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OPUS DEI: ¿un CAMINO a ninguna parte?

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Detrás de las puertas de salida
y un después desperdiciado

JORGE y JOSE, 6 de junio de 2004

 

Estimado Jose, tu breve pero profundo escrito (4 jun) me ha invitado a escribir de nuevo. Me permito retomarlo para ahondar en los cuestionamientos.

Dices:

Un futurible. ¿Qué hubiera pasado si aquel director de la delegación que se desplazó adrede para hablar conmigo, en lugar de lanzarme veladas amenazas de infelicidad si decidía irme, me hubiera dicho: “Dios te quiere libre y feliz, y si tú crees que éste no es tu lugar sigue el camino que consideres, aunque la Obra cree que tienes aptitudes para continuar dentro. Pero si te vas y necesitas alguna cosa o te sientes solo sabes que aquí tienes buenos amigos de años que te intentarán ayudar. Si quieres, aunque sea de forma más suave, puedes continuar en alguno de los medios de formación y puedes venir por el centro cuando lo desees para hablar con el sacerdote, pero en cualquier caso es interesante que no te alejes de practicar las normas de piedad, aquí, en la parroquia o donde quieras, porque lo esencial para un buen cristiano es amar a Dios desde el lugar donde se encuentre y esté vinculado o no a alguna institución”.

"Aquella conversación, evidentemente, no se produjo así. Y por lo que se lee, miles de conversaciones no se han producido así." (Jose)

 

Los errores cometidos por algunos directores durante la etapa de salida y, mas allá, durante el periodo denominado “crisis vocacional”, son la causa de que varias personas hayan salido lastimadas del Opus Dei.

Y es que los directores, ante las “presiones institucionales” que tienen como consigna para “no perder vocaciones”, antes que atender de manera particular a cada alma (con verdadero interés personal y no corporativo -atendiendo realmente lo que piensan, sienten y quieren en su conciencia-, con independencia de que “deban perseverar”), acostumbran aplicar los criterios bajo los cuales se les ha instruido. Baste citar como muestra lo que dice el “Vademécum de los Consejos Locales” en la p.52:

“En resumen, cuando algún miembro de la Obra manifiesta el deseo de abandonar su vocación, es de justicia que los Directores pongan todos los medios que estén a su alcance, haciendo lo posible y lo imposible, para que –respetando siempre su libertad- reaccione y sea fiel a la gracia de la llamada. Es éste el mejor proselitismo: procurar que no se pierdan los que ya son instrumento, red; conseguir que no se rompa la red. Este grave deber de justicia es aún más imperioso cuando se trata de alguna persona que –por su edad o por los servicios que ha prestado a la Obra- se debe considerar como uno de nuestros hermanos mayores.

Hay que tener en cuenta que las crisis que pueden sobrevenir alguna vez, no se presentan nunca de improviso: van precedidas de una larga etapa, con síntoma precisos, que los Directores y los que conviven con esa persona determinada pueden y deben advertir. Por eso, si se diese el caso de una defección de la que no se supiese explicar las causas, nuestro Padre no excusaba de pecado, y en ocasiones de pecado grave, a los Directores y a los que hubieran convivido con aquel hijo suyo, porque no habrían sabido facilitarle los medios para perseverar; medios a los que tenía derecho. Se le debe ayudar a tiempo, y siempre es tiempo”.


Las líneas anteriores, y pese a que en el contexto del que fueron extraídas se habla paralelamente de ser caritativos y respetar siempre a la persona en “crisis”, dejan ver con claridad algunos aspectos muy cuestionables:

1. Nuevamente se habla de “abandono de la vocación” en sentido negativo, sin dar opción a que alguien pueda ELEGIR EN CONCIENCIA otro camino que podría ser mejor para todos.

2. Se habla continuamente de respetar la libertad cuando la experiencia de muchos ha sido la contraria: desgraciadamente el chantaje y la manipulación existen a nivel humano. Ojalá no existan ya directores así en el Opus Dei. Mi experiencia desafortunadamente me hizo enfrentar personas que se valieron del afecto que les tenía y de mi buena fe para “por justicia” influir en mi para no irme antes de la Obra.

3. Resulta preocupante la afirmación “es este el mejor proselitismo: procurar que nos se pierdan los que ya son instrumento, red: conseguir que no se rompa la red”. Y es que es muy cuestionable que en este caso –como en muchos otros- se maneje con tanta ambigüedad el sentido de las cosas.

¿Por qué habría de “perderse” alguien que se va? Y lo más preocupante es que el motivo último no es tal alma como persona, como ella misma, sino “conseguir que no se rompa la red” (fin institucional) que no se desligue alguien que ya es “instrumento”.

4. Por otro lado es muy cuestionable que se afirme que “es de justicia que los Directores pongan todos los medios que estén a su alcance, haciendo lo posible y lo imposible, para que –respetando siempre su libertad- reaccione y sea fiel a la gracia de la llamada”. ¿Qué no acaso la justicia implica “dar a cada quién lo suyo”? Entonces ¿por qué necesariamente será “justo” el hacer lo posible Y LO IMPOSIBLE para que “reaccione” en un sentido tan concreto cuando exclusivamente el alma en cuestión, cara a Dios, es capaz de saber qué le conviene (“lo suyo”) conforme su recta conciencia?

En relación con la última pregunta nuevamente se encuentra en el Vademécum la “justificación” de por qué los directores son los “elegidos” para “reorientar” a quien va camino a la perdición, ya que esas personas “que intentan abandonar su vocación… posiblemente, están cegados, obcecados, y es entonces cuando necesitan más que nunca de la serenidad de juicio del Director, que les enseñará a valorar los problemas con sentido sobrenatural; … (y porque) hay apasionamiento en quien la sufre, … ” (p.53) Y nuevamente me pregunto ¿necesariamente están en ese estado tan deplorable? ¿Por qué el “director” puede enseñar a “valorar los problemas con sentido sobrenatural” y el alma en cuestión no puede hacerlo sola, con ayuda del Espíritu Santo –e incluso recibiendo consejo de otras personas, situación que ni siquiera se menciona como alternativa-?

Y volviendo a las ideas anteriores ¿Por qué “perseverar” se identifica con “ser fiel a la gracia de la llamada”? (Disculpen si el último cuestionamiento es tan fuerte, pero sé de personas que ya estando fuera de la Obra procuran seguir siendo “fieles a la gracia de su llamada”: la búsqueda de la santidad en medio del mundo por medio del trabajo profesional, y el apostolado. Esas personas respondieron en algún momento a esa llamada universal en el Opus Dei, iniciaron y dejaron de lado su marcha por ese camino por que finalmente no fue lo que les dijeron en un inicio, o sencillamente ahí no estaban realizando su misión, y ahora caminan por otras sendas que conducen a ese fin. Y es que comprendieron que con su partida del Opus Dei no traicionaron su “fidelidad a Dios” –ni a Dios-, antes bien quizá la reforzaron porque finalmente hicieron caso a los dictados de su conciencia ¿qué me pueden decir al respecto?).

5. Una última inquietud: ¿por qué imputar un “pecado grave” a Directores y gente que rodea a quien se va si no saben “explicar las causas” o “facilitar los medios para perseverar”? ¿Qué acaso eso no podría generar una especie de forzado deber –para no caer en pecado- por lograr que el otro persevere? ¿Qué además no está prohibido en la práctica “meterse”, “relacionarse”, “cuestionar” sobre lo qué le pasa al pobre que está en crisis, porque eso se reserva a la jurisdicción del consejo local? Y, por último ¿Qué no sería mejor ensalzar en la vida cotidiana del Opus Dei la verdadera amistad –vs. la prohibición de amistades particulares- para que entonces el amor sea el motor de la perseverancia, dando lugar a una verdadera fraternidad, y no mediante amenazas de pecado?

No, definitivamente detrás de las puertas (esas de las que se dice “están cerradas para entrar y abiertas para salir” jamás escuché una conversación como la que comenta Jose…).

Y sobre el “después desperdiciado”, me uno TOTALMENTE a su planteamiento, esperando algún día alguna autoridad del Opus Dei logre respondernos a tantos que pensamos así:

"¿Sabe el Opus Dei, aunque sólo fuera, fijaos lo que os digo, por “su propia conveniencia”, el “material humano” con una sólida formación que ha tirado a la papelera?"

"¿Es consciente de las animadversiones que con sus presiones y coacciones primero y su olvido después ha provocado?"

"¿Cuántos de nosotros podríamos ser hoy cooperadores si en lugar de darnos con la puerta en las narices y la espalda hubieran continuado una relación de personas y amigos?"

"Quizá no todo pueda ser tan idílico como lo planteo en este escrito. Pero estoy convencido de que si hubieran actuado como virtualmente he expuesto en el primer párrafo, todos hubiéramos salido ganando. Es sólo una pequeña reflexión". (Jose)

 

 

 

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