LOS
DESVARÍOS DE LA FE:
ESCRIVÁ DE BALAGUER, UN NUEVO SANTO CATÓLICO
Perspectiva Ciudadana (Santo Domingo)
Carlos J. Baez Evertsz
11/10/2002
Carlos J. Báez Evertsz, dominicano, es doctor en
sociología. Reside desde hace algunos años en
España. PerspectivaCiudadana.com
agradece al autor esta colaboración.
En mi ya lejana niñez y juventud fui un ferviente
católico, de esos de misa y comunión semanal.
Inclusive, tengo la certeza católica de que habiendo
hecho varias veces los nueve primeros viernes de mes, con
comunión incluidas, tengo "casi asegurado el cielo".
He sufrido algunas injusticias y creo haber cometido pocas
a terceros, y sigo siendo muy "cristiano", en eso
de mantener unos valores éticos que orienten mi vida.
Tanto es así que he visto, en mi ya relativamente
larga vida, a tantos "salvadores de la Patria" y
"colectivistas que sólo pensaban en el interés
del pueblo trabajador", dar giros de 360 grados en sus
orientaciones no sólo políticas, sino en los
valores con los cuales se llenaban la boca y despreciaban
a los demás o los minusvaloraban, por no ser tan radicales
como ellos, que tengo quizá que agradecer a mis tempranas
lecturas y a esos valores éticos inculcados desde muy
temprano, que yo, desde posiciones menos extremistas, es decir,
más mesuradas, esté ahora a la "izquierda"
de ellos sin haber modificado mi moderación en la defensa
de valores como democracia, libertades públicas, justicia
e igualdad social.
La razón la atribuyo a que esas personas se movían
exclusivamente por intereses personales y se revestían
del manto izquierdista simplemente para hacerse un nombre,
y si para ello tenían que arriesgar su vida lo hacían,
porque eran osados y decididos en la búsqueda de su
interés personal. Osados y audaces, sí, pero
carecían de valores éticos, eran y siguen siéndolos,
mercaderes de la política y de las ideas, dispuestos
a vender lo que sea y a ellos mismos, para obtener sus recompensas
soñadas: poder, privilegios y riquezas. Eso ocurre
en el mundo de la política, pero no es exclusividad
suya. También entre los eclesiásticos hay quienes
actúan con móviles semejantes, y lo peculiar,
es que muchos de quienes así actúan, en vez
de ser repudiados se les otorga reconocimiento público.
Se supone que la Iglesia Católica debe ser salvaguarda
de los mejores valores del cristianismo. La historia de la
Iglesia muestra casos tan emblemáticos de que esto
no ha sido así, que empezar a citarlos nos llevaría
a un rosario casi sin fin. No en vano un maestro de mi juventud,
del cual nunca he llegado a ser un adversario ideológico,
en lo esencial, aunque me alejé de muchas de sus ideas
secundarias de existencialismo cristiano, Nicolás Berdiaev,
llegó a señalar, en un brillante ensayo, la
infinita indignidad de los cristianos y la dignidad del cristianismo.
Cambiando lo que haya que cambiar, esto se puede decir hoy
respecto de la Iglesia Católica como organización
social y del cristianismo como un sistema de valores superiores.
La indignidad de uno y la dignidad del otro.
En la elevación a los altares de monseñor José
María Escrivá de Balaguer, la Iglesia Católica
ha cometido un gravísimo error, dejándose llevar
por los lobbys vaticanos del Opus Dei, que tanta influencia
tiene hoy en las estructuras del Estado Vaticano. Al lado
de ese monseñor y de su obra, siete veces siete hubiera
sido mejor elevar a la santidad al padre Arrupe, porque este
superior de la Compañía de Jesús, si
hizo mucho por la causa de la fe católica, y aún
más, por el ecumenismo y la mayor ligazón de
la iglesia a los pobres del mundo.
¿Cuál es la obra de Escrivá de Balaguer
que ha merecido, a los ojos del Vaticano, convertirlo en santo
católico? No se si ha tenido en cuenta su mundanidad
que no modernismo. Mundanidad en el sentido de su afán
social por hacerse otorgar condecoraciones, honores, reconocimiento
público. Y todo ello dentro de un régimen, el
de Franco, caracterizado por ser un fascismo superviviente,
o si quiere un autoritarismo archiconservador y reaccionario.
Tanto es así que el mismo Franco le otorgó el
título nobiliario de marqués de Peralta. ¡Qué
santo es este que se dedica a buscar titulo, honores y privilegios!
Pero hay más, el libro que se le atribuye, "Camino",
que leí también siendo muy joven en Santo Domingo,
incitado por una profesora de Lengua Castellana en el Liceo
Juan Pablo Duarte, que nos decía muy a menudo: "Lean
"Camino", muchachos". Ese librillo, precursor,
sin duda del género "Libro Rojo de Mao",
se compone de pequeñas frases contundentes y es un
típico breviario de pensamiento autoritario: "¿Tú
del montón? ¡Si has nacido para caudillo! U otra,
que tampoco tiene desperdicio: " Si quieres mandar a
la masa, tienes que estar en la masa, sin ser parte de ella".
También el libro recoge el pensamiento reaccionario
de Escrivá sobre la mujer relegándola a papeles
secundarios y alabando su "discreción", ya
que no hace falta que sean "sabias", léase,
cultas e inteligentes.
La tarea por la que se ha decidido elevarlo a la santidad
es sin duda por la creación de su organización,
una especie de logia masónica pero católica,
basada en el secreto, en una tremenda jerarquía en
su seno, en la que se distingue a los seglares que mantienen
el celibato, y por tanto, no se casan, y los otros, los que
se casan, "la clase de tropa", según "Camino".
Su nombre mismo dice mucho sobre la desmesura del personaje,
su falta de humildad cristiana, y su egocentrismo paranoico:
Opus Dei, nada menos que la Obra de Dios.
El Opus Dei colaboró activamente con el franquismo
e inclusive, en un momento dado, llegó a desplazar
a la Falange del poder franquista. Su contribución
sociológica fue contribuir a la gestión de la
modernización económica y a una mayor eficacia
de la Administración Pública, teniendo como
paladín de esas tareas al ministro López Rodó.
Su credo era la tecnocracia: no importa la ideología
del régimen, lo que importan son sus obras, sus realizaciones.
Esto sería una modalidad del "valor divino de
lo humano", que alababa un discípulo de monseñor,
Jesús Arteaga.
El Opus Dei representa una concepción empresarial
del catolicismo. Ligado sociológicamente al capitalismo
tecnocrático, funciona como una máquina de obtener
poder a través de copar instituciones y llevar allí
a sus coligados. Es una especie de mafia religiosa que tiene
muy poco de los valores fundamentales del cristianismo y mucho
de un grupo en busca ansiosa de poder terrenal. No en vano
se eleva a la categoría de santo a su máximo
representante por un Estado Vaticano que cada vez tiene más
en cuenta los intereses seculares que a los "pobres que
heredaran el reino de los cielos".
Escrivá de Balaguer es desde el 6 de octubre de este
año un santo de esa iglesia organización y lo
será menos de los creyentes en un cristianismo evangélico.
Madrid, 8 de octubre de 2002
http://www.perspectivaciudadana.com/021012/iglesias01.html
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