LA
SEXUALIDAD EN LA OPUS DEI
ADRI, 6 de mayo de 2004
Luego de tirarnos al piso de la risa junto a
mi esposo, con el escrito
de EPI, caímos en la cuenta que bien vale una
reflexión y abrir las puertas a un tema que siempre
se menciona de soslayo o es una suerte de tabú: la
sexualidad de los miembros de la opus.
Al convertirse en numerario o agregado (digo en masculino
pero cabe también a las mujeres) la persona entrega
su cuerpo y su alma a una causa que considera noble y espiritual,
engrandecedora. Bien dicen todos que a nadie se le cuenta
la verdad desde un principio, vale la comparación con
la cría: cuando es recién nacido solo bebe leche,
luego va incorporando otros alimentos de mayor complejidad
hasta que está en condiciones de ser omnívoro
y comer un poco de todo.
Sin embargo el tema de la sexualidad siempre se toca fuerte
de entrada. A las mujeres de partida se las considera unas
magdalenas calentonas fuente del deseo prohibido
para los sagrados aristócratas de la inteligencia (¿o
será de la necedad?) y ahí nomás se las
pone a dormir sobre una tabla, se les dan las tareas más
duras, y se les exige el doble nada más que por su
condición de féminas; y a los varones se les
aplican toda clase de técnicas coercitivas para hacer
ver que las damas son horribles, que con el tiempo se ponen
gordas y fofas, que ser casado es peor que ser numerario y
ahí hasta se tiene menos libertad....¡Dios,
a cuantas mentiras apelan estos tipos! Lo peor de todo es
que lo consiguen: el sentimiento de culpa hacia lo carnal
y de desprecio al sexo opuesto es patético.
Mi esposo cuenta que en confesión el tema principal
era si se había masturbado, si había tenido
poluciones nocturnas, si había mirado con ojos de deseo
a alguna mujer en la calle, si había estado a solas
con alguna dama en algún recinto cerrado ¡y la
pureza... dale con la pureza! Después de eso ¡tac!
la confesión acabada y los pecados perdonados.
Como he contado en mis anteriores mails, mi marido entró
como agregado al finalizar la escuela secundaria. Con eso
llevaba un poco de ventaja ya que en varias oportunidades
había conocido la concupiscencia de la canne
(Satur dixit) aunque siempre con alguna profesional
y sin compromiso serio. Las típicas salidas de muchachos,
a bailar, tomar unas copas y conseguir algunas chicas dispuestas
a darles la pasada gratis o por poca plata.
Cuando tuvo su primera charla con un sacerdote del opus,
sin cortapisas y a calzón quitado le preguntó
si él era virgen. Hugh le dijo que no, que había
tenido algunas caídas pero... ¡Ahhh, horror de
los horrores! De partida le dijo que él no estaba en
las mismas condiciones que los demás, que al haber
conocido los placeres del sexo ya traía como un pecado
original y que eso lo iba a acompañar por el
resto de su vida. Que iba a tener que disciplinar más
su cuerpo porque él ya conocía lo que eran esas
sensaciones y que Dios a él le iba a exigir el
doble por haber tenido semejante caída ¡nada
más y nada menos que con la carne! (la verdad que me
quedé asombrada de saber que un sacerdote pueda conocer
de antemano lo que Dios le va a exigir a una persona... así
que la cosa venía con línea directa
al paraíso ¡mirá vos los curitas del opus
lo que se traen bajo el poncho!).
Lo que cuenta EPI
respecto de sus juegos en solitario, son pequeñeces
al lado de las represiones y torturas mentales que sufrió
mi marido en sus pocos años de agregado. ¿Alguien
puede explicarme por qué las poluciones nocturnas se
consideran pecado, siendo que es una descarga
natural e involuntaria del cuerpo masculino?
Cuando mi marido me lo dijo no lo podía creer, lo
juro. ¡No faltaba confesión en la que le preguntaban
si había tenido poluciones! Y la culpa, siempre la
culpa. Todo es fruto prohibido, todo está podrido,
todo es pecado... ¿esa es la intensa y vibrante vida
espiritual que se les infunde? ¿Qué ser humano
íntegro y completo puede salir de un tratamiento
como ese?
Partamos de la base que el sexo no es creación del
demonio (el pobre Epi todavía busca que religión
y sexo sean compatibles, intentaré ayudarle aunque
no soy buena pa esto), el sexo y el placer de la relación
sexual son obra de Dios, justamente para que el acto sexual
sea la conjunción no solo de dos cuerpos sino de dos
almas en comunión a través del amor. Si una
relación sexual es con amor verdadero, siempre es bendecida
por Dios (por mucho que se empeñen en decir lo contrario
los de la opus) y una relación sexual viene con todo
sus ingredientes, desde el juego previo de caricias, besos
y roces de los cuerpos desnudos... hasta los jadeos y suspiros
del clímax final. Puede resultar crudo y algo animal
como lo expreso pero la cosa es así, y habrá
relaciones mas bonitas, dulces y románticas que otras
pero el mecanismo de la sexualidad es así. Así
lo creó Dios para que seamos realmente dos en
una sola carne y nada puede haber de mal en algo creado
por el Señor.
Otra cosa son los excesos y aberraciones, el tomar el sexo
como uso y abuso de poder sobre la otra persona, el buscar
emociones fuertes a través del daño
corporal, accesorios o el sexo grupal. Cuando el sexo se vuelve
algo obsesivo y perverso... ya es otra cosa. Ahí no
hay amor sino instinto descontrolado, entonces sí podemos
hablar de sexo como fuente de pecado o de perturbación.
Pero que el sexo sea placentero y delicioso con la persona
amada, con quien comparte nuestra vida, nuestros sueños
e ilusiones ¡jamás puede ser pecado!
Lo más grave de todo esto en los ex miembros de la
obra, es que al salir deben remontar toda una cuesta en materia
de sexualidad. Muchos aquí han expresado que al salir
no saben ni siquiera ligar como dicen por allá
¿puede alguno relatar como fue la vida sexual tras
su salida del opus?
Como conté antes, mi marido y yo nos conocimos trabajando
en una oficina; al principio él se mostraba tímido
y distante, pero conforme pasó el tiempo y nos fuimos
conociendo esas barreras fueron cediendo. Un buen día
me contó que estaba en pecado mortal por
salir conmigo siendo agregado del opus, pero que lo suyo era
cuestión de decantación y ya venía dejando
todo poco a
poco: ya no iba a misa todos los días, no usaba los
instrumentos de tortura, rezaba solo cuando tenía
tiempo y se quedaba dormido... De todos modos la figura del
pecado mortal estaba al acecho, lo decía
con frecuencia y omitía confesarlo, lo que lo hacía
sentir más culpable. Parecía que el pecado mortal,
era más mortal todavía.
Los primeros tiempos fueron duros y dolorosos porque además
cargó con la muerte de su padre, con quien tuvo una
discusión grande al manifestarle su deseo de dejar
el opus porque se había enamorado de mi. Comenté
ya que estuvimos distanciados un corto periodo por la culpa
que él sentía pero que un buen día no
pudimos más y nos abrazamos, nos reconciliamos... e
hicimos el amor.
Fue algo hermoso y difícil. Para empezar yo tampoco
era virgen ya que había tenido un novio con quien pensaba
casarme y habíamos terminado al radicarse él
en el exterior por un posgrado. De todos modos mi experiencia
sexual había sido de tres o cuatro veces con aquel
hipotético futuro marido que no había
vacilado un segundo al elegir entre casarse joven e ir a Estados
Unidos a cursar un master. Es decir: experiencia sexual poca
y mala.
Hugh por su parte llevaba años sin tener sexo y nunca
lo había hecho por amor; así que estábamos
llenos de amor, de calor y pasión... pero como dos
pavos intentando dejar satisfechos el uno al otro desde la
inexperiencia. Tantos años de no usar "el aparato"
y un fuerte sentimiento de culpa hicieron que lograr que mi
marido se pusiera a punto fuera cosa de un largo
escarceo, mezclado por risas y reiterados desistimientos con
dejémoslo para otro día, cuando estemos
mas tranquilos ¡hasta que ocurrió lo que
tenía que ocurrir!
Al día siguiente del hecho él estaba destrozado
anímicamente, me dijo que se sentía mal y que
no podía dormir pensando en nuestro acto sexual. Dijo
tantas cosas respecto de sentirse sucio ¡que me hizo
sentir sucia a mi! Como pidió de inmediato salir del
opus, eso le significó una especie de liberación
y comenzamos a tener relaciones con más frecuencia.
No era algo contínuo porque estábamos llenos
de problemas (que también ya he comentado) pero en
esos encuentros sexuales era como un bálsamo para lo
que nos tocaba vivir, nos hacía sentir mas unidos y
mas llenos de fuerza. Nunca tuvimos dudas que lo nuestro era
amor de verdad.
Al casarnos fue como que se completó el ciclo, ya
no teníamos temores ni teníamos que buscar el
lugar y la hora adecuadas. Simplemente cuando queríamos
lo hacíamos y así fuimos haciendo experiencia,
descubriendo juntos lo bello del amor físico como complemento
perfecto del amor de los corazones.
Entonces... ¿cómo puede considerarse que el
amor, el ser dos en uno, el disfrutar de las caricias y la
sensación de volar juntos... sea considerado pecaminoso
e incompatible a la religión? El sexo es obra de Dios
y debe preservarse como algo maravilloso; mucho más
obra de Dios que la otra que a nadie le consta
fehacientemente que sea de inspiración divina ¿o
no?
Ya sé que algun iluminado por ahí
pensará: sexo sí, pero solo para tener
hijos y yo pregunto: ¿entonces las parejas mayores
de 50 años no deben tener nunca más sexo? ¿los
matrimonios clínicamente estériles no deben
tener relaciones sexuales?
Sencillamente no tiene lógica. Dios no puede haber
querido para nosotros (especialmente para nosotras) el exclusivo
y limitado destino de ser reproductores de especie. En nada
se le ofende a Dios si se es padre responsablemente, decidiendo
juntos cuantos hijos se quieren (sobre todo SE PUEDEN) tener,
si realmente se les puede dar una vida digna y algunos gustos,
que no son pecados sino pequeñas compensaciones para
que se sientan amados y valorados como merecen. Una familia
clase media puede concretar con mucho esfuerzo el sueño
de una casita propia, un autito bueno y cómodo ¿qué
tiene de malo decidir responsablemente quedar con dos o tres
hijos porque sencillamente no se pueden tener docenas apiñados
como sardinas, pasando necesidades y sufriendo? Eso no es
egoísmo como dicen en el opus, y también otros
que se creen mas cerca de Dios por tener diez o doce hijos,
aunque los maltraten, nunca hayan conocido un parque de diversiones
o unas vacaciones en familia y permanentemente les confundan
los nombres porque parecen desconocidos en su propia casa.
Eso lejos del egoísmo, es ser padres concientes, responsables
y correctos.
A Dios no puede ofenderle la paternidad responsable, no puede
ofenderle la verdad de dos padres concientes de sus limitaciones
económicas, de vivienda, de trabajo e incluso de salud.
En síntesis: tampoco vale el solo para tener
hijos. Y cada quien que use el método que mas
le guste, si no puede con su genio y le carcome la conciencia
tiene desde la ruleta rusa del Ogino hasta los modernos aparatitos
Donna, Fertility o PG53 que se examinan con una lupa e indican
los días fértiles. Otros anteponemos calidad
a cantidad y preferimos tener unas pocas relaciones cuando
queremos realmente y optamos por los métodos de barrera
¿qué si contradicen a lo que dice la Iglesia?
Y bueno... si mañana se descubre que comiendo mucho
queso roquefort las mujeres no se embarazan, dadle por seguro
que la Iglesia lo va a prohibir por miedo a que se agote la
venta de roquefort entre las mujeres católicas y no
haya reproducción. Pero este tema de las prohibiciones
en la iglesia da mucho para otro día. Creo que con
lo del sexo ya me he explayado bastante.
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