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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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SONRISAS Y LÁGRIMAS

Ignacio, 21 de marzo de 2004

Permitidme en primer lugar dar las gracias a todos los colaboradores de esta página que hacen posible que se dé a conocer ese lado del opus dei que crea tanta confusión, tantas noches sin poder conciliar el sueño,tantas comeduras de cabeza del tipo "Qué narices hago yo aquí", tantas y tantas cosas que amigos míos ya sabréis por propia experiencia.

En primer lugar decir que soy un chaval de 17 años que me fui de la obra con 16 y medio (cuando se hace la petición de admisión). Toda mi vida he estado en un colegio del opus dei. Como muchos escriben aquí, empecé siendo un chico de club pues más o menos a los 11 años o por ahí. A partir de ese momento fui frecuentando el club con muchos amigos de mi curso, los cuales dejaron de ir, cosa que me arrepiento ahora de no haber hecho, cuando de algún modo empieza el período de captación o hablando claro "comer la cabeza a un chavalín de 14 añitos que no sabe de qué va la cosa realmente". Todo pintaba bastante bien: excursiones a montones, convivencias superchulas, campeonatos de fútbol, planes como karts, bolera, etc. Todo hay que decirlo y también fui frecuentando el centro porque en mi casa había bastantes discusiones. Siempre he sido lo que se llama un buen estudiante, también hacía mucho deporte. Total que terminé escribiendo la dichosa cartita y casi con quince años decidí entregarle mi vida a Dios en la obra.

Al principio todo lo veía muy bien (y por ejemplo no pensaba en formar una familia, salir con chicas de mi misma edad… aunque es verdad que a veces si que se me venía a la cabeza todo esto pero no me quemaba mucho por el tema). Cuando yo estaba de adscrito éramos como once o doce, tres de ellos echaron a volar y se fueron (me alegro muchísimo por ellos). Me acuerdo una vez que fui con dos adscritos a Misa en la parroquia y nos encontramos con uno de ellos. Yo que era "un pajarillo recién salido del nido" dentro de la obra preguntaba a los demás: oye y, ¿porqué se ha ido?. Muchos de ellos me contestaban en un tonillo irónico muy utilizado en la obra (y que por lo menos a mí me repatea). Me daba cuenta de que se sentían como superiores a los demás (luego escuché en todos los círculos breves que había que ir con complejo de superioridad… menuda estupidez más grande). La verdad es que esto pasó y me fui acostumbrando.

Yo había empezado a ser aspirante en verano y en agosto nos fuimos al curso anual, joder qué rollo, en serio. No es por criticar a nadie, porque no me gusta, pero una de las cosas que más me molestaba era que la gente dijese "joder macho qué bien que ha estado este curso anual" (frase típica que había que decir cuando el curso anual había acabado y nos despedíamos de los de los otros centros), por lo menos yo estaba deseando llegar a la ciudad donde vivía. Sobre el curso anual decir que es verdad que a veces se pasaba muy bien. Os voy a contar alguna cosilla que ahora se me vienen a la cabeza: por ejemplo cuando ya era de noche y casi siempre hacíamos algún plan me acuerdo que una vez que le pregunté al dire ¿qué vamos a hacer ahora y tal? Yo estaba esperando que me dijese "pos mira ahora nos vamos y nos tomamos unas cervezitas al bar de al lado y nos echamos un futbolín" (que iluso que era yo) y va el notas y me suelta "Tío, canciones de casa". A mí me entró una por dentro como el tio del anuncio cuando dice que no quiere el donuts… jejeje. Ya no os quiero decir cuando recé por primera vez las preces. Estaba yo tan tranquilo y me llaman antes de comer. "Vamos para el oratorio". Cuando estábamos dentro va el de mi derecha y se agacha, yo antes de que los demás se agachasen le cogí por el brazo y le dije "ya te lo cojo yo" y el tío me mira diciendo con cara de póker "pero qué ase pecadorrrrr". Antes de que me diese cuenta estaban los demás besando el suelo y me quedé tan pillao que se me escapó un "illo ¿qué hacéis?. El cura de mi izquierda (un buen tio él, la verdad) me suelta hay que besar el suelo. Yo le miré como diciendo "pero ¿qué broma es ésta?". Ahora que me acuerdo de todo esto se me vienen a la cabeza como dos cosas: la primera es que me parto de risa, pero la segunda es de un sentimiento como de rabia y pienso que podía haber estado haciendo cosas normales de un chico de mi edad, con mis amigos, yendo al cine, o irnos a darnos un bañito en la playa. Pero bueno yo considero que ha sido una etapa de vida y que como a todo hay que sacarle el lado positivo.

La verdad es que nunca fui al adscrito modelo. Alguna que otra vez me acercaba a la oración de la mañana, y bueno era todo un poco rutina. Quiero subrayar lo de rutina porque por lo menos lo que yo he sentido en el poco tiempo que he estado en la obra era casi todo el tiempo así. También por supuesto había otros tantos momentos de ilusión pero mi gran problema fue que no me dejaron vivir la religión a mi manera. Siempre había que sujetarse a lo que decía el director. Por lo menos para mí todo se convertía en una angustia, un agobio… con el apostolado, que si el pitable, que si el de San Rafael, que si la meditación de los Sábados, que si el círculo… bueno ya todos sabéis de que va el cuento ya que mucha gente que leo aquí ha pasado mucho tiempo metido en la obra. Quiero decir también que la mortificación pos mira para el que se sienta bien con ella pues muy bien, pero he visto bastante gente en la obra que se agobiaba tanto por el tema de la mortificación que realmente no hacía lo importante que era querer al Padre que está ahí arriba.

Fue transcurriendo el 2002 y yo tiraba al principio muy bien. Llegó la Navidad (qué gran tragedia para muchos) y las vacaciones. En la meditación de adscritos nos machacaba el cura tanto con "las navidades han perdido totalmente su sentido cristiano y lo que hay que hacer es rezar más que nunca bla,bla,bla. Era todo siempre lo mismo. Yo no digo que no haya que rezar en navidad que es una fecha tan simbólica de la religión cristiana, que haya que hacer visitas a la gente enferma (esto fue una de las grandes causas por las que me creí que la obra era mi camino de siempre)…. pues claro que hay que hacer estas cosillas anteriores para hacer el bien a los demás, pero también somos humanos y debemos de tener un tiempo de ocio para expandirnos. Hacer cosas totalmente normales que no hacen mal a nadie y que para el opus dei es perder el tiempo. Recuerdo también el día después de nochevieja. Todos mis amigos habían estado por ahí divirtiéndose sanamente y yo como un capullín en el centro. Me acuerdo que jugué tres risk (famoso juego de mesa en la obra). Lo peor fue el día después de nochevieja que había que salir para el retiro anual. Este era uno de los días más dramáticos del año para mí. En el viaje todo el mundo sobando en la furgoneta (con la postura de los dos brazos apoyados en la cabeza y mirando para abajo) mientras sonaba la cintilla (creo que era la de Cristo Rey) que se ponía para la oración de la tarde.

Ahora os voy a contar como se fue fraguando irme de la obra. Todo empezó en la convivencia del cole. Yo ya estaba en tercero de B.U.P. (actual primero de bachiller) y llegó una de esas noches que estás con los amiguetes fumandote un cigarrillo y llegas a la habitación. No había ningún adscrito en la convivencia y de la obra sólo estaba el cura del colegio que era el del centro. Total que ya en la habitación la gente se fue quedando dormida pero varios amigos míos se quedaron hablando. Yo me había hecho el dormido porque me picaba mucho la curiosidad. Y mis sospechas no fallaron.Hablaron de mí. Que les daba mucha pena verme siempre un poco triste, como con ganas de hacer lo que hace un chaval normal, que me debería echar una novia, etc. La verdad es que lloré esa noche. Pensaba en que Dios no quería una cosa para mí en la que yo no encontrase la forma de quererle a gusto (y no a disgusto como hacía en la obra). Aquí empezé a pensarme lo de dejarlo.

Después de la convivencia, ya en mi ciudad, lo de ir al centro fue en picado. Todos los días llamaban para hablar conmigo.Cuando sonaba el teléfono se me venía el mundo encima (disculpadme si soy un poco dramático pero es que era así). Total que fui a hablar con mi director pero me convenció para seguir. Durante los dos meses siguientes lo pasé bastante mal. Mis queridos padres siempre me decían: hijo,¿qué te pasa? dínoslo que nosotros sea lo que sea siempre te apoyaremos, ¿porqué estás triste?. Con esto que me decían mis padres lo pasaba todavía peor porque los veía intranquilos y nerviosos. Al final me decanté por echarle un par e ir a decirle al director que me iba y que no había más que hablar. Fui tan nervioso a hablar con él que otra vez me convenció (me dijo que esperase, que era una crisis por la edad y tal). Pero ocurrió una cosilla (la cual cambió mi vida) y fue que después de despedirme del Santísimo y justo al salir por la puerta del centro decidí firmemente nunca más volver a pisar el centro. Como estoy en un colegio de la obra me sacaban muchas veces para hablar. Les dije que se lo había dicho a mis padres (creo que en ese momento el director de mi centro tragó más saliva que…). Todo esto pasó justo antes de las pasadas navidades. Ahora sigo en el colegio y es muy desagradable cruzarte con gente en los pasillos con la cual has estado conviviendo codo con codo desde pequeñín, y que ahora ni te miren. Eso no es caridad cristiana. Pero cada cual es cada cual. Yo siempre voy con la cabeza muy alta (eso sí, sin faltarle el respeto a nadie). Sólo tengo contacto con un numerario que sigue siendo amigo mío, y que a veces quedamos para tomar café. Ahora que todo ha pasado ya no es lo que era. Durante estos dos años en la obra como que de alguna forma se han ido forjando grupos de amigos y ahora aunque conozco a la gente, ya no tengo esos amigos íntimos que estás deseando salir con ellos para estar a gusto. Eso sí que se lo hecho en cara a la obra. Ahora, a veces se pasa un mal trago porque te ves un poco solo pero hay que seguir adelante y tiempo al tiempo.

Bueno amigos esta ha sido mi historia. Permitidme que agradezca a mi amigo Paco Mellado que me haya apoyado, y me haya dado ánimos "GRACIAS PACO". Y a vosotros os quiero decir que si necesitáis a alguien aquí estoy para lo que queráis.

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