ENTENDIENDO
AL OPUS DEI
Flavia, 15 de noviembre de 2003
Tal vez suene insistente mi argumentación, pero veo
al problema del eventual cambio y de la actual "crisis"
del Opus Dei (respecto de la cual no tengo demasiadas precisiones),
del siguiente modo:
- Toda institución humana sufre cambios, y a medida
que se desarrolla y se consolida en el tiempo, "crea"
una historia, postula su "mística", desde
las instituciones más sencillas hasta las más
complejas.
- El Opus Dei no escapa a esto, entonces yo sí puedo
decir que hay cosas que "cambian" en la Obra, por
el paso del tiempo, en tanto ésto se manifiesta en
los discursos de legitimación de la existencia de la
institución como tal, en tanto se reajustan los puntos
que van quedando "sueltos", para garantizar la "cohesión
interna" y la continuidad.
Ahora bien, ¿en qué sentido hablo de "cambio"?:
si analizamos las contradicciones que se pueden plantear acerca
de las "pretensiones" fundacionales de Escrivá,
y su devenir posterior, lo que queda expuesto es que éste
"inventó" una historia para la Obra, de acuerdo
al curso institucional que se fue cristalizando en el tiempo,
y que cuando se confrontan los "hechos" con la fundamentación
discursiva, el "relato fundacional" hace agua.
Hasta ahí no veo nada que no se pueda ver en otras
historias "institucionales", excepto que el proceso
de mistificación en la historia del Opus Dei es muy
intenso, y que toda interpretación de esa historia
está cortada por la misma y sólo una tijera
"oficial", y el que no piensa así, es "el
enemigo". Estos datos no son menores, son decisivos.
Al respecto he de decir, que si uno diseña y desarrolla
una institución sobre patrones rígidos hasta
grados muy altos, y si uno hace del cultivo de esa "rigidez"
la esencia de la dinámica institucional de la Obra,
como ha ocurrido y ocurre, con los "desangres" del
caso, con los "reajustes" del caso, entonces, si
llegara a habilitarse el cuestionamiento, por la naturaleza
misma de la institución, que hace de sí una
instancia incuestionable, sería toda la institución
la que quedaría en entredicho. Me refiero a que si,
después de décadas de existencia tan tabicada,
tan patológicamente tabicada, se abriera seriamente
algún tabique interno de la Obra, no sé cómo
podrían manejar la oleada de discusiones, sin que esa
oleada se llevara al Opus Dei mismo, por dos motivos al menos:
1- el Opus Dei no reconoce estructuralmente la crítica,
no posee práctica de esa actividad, ni tiene canales
institucionales para contenerla (el caso Ruíz
Retegui lo evidencia, desafortunadamente).
2- el Opus Dei desarrolla ideas y prácticas profundamente
totalitarias, que no son accidentes temporales, sino dimensiones
medulares de su ser.
Entonces: con toda sinceridad, para mí, no hay un
espíritu fundacional al cual volver, por lo cual, les
pregunto a todos los que les interese esto, y con la esperanza
de precisar mis opiniones: ¿cuál es el espíritu
fundacional del Opus Dei?; si lo hubiera, ¿qué
rol juega Escrivá en la constitución de tal
espíritu?, ¿cómo se condice esto con
el rol efectivo y real jugado por Escrivá y sus seguidores,
durante toda la historia del Opus Dei?.
Un problema lógicamente adicional, y dificultoso,
es que la Obra ha montado no sólo una vida interna
muy "cerrada" en su dinámica, sino que todas
las instituciones de las que se ha rodeado, y que son su "prolongación",
(escuelas, universidades, etc.), están pensadas en
el mismo patrón: ¿qué quedaría
de ellas si el Opus Dei se pone en entredicho?, esto es, ¿qué
quedaría del modelo con el cual han sido pensadas?.
Entiendo que es previsible que, de modos diferentes, se comience
a manifestar en el Opus Dei una crisis institucional que había
de llegar algún día, y habrá de profundizarse
en el tiempo que sea, con la apelación a los recursos
que sean, pero yo no sé cómo se podría
superar una crisis que hiciera las preguntas claves acerca
de la naturaleza de la Obra, que cuestionara a la figura de
Escrivá, que discutiera lo que traté de reflejar
en mi mensaje "¿Se
imaginan a un Opus Dei diferente?". Lo dicho
se "anuda" con el interrogante formulado acerca
de la existencia o no de un "carisma fundacional",
que pudiera reorientar el presente. De hecho no se pude reorientar
aquello que no ha tenido una orientación en ese sentido
concreto, la de un claro carisma fundacional. Creo que eso
es lo que se interroga, entre otros temas centrales, cuando
aparece la pregunta: ¿qué es el Opus Dei?.
El carácter esquizofrénico (y "esquizofrenizante")
de muchos de los dichos y hechos de Escrivá y "seguidores",
de mucho de lo que hoy se dice y se hace en la Obra, no es
en absoluto accidental y manifiesta que, en una institución
"total", la "contradicción" inherente
a toda experiencia humana, se "procesa" patológicamente,
se dicen cosas que son lógicamente opuestas, por razones
discursivas o efectivas, y se coacciona a las personas para
que piensen y vivan como si tal oposición no existiera.
El lavado de cerebro que comienza al minuto siguiente de "pitar"
(y antes) apunta a conseguir eso, las crisis y salidas, se
deben en buena medida a la entrada en un plano (interno, y
eventualmente externo) de cuestionamiento de tal fanatismo.
El que el Opus Dei no acepte ninguna crítica, ni externa,
ni interna, es otra muestra de su constitutivo totalitarismo,
para ellos, tolerar o escuchar una crítica, aún
la más nimia, es cuestionar a la Obra, desde su inicio
hasta su fin. He aquí el integrismo, he aquí
el profundo error de perspectiva que se genera cuando se postula
a la Obra como "inspirada por Dios", y por ello,
incuestionable, trasladando el problema de la lógica
falibilidad de toda institución humana, a Dios mismo
(usando como tantas veces, "el nombre de Dios en vano"):
Dios inspiró a la Obra, Dios es infalible, la Obra
es infalible. A su vez, ¿en qué quedamos?, si
la Obra fue inspirada por Dios, no puede realizarse la afirmación
con la que se escapa por el "techo" de toda crítica:
si la Obra es de Dios, permanecerá, si no, perecerá.
El problema es que mientras nos enteramos si el Opus Dei es
o no de Dios, van quedando las "víctimas por el
camino", en sentido literal, y no parece que eso sea
compatible con lo que leemos en el Evangelio acerca del día
del Juicio:
"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed,
y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a verme." Entonces los justos
le responderán: "Señor, ¿cuándo
te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te
dimos de beber?, ¿Cuándo te vimos forastero,
y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?, ¿Cuándo
te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"
Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto
hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis." Mt.
25, 35- 40.
Parece que el Opus Dei, contra el explícito mandato
de Jesús, deja a estas cosas para la eternidad, o para
alguna acción extraordinaria de Dios, evadiendo toda
responsabilidad actual, reemplazando tal responsabilidad por
el nefasto recurso al "bien mayor", o a las "razones
de estado", y mistificando su legitimidad con el entero
anecdotario de "milagros" de cabotaje que pueblan
la "mitología doméstica" de la Obra,
elevados, a falta de fundamentos verdaderos, a cimiento y
demostración de lo "divino" de la singular
Obra de Escrivá.
Bueno, podría seguir, pero lo dejo acá, por
ahora, sabiendo que estos asuntos no están zanjados,
al contrario, estamos, entre todos, comenzando a despejar
diversos y significativos aspectos del Opus Dei, tal vez,
(hablo por mí), para explicarnos mejor qué nos
pasó, para aclararnos y aclarar estas cuestiones tan
complejas, tan desagraciadamente complejas y esquivas.
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