¿CÓMO
VIVIR AHORA?
DANIEL, 25 de julio de 2004
Estudiando la carrera de psicología, hay que leer
bastantes libros... y estudiarlos, asimilarlos, aunque lo
más normal es que una vez hecho el examen de cada asignatura,
se nos olvide todo automáticamente, para dejar hueco
en el cerebro para los siguientes.
De todas formas, no se nos olvida tanto, pues el conocimiento
es acumulativo, y sin darnos cuenta, estamos continuamente
repasando todo, desde el horrible primer curso.
Sin embargo, hay asignaturas que las recuerdo continuamente,
de manera voluntaria y placentera: me recreo a menudo reviviendo
ciertas lecturas de antropología, pero en especial
las de psicología social.
Luego retomaremos el hilo aquí, con la psicología
social.
Cuando salí formalmente del Opus Dei, sentí
que empecé a vivir, que me quité una losa de
la cabeza, una soga del cuello.
Cuando he dicho que salí "formalmente" no
ha sido por pedantería, pues creo que tardé
años en salir, en frenar la carga en marcha de un montón
de patrones de pensamiento y conducta autodestructivos.
Lo de "salir" requiere otra glosa: me echaron,
porque ya no funcionaba, no solo como "numerito",
sino como persona: estaba siempre enfermo indefinidamente,
no rendía en los estudios, no cumplía las normas,
me cuestionaba continuamente una moral antinatural, especialmente
la sexualidad, no comprendía tantas "buenas costumbres
y conductas con criterio",
Así que mi ilusión (era un iluso
y un
idealista, como todos nosotros, supongo) de santidad, o cuando
menos, de corrección existencial, se fue al carajo,
aunque para ser precisos, debería decir que lo que
se fue al carajo, y mucho antes de salir, fue la idea de que
el Opus Dei era obra de Dios, o mejor dicho, los directores
no estaban haciendo la obra de Dios
como Dios manda.
Aun así
no me iba, porque yo pensaba que aunque
ellos no fueran "razonables", yo sí podía
serlo y ser coherente con el compromiso de continuar en "mi"
camino".
Bueno, pues me echaron porque "la vocación te
viene grande", me dijo mi director.
¡Tócate los güebos!, desde que pitas te
dicen que Dios te ha elegido porque vales, y además
te da su Gracia (vaya gracia, ¿no?), y resulta que
después de todo
eres un inepto.
Lo cierto es que en el momento de oirlo me sentí un
poco humillado, pero al segundo, no más, me dije: ¡qué
bien, eres tonto, ahora vas a hacer todo lo que no has podido
hacer en el club de los listos!
Hoy en día conservo esa ilusión que me convulsionó
el estómago (cuando me declararon inútil) porque
pensé "ahora voy a vivir".
El caso es que desde hacía muchos años, yo
ya oía que el Opus Dei era tratado como secta peligrosa
por muchos adultos que me aconsejaban (y yo no entendía).
Cuando salí, seguí sin sentir que había
estado en una secta; simplemente, estaba recuperando mi vida,
con la ayuda de un par de bellas mozas, que me actualizaron
el software
y el hardware.
Cuando estaba estudiando los capítulos de "grupos
coercitivos", en la citada asignatura de psicología
social, a cada página que pasaba, decía: "joder,
como el opus". Pues mira por dónde, años
más tarde, me he dado cuenta de que el Opus Dei es
una secta como otra cualquiera.
Os preguntaréis entonces, si ya estaba bien, si ya
había aprendido a disfrutar, a saber qué necesito
y qué no, etc., qué concepción tenía
yo de mi pasado y de tan gloriosa institución.
Pues ninguna; me daba igual, al menos respecto a mí.
Para mí, entrar en el Opus Dei no fue especialmente
difícil, o al menos los directores no tuvieron que
hacer un esfuerzo especial en infundirme ciertos conceptos
(patológicos, por supuesto), porque ya los arrastraba
de familia, con un arraigo, desgraciadamente, muy profundo.
Antes he dicho que me daba igual ya mi pasado, pero solo
respecto a mí: me explico.
Un hermano mío es ex numerario, pero no ha salido:
A éste lo echaron
"porque no tienes vocación".
No ha perdido el trato, e incluso ha ganado otro, quizás
más peligroso.
Ha estado estudiando fuera de su país, en una capital
europea, y ha vivido en un Colegio Mayor "opusiano"
y ¡ha venido encantado!
Dice que el Opus Dei no es lo que ha vivido en España,
que los de aquí son muy brutos y no tienen clase; que
estoy equivocado, que debería viajar y conocer el verdadero
Opus Dei.
Entonces le pregunté que por qué no se apuntaba
otra vez, y me contestó que porque ese no era su camino.
Le recordé la cantidad de veces que mientras estudiaba
en Pamplona, cuando estaba enfermo, el director le prohibía
estar en la cama "porque no tenía fiebre".
Le recordé las veces que me lloró contándome
la cantidad de estupideces que tuvo que aguantar de los directores
(esa infinidad de micromandamientos farisáicos que
todos hemos sufrido)
y ahora me dice que no se acuerda,
me da la espalda y se va.
También le dije lo habían estado tratando como
a uno de fuera, pero que si volviera a pitar, recibiría
más de lo mismo, como reciben todos los "numeritos"
en todos los países del mundo.
Lleva varios años en tratamiento con un psiquiatra
(el trato peligroso de antes)
que ha elegido él
mismo
pero (mi hermano) ya tiene el criterio sesgado;
ya ni hace falta que lo lleven de la mano por decisión
del consejo local.
Aun tengo otro hermano que pulula por el club. Mis padres
parecen encantados. No sé si mi madre es super o qué,
pero os puedo decir, que a pesar de que vieron y recuerdan
cómo sufrí yo (no saben todo, pero me veían
enfermo y triste) y cómo ha quedado el hermano del
medio, siguen apoyando al pequeño en su asistencia
a "la cueva", como decía mi padre hace muchos
años.
Varias veces he invitado a mis hermanos y a mi madre a leer
el libro de psicología social que estoy estudiando,
porque en ese libro se describen los procesos sociales con
tal claridad, que sea como sea el que lo lea, puede verse
reflejado en él y decir: "aiba, si esto me pasa
a mí, si esto lo he vivido yo".
En el Opus Dei se hace creer a los miembros que son especiales,
distintos, superiores
por mucho que traten de decorarlo
con eso de que somos todos humanos, carnales, "los demás"
La descripción en el libro mencionado (aunque mejor
en el otro que cito a continuación) de cómo
una persona entra a una secta, cómo ésta lo
maneja, cómo se desarrolla la relación
es impresionante.
El título es "Psicología Social",
y es el libro que usa la UNED; hay que acompañarlo
con el maravilloso (a pesar de las faltas y errores de imprenta)
libro de "lecturas de psicología social",
también de la UNED.
Steve Hassan es un gran autor; sus
libros son fáciles de encontrar (curiosamente,
yo os encontré buscando datos de Steve Hassan).
Bueno, vaya carta más larga. Os aseguro que no pensaba
escribir tanto.
Pues la quiero rematar con algo que me parece esencial:
Cuando un numerario queda "en la calle", está
atrapado por muchos miedos, pero quizás los más
atenazadores, o las preguntas que más le asaltan e
intimidan son: "y ahora, ¿cómo viviré?,
¿cómo debo pensar y sentir?, ¿qué
debo admitir en mi vida?, ¿cómo protegerme?".
A este párrafo me queda añadirle, que sé
que el trato a las mujeres en el Opus Dei es especialmente
vejatorio, incluso por las mismas mujeres (directoras), y
que para las auxiliares es aun peor, y su salida, aunque liberadora,
más angustiosa.
Lo difícil, lo retorcido, lo venenoso, lo agresivo
ya ha sido; a partir de ahora, la sencillez es lo principal,
es el cimiento de una vida verdadera
en la que tenemos
el derecho y el placer de decidir y equivocarnos por nosotros
mismos, y de disfrutar sin culpa, con libertad e inteligencia.
Nota: no tengo intención de rebelar datos familiares,
como los que habéis podido leer más arriba,
pero dada la dificultad de que alguien me identifique y relacione
con las personas citadas, conservo la firma y dejo la carta
tal como está; no veo que esta carta sea una indiscreción.
Además, si mis hermanos o progenitores llegaran a
encontrar en Internet esta carta, creo que les vendría
muy bien.
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