LA
"MUERTE CIVIL" EN EL OPUS DEI
ALEF, 27 de octubre de 2003
Muchas de la experiencas compartidas en vuestra página
coinciden en el doloroso vacío que se produce inmediatamente
que se ha dejado la institución. Es la "muerte
civil" con la que injustamente se paga a los que en muchos
casos se han dejado el pellejo con la mayor entrega y generosidad
durante años y años. No sólo puede ocurrir
que se te ignora por la calle, sino que desapareces físicamente
de la historia de la obra: habiendo sido -de alguna manera-
protagonista fundacional y testigo de hechos importantes en
obras corporativas o "personales" no se te reconoce
tu trabajo: tu imagen ya no está en los albumes históricos
de fotografías o en algunos casos se te ha borrado
de las fotos cuando no ha sido posible eliminar la foto entera
por razones históricas. Lo de menos es el protagonismo
personal que en ningún caso habrá sido exclusivo;
lo injusto es la falta de reconocimiento de lo que sido la
propia historia (entera, lineal) de los que hemos entregado
todo. Me recuerda el caso a la vez terrible y chusco de la
Gran Logia del Palacio de los Dux, en Venecia. En el friso
superior están todos los retratos de los que han sido
Dux de la Repúblca, excepto la de uno de ellos al que
se le ha arrancado la cara del lienzo porque en algún
momento posterior fué considerado traidor a los intereses
de la Serenísima. Algo parecido hizo Stalin en sucesivas
purgas: los "traidores", además de depurados
ante las armas, fueron borrados de las fotos de los desfiles
que presidieron para que nunca más nadie los vinculase
a la historia de la Revolución.
Todos los que hemos tenido cargos de responsabilidad somos
testigos de esas depuraciones históricas para mantener
la imagen siempre perfecta de la obra. Me vienen a la cabeza
los nombre de profesores universitarios en Navarra y otros
celebrados gestores "de éxito" de labores
económicas o de opinión pública. Muchas
de las celebraciones de los distintos aniversarios que se
van frecuentando cada vez más reinciden en esta práctica
injusta: ni se menciona a los verdaderos artífices
de los inicios, pero que ya no son de la obra. Y cuántos
que siendo de la obra sufrieron la "muerte civil"
del silencio institucional y fueron apartados de los "circuitos"
de moda intelectual de las publicaciones afines relacionadas
con las oficinas de aop.
Comento ésto porque creo que cada uno, por higiene
mental, debe defender la unidad de la propia biografía.
Aunque una etapa de la propia vida pueda ser considerada un
error de elección, no todas las cosas que uno ha hecho
han sido equivocadas ni merecen el silencio; tienen en sí
un valor con independencia que la institución se considere
ofendida porque su autor no sea ya miembro de la misma. Algunos
creemos que lo que hicimos dentro y para la institución
tiene un mérito que debe ser respetado. Ese respeto
consiste en no desvincularnos de nuestras obras (que ahora
son las de ellos). Algunos habrá que no quieran que
se les vincule a esa historia pasada. Otros sí lo queremos.
Una vez más las organizaciones religiosas dan ejemplo
de naturalidad al Opus Dei (paladin de secularidad y respeto
a los derechos cívicos de sus miembros) con casos paralelos
de sus antiguos miembros.
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