SOBRE
LA GUARDA DEL CORAZÓN
EMEVE, 4 de octubre de 2004
En mis años allí dentro, no se
hablaba del corazón, se hablaba de la guarda
del corazón, así que se entenderá
por dónde van los tiros.
Guarda de corazón no es lo mismo que pureza, son temas
diversos, pero entretejidos, hay muchos textos internos sobre
el tema, hay un libro que se llama Meditaciones
donde hay textos divididos en 3 partes, para ser leídos
en la oración de la mañana en los oratorios
de los Centros, la Numeraria de guardia leía - seguro
que todavía lo hace- un fragmento cada diez minutos,
y así hacer la media hora de oración, hay meditaciones
para cada día del año litúrgico, y algunas
veces se toca el tema de la guarda del corazón (han
colgado un tomo de
Meditaciones en la web, es bueno leerlo con ojo crítico),
también hay otro libro que se llama De Nuestro
Padre, es un libro de estructura similar a Camino, en
donde se ponen frasecitas del santo, dichas en meditaciones
o tertulias o donde sea, pero solo a gente de dentro,
también creo que hay un Cuadernos entero
alusivo al tema (estos cuadernos son un conjunto de escritos
en varios tomos sobre diversos temas de la espiritualidad
opusina hechos por los más viejos, o los más
obedientes, no lo sé, nunca los firma nadie), no sé
si Cuadernos 7 o Cuadernos 11... ya lo olvidé; estos
dos libros no están publicados en la web porque seguro
todavía no los consiguen, pero cuando los tengamos,
podremos encontrar lectura específica interna sobre
el tema de la guarda del corazón.
Mientras no tengamos acceso a esos libros, copio un punto
de Camino que resume las ideas que se tienen:
161 Haces un derroche de ternura.- Y te digo: caridad
con tus prójimos; sí: siempre.- Pero- óyeme
bien, alma de apóstol-, es de Cristo, y sólo
para ÉL, ese otro sentimiento que el Señor mismo
ha puesto en tu pecho.- Además..., no es cierto que
al descorrer algún cerrojo de tu corazón- siete
cerrojos necesitas- más de una vez quedó flotando
en tu horizonte sobrenatural la nubecilla de la duda..., y
te preguntas atormentado a pesar de tu pureza de intención:
¡no habré ido demasiado lejos en mis manifestaciones
exteriores de afecto
También es de antología el punto 163 (te copio
la frase que repite Escrivá no sólo en meditaciones
internas sino en su librito Via Crucis: (sobre el
corazón) Apriétalo, estrújalo entre tus
manos: no le des consuelos.- Y lleno de una noble compasión,
cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: Corazón,
¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en
la Cruz!
Así que, como buena hija que tenía
que ser, Emevé (Futura santa, con rabietas incluidas),
empezó a vivirlo:
- No demostraciones de ternura a ningún ser humano
caminante, salvo a Cristo en la oración y comunión
(¿se podría demostrar afecto al besar la cruz
de palo? ¿se habrán reportado casos de besos
apasionados a la cruz de palo? ...creo que leí algo
de eso en la web, no me enredo más, sigo)
- Tener 7 cerrojos en el corazón (como Emevé
no lo entendía bien, preguntó en la charla y
le dijeron que guarde la vista o sea no mirar a ningún
chico a los ojos-, que de preferencia no converse con ningún
chico, y nunca ande sola con uno, y no me acuerdo más,
pero eran cerrojos bien definidos, supongo que
por el santito que siempre vivió con sus amigos, y
que nunca tuvo que renunciar al apego a Don Alvaro ni a don
Javier, él si tuvo como confesor a quien quiso, y tuvo
a su familia cerca
¡qué buen ejemplo!,
o no sé si se los imaginó mi directora, no lo
sé).
- Andar atormentada por si se me pasó la mano en tratar
bien a alguien: no derroches de ternura así
sea hombre, mujer, mi madre, mi padre o algún miembro
de mi familia, a alguna chica de San Rafael o alguna de mis
hermanas, todos eran sospechosos y había
que estar alerta.
- No tener amistades particulares dentro de la
Obra (cosa que viví a rajatabla, por lo que no tengo
amigas allí dentro). Convertir a las amigas
en metas apostólicas, en realidad siempre
fui muy mala con este punto, me hice muy amiga de gente no
pitable, pero que iba a mi centro a las meditaciones
y círculos, por lo que me servía para llenar
mi ficha y de paso me la pasaba bien con gente
afín a mí, que hasta la fecha son mis amigas
pero tuve que hacerme esa restricción mental
y media verdad para burlar las reglas
de apostolado... mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa (¿quién
dice que los santos somos perfectos?).
- Obviamente cero trato con el sexo opuesto.
Siendo estas las ideas matrices, en lugar del mandato evangélico
ama a tu prójimo como a ti mismo, y en
vez de tener de modelo a Jesús, se tiene de modelo
a san chema, quien se pinta en las frases que copio como un
hombre atormentado por sus propios escrúpulos... ¿qué
gente corriente vas a encontrar? ... (¿y si Jesús
hubiera sido numerarito?, bueno aparte de que no lo habrían
dejado entrar por ser hijo adoptivo de un carpintero judío,
pero haciendo un esfuerzo imaginario por salvar esos abismales
impedimentos, Jesús no hubiera podido ir a las Bodas
de Canaá, ni con su Madre, porque era guapa y joven,
no habría podido ir a cenar a casa de Mateo, porque
las cenas es preferible hacerlas en familia, no hubiera podido
quedarse hablando con María mientras Marta trabajaba,
porque se ve mal que converses con alguien del otro sexo,
ni se diga de la Magdalena derramando perfume a sus pies,
y mucho menos resucitar a Lázaro, eso es un apego ¡con
alguien del mismo sexo!!!!, un apego del corazón, habría
que haberle dicho corazón en la cruz, no
sigo con ese análisis, porque no soy experta ni en
sicología ni en filosofía, ni en teología,
ni en nada de nada, así que solo dejo esas ideas sugeridas
allí para que alguien más sabido
las profundice, yo sólo puedo contar lo que viví).
Con todas estas ideas en la cabeza y con semejante modelo
de conducta, iba Emevé por la vida con la mirada al
cielo, y rezando por no tropezar; sin embargo, con todos esos
cuidados me enamoré dos veces. Mi primer
enamoramiento, siendo numeraria fue otro numerario,
un chico de quien ya hablé alguna otra vez. Este era
(es, supongo) un español, tendría unos 23 años
y yo 18, así que lo veía viejo, estaba de
paso y daba clases de algo que no recuerdo (puestos
a recordar, no recuerdo ni su nombre ni su cara), fue verlo
y desfallecer como en las novelas antiguas, me pareció
el chicomasguapoquehaparidomujer no lo podía creer
corazón en la cruz, cilicio
corrí a confesarme, y a buscar a la directora, yo estaba
horrorizada, me dijeron (cómo se cumple lo de ciegos
que guían a otros ciegos) que rece más, que
estudie más (allí te enseñan que estudiar
es rezar, porque ofreces el esfuerzo a Dios), que más
generosidad con las disciplinas y el cilicio, que piense en
la cruz, que no le hable, que no lo mire, y que rece mucho.
Claro, el chiquillo este era mi profesor, y le tenía
que ver todas las semanas, y a base de estudiar tanto y de
leer tanto y de pensar tanto en no pensar en él, yo
me ponía pesadísima en clase, preguntándole
de todo y corrigiéndole si se equivocaba (leía
tanto, que no necesitaba ir a clase para aprender, solo iba
por verlo), y él me citaba a su despacho donde terminábamos
hablando las bobadas más insignificantes que se puedan
ocurrir, no tenían nada que ver con la materia del
curso que me enseñaba, esas citas académicas
terminaron siendo excusas para conversar, así
que cuando me di cuenta de que eso estaba mal,
lo confesé, y a mortificarse más, hasta que
un buen día el santo sacerdote me dijo que el numerarito
se iba al Colegio Romano y que se iba a hacer sacerdote y
que con mi actitud estaba poniendo en riesgo su vocación
y la mía... además me dijo, el hijo del santo,
que si lo que yo quería era sentirme una mujer atractiva,
pues que sí, que lo era, y que sí le movía
el piso a la gente y que puedo poner en riesgo vocaciones,
y que si estaba contenta, pues que me quede quieta... y quieta
me quedé, fue todo oír que yo era mujer y que
era atractiva y que se me pase el enamoramiento,
el chico se fue, nunca nos dijimos nada, y yo
tan tranquila y tan feliz con mi reforzada vocación...
(ahora entiendo que estaba en pleno descubrimiento de mi feminidad
y de mi atractivo cuando pité, ya que estudié
en un colegio de monjas con otras mujeres y no conocía
muchos chicos. y en lugar de tener novietes y salir a bailar,
rezaba rosarios y me amarraba cilicios... una situación
así era de esperarse y los sabios directores
en vez de alarmarme tanto me debieron decir esas cosas
pasan a tu edad, pero en fin
qué se puede
esperar de gente que nunca ha tenido noviazgos).
La segunda vez que me enamoré, fue un
par de años después. Estaba yo a punto de dar
un examen final de algún otro curso, y lo ví
conversando con dos amigas mías, y pensé Dios
que este sea de otra universidad, porque nunca lo he visto
antes... y sí era de mi misma universidad, de
mi misma facultad pero un año mayor, y a partir de
ese día le vi todos los días. ¿Qué
hice?... correr a la charla, a decirle a la numeraria, y el
remedio de siempre, rezar, mortificarse y no pensar, y como
tenía clases a la misma hora en salones contiguos con
el famoso chico, tenía que mortificarme
no saliendo del aula en la hora del descanso, tenía
que quedarme encerrada, y mis amigas me decían salgamos
que me asfixio y yo no, que aquí estoy
bien, y claro, pensando en que no debo pensar en él
y que Dios mío que no entre, él
entraba a buscar a algún amigo o amiga suya en mi clase,
y yo desfallecía de tan idealizado que lo tenía
a fuerza de pensar en no pensar... en esta lucha por vencer
este enamoramiento estaba cuando me dijeron que
no renueve (ya la historia
la conté), y me culpé a mi misma porque pensaba
(en parte) que era mi culpa por enfermarme y por andar luchando
contra una tentación diabólica (el enamoramiento)
que pude evitar si hubiera sabido guardar el corazón
como buena hija de san Chema. Esta historia del
segundo enamoramiento tiene final feliz, mejor
dicho no tiene final, en base a empezar a ser menos anormal
y dejar de culparme, y de guardar el corazón,
me relajé, lo conocí, me conoció, y en
la actualidad somos muy amigos, yo le digo siempre que es
mi mejor amigo, él conoce esta historia, no nos enamoramos
el uno del otro, pero nos queremos de verdad, así que
fue cosa de dejar de guardar, y empezar a querer
como a mi misma y la vida se me descomplicó
en ese sentido, y ahora trato a chicos de todas las edades,
guapos y feos y no me enamoro ni me pongo nerviosa ni nada,
el mundo es mixto, si hay que estar en el mundo y trabajar
y vivir en él, hay que saber alternar con todos.
Creo que tengo terror a enamorarme, es casi inconciente,
y cuando me doy cuenta... ya se me pasó la oportunidad,
y es así, nunca me pude enamorar más de dos
semanas, no sé si es culpa de haber ido a colegio de
monjas donde no conocí chicos y que en lugar de aprovechar
la etapa universitaria para alternar con ellos, me la pasé
militando en la Opus (esta frase me la robo yo
también), o si es cosa de mi misma, pero no he pasado
de la emoción del flirteo, y un poco más,
luego se me pasa todo, me aburro y me olvido... y claro, los
dejo antes de que me dejen...
Así es como Emevé vivió la guarda
del corazón, y es así como quedó
después de... no es una historia de una pobre
chica, si lo viví fue porque lo quise, ya sea
por vanidad de creerme llamada por Dios, o por
amor sincero, que me juzgue Dios, yo creo que hubo de las
dos cosas... y si esto sirve para alguien, estupendo...
Sería interesante leer lo que opina algún (a)
otra (a) ex ya sea numerari@ o agregad@ o auxiliar,
porque tod@s teníamos que vivir lo mismo
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