EL
TRIGO Y LA CIZAÑA
IVÁN, 14 de julio de 2004
Me encontré frente a un muro
y en el muro un letrero:
"Aquí empieza a tu futuro".
Apuntes del insomnio. Octavio Paz.
No me es nada grato escribir en esta página. Antes
de entrar aquí por primera vez se me pasaban días
y días sin recordar a la Obra y meses en los que cuando
alguna vez pensaba en ella era de forma superficial. Descubrí
esta web a principios de año, desde entonces la visitaba
con una frecuencia variable, que sobre todo dependía
de mi estado de sensibilidad ante ella. Me explico, a veces
cuando grandes heridas cicatrizan se vuelven dolorosas al
tacto; eso me ocurría a mí con respecto a las
heridas ya cicatrizadas de la Obra: cada vez que entraba en
esta web una parte de esas "cicatrices" eran "apretadas",
por lo que según el dolor que me producía entraba
en ella con una mayor o menor frecuencia.
En mi historia, el corazón fue el primero en meterse
en la Obra, luego lo hizo la cabeza cuando me la llenaron
de una fe sin fundamento en que lo que me decían los
directores era la "Inapelable Palabra de Dios".
Desde el momento en que pedí la admisión al
Opus Dei las contradicciones que iba encontrando dentro hicieron
marcharse al corazón, pero la cabeza seguía
incrustada y la posibilidad de sacarla me fue cerrada por
la inadmisible violencia psicológica y espiritual que
la Obra aplica. Con esa tensión interior estuve allí
durante casi 35 años hasta que un día (no es
una metáfora porque fue un día concreto) tuve
acceso al conocimiento gracias a un libro que trataba sobre
el tema de instituciones psicológicamente tóxicas
que esclavizan la personalidad (en las que ni se mencionaba
a la Obra, porque si hubiera sido así instantáneamente
habría cerrado ese libro por la mentalización
tan fuerte que me habían impuesto de que cualquier
lectura que supusiera una tentación a la vocación
al Opus Dei había que apartarla inmediatamente de nuestra
vida). Desde ese momento supe sobre la función esclavizante
de la personalidad y psicológicamente tóxica
de la confesión semanal obligatoria y con un sacerdote
impuesto, de la dirección espiritual forzada con un
laico que ellos eligen y que informa a los superiores de lo
que le cuentas; de la corrección fraterna (tal y como
se vive en el Opus Dei); de la lectura previa que hacen de
la correspondencia particular enviada y recibida por los miembros,
de impedirte leer determinados libros, de que la Obra sea
quien te elige a ti y no tú a ella, etc.
Antes de empezar la lectura de ese libro mi confusión
mental era la misma que había tenido durante tantísimos
años anteriores, pero en el momento que lo acabé
poseía todas las claves para marcharme del Opus Dei
(y por voluntad de Dios, no contra Él como me habían
hecho creer en la Obra que pasaba si la dejaba). Cuando terminé
el libro mi cabeza se desincrustó del Opus Dei y lo
hizo de golpe. La verdad te hace libre y te concede una energía
increíble por lo que aunque en muchas cosas tuviera
que empezar de cero y aunque no supiera lo que me esperaba
fuera y aunque tuviera que aprender a relacionarme por primera
vez con una mujer cuando los de mi edad ya tenían nietos...
nada de eso tuvo importancia y al día siguiente fui
al director para solicitar mi salida de la Obra, marcha que
nadie pudo impedir, aunque bien que lo intentaron. Pero esa
gran determinación no fue merito mío, ya que
una vez vista toda la verdad me era imposible seguir dentro.
La esencia de lo que entonces descubrí, concretado
para la Obra, ampliado con investigaciones posteriores y madurado
durante años, lo tenéis en lo que hasta ahora
he escrito y sobre todo en "¿Se
respetan los Derechos Fundamentales?" y "Reflexiones
Sobre la Verdad".
Jesús nos cuenta en la parábola del trigo y
la cizaña:
"El reino de los cielos es semejante a un hombre
que sembró buena semilla en su campo; pero mientras
los hombres dormían vino su enemigo y sembró
cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió
la hierba y dio fruto, entonces apareció también
la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre
de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste
buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues,
tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto.
Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos
y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar
la cizaña arranquéis también con ella
el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la
siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores:
Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero." (Mt
13, 24 - 30)
La Obra es un campo sembrado de trigo y cizaña que
ella quiere hacer ver como compuesto solamente por trigo.
La lectura de aquel libro dio en mí comienzo a la siega
de ese campo y desde entonces tengo perfectamente separados
el "trigo" a mi derecha y la "cizaña"
a mi izquierda de todo aquello que compone el Opus Dei. Cuando
leo u oigo algo sobre la Obra inmediatamente sé a que
"montón" se corresponde lo que me permite
analizarlo en profundidad.
Lo que me motivó a vencer mi silencio en esta web
y transmitir mis experiencias (por lo que antes conté
sobre las cicatrices dolorosas) fue la carta que una joven
de la Obra, Julissa,
envió el 14 de junio y con quien me identifiqué
completamente: podría haber sido yo quien la hubiera
escrito cuando era de la Obra y confundía el envoltorio
(Opus Dei) con el contenido del paquete (gracias y dones que
el Espíritu Santo concede a quien con rectitud de intención
aplica los medios universales recomendados por la Iglesia
para acercar al hombre a Dios), confusión que entonces
me mantenía preso dentro de la caja porque me hacían
creer a píes juntillas que ningún otro envoltorio
podría darme ese contenido. Leí a Julissa antes
de acostarme, me mantuve desvelado durante horas en las que
se proyectaron ante mí, como si de una película
se tratara, todas mis vivencias en la Obra y también
sentía como muy mías las de aquellos que ahora
están dentro sin posibilidad de separar el "trigo"
de la "cizaña", tal y como yo lo estuve durante
35 años. Al día siguiente se lo comenté
a un sacerdote muy amigo quien me aconsejó hacer públicas
mis experiencias para beneficio de otros, aunque ello me supusiera
un esfuerzo. Lo medité y seguí su consejo. Esa
es la razón por la que el día 16 de junio contesté
a Julissa, y también del resto de lo que he escrito
desde entonces.
Os aseguro que por mi gusto no escribiría nada. He
hablado de cicatrices que me son dolorosas cuando leo esta
página y voy a ahondar en ello. Lo que me produce dolor
es rememorar mi vida al verla en otros, comprobar como el
trigo y la cizaña están todavía mezclados
en la mente de muchos, leer como se muestran todos los síntomas
que padece la Obra sin que los que deben hacerlo le diagnostiquen
la enfermedad y le pongan tratamiento, descubrir que esos
errores producen tanto dolor en tantos, saber que a quienes
están en la Obra se les imposibilita el acceso a donde
pueden encontrar otras verdades complementarias a las que
ella da, comprobar como los de la Obra siguen poniendo todo
su interés en conocer quienes escriben aquí
en vez de solucionar lo que dicen, como si fuera más
importante saber quienes son los que dan el grito de "¡Fuego!"
en vez de ir a apagar el incendio...
Entre las definiciones de alucinación está
la de alteración subjetiva del juicio de la realidad.
Es de día y el alucinado juzga que es de noche; un
coche toca el claxon y él deduce que es porque le persiguen,
etc. Pues la Obra con la manipulación de los pensamientos,
los sentimientos y la conducta en sus miembros les lleva a
un estado artificial de alteración subjetiva del juicio
de la realidad:
- Los que no opinan en todo igual a ellos son sus enemigos.
- "Sólo hay un camino para llegar a Dios: el que
pasa por mi cabeza y por mi corazón" o "Hijos
míos, si no pasáis por mi cabeza y por mi corazón
no llegaréis a Dios" (afirmó con carácter
fundacional san Josemaría refiriéndose a él
y dirigido a los de la Obra, y después se quedó
tan tranquilo).
- Sí se abandona el Opus Dei se pierde la felicidad
temporal y casi seguro que la eterna (como ya no pasas por
la cabeza y el corazón del Fundador sólo te
queda condenarte).
- Sí obedeces no te equivocas nunca (aunque pueda equivocarse
el que te manda, tú no).
- No puedes ir a la casa o a celebraciones de parejas no casadas
por la Iglesia. No sé cómo se vive ahora esta
norma, en mi época era así incluso para familiares
de primer grado: no podías ir a una comida de navidad
con tu hermano sí él estaba en esa situación;
Jesucristo no podría haber sido nunca de la Obra puesto
que comía con publicanos y pecadores y contra todo
lo previsto en el Opus Dei una prostituta le derramó
perfume en los píes y se los besó.
- Sin matices intermedios la humanidad se divide en tres grandes
bloques: los que pueden aportar algo a la Obra, ¡a por
ellos!; los que no, ¡ni acercarse!; y los que dicen
algo que no les gusta ¡a destruirlos!
- Con su actuar parece decirnos que sus miembros han de considerar
(porque mirar, ¡qué ni se les ocurra!) a los
del otro sexo como entes incorpóreos a los que Dios
ha cometido el error de darles un cuerpo, quizás para
probar la virtud de los de la Obra...
Cuentan que en una ocasión san Agustín meditaba
sobre Dios al borde del mar. Mientras tanto un niño
echaba agua del océano en un hoyo que había
hecho en la arena de la playa. San Agustín iba a lo
suyo y el niño a lo de él. Hasta que en determinado
momento el santo bajó de la esfera celestial en el
que se encontraba, se percató de lo que el infante
hacía y le pregunto el porqué. El niño
le respondió: "Quiero meter el mar en este agujero".
Agustín se echo a reír y le explicó que
eso era imposible, pero como quien ríe el último
ríe mejor, la criatura le contestó que más
difícil todavía que eso le era a él poder
meter a Dios en su cabeza.
La Vida es tan inmensa y rica que es imposible meterla en
el molde estrecho y artificial de normas rígidas, so
pena de caer en una alteración del juicio de la realidad,
en un estado alucinatorio de quienes actúen así..
Si vemos la trayectoria vital de Jesús podemos comprobar
que era la encarnación de la "antinorma".
Todos sus quebraderos de cabeza e incluso su muerte fueron
provocados por ir contra las normas asfixiantes y convencer
al mundo de que en su lugar hay que dejar que el puro y directo
Amor tome el mando de la persona.
Cuando salí de la Obra me fui liberando del estado
alucinatorio al que ella me había inducido. Retorno
a lo dicho más arriba sobre el porqué me cuesta
entrar en esta web y le añado una nueva nota: Cada
vez que abro esta página la memoria y con ella las
vivencias de ese estado alucinatorio se reactivan.
Una noche del primer trimestre del año 1992, antes
de la beatificación del Fundador, yo era de la Obra
y al llegar a casa me encontré a toda la familia viendo
un reportaje que daba la televisión sobre el acontecimiento
y me incorporé a ellos (ya que no podía apagar
el aparato o cambiarlo de canal sin provocar una hecatombe
en la familia decidí conocer lo que ellos veían
para poder contrarrestar lo que después me podían
alegar). Como la Obra, desde el principio de acercarte a ella,
prepara muy bien tu mente para que puedas anular cualquier
realidad que a ellos no les conviene, todos los razonamientos
disonantes de quienes allí exponían me entraron
por un oído y me salieron por el otro.
(Hago un inciso y aclaro el párrafo anterior con un
ejemplo, la Obra prevé que tus padres se van a oponer
a la manipulación que ella ejerce sobre ti y no sólo
te impiden que les digas que has pedido la admisión
al Opus Dei sino que con ejemplos concretos te hablan hasta
la saciedad de que las familias de los santos se opusieron
a la vocación de sus hijos, lo que te afirman que es
una muestra de predilección divina; y cuando tus padres
se oponen de hecho a su manipulación, tú te
dices: "Aquí está lo que en la Obra me
han contado de los santos: Soy un predilecto de Dios y esta
oposición de mis padres lo demuestra" y ya no
sólo no les escuchas sino que todo cuanto te dicen
o hacen en contra de la Obra te reafirma aún más
en el Opus Dei.)
Ese bloqueo mental a lo que se decía en la televisión
me duró hasta el momento en que intervino una muchacha
muy joven, de veintipocos, en quien todo su discurso eran
gestos, afirmaciones ilusionadas y vuelta a la tristeza al
comprobar ella misma que eso no le podía llegar a los
de la Obra porque estaban impedidos para recibirlo: "Por
favor, si supierais lo hermoso que es estar fuera (alegría),
poder amar, con lo bonito que es el amor, pero claro (tristeza)
no me podéis entender y además ni me estaréis
viendo porque no os dejan, pero si alguno me ve (alegría)
deciros que lo penséis y por el amor de Dios marcharos
cuanto antes, pero es inútil (tristeza) no podéis
entenderme porque para eso hay que vivir libre y no os dejan
vivirlo...".
Cuando esa joven vio después la película pudo
pensar que había hablado muy mal, que fue quien peor
lo hizo de todos... y sin embargo es la única intervención
que recuerdo porque me llegó al alma, pues con sus
gestos, frases entrecortadas, saltos de la alegría
a la tristeza, esa muchacha me estaba hablando con el corazón
en la mano. Ahí no había falsedad, es imposible
fingir eso.
Desde que vi a esa joven me pregunté muchas veces
que era lo qué ella conocía y me quería
transmitir. Lo encontré cuando leí el libro
que antes os dije. Lo que ella me contó con el corazón
me llevó a buscarlo y descubrirlo con la cabeza.
Lo anterior demuestra que hemos de relatar nuestras vivencias
aunque nos cueste hacerlo, aunque pensemos que ya otros lo
hacen muy bien, aunque no nos apetezca, aunque nos creamos
torpes para conseguirlo... Somos únicos, nuestra experiencia
también lo es y con ella siempre explicamos algo que
puede hacer bien a quien esté predispuesto a entender
lo que sólo nosotros podemos contarle. Por eso y a
pesar de todo yo entro en esta web y escribo.
Y también te animo a que cuentes lo tuyo, sí
aún no lo estás haciendo.
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