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REFLEXIONES SOBRE MI VOCACIÓN AL OPUS DEI

A.O., 8 de septiembre de 2003

 

Os envío este escrito por si fuera de utilidad para la reflexión de otras personas que, por suerte o por desgracia, han estado muchos años en el Opus Dei. Y quiero hablaros sobre la vocación. Para ello me gustaría contar brevemente mi experiencia.

Yo me hice de la Obra en 1985 y me fui en 1996. En total, algo más de 11 años. En el año 1991 hice la fidelidad. Estuve en varios consejos locales: de numerarios, de agregados y de supernumerarios, prácticamente desde 1988. He trabajado en Obras corporativas, y he estado en centros de jóvenes (también en clubs, en Colegios Mayores y en centros de supernumerarios, al final de mi época en la Obra llevaba un grupo de supernumerarios). No es un orgullo: hay muchas cosas que he hecho mal y de las que me arrepiento. En esta web hay alguno que fue Director de Delegación, y otros que fueron sacerdotes numerarios, y gente que ha estado mucho, mucho más tiempo que yo...y en puestos de importancia en la Obra.

A mí el mensaje “fundacional” de santificación en el trabajo, me parece fantástico: sigo creyendo en él, y sigo practicándolo a mi manera. Lo que hay alrededor, no tanto, y eso lo vas descubriendo poco a poco.

Cuado yo me hice numerario, tenía 16 años y pico. Sabía lo que hacía: me entregaba a Dios en el Opus Dei. Lo de “Dios” lo conocía bastante, ya antes de conocer el Opus DEi había pensado en aumentar mi nivel de compromiso con Dios, incluso había pensado (poco más que eso) en el sacerdocio. Casi todo el mundo me decía que tenía que madurar las cosas despacio, y tomar decisiones más adelante (todos, menos los del Opus Dei, claro que me dijeron que no había que esperar); lo de “en el Opus Dei” no tanto. En mi ingenua imaginación de 15 o 16 años esto es lo que había:

A) Gente majísima (con una categoría humana increíble) mayor que yo, que me hacían caso.
B) Una manera de hablar de Dios y de la Iglesia que no tenía nada que ver con lo que había escuchado hasta entonces (era bastante moderno, nada clerical, hablaba de los laicos corrientes, fuera de sacristías más o menos mohosas (era el año 85 y yo un chico de un pueblo de provincias)
C) Obras corporativas, la Universidad de Navarra, apostolado... Vaya, uno se veía en una universidad en Latinoamérica predicando a los gentiles y evangelizando gente.
D) El centro no estaba mal puesto (todo lo contrario) y eso entra por los ojos...
E) Grandes números: 80.000 miembros, nosecuantos paises y lenguas... San Josemaría Escrivá de Balaguer, un presbiterio propio de curas marchosos y modernos....¡La leche para un chaval de 16 años!

Empiezas poquito a poco: te exigen muy poco, y la presión va aumentando gradualmente. A mis 16 años, yo sacaba muy buenas notas en un instituto, era delegado de clase y tenía un montón de amigos.

Hablaba mucho de Dios (incluso tenía un grupo de amigos con los que leíamos el evangelio y yo lo comentaba -ingenuo de mí a los 16, y esto sin conocer al Ous Dei) y creo que hacía bien a mucha gente. Iba a Misa frecuentemente (más de la misa dominical) y era asiduo a Sacramentos.

Cuando me hice numerario me obligaron a dejar muchas de estas cosas. Lo de las amigas, se acabó. Y como en mi grupito de evangelios había muchas chicas, eso murió. Me enseñaron a hacer otro apostolado, mucho más intolerante y dogmático, más centrado en llevar chicos al centro. Fui perdiendo amigos, y los pocos que me quedaban me decían que me había vuelto muy intolerante. Me convertí en martillo de herejes, y casi tuvieron que sacarme del instituto para que no acabara con problemas con el profesorado. Total, si me hubiesen dejado como estaba, habría hecho mejor las cosas, veo ahora. Pero bueno, agua pasada no mueve molino, dicen.

A los 17 años comencé la Universidad y el centro de estudios. Lo del centro de estudios merece consideraciones aparte: es un machaque sistemático y sistematizado que acaba convirtiéndote en un autómata. Luego ya te vas a un centro y empiezas la vida de verdad. Entre ese momento, y lo que tú pensabas cuando escribiste la carta, cualquier parecido con la realidad es pura ficción. Ya no hay grandes horizontes de apostolado (más allá de la meditación del sábado y del círculo de san rafael), te machacan constantemente, control del dinero, control de amigos, control de cartas, control de tus relaciones con la familia, etc,. Yo tenía que pedir permiso para ir a ver a mi familia una semana al año (eso era todo!!!) y me ponían mala cara. Podréis decir, ¡coño, pues haberte rebelado y ya está! Muy fácil de decir para espectadores desde fuera, pero no para un chico de 20 años, que está en el consejo local del centro, que quiere hacer las cosas bien y al que le han dicho que hay que obedecer ciegamente, y ha sido programado consecuentemente.

Desde ese momento mi vida en el Opus Dei fue un navegar por la Obra pensando que algún día se arreglaría la cosa hasta que te das cuenta (cuando eres más maduro, en mi caso sobre los 28 años) de que tienes que tomar una decisión:

a) te quedas, y echas un vistazo a los centros de mayores, con numerarios de 40-60 años, y el panorama no es muy esperanzador (hay de todo, pero domina la sala de estar con curas de 50 años leyendo la prensa y numerarios que no aparecen por el centro más que para el retiro mensual). Salvo que te toque alguna “aventura” (irte a otra región, Roma, cosa a lo que sólo algunos estaban llamados) el futuro es gris y monótono. Sabes que la institución no va a cambiar: o te amoldas o nada.

b) Te vas. Palabra maldita dentro de la institución: a todos nos han contado historias de numerarios que se fueron y que son profundamente infelices... El mensaje es que todo el que se va ha sido infeliz, y hasta ponen ejemplos!!! Y además te vas sin un duro, con la afectividad destrozada, sin amigos porque puedes estar viviendo en una ciudad que no es la tuya, sin saber cómo comportarte, y a veces con relaciones familiares muy tensionadas o desgastadas (luego te das cuenta de que la auténtica familia que siempre tuviste es la que estaba fuera). ¡Pobres hijos de supernumerarios “martillo de herejes” que ni siquiera tiene eso cuando se van!

Dicen que traicioné mi vocación: ¿cuál? ¿la primera de 16 años?¿la de ser funcionario del Opus Dei? Conozco muchos casos de gente que sigue porque no tienen la gallardía de irse... o porque están demasiado programados para no irse (también hay muchos que se quedan de buena fe pensando que hacen lo que Dios quiere).

Sinceramente creo que la gran traición a la vocación (en este caso a la supuesta mía) la hizo el Opus Dei. Yo era uno más, un cristiano corriente y comprometido. Y me convertí en un autómata proselitista del Opus Dei. Sinceramente creo que la Iglesia perdió con el cambio, y mucho me temo que lo mismo ha sucedido con otros.

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