EL
CAMINO QUE NO SEGUÍ
Autor: Jaime Bayly
Papeles perdidos (Columna del el diario El Correo de Lima)
Una amiga me ha regalado el libro que buscaba hace años,
el Camino, de San Josemaría Escrivá. Leí
ese libro cuando era un niño, siguiendo las instrucciones
de mi madre, que ya entonces había sido hipnotizada
por la cofradía que fundó Escrivá, el
Opus Dei, y, por suerte para mí (y para la humanidad),
no entendí nada, como quedó sobradamente en
evidencia en mi propio (zigzagueante) camino. Ahora he tenido
ocasión de releer los severísimos consejos de
Escrivá y he comprendido, ya tarde, que mi camino no
conduce a la santidad ni a la sanidad, y que Escrivá
era un cascarrabias y un mandón de cuidado. Deja
esos meneos y carantoñas de mujerzuela o de chiquillo,
amonesta el santo. ¡Pero hay que ver los meneos y las
carantoñas que él hacía cuando predicaba
dicharachero de la mano de un bello púber silente al
que miraba embobado!
Sé recio. Sé viril. Sé hombre.
Y después... sé ángel, exige,
crispado. ¿Todos tenemos que ser recios y viriles?
¿No sería muy aburrido el mundo? ¿Incluso
las mujeres deben ser recias y viriles? ¿O el santo
misógino no las tenía muy en cuenta porque pensaba
que ellas debían estar pariendo y cocinando?
¿Te ríes porque te digo que tienes
vocación matrimonial. Pues la tienes: así, vocación?.
Pues, sí, santo padre, no sólo me río,
¡me cago de la risa! Poco recio es tu carácter.
¡Qué afan de meterte en todo!. No deja
de ser curioso que lo diga él. ¡Escribir mil
consejos tremebundos para dirigir marcialmente la vida de
las personas! ¡Qué afán de meterse en
todo!
Eres curioso y preguntón, oliscón
y ventanero: ¿no te da vergüenza ser, hasta en
los defectos, tan poco masculino?. Ahora sé
por qué me gusta tanto el periodismo: es un oficio
poco masculino.
El Sacerdote -quien sea- es siempre otro Cristo.
¿Incluso cuando abusa sexualmente de niños y
niñas?
Si no te levantas a hora fija nunca cumplirás
el plan de vida. Salvo que tengas un plan de vida
como el mío: dormir bastante, no estar estresado y
pasarla bien. Cuando te decidas con firmeza a llevar
vida limpia, para ti la castidad no será carga: será
corona triunfal. Es decir que el sexo no es vida
limpia, es vida sucia. Sólo la castidad es vida limpia.
El sexo es sucio, un asco. Cuando has buscado la
compañía de una satisfacción sensual...
¡qué soledad luego!. ¿Cómo
sabía eso el recto varón Escrivá? ¿Lo
imaginaba?
No digas: esa persona me carga. Piensa: esa persona
me santifica. Ya sabes, querido lector del Opus:
piensa que te santifico. Mira que el corazón
es un traidor. Tenlo cerrado con siete cerrojos.
¿No parece una canción de Raphael? Escalofriante
consejo de alguien que, sospecho, nunca se atrevió
a amar como amamos los seres humanos. Agradece, como
un favor muy especial, ese santo aborrecimiento que sientes
por ti mismo. ¡Qué espanto! ¿Por
qué debería uno aborrecerse a sí mismo?
Bendito sea el dolor. Amado sea el dolor.
No, todo lo contrario: temido sea el dolor, amado sea el goce,
el placer.
Trata a tu cuerpo con caridad, pero no con más
caridad que la que se emplea con un enemigo traidor.
¡Con un enemigo traidor! ¡Pero qué orden
tan perversa! ¿Por qué debería tratar
a mi cuerpecillo esmirriado con tanta saña y ferocidad?
Libros: no los compres sin aconsejarte de personas
cristianas, doctas y discretas. Podrías comprar una
cosa inútil o perjudicial. La tiranía
de aquella secta de mandones: ¡no puedes comprar un
libro a menos que uno de esos avinagrados caballeros te dé
permiso! Por eso mi madre no puede leer mis libros.
No olvides que eres el depósito de la basura.
Humíllate: ¿no sabes que eres el cacharro de
los desperdicios?. Siempre tan amoroso Escrivá,
instruyendo a la gente en el odio feroz a sí misma,
en la autoflagelación y la exaltación del sufrimiento
como virtud. Cuando te veas como eres, ha de parecerte
natural que te desprecien. Lindo consejo. Seguro
que a él le parecía natural que lo despreciaran.
Si eres hombre de Dios, pon en despreciar las riquezas
el mismo empeño que ponen los hombres del mundo en
poseerlas. Se ve que los hombres de Escrivá
ponen mucho empeño en despreciar las riquezas. Por
eso viven en casas tan pobres.
La gula es un vicio feo. ¿No te da un poquito
de risa y otro poquito de asco ver a esos señores graves
metiendo grasas en el tubo digestivo?. ¿Un
poquito de asco? ¡Virilidad, por favor!
Una mala noche en una mala posada. ¿No es
verdad que es comparación certera con esta vida terrena?.
No lo es, es desafortunada. La vida puede ser un viaje hermoso,
salvo que seas un amargado seguidor de Escrivá. Hay
infierno. Te lo voy a repetir: ¡hay infierno!.
Seguro que lo hay, yo mismo lo he visitado: cualquiera de
las casas del Opus. No olvides que el Señor
tiene predilección por los niños.
Y por lo visto, ciertos curas también. Ser
niño no es ser afeminado. ¡Qué
obsesión con ser o no ser afeminado! ¿Qué
de malo tiene ser afeminado? Las mujeres son maravillosas
y una persona afeminada puede ser sensible, tierna y adorable.
Comenzar es de todos; perseverar, de santos.
De acuerdo: perseverar en la lectura de los mil consejos agrios
de Escrivá es tarea de santos, y cumplirlos, tarea
de bobos e incautos.
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