La mediación
del Vaticano en favor de Pinochet se gestó
en la sede del Opus Dei en Roma
El cardenal secretario de Estado es el protagonista de la
intervención ante el primer ministro británico
Tony Blair
El país - 21-02-1999
ERNESTO EKAIZER
La sede generalicia de la prelatura del Opus Dei en Roma
está situada en Via Bruno Buozzi número 73.
En Villa Tevere, como suelen referirse a ella los miembros
de la prelatura, tuvieron lugar al menos dos reuniones, antes
de las pasadas navidades, para definir el papel del Vaticano
en la campaña que los asesores del general Augusto
Pinochet lanzarían en relación con la repetición
del juicio sobre la inmunidad del ex dictador en la Cámara
de los Lores. Uno de sus participante fue el máximo
responsable del Opus Dei, el obispo madrileño Javier
Echevarría.
También es miembro del Opus Dei Fernando Barros,
creador del Movimiento chileno por la Reconciliación,
que coordina las acciones en favor del ex dictador.
Fue uno de los organizadores de la campaña en el
Vaticano quien, de visita en Santiago de Chile, destapó
de buena fe lo que se cocinaba en la Santa Sede. Se trata
del cardenal Jorge Medina Estévez, quien de ser obispo
en Valparaíso pasó en 1996 al Vaticano en calidad
de prefecto de la Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos. Medina, en una entrevista
con el periódico chileno La Cuarta, declaró,
el 29 de diciembre de 1998: " Lo que ha estado en nuestra
mano hacer lo hemos hecho, con discreción, porque en
este tipo de cosas hablar demasiado es muy dañino".
Medina añadió: "El senador Pinochet sufre,
y en esta situación muy particular lejos de su patria,
y ya con signos manifiestos del peso de los años. Bueno,
esperemos en Dios que las cosas se resuelvan bien. Yo he rezado
y rezo por el senador, porque es una persona que está
sufriendo". Y agregó que esperaban, en el Vaticano,
"confiados, que nuestras gestiones discretas tengan buen
resultado".
La figura clave en la intervención de la Santa Sede,
según fuentes consultadas en Chile y en Roma, es el
secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, quien fuera
nuncio apostólico en Santiago de Chile entre los años
1978 y 1988. Tanto Medina como Sodano participaron activamente
en el viaje del Papa Juan Pablo II a Chile en octubre de 1988.
El Papa dio la comunión al entonces presidente y comandante
en jefe del Ejército, Augusto Pinochet, y, aunque no
estaba previsto en el protocolo, visitó al jefe supremo
en su despacho del Palacio de la Moneda.
Pinochet y el Papa salieron a los balcones, con la jerarquía
católica chilena a sus espaldas. En las fotografías
del acontecimiento, que tenía lugar quince años
después de que el dictador ordenara el bombardeo de
la Moneda y diera instrucciones para acabar con el presidente
Salvador Allende, si salía con vida, se advierte, bastante
detrás del general y el Papa, a una figura esbelta,
muy alta, con gafas y magnífico estado físico.
Ése es Angelo Sodano.
Felicitacion papal
A este viaje hacía referencia Sodano en la entusiasta
y entregada carta personal con que acompañó
el telegrama de felicitación del Papa a Pinochet el
18 de febrero de 1993, con motivo de las bodas de oro matrimoniales
del dictador. Tras asegurar que tenía "la tarea
de hacer llegar a Su Excelencia y a su distinguida esposa
el autógrafo pontificio adjunto, como expresión
de particular benevolencia", el secretario de Estado
seguía: "Su Santidad conserva el conmovido recuerdo
de su encuentro con los miembros de su familia con ocasión
de su extraordinaria visita pastoral a Chile", y terminaba
reafirmando, "señor General, la expresión
de mi más alta y distinguida consideración".
No menos participativo, el Papa escribía: "(...)como
prenda de abundantes gracias divinas, con gran placer imparto,
así como a sus hijos y nietos, una bendición
apostólica especial".
Fue Sodano, precisamente, quien recibió en noviembre
pasado a Mariano Fernández, subsecretario del Ministerio
de Relaciones Exteriores de Chile, para analizar la situación
de Pinochet. Pero el resultado, el 25 de noviembre, fue adverso
al dictador. La oportunidad de una repetición del juicio
en la Cámara de los Lores -tras la anulación
del fallo contrario por la relación de uno de los jueces,
lord Hoffmann, con Amnistía Internacional, personada
en la causa- ha llevado a los simpatizantes de Pinochet en
el Vaticano a hacer algunas cosas que no hicieron con ocasión
del primer juicio. Se han movilizado.
El producto de esta actividad ha sido una carta con argumentos
a favor de Pinochet, enviada por conducto diplomático
a Robin Cook, secretario del Foreign Office (ministro de Asuntos
Exteriores), a primeros del pasado mes de enero. Fuentes jurídicas
consultadas en Londres estiman que la manera en que ha irrumpido
la noticia sobre esa carta indica un deseo de influir sobre
el fallo de los siete jueces lores, que están estudiando
sobre la inmunidad desde que finalizó el juicio, el
pasado 4 de febrero. Aunque no hay fecha señalada para
el anuncio de la resolución, se cree que puede ser
anunciada a mediados de esta semana o en los primeros días
de marzo.
Pregunta al Gobierno
Quien destapó el asunto fue un hombre que actúa
activamente en la causa a favor de Pinochet, el ex ministro
conservador lord Norman Lamont. Pocos días después
de terminada la vista de los jueces lores, Lamont preguntó
por escrito al Gobierno, en la Cámara de los Lores,
si habían recibido "algún tipo de petición
del Vaticano en relación con el arresto del senador
Pinochet". La respuesta tocó el jueves: "Sí".
Al día siguiente, como un mecanismo de relojería,
el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, confirmó
la mediación, si bien no desveló el contenido
de la carta enviada a la capital británica. Fuentes
jurídicas en Londres señalan que la misiva recoge
todas las argumentaciones del Gobierno de Chile presentadas
ante el Foreign Office antes del pasado 9 de diciembre de
1998, y que el ministro de Interior, Jack Straw, rechazó
expresamente al dar luz verde a la extradición de Pinochet.
La Santa Sede, no el Papa personalmente, habla de razones
humanitarias, argumento que Chile ya planteó; jurídicas,
como la soberanía de Chile sobre su jurisdicción,
y políticas, como la transición y reconciliación
de los chilenos tras la dictadura de Pinochet.
La carta, objetivamente, va dirigida a que el ministro del
Interior, que deberá decidir al final del largo procedimiento
si se extradita a Pinochet a España, tenga en cuenta
los argumentos, ya que posee discrecionalidad total para resolver
en un sentido u otro. Pero, al aflorar ahora, en la recta
final de la decisión de los jueces lores, intenta influir,
de hecho, en el contenido de la misma.
Sodano explica su gestión "por motivos humanitarios"
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