EL
PLANO DE SANTIDAD
F.J., 4 de septiembre de 2003
Ya se han mencionado en esta Web las presiones a las que
se ven sometidos los directores para evitar que alguien se
marche del Opus Dei, pero todo parte de lo mismo: el legado
de Escrivá. Si nos remitimos al librito Camino, en
realidad ahí está todo dicho, es un texto de
dominio público que a veces tiene expresiones bastante
claras:
Punto 387. El plano de santidad que nos pide el
Señor, está determinado por estos tres puntos:
La santa intransigencia, la santa coacción y la santa
desvergüenza.
Por si hubiera alguna duda de la firmeza de las ideas de
su autor, ahí va otro punto en el que parece que da
a entender el uso simultáneo de la intransigencia y
coacción, eso si, ambas han de ser siempre santas:
Punto 398. La intransigencia no es intransigencia
a secas: es <<la santa intransigencia>>. No olvidemos
que también hay una <<santa coacción>>.
Y para ilustrarlo, justifica con un ejemplo el uso de la
fuerza al practicar la coacción:
Punto 399. Si, por salvar una vida terrena, con
aplauso de todos, empleamos la fuerza para evitar que un hombre
se suicide..., ¿no vamos a poder emplear la misma coacción
-la santa coacción- para salvar la Vida (con mayúscula)
de muchos que se obstinan en suicidar idiotamente su alma?.
Claro, claro, pero al menos hay dos problemas: Por un lado
Dios no recomienda la coacción en la Sagrada Escritura,
sino más bien lo contrario; y por otro: ¿Podemos
saber, por ventura, cuando alguien está suicidando
idiotamente su alma?.
En cualquier caso, es muy improbable que en el Cielo se aplauda
la coacción, por santa que sea. Según parece,
uno de los requisitos necesarios, aunque no suficientes, para
que una persona en uso de sus facultades pueda subir allá
arriba es el del libre albedrío, y la coacción
más bien es su polo opuesto.
Punto 279. La gente tiene una visión plana,
pegada a la tierra, de dos dimensiones. -Cuando vivas vida
sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión:
la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen.
A Escrivá en su infancia se le dio bien la geometría
(según sus hagiógrafos) y cuando preparaba sus
notas, con esa afición que tenía de escribirlo
todo, debió recordar que un plano está determinado
por tres puntos; el resto de ellos son innecesarios o simplemente
sobran. Con este símil quiso resaltar, sin duda, los
únicos tres aspectos, a su juicio esenciales, de su
ámbito intelectivo, pretendiendo que formaran parte
de su recién descubierta espiritualidad. Así,
según el punto 387, la intransigencia, la coacción
y la desvergüenza determinarían el aspecto bidimensional
de su santidad y, gracias a la vida sobrenatural (o visión
sobrenatural, que es la expresión más inculcada)
del punto 279: su visión ya no sería una
visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones
como la de la gente, sino que tendría el
relieve, el peso y el volumen que nos pide el
Señor, logrando así la santificación
de esos tres puntos geométricos de honorabilidad dudosa.
Podría haber escogido como puntos para su plano de
santidad, por ejemplo, la fe, la esperanza y la caridad, o
cualquier otra tríada verdaderamente cristiana (su
librito está dirigido, más bien, a lectores
cristianos), pero no; tuvo que elegir tres elementos chocantes
como norma de vida, que solo en circunstancias excepcionales
pueden ser razonables, y que en general vician la convivencia
y tienden al deterioro de la justicia y la caridad a
secas, como él dice. Camino ya no puede cambiar,
lo escrito, escrito está ¿es posible, a pesar
de ello, cambiar el Opus Dei?... Sospecho que no.
Escrivá necesitaba los tres puntos de su plano / plataforma
para ser santo (con buenos resultados al parecer).
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