La
"voluntad de Dios" en el Opus Dei
Galileo, 29 de marzo de 2004
Quien más, quien menos ha sufrido una crisis al salir
del opus Dei. Esas crisis afectan a muchos aspectos de la
vida, uno de ellos es nuestra relación con Dios. Pueden
surgir entonces, con asombro, una serie de preguntas: ¿Por
qué tanta dificultad de algunos para tratar a Dios
al salir del opus Dei? ¿Por qué las crisis de
fe? ¿Por qué cuesta tanto separar y distinguir
entre el opus Dei y Dios y su Iglesia fundada por Jesús?
¿Cómo es posible que el bagaje de formación
del opus Dei -supuestamente tan sólido- parece como
que se volatilizara y desapareciera en un abrir y cerrar de
ojos tras nuestra salida?
Lo que sigue a continuación son unas reflexiones personales
-bastante desordenadas por cierto-, una búsqueda de
explicaciones del porqué -en mayor o menor medida-
a muchos nos ha pasado esto. Y aquellos que dicen que no,
puede ser que todavía crean en el dios del opus Dei,
un dios más cómodo que Dios. No pretendo agotar
el tema como tal -extenso y complejo-, sólo aportar
una serie de pensamientos que me dan vueltas por la cabeza.
El opus Dei puede conseguir una cosa increíble y brutal,
y es que se le tema a Dios, incluso que se vuelva odioso.
Eso sucede porque podemos tener la percepción de que
Dios nos corta las alas, nos acogota, en vez de lo que hace
realmente con nosotros: abrirnos a un mundo insospechado,
a otra dimensión de las cosas y de la vida, y darnos
alas para volar libremente, amándole a El y a las personas.
En cierta medida podríamos decir que el dios del opus
Dei es más un Dios de voluntades, un Dios normativo,
que el Dios que se nos revela en Jesús, en el que prima
el Amor y la pureza de corazón por encima de cualquier
norma.
En la prelatura se puede tener la sensación de que
las "malas noticias" vienen de Dios, porque cualquier
indicación de los directores, enseguida se te hace
ver como voluntad divina. Las carencias intrínsecas
del sistema religioso montado por el opus dei, que yo me atrevo
a atribuir a la escasa preparación teológica
e intelectual del fundador, en el que prima la eficacia y
la instrumentalización, reducen a Dios a un ser básicamente
voluntarista. Por el contrario, el Dios de Jesús, nos
muestra los ingredientes básicos de la receta, pero
después respeta nuestra libertad para que la elaboremos
según nuestro criterio, aún a riesgo de equivocarnos.
El evangelio está lleno de ejemplos en este sentido.
Si las personas no nos equivocáramos, quizá
no tendríamos algunas de las parábolas más
bellas y profundas de Jesús, como la del hijo pródigo.
El nos muestra el camino, nos ayuda, nos comprende, comparte
con nosotros el sufrimiento -nada humano le es ajeno- y nos
quiere por encima de todo, incluso aunque nos hayamos salido
de la obra, supuestamente suya. Creo que es un grave error
atribuir a Dios las normas que nos inventamos los hombres.
El opus Dei no destaca por una teología de altura,
de ahí la "soledad intelectual" de personas
preclaras como Ruiz Retegui y otros, que los hay. Tampoco
es proclive a los razonamientos profundos de las cosas. Sí
en cambio, destaca por una aparente seguridad y claridad meridianas
en sus planteamientos, como si todo fuera simple, como si
quien no entiende algo es tonto o está lejos de Dios,
o en pecado. ¡Ridículo a mi entender!. Incluso
aquellas cosas más misteriosas y complejas, se explican
y predican con una seguridad y simplicidad pasmosas. Con un
guión de medio pelo se liquidan lo que grandes filósofos
y teólogos han tardado años en empezar a comprender.
¡Como van a dejar poso esas enseñanzas!. ¿Qué
manuales de teología fundamental escritos en un idioma
moderno (comprensible) por un autor del siglo XX se recomiendan
y estudian en el opus Dei?.
No cabe duda de que esta "seguridad radical" es
muy atrayente para chicos y chicas jóvenes con escasa
formación. Puede dar seguridad personal y la impresión
de que uno está en buenas manos, porqué de golpe
te resuelven los problemas existenciales y las crisis propias
de la juventud. Las crisis personales se tratan con medidas
ascéticas, existe poca propensión a plantear
el estudio de las cosas, a incentivar a las personas a que
piensen por si mismos y resuelvan sus problemas. El frente
de lucha se plantea básicamente en la esfera de la
voluntad, cumpliendo normas y criterios. La promoción
de una lucha en un sentido más amplio, más creativo,
más en las virtudes cristianas, es escasa. No existe
el librepensamiento, es sospechoso, es soberbia, es pecado.
Incluso amar se percibe como algo fruto de un esfuerzo voluntario.
Hace poco un amigo, una persona muy religiosa y equilibrada,
contestaba a mi pregunta en busca de comparaciones entre la
dirección espiritual de los curas del opus Dei y los
de otra institución reconocida. Basándose en
su experiencia en ambas instituciones me decía que
los curas del opus Dei quitan la personalidad, se entrometen
en la vida de cada uno y dan indicaciones muy concretas, en
cambio los de la otra institución dan formación
y empujan a que uno libremente -y asumiendo el riesgo-actúe
conforme a su conciencia y a lo que cree que Dios le pide
personalmente. Los que hemos estado dentro sabemos que es
así: la supuesta dirección espiritual obedece
más a unas indicaciones generales o del consejo local,
que a un poner a cada persona como individuo singular ante
Dios. No se deja madurar a cada persona en su responsabilidad
personal. El paradigma de esa mentalidad sería el "si
obedeces nunca te equivocas", porque los directores representan
la voluntad de Dios para ti, y por tanto tu vida cristiana
se reduce a obedecer, a rendir el juicio. Se enseña
que lo que tu creas que Dios te pide, si no coincide con lo
que te piden los directores no puede venir de Dios. Es decir,
la relación personal con Dios queda mutilada, reducida
a jaculatorias o a repasar lo que a uno le han dicho en la
charla, los planes apostólicos, etc. ¡Que diferencia
con la vida de un cristiano corriente, que debe tomar por
si mismo las decisiones de cómo actuar en cada caso,
según su conciencia!. ¿Qué preparación
se tiene para afrontar eso después de la salida?
Tengo la impresión que en mis años en el opus
Dei no escalé ningún peldaño en mi comprensión
de Dios y de qué significa Dios para mí. Se
podría decir que Dios actúa "excesivamente"
en el opus Dei, y cuando ves como está el mundo, te
das cuenta que no puede ser. No puede ser que en la obra todo
venga de Dios -hasta auténticas tonterías- y
el mundo esté como está. La milagrería
del opus Dei, llevada a su máxima expresión
con el fundador, responde a esa visión de Dios. Un
Dios intervencionista. Y como Dios arregla las cosas con su
providencia, podemos pasar por delante del sufrimiento y la
miseria y con un "encomiendo" nos quitamos el peso
de encima y a lo nuestro.
No me puedo resistir a poner una cita de San Juan Crisóstomo
que me ha gustado mucho:
"¿Quieres de veras honrar al cuerpo de Cristo?
No consientas que esté desnudo. No le honréis
con sedas en la iglesia dejándole perecer fuera de
frío y desnudez... En la última cena ni era
de plata la mesa, ni tampoco el cáliz en que el Señor
se dio a sus discípulos... El sacramento no necesita
manteles preciosos sino corazones puros; los pobres, en cambio,
sí que requieren muchos cuidados. Aprendamos pues a
sentir sensatamente y a honrar a Cristo como El quiere ser
honrado: porque para quien es servido el servicio más
grato es el que él mismo quiere, y no el que nosotros
nos imaginamos. Y así, Pedro se imaginaba honrar al
Señor no consintiendo que le lavara los pies, y eso
no era honra sino todo lo contrario. Tribútale pues
el honor que él mismo reclama, empleando tu riqueza
en servicio de los pobres. Porque Dios no tiene necesidad
de vasos de oro sino de corazones de oro" (S. Juan
Crisóstomo, Homilía 50 sobre S. Mateo, n.3).
¡Que diferente a lo que vimos y vivimos en el opus
Dei y al espíritu de su fundador, también "santo"!.
La frase "aprendamos pues a sentir sensatamente y a honrar
a Cristo como El quiere..." me parece muy clarificadora.
Recientemente, una persona me decía refiriédose
a los directores senior: ¿cómo me han podido
hacer esto?. Y el "esto" a mí me parecía
especialmente cruel. La explicación creo que radica
en que muchos directores no "sienten sensatamente".
Pueden "pisotear" a alguien, humillarlo, y después
ir al oratorio como si nada, porque no se plantean realmente
cual es la voluntad de Dios, como quiere ser servido. Creo
que es significativo que en el opus Dei sólo se dediquen
5 minutos diarios a leer el evangelio.
La formación interna aporta verdades que se deben
aceptar sin digerir. No cabe, como en otras instituciones,
un estudio pausado de las cosas, compatible incluso con crisis
personales, al ritmo de cada uno. No cabe preguntar, y sino
que se lo digan a los alumnos del colegio romano. "¿Usted
se cree que sabe más que Santo Tomás?"
le dijeron a uno al preguntar algo que supongo que el profesor,
además, no se sabía, y lo "bueno"
es que lo contaba agradecido, como una corrección fraterna
a su "soberbia intelectual". Van muy mal por este
camino. La teología en el opus se te da como quien
te pone encima una chaqueta. Tantos cursos anuales, tantas
clases y ya está. Se asume que lo sabes. Creo que no
es tan sencillo. Luego hemos visto que no sabemos nada o casi
nada. Quizás queda una inquietud por saber, que ya
es mucho.
Se atreven a decir en el opus Dei, por ejemplo, que Dios
existe porque lo demuestra santo Tomás con sus cinco
vías. Y a mi la verdad es que las vías en cuestión
me dejan casi igual, no me parecen una demostración
de nada, si acaso me parece que demuestran que Dios puede
existir, que podría ser una explicación. Cuando
dije lo que me parecían las vías, me contestaron
que no lo entendía bien y que era así, como
un dogma de la Iglesia. O sea, que un argumento demostrativo
se tiene que creer de un modo dogmático.
Cuando se sale de la obra, como no se han pasado las "crisis
teológico-religiosas" necesarias, porque de su
superación nace la verdadera fe, uno se puede encontrar
con la sorpresa de que todo aquello que creíamos tan
sólido se desmorona en días o semanas y no queda
nada.
La famosa crisis de la vocación no es tal crisis.
Es simplemente la lucha entre uno que se resiste y los otros
que te dicen que tienes vocación, que lo han visto
porque cumples los requisitos, que no puede ser de otro modo.
A mi la crisis me parece que es algo personal, entre uno y
Dios, con uno mismo, y cuya resolución tiene sus tiempos
y no se puede apremiar. Exige una madurez personal que en
casos excepcionales se puede dar en personas jovencitas, pero
normalmente creo que no es así. De la resolución
de una crisis auténtica sí puede salir una vocación,
lo otro es una imposición; una vez más una "indicación"
suplanta la relación personal con Dios. Por eso creo
que en el opus Dei como no se sabe o no se tiene claro el
concepto de lo que es una vocación, la praxis lo ha
deformado, siguen planteando las cosas a los demás
del mismo modo. Entiendo que una vocación es algo absolutamente
personal, es uno quien oye la llamada. Los demás lo
único que pueden hacer es decirte que escuches.
Existe, a mi entender, un considerable abuso de lo escatológico,
como recurso fácil con el que contrarrestar supuestos
"males". Eso es habitual cuando se carece de argumentaciones
racionales válidas, especialmente en el contexto de
las sectas. Muchas hacen referencia al fin del mundo, a los
elegidos. Se plantea el cristianismo como algo apocalíptico,
cuando lo importante es lo que hacemos hoy y ahora por los
demás: ¿Cómo podemos decir que amamos
a Dios a quien no vemos, si no amamos a nuestro prójimo,
a quien si vemos?. El cielo se presenta de las maneras más
variopintas y curiosas. El infierno es casi seguro para los
desertores y disentir o no ver la voluntad de Dios en los
directores es el principio del descamino. Una vez más
los directores se atribuyen facultades reservadas a la divinidad
y que sólo puede aquilatar la conciencia personal:
se juzgan acciones (esto es un pecado mortal) y se dictan
sentencias (te espera el infierno).
En la obra la instrumentalización de las cosas llega
a tal punto que Dios se convierte en un recurso más,
al servicio del sistema. La voluntad de Dios es el motivo,
el argumento por el que se actúa. El "porque me
da la gana" es una tontería de puertas afuera.
Las decisiones de los directores se plantean como "decisiones"
de Dios. Y me pregunto:¿por qué caramba cada
cual no asume sus propias responsabilidades, es decir los
directores las suyas?. Y resulta que Dios tiene tantas voluntades
sobre nosotros, como ocurrencias tienen los directores. Dios
es una "máquina de voluntades". Con eso se
saltan la conciencia personal, el sentido común y el
espíritu evangélico, y no pasa nada. Se expresa
de múltiples formas: "lo hemos/he visto en la
presencia de Dios", "eso es la voluntad de Dios",
"lo que nos dicen los directores siempre es la voluntad
de Dios", "lo que dice el Padre siempre viene de
Dios", "Dios quiere que mis hijos/as
".
Te encuentras por tanto que existe una verdadera suplantación,
o incluso me atrevería a decir usurpación, de
la acción de Dios en nosotros, a veces por parte de
cuatro mequetrefes que porque se han reunido en consejo local
y han "visto" eso, te lo convierten automáticamente
en un problema de conciencia personal entre tú y Dios.
Te empujan al oratorio -la máquina de voluntades divinas-
para que lo veas claro. Y pobre de ti que no sea así,
que creas que Dios a ti, de Tú a tú no te pide
eso. Estás apañado. Ningún argumento
en contra vale, no hay apelación posible, siempre acabarás
siendo un soberbio,
, o un enfermo.
Eso a la larga -o con suerte a la corta-, escandaliza y mucho,
hace daño, y si piensas un poco, si conservas alguna
lucidez, si eres parte actuarial de este montaje -a veces
repugnante- como lo fui yo, te frustras y ves que ese no es
el camino, e irremediablemente inicias la única senda
posible, la única que te dejan y te queda para resolverlo:
la salida.
Y no valen -no me valen- ni las buenísimas personas,
que las hay, ni centros con gente divertida, que la hay, ni
un director comprensivo y empático, que también
los hay. Es un problema de fondo, un problema de raíz.
Simplemente es que las cosas no son así, que sus planteamientos
están viciados. No han entendido la relación
personal del hombre con Dios, y en el fondo no saben lo que
es la religión. La Iglesia ha establecido mecanismos
para salvaguardar la libertad de conciencia. Por eso la Iglesia
no es una secta, porque admite en su seno una gran diversidad
de opciones, algunas harto discutibles, como el opus Dei,
y cuando rezamos el padrenuestro, es el Padre de todos, incluso
de los no cristianos.
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