga votos... Me tenéis que sacar de aquí, esto no es lo que busco. Lloro todo el rato. Estoy harta. No puedo más.”

Evidentemente mi marido y yo nos sorprendimos, tanto más cuando su pensión -lo que pagábamos al mes- fue fijada en una suma de 1.800 francos al mes. Lo que aún nos pareció más caro por el hecho de que nuestra hija soportara una enorme carga de trabajo doméstico.

Mi marido y yo preguntamos a diversas personas, padres antiguas alumnas o profesora de Dosnon quienes confirmaron los hechos que denunciaba nuestra hija. Es por esta razón que, viendo a nuestra hija tan desestabilizada y triste, fuimos un buen domingo a buscarla y la trajimos a casa.

Desde entonces está muy bien.

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